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27.04.2014 18:30
 
Marie´Louise Von Franz y Emma Jung, en su libro "LA LEYENDA DEL GRIAL"* nos transmiten esta profunda e iluminadora comprensión a cerca del problema de la conciencia en el hombre moderno a la luz del análisis de la Trinidad cristiana.
 
 Marie-Louse Von Franz y Carl Gustav Jung
 
 
"... La imagen del  padre que aparece en el Antiguo Testamento es la del autor y creador de todas las cosas, que muestra a los seres humanos tanto un lado bondadoso como uno destructor.  Los seres humanos que establecen con él una relación infantil que no reflexiona sobre la naturaleza de este Dios Padre unitario y claroscuro, incapz de ejercer ninguna crítica contra él.  Ser humano, mundo y divinidad constituyen originariamente un todo, una unidad inmune a toda crítica.  Este es el mundo del padre por una parte y del ser humano en estado infantil por otra.  Lejos del juicio crítico y del conflicto  moral, el sentimiento de unidad humano tampoco atenta contra la patris auctoritas.
 
           También es un estado de unidad total con toda la naturaleza.  Sin embargo en la época en la que aparece la figura del Hijo de Dios, el estado de la conciencia humana ha ccambiado.  La unidad originaria queda fracturada en oposiciones, por eso mismo la figura arquetípica del Hijo de Dios es, en la mayoría de las religiones una figura sufriente; cae víctima, por ejemplo, de las fuerzas de la oscuridad y ha de ser liberado de nuevo para salvar el mundo.     La figura del hijo acostumbra a estar incluída en un drama de la salvación narrado y celebrado periódicamente.
 
         La vida del ser humano de Dios descubre entonces cosas que no podrían ser reconocidas en el Padre como unidad, puesto que en su condición de uno originario, no era nada determinado ni determinable y en realidad no podía ser llamado, ni ser `padre', pero a través de su reencarnación en Hijo se convierte en `Padre` y, de esa manera, en algo determinado y determinable.  A través de su conversión en Padre y ser humano revela en el ámbito humano el misterio de su divinidad.
 
          Mientras que la imagen del padre se correspponda a nivel humano con un estado de consciencia infantil en el que la forma de vida hallada posee un carácter legal aceptado acríticamente, en la siguiente etapa, la época del Hijo de Dios, comienza la reflexión consciente, sobre lo hallado y con ello también la crítica, el juicio y la desición moral.  El estado del Hijo es, por tanto un estado de conflicto (...)  La vida ejemplar de Cristo representa en sí un tránsito y significa por eso algo así como puente y transformación hacia la tercera fase en la cuál en cierto sentido, el estado inicial paterno quedará restituído.
 
          Esta tercera fase de la época del Espíritu Santo se corresponde del lado humano con una posición que aspira a quedar suspendida en el conflicto mediante el reconocimiento de la función directriz, inspiradora e iluminadora del inconsciente.
 
            Ahora bien, esto no implica un retroceso a la primera fase, a pesar de que naturalmente siempre exista la amenaza de un extravío de estas características, sino la sumisión al espíritu de la propia autonomía, es decir, la reubicación de la conciencia del yo en una totalidad superior.  De esta manera, se produce una liberación conjunta de una fe pura en la autoridad, ya sea sólo a nivel psicológico o frente a una organización colectiva".
 
25.04.2014 18:34
 
La meditación (al-tafakkur) es un complemento indispensa­ble del rito, ya que valoriza la libre iniciativa del pensamiento. Sin embargo, sus limites son los de la propia mente; sin el ele­mento ontológico del rito, la mente no podría pasar de la sepa­ratividad (al-farq) de la conciencia individual a la síntesis (al-ŷam’) del conocimiento informal. Se fundamenta, en el Islam, en los versículos coránicos que se dirigen a «los que están dota­dos de entendimiento» y que recomiendan los «signos» (los símbo­los) de la naturaleza para la meditación, y también en estas dos máximas del Profeta: «Una hora (un momento) de meditación vale más que las buenas obras cumplidas por las dos especies de seres dotados de gravitación (los hombres y los genios)», y «No meditéis sobre la Esencia, sino sobre las Cualidades de Dios y sobre Su Gracia».
 
Normalmente la meditación procede según un movimiento circular: parte de una idea esencial de la que desarrollará las diversas aplicaciones, para reintegrarlas finalmente en la verdad inicial, que de este modo adquiere, para la conciencia reflexiva, una actualidad más inmediata y rica. Es lo contrario de una in­vestigación filosófica, que considera la verdad como algo que no estaría esencialmente, y a priori, contenido en la mente del que conoce. El movimiento fundamental del pensamiento es el que des­cribe la meditación, y cualquier filosofía que ignore esta ley se engaña sobre su propia gestión: la verdad que parece encontrar a fuerza de argumentos está ya contenida en su punto de partida, a no ser que descubra, al término de un largo rodeo mental, la refracción en la mente de un elemento pasional, de una preocu­pación individual o colectiva.
 
El pensamiento individualista implica siempre una limitación, ya que desconoce su propia esencia intelectual. La meditación tampoco capta directamente la Esencia, pero la presupone; es una «ignorancia sabia», mientras que el raciocinio filosófico procedente del individualismo mental es un «saber ignorante». Cuando la filosofía escudriña la naturaleza del conocimiento, inevitable­mente se mueve dentro de un ciclo vicioso: cuando separa el su­jeto del terreno objetivo y no reconoce al primero más que una realidad completamente relativa, en el sentido de la «subjetivi­dad» individual, olvida que sus propios juicios dependen de la realidad del sujeto y de la veracidad que éste pueda tener; por otra parte, cuando declara que cualquier percepción sólo tiene un alcance «subjetivo», por tanto relativo e incierto, olvida que este mismo aserto aspira a la objetividad. Para el pensamiento no hay salida de este dilema; la mente, que sólo es una partícula del universo, o una de las modalidades de la existencia, no puede abarcar el universo, ni definir su propia posición respecto a la totalidad. Si trata de hacerlo a pesar de todo, es que hay en ella una chispa del Intelecto que comprende y penetra realmente to­das las cosas.
 
El hadît sobre la meditación que hemos citado en segundo lugar («No meditéis sobre la Esencia, sino sobre Sus Cualidades y Su Gracia»), significa que la Esencia nunca puede llegar a ser objeto del pensamiento, que es distintivo por naturaleza, en tanto la Esencia es una. En cambio, la meditación concibe, en cierto sentido, las Cualidades divinas, sin que, no obstante, pueda «sa­borearlas» directamente, lo que entraría a formar parte de la esfera de la intuición pura.
 
El terreno propio de la meditación es la discriminación entre lo real y lo irreal, y el objeto por excelencia de esta discrimina­ción es el «yo». La discriminación meditativa no alcanza de modo directo la raíz de la individuación subjetiva, pero capta sus aspectos extrínsecos, que representan otras tantas desproporciones entre una afirmación casi absoluta, contenida en el ego, y el ca­rácter efímero y fragmentario de la naturaleza humana individual.
 
Es preciso comprender perfectamente que no es esta naturaleza individual, como tal, lo que constituye la ilusión egocéntrica; el «velo» (al-hiŷâb) que hay que desgarrar es, únicamente, la atri­bución a esta naturaleza individual de un carácter autónomo y «apriorístico» que sólo corresponde a la Esencia.
 
El hecho de que el sabio perfecto tenga conciencia de su naturaleza individual no implica que se deje engañar por ella y no le impida, pues, superar la ilusión.
25.04.2014 16:09
H. Khunrath, Amphitheatrum sapientiae aeternae. Hannover, 1609
 
Sucede en ocasiones, más a menudo de lo que se cree comúnmente, que las teorías científicas más recientes, por las consecuencias que ellas implican, van a dar con ciertas concepciones antiguas generalmente olvidadas o desdeñadas durante la época que precedió inmediatamente la nuestra, y que además son obstinadamente ignoradas muy a menudo de manera preconcebida. Esos acercamientos pueden parecer extraños a ciertas mentalidades, y no obstante son un hecho, y un hecho extremadamente importante desde el punto de vista de la historia de las ideas; si uno lo tuviese en cuenta tanto como debiera, podría ser inducido a modificar muchas conclusiones. Para nosotros, no hay ideas verdaderamente nuevas (hablamos de ideas, entiéndase bien, y no de sus aplicaciones prácticas), pero lo que crea la ilusión de la novedad y la originalidad es que las mismas ideas han podido ser presentadas, según las épocas, bajo formas extremadamente diversas para adaptarse a mentalidades igualmente diferentes; se podría decir que no es lo que se piensa lo que varía, sino solamente la manera de pensarlo. Es así como, por ejemplo, la moderna “filosofía de las ciencias” acaba por coincidir con la antigua “cosmología” en algunos aspectos, aunque aquélla tenga un punto de partida totalmente distinto y proceda por una vía en cierto sentido inversa. Por supuesto, no se debería creer que, partiendo de las ciencias y sobre todo de las ciencias experimentales, sea posible alcanzar el dominio de la metafísica pura: la distancia es demasiado grande y la separación es demasiado profunda; pero al menos, se puede penetrar hasta un cierto punto en el dominio intermedio entre el de la metafísica y el de la ciencia en el sentido en que la entienden los modernos, dominio que era en la antigüedad y en la Edad Media, como lo es aún para los orientales, el de lo que llamaremos las “ciencias tradicionales”. Estas ciencias eran tradicionales sobre todo porque ellas tenían, directa o indirectamente, un fundamento de orden metafísico, porque no eran, en suma, más que una aplicación de los principios metafísicos a tal o cual punto de vista más o menos especial, y este caso era en particular el de las especulaciones cosmológicas; no hay nada parecido a ello en las conclusiones filosóficas derivadas de las ciencias actuales, pero la coincidencia, cuando se produce, es más que remarcable. El punto de vista de los antiguos era esencialmente sintético; el de los modernos, por el contrario, se manifiesta como analítico, y si es susceptible de dar parcialmente los mismos resultados, no es sino por una vía mucho más larga y como desviada. ¿Adquieren al menos las conclusiones más rigor y seguridad por ello? Así se cree ordinariamente, en razón del prestigio que ejerce sobre las mentes la llamada ciencia positiva; no obstante, nos parece que el origen inductivo de las concepciones de que se trata les transmite un carácter que no puede ser más que el de simples hipótesis, mientras que, en el otro caso, ellas participan de la certeza que es inherente a la metafísica verdadera; pero ésta se ha vuelto tan extraña a la intelectualidad occidental moderna que, para justificar esta aserción, deberíamos entrar en largos desarrollos. Poco importa aquí por otro lado, ya que nuestra intención no es en absoluto la de investigar ahora la superioridad de uno u otro de los dos puntos de vista, sino solamente señalar algunos de esos acercamientos a los que hemos hecho alusión en primer lugar, y ello a propósito de un libro reciente del Sr. Emile Lasbax, Le problème du mal,1 el cual contiene opiniones particularmente interesantes sobre esta cuestión.
 
Este libro nos parece la expresión de un muy loable esfuerzo por desprenderse de los encuadres, bastante estrechos, de la filosofía clásica, la cual es a veces calificada muy erróneamente de “tradicional”, ya que, surgida principalmente de la “revolución cartesiana”, se ha presentado desde su origen como el efecto de una ruptura con la tradición. Uno se acerca a la tradición en una cierta medida cuando se aleja de esa filosofía clásica, e incluso desde el momento en que uno se da cuenta de que la manera especial como ella plantea y trata las cuestiones está lejos de ser la única posible. Esto es, precisamente, lo que nos parece que el Sr. Lasbax ha comprendido, y quizás ello no se debe únicamente al deseo de renovar la filosofía inspirándose en la ciencia, ya que él no es de los que menosprecian el pasado tanto más cuanto más lo ignoran. Nosotros no podríamos seguirle hasta sus conclusiones, demasiado místicas para nuestro gusto, pero nos complace indicar, con toda imparcialidad, el gran interés de algunas de las apreciaciones que contiene su obra.
 
Nos permitimos, no obstante, una observación preliminar: el Sr. Lasbax, quien se cree y se afirma dualista, ¿lo es verdaderamente? Se puede dudar de ello cuando se le ve declarar, por ejemplo, que “el dualismo es una forma de existencia posterior a la unidad primitiva del ser homogéneo e inmortal; la unidad está en el origen y la dualidad no es más que derivada, puesto que ella resulta de la escisión del ser creado bajo la influencia de una voluntad negativa” (p. 372). Una doctrina para la cual la dualidad no es primitiva no podría ser calificada propiamente de dualista; no se es dualista por el solo hecho de que se admita una dualidad, incluso si se rechaza reducir uno de sus términos al otro. Es cierto que, en este último caso, tampoco se es monista, pero ello simplemente prueba que hay concepciones a las cuales no son aplicables tales denominaciones: son aquéllas que resuelven la oposición aparente integrándola en un orden superior. Hay doctrinas de este género que se tiene la costumbre de desnaturalizar interpretándolas en un sentido dualista, y esto es lo que sucede en particular para la doctrina de Zoroastro, de la cual los Maniqueos no han tenido, al parecer, más que una comprensión incompleta y grosera. Ahriman no es “el eterno enemigo” de Ormuz, y no es suficiente decir que “un día debe ser definitivamente vencido” (p. 11); en realidad, según el Avesta, debe reconciliarse en la unidad del Principio supremo, llamado Akarana, palabra que significa a la vez “sin causa” y “sin acción”, lo que es efectivamente el equivalente exacto del “no actuar” de la metafísica extremo-oriental, así como del Brahma neutro y “no cualificado” de la doctrina hindú. Además, no es en esas doctrinas tradicionales, de una manera general, donde se puede encontrar un dualismo verdadero, sino solamente en el orden de los sistemas filosóficos: el de Descartes es su modelo, con su oposición del espíritu y de la materia que no sufre ninguna conciliación, sin ninguna comunicación real entre los dos términos.
 
Como no nos proponemos entrar aquí en la discusión del dualismo, nos contentaremos con decir esto: se puede constatar en las cosas, no solamente una dualidad, sino dualidades múltiples, y toda la cuestión se resume en situar exactamente cada una de esas dualidades en el orden de existencia al cual se refiere, y fuera del cual ya no tendría sentido. Ahora bien, todas esas dualidades, que pueden ser en multiplicidad indefinida, ¿no son en definitiva unas especificaciones o modos de una dualidad única, más fundamental que las otras, y que revestiría aspectos diversos según los dominios más o menos particulares en los que se la contemple? En todo caso, en el orden metafísico puro ya no podría haber ninguna dualidad, porque se está más allá de toda distinción contingente; pero puede haber una dualidad desde el momento en que uno se sitúa en el punto de partida de la existencia, incluso considerada más allá de toda modalidad especial y en la extensión más universal de la que ella sea susceptible.
 
El Sr. Lasbax se figura la dualidad, bajo todas sus formas, como una lucha entre dos principios: es ésta una imagen que, para nosotros, no corresponde verdaderamente a la realidad más que en ciertos dominios y que, transportada más allá de sus justos límites, amenaza con conducir a una concepción totalmente antropomórfica; esto se ve claramente cuando las dos tendencias en presencia se definen, en última instancia, como la expresión de dos voluntades contrarias. Podría haber en ello un simbolismo útil, pero nada más, y a condición de no ser víctima de él; desgraciadamente, en vez de simplemente asignar al punto de vista psicológico su lugar en el orden cósmico, se tiende a interpretar dicho orden psicológicamente. Vemos claramente la razón de una actitud tal: es que el problema está planteado aquí en términos de bien y de mal, lo cual es un punto de vista totalmente humano; ya lo era para Platón cuando, en el libro X de las Leyes, contemplaba dos “almas del mundo”, una buena y otra malvada. Es además la misma razón la que hace que se exagere la oposición entre los dos principios o las dos tendencias, en detrimento de lo que se puede denominar su complementarismo: si se trata de bien y de mal, evidentemente no se puede hablar más que de lucha y de oposición; y el Sr. Lasbax llega a declarar que “a decir verdad, la complementariedad no es más que una ilusión”, y que “es sobre la oposición donde conviene poner el acento” (p. 369). No obstante, si uno se desprende de las consideraciones morales, la oposición sólo existe en el dominio especial de la dualidad considerada y, desde el punto de vista superior en el que ella está resuelta y conciliada, sus dos términos no pueden presentarse más que como complementarios; es pues más bien la oposición lo que nos parece ilusorio, o por lo menos perteneciente a un grado menos profundo de la realidad. He aquí una de las grandes diferencias entre la posición del Sr. Lasbax y la de las antiguas doctrinas tradicionales: éstas no se preocupaban en absoluto de establecer “juicios de valor”. Para nosotros, tales juicios sólo tienen sentido y alcance para el ser que los formula, porque no expresan otra cosa que simples apreciaciones puramente subjetivas; luego nos mantendremos fuera de ese punto de vista del “valor”, tanto como podamos, en las consideraciones que vienen a continuación.
 
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El Sr. Lasbax, decíamos más arriba, no desprecia el pasado en absoluto: no solamente invoca de buen grado, en apoyo de sus opiniones, las antiguas tradiciones cosmogónicas de Oriente, sino que incluso llega a admitir la legitimidad de especulaciones de las que está de moda el no hablar si no es para burlarse de ellas. Esto es así cuando, haciendo alusión a la solidaridad que une todas las partes del Universo y a las relaciones de la humanidad con los astros, declara nítidamente que la influencia de éstos sobre aquélla es “tan real que ciertos sociólogos no han temido crear, tanto para las sociedades animales como para las sociedades humanas, una teoría exclusivamente cosmogónica para las migraciones así como para los fenómenos sociales más complejos, yendo a dar, en el término supremo de la positividad, con las concepciones astrológicas que Comte atribuía desdeñosamente al periodo metafísico de su ley de los tres estados” (p. 348). Esto es totalmente verdadero, y es un ejemplo de esos acercamientos cuya existencia hemos indicado; mas hay un cierto mérito e incluso un cierto coraje en decir cosas cuando tantos otros, que deben saber no obstante de qué se trata, guardan sobre este tema un silencio obstinado. Por otra parte, lo que es verdadero para la astrología lo es también para muchas otras cosas, y en particular para la alquimia; nos sorprende que el Sr. Lasbax no haya hecho jamás mención de esta última, pues resulta precisamente que sus concepciones nos han hecho pensar a menudo en algunas teorías de los hermetistas de la Edad Media; pero él no cita en este orden de ideas más que a Paracelso y a Van Helmont, y aún sobre puntos muy especiales referentes exclusivamente a la fisiología, sin parecer darse cuenta de la vinculación de éstos con una doctrina mucho más general.
 
Hay que renunciar a la concepción corriente según la cual la astrología y la alquimia no habrían sido más que estados inferiores y rudimentarios de la astronomía y de la química. Aquellas especulaciones tenían en realidad un alcance totalmente distinto; no eran del mismo orden que las ciencias modernas con las cuales parecen presentar algunas conexiones más o menos superficiales, y eran ante todo teorías cosmológicas. Pero hay que decir que, si estas teorías son totalmente incomprendidas por los que las denuncian como vanas y quiméricas, ellas no lo son menos por aquellos quienes, en nuestros días, han pretendido por el contrario defenderlas y reconstituirlas, pero que no ven en la astrología nada más que un “arte adivinatorio”, y que no son capaces de establecer la distinción, que se hacía muy bien en otros tiempos, entre la “química vulgar” y la “filosofía hermética”. Así pues, cuando se quiere realizar investigaciones serias sobre este tipo de cosas, uno debe desconfiar grandemente de las interpretaciones propuestas por los modernos ocultistas, quienes, pese a todas sus pretensiones, no son depositarios de ninguna tradición, y se esfuerzan en suplir con la fantasía el saber real del cual carecen. Dicho esto, no vemos el porqué abstenerse de mencionar en esta ocasión las concepciones de los hermetistas, al igual que cualesquiera otras concepciones antiguas; esto es tanto más lamentable cuanto más lugar den a comparaciones particularmente sorprendentes.
 
Así, para tomar un ejemplo, el Sr. Lasbax recuerda que Berzelius “había formulado la hipótesis atrevida de que la explicación última de toda reacción debía reducirse, a fin de cuentas, a un dualismo electroquímico: la oposición de los ácidos y las bases” (p. 188). Habría sido interesante añadir que esta idea no pertenecía propiamente a Berzelius y que éste no hizo más que reencontrar, quizás ignorándolo, y expresándolo de otro modo, una antigua teoría alquímica; en efecto, el ácido y la base representan exactamente, en el dominio de la química ordinaria, lo que los alquimistas denominaban azufre y mercurio, y que no hay que confundir con los cuerpos que llevan comúnmente esos mismos nombres. Los mismos alquimistas también designaban a esos dos principios, desde otros puntos de vista, como el sol y la luna, el oro y la plata; y su lenguaje simbólico, a pesar de su aparente extrañeza, era más apto que cualquier otro para expresar la correspondencia de las múltiples dualidades que ellos consideraban, de las cuales he aquí algunas: “el agente y el paciente, el macho y la hembra, la forma y la materia, lo fijo y lo volátil, lo sutil y lo espeso”.2 Por supuesto, no hay identidad entre todas esas dualidades sino solamente correspondencia y analogía, y el empleo de esta analogía, familiar al pensamiento antiguo, proporcionaba el principio de ciertas clasificaciones que no son asimilables en ningún grado a la de los modernos, y que quizás no se debería llamar propiamente clasificaciones; pensamos particularmente, en relación con esto, en los innumerables ejemplos de correspondencias que se podrían señalar en los textos antiguos de la India, y sobre todo en los Upanishads.3 Hay ahí el indicio de una manera de pensar que escapa casi por completo a los modernos, al menos en Occidente; manera de pensar esencialmente sintética, como hemos dicho, pero en absoluto sistemática, y que abre posibilidades de una concepción totalmente insospechada para aquellos que no están habituados a ella.
 
En lo que concierne a estas últimas observaciones, pensamos estar de acuerdo con el Sr. Lasbax, quien tiene una concepción de las primeras edades de la humanidad terrestre totalmente distinta de las que se encuentran ordinariamente cuando se trata del “hombre primitivo”, concepción mucho más justa en nuestra opinión, aunque estemos obligados a hacer algunas restricciones: en primer lugar, porque se trata de pasajes que nos han recordado demasiado ciertas teorías ocultistas sobre las antiguas razas humanas, y a continuación, en razón del papel atribuido a la afectividad en el pensamiento antiguo, prehistórico si se quiere. Por más lejos que nos pudiésemos remontar, es seguro que no encontraríamos ninguna traza de este rol preponderante; más bien encontraríamos todo lo contrario. Pero el Sr. Lasbax desprecia de buen grado la inteligencia en provecho del sentimiento, y parece que ello es por dos razones: por una parte, la influencia de la filosofía bergsoniana; y por otra, la preocupación constante por volver finalmente al punto de vista moral, el cual es esencialmente sentimental. Incluso desde este último punto de vista, no obstante, es ir un poco lejos el ver en la inteligencia una especie de manifestación del principio malo; en todo caso, es hacerse una idea demasiado restringida de la inteligencia el reducirla a la sola razón, y no obstante es lo que los “anti- intelectualistas” hacen de ordinario.
 
Notemos a este respecto que es en el orden sentimental donde las dualidades psicológicas son más aparentes, y que son exclusivamente las dualidades de este orden las que la dualidad moral del bien y el mal traduce a su manera. Es singular que el Sr. Lasbax no se haya dado cuenta de que la oposición del egoísmo y la simpatía equivale, no a una oposición entre inteligencia y sentimiento, sino a una oposición entre dos modalidades de sentimiento; sin embargo, insiste a cada instante sobre la idea de que los dos términos opuestos, para poder entrar en lucha, deben pertenecer a un mismo orden de existencia, o como él dice, “a un mismo plano”. No nos gusta mucho este último término, porque los ocultistas han usado y abusado de él, y también porque la imagen que evoca tiende a hacer concebir la relación entre los diferentes grados de la existencia como una superposición, cuando más bien hay una cierta interpenetración entre ellos. Sea como fuere, no vemos más que una sola dualidad a considerar en el orden intelectual: la del sujeto conocedor y la del objeto conocido; y aún esta dualidad, que no se puede representar como una lucha, no corresponde para nosotros más que a una fase o a un momento del conocimiento, lejos de serle absolutamente esencial. No podemos insistir aquí sobre este punto, y nos limitaremos a decir que esta dualidad desaparece como todas las otras en el orden metafísico, que es el dominio del conocimiento intelectual puro. Lo cierto es que cuando el Sr. Lasbax quiere encontrar el modelo de lo que él considera como la dualidad suprema, recurre naturalmente al orden sentimental, identificando la “voluntad buena” con el Amor y la “voluntad mala” con el Odio. Esas expresiones antropomórficas, o más exactamente “antropopáticas”, se comprenden sobretodo en el caso de un teósofo místico tal como Jacob Boehme, para quien precisamente “el Amor y la Cólera son los dos misterios eternos”; pero es un error tomar al pie de la letra lo que en verdad no es otra cosa que un simbolismo bastante especial, y además menos interesante que el simbolismo alquímico del cual Boehme hizo uso también en muchas circunstancias.
 
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La dualidad que las tradiciones cosmogónicas de la antigüedad colocan en primer lugar, de una manera casi general, es la de la Luz y las Tinieblas; y es ésta, en todo caso, la que presenta más nítidamente ese carácter de oposición sobre el que insiste el Sr. Lasbax. Sin embargo, ver en esta concepción simplemente el símbolo de una dualidad moral sería interpretarla muy mal: las nociones del bien y del mal no han podido relacionarse con ella más que secundariamente y de una manera un poco accidental, incluso en el Avesta; en otras partes ni tan sólo aparecen, como en la India, donde la Luz es asimilada al conocimiento y las Tinieblas a la ignorancia, lo que nos transporta a otro dominio. Es la lucha de la Luz y las Tinieblas la que está representada, en los himnos védicos, por la lucha de Indra contra Vritra o Ahi,4 como lo fue por la de Horus contra Typhon para los Egipcios. Ahora bien, si se quiere ver en ellas la lucha de la vida y de la muerte, esto no se trata más que de una aplicación bastante particular; sabemos que es difícil para la mentalidad occidental moderna desprenderse de aquello que gustosamente llamaríamos “la superstición de la vida”, pero pensamos que es ilegítimo identificar con la existencia universal lo que no es sino una condición de uno de sus modos especiales; sin embargo, no insistiremos más sobre ello por el momento.
 
Lo que es notable es que el egoísmo, o más bien el atractivo de la existencia individual, que es para el Sr. Lasbax la tendencia mala por excelencia, es exactamente lo que representa el Nahash hebraico, la serpiente del Génesis; y seguramente debe ocurrir lo mismo allí donde la serpiente simbolice igualmente una potencia tenebrosa. Pero si la oposición es entre la existencia individual y la existencia universal, los dos principios no son del mismo orden; el Sr. Lasbax dirá que la lucha no es entre estados, sino entre tendencias; sin embargo, las tendencias son también estados al menos virtuales, modalidades del ser. Nos parece que lo que hay que decir es que principios de orden diferente pueden, por una especie de reflexión, recibir una expresión en un grado determinado de la existencia, de tal modo que no será entre los términos de la dualidad primitiva donde estará el conflicto propiamente hablando, sino solamente entre los de la dualidad reflejada, que, en relación a la precedente, no tiene más que el carácter de un accidente. Por otra parte, tampoco se puede decir que haya simetría entre dos términos tales como la Luz y las Tinieblas, los cuales son entre ellos como la afirmación y la negación, no siendo las Tinieblas más que la ausencia o la privación de la Luz; pero si en lugar de considerarlos “en sí” nos colocamos en el mundo de las apariencias, parece que se trata de dos entidades comparables, lo que hace posible la representación de una lucha; sólo que el marco de esta lucha se limita evidentemente al dominio en el que es susceptible de recibir una significación. No es menos cierto que, incluso con esta restricción, la consideración de la lucha o de lo que así puede ser representado analógicamente sería completamente imposible si se comenzara por plantear dos principios que no tuvieran absolutamente nada en común entre ellos: lo que no tiene ningún punto de contacto no puede entrar en conflicto bajo ningún aspecto; es lo que sucede particularmente con el espíritu y el cuerpo tal y como los concibe el dualismo cartesiano. Esta última concepción no es en absoluto equivalente a la de la forma y de la materia de Aristóteles y los escolásticos, en ningún modo dualista, pues “como lo señala el Sr. Bergson, los griegos todavía no habían elevado barreras infranqueables entre el alma y el cuerpo” (p. 68), y nosotros añadiremos que esto tampoco se hizo en la Edad Media, sino que en la doctrina aristotélica se trata antes bien de un complementarismo que de una oposición; más adelante insistiremos en ello.
 
Sobre el tema de la oposición, cabe señalar muy especialmente la manera en que el Sr. Lasbax considera la dualidad de las fuerzas de expansión y de atracción: no podemos ver como él en esta dualidad un caso particular de la lucha de la vida y de la muerte, pero es muy interesante haber pensado en asimilar la fuerza atractiva a la fuerza individualizadora. Lo que también es curioso es que esta oposición de la fuerza atractiva y la fuerza expansiva, presentada aquí como extraída de las teorías científicas modernas, es una de las interpretaciones de las que es susceptible el simbolismo de Caín y Abel en el Génesis hebraico. Ahora bien, nos preguntamos hasta qué punto se puede decir que la fuerza expansiva no actúa a partir de un centro, que no es “centrífuga”, mientras que que la fuerza atractiva, por contra, es verdaderamente “centrípeta”. No habría que intentar asimilar la dualidad de las fuerzas de expansión y de atracción a la de los movimientos de traslación y de rotación: entre estas dualidades diferentes, puede haber correspondencia, pero no identidad, y en este caso hay que saber guardarse de toda sistematización.
 
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Para el Sr. Lasbax, ni una ni otra de las dos tendencias opuestas, bajo forma alguna en que se las considere, existe jamás en estado puro en las cosas; ellas están siempre y en todas partes simultáneamente presentes y actuantes, de manera que cada ser particular, e incluso cada parte de este ser, ofrece como una imagen de la dualidad universal. Encontramos aquí de nuevo la vieja idea hermética de la analogía constitutiva del Macrocosmos y del Microcosmos, idea que Leibnitz aplicaba a sus mónadas, cuando consideraba que cada una de ellas contenía la representación de todo el universo. Tan sólo puede haber, según los casos, predominio de una u otra de las dos tendencias, y éstas parecerán entonces encarnarse en elementos opuestos: así tenemos la dualidad biológica del sistema cerebroespinal y el sistema simpático, o bien, en otro nivel, la del núcleo y el citoplasma en la célula, en el interior de la cual se reproduce así un conflicto análogo al que presenta el conjunto del organismo; esta última dualidad se reduce a la dualidad química del ácido y de la base, que ya hemos señalado. 
 
La consideración de esta especie de enredo de dualidades múltiples, análogas y no idénticas entre ellas, plantea una dificultad: si bien hay algunas de estas dualidades que podemos hacer corresponder término a término, puede que no ocurra lo mismo con todas. Para dar a comprender esto tomaremos como ejemplo la teoría de los elementos tal como la concebían los Griegos, Aristóteles en particular, y tal como se transmitió a la Edad Media; encontramos en esta teoría dos cuaternarios, cada uno de los cuales comprende dos dualidades: por un lado, el de las cualidades, caliente y frío, seco y húmedo, y, por otro lado, el de los elementos, fuego y agua, aire y tierra. Ahora bien, las parejas de elementos opuestos no coinciden con las parejas de cualidades opuestas, ya que cada elemento procede de dos cualidades combinadas pertenecientes a dos cualidades diferentes: el fuego, de lo caliente y lo seco; el agua, de lo frío y lo húmedo; el aire, de lo caliente y lo húmedo; la tierra, de lo frío y lo seco. En cuanto al éter, considerado como quinto elemento y que los alquimistas llamaban por esta razón “quintaesencia” (quinta essentia), contiene todas las cualidades en un estado de indiferenciación y de equilibrio perfecto; representa la homogeneidad primordial cuya ruptura determinará la producción de los otros elementos con sus oposiciones. Esta teoría está resumida en la figura –cuyo simbolismo es puramente hermético por otra parte– que Leibnitz ha colocado en la portada de su De arte combinatoria.
 
El calor y el frío son respectivamente los principios de expansión y de condensación, y corresponden así rigurosamente a las fuerzas antagonistas del dualismo mecánico; pero ¿podríamos decir otro tanto de lo seco y lo húmedo? Esto parece muy difícil, y es solamente por su participación en el calor y el frío por lo que se pueden vincular los elementos, fuego y aire por una parte, agua y tierra por otra, a estas dos tendencias expansiva y atractiva que el Sr. Lasbax considera de una manera demasiado exclusiva y sistemática. Y lo que complica todavía más la cuestión es que, desde diferentes puntos de vista, pueden establecerse oposiciones igualmente diferentes entre las mismas cosas: es lo que sucede para los elementos según nos refiramos a la alquimia o a la astrología, pues mientras la primera recurre a las consideraciones precedentes, la segunda, al repartir los elementos en el zodíaco, opone el fuego al aire y la tierra al agua; aquí, en consecuencia, la expansión y la condensación ya no figuran en ningún tipo de oposición o correlación. No vamos a llevar más lejos el estudio de este simbolismo, del cual sólo hemos querido mostrar su complejidad; tampoco hablaremos de la teoría hindú de los elementos, cuyas bases son muy diferentes de las de la teoría griega, y en donde la aplicación de los tres gunas proporcionaría sin embargo puntos de comparación muy interesantes para lo que aquí se trata.
 
Si consideramos especialmente la oposición del calor y el frío, esto nos conduce a considerar algunas cuestiones particularmente importantes que el Sr. Lasbax plantea a propósito de los principios de la termodinámica. Discute, bajo este punto de vista, la teoría del Dr. Gustave Le Bon,5 según la cual “conviene distinguir entre dos fases radicalmente opuestas de la historia del mundo” que forman “un ciclo completo: primero, condensación de la energía en forma de materia, después, gasto de esta energía”, es decir, disociación de la materia. Nuestro periodo actual correspondería a la segunda fase; y “como nada impide suponer que la materia, devuelta al éter, empiece de nuevo su fase condensadora, los periodos alternantes de la vida del universo deben sucederse sin fin: la hipótesis se completa en la idea antigua del ‘gran año’, en la concepción de Nietzsche del eterno retorno” (p. 195). Por nuestra parte, esta teoría nos hace pensar menos en el “gran año” de los persas y los griegos, periodo astronómico que aparece sobre todo ligado al fenómeno de la precesión de los equinoccios, que en los ciclos cósmicos de los hindúes, donde las dos fases que acaban de ser descritas están representadas como el día y la noche de Brahmâ. Además, se encuentra en la concepción hindú igualmente esta idea de la formación de todas las cosas a partir del éter primordial, al cual deben volver en la disolución final; el Dr. Le Bon debe saber esto sin duda tan bien como nosotros, pero nunca habla de estas coincidencias que son sin embargo bastante sorprendentes. Debemos añadir, no obstante, que las teorías cosmogónicas de la India no admiten el “eterno retorno”, cuya imposibilidad es además metafísicamente demostrable: de un ciclo a otro, nunca hay repetición ni identidad, sino solamente correspondencia y analogía, y estos ciclos se realizan, siguiendo la expresión del Sr. Lasbax, “en planos diferentes”; en verdad, no hay más ciclo que el nuestro actual que empiece y finalice en el éter considerado como el primero de los elementos corporales, pues no hay otro que se refiera a la existencia física. Resulta de ello que las condiciones de un ciclo no son aplicables a otros, aunque siempre deba haber algo que les corresponda analógicamente: así, el espacio y el tiempo son sólo condiciones especiales de nuestro ciclo, y no es más que de una manera totalmente simbólica como se podría transportar la idea fuera de los límites de éste para hacer expresable en alguna medida lo que no podría serlo de otro modo, estando el lenguaje humano necesariamente ligado a las condiciones de la existencia actual.
 
Esta última observación permite responder a la objeción que el Sr. Lasbax dirige al Dr. Le Bon, y que trata sobre la separación establecida por éste entre las dos fases ascendente y descendente de la historia del mundo, que la doctrina hindú compara a las dos fases de la respiración, y que podemos denominar, si se quiere, evolución e involución, aunque estos términos puedan prestarse a equívoco: estos dos movimientos de sentido inverso deben, no ocupar dos periodos sucesivos en el tiempo, sino manifestarse simultáneamente durante toda la duración de la existencia del mundo, como sucede con los fenómenos correspondientes de construcción y de destrucción de los tejidos en la vida orgánica de los individuos. Esta dificultad desaparecería si se admitiera que el punto de vista de la sucesión cronológica no es en realidad sino la expresión simbólica de un encadenamiento lógico y causal; y es necesario que así sea, ya que sólo hay un ciclo particular que está sometido a la condición temporal, fuera de la cual todos los estados o los grados de existencia universal pueden ser considerados en perfecta simultaneidad. Además, incluso en el interior del ciclo actual, las dos fases opuestas no son necesariamente sucesivas, a menos que entendamos por esto un orden de sucesión lógico solamente; y, aún aquí, debemos poder encontrar en cada parte una imagen de lo que existe en la totalidad del ciclo. Pero de una manera general, las dos tendencias deben predominar sucesivamente en el desarrollo cronológico del mundo físico, sin lo cual el ciclo, en tanto que condicionado por el tiempo, no llegaría nunca a completarse; no decimos a cerrarse, ya que la concepción de ciclos cerrados es radicalmente falsa, como la del “eterno retorno” que es su inevitable consecuencia.
 
 
B. Valentín, Las doce llaves de la filosofía. Museum hermeticum… Frankfurt 1678
Señalemos además que las dos fases de las que acabamos de hablar se encuentran igualmente en las teorías herméticas, donde son llamadas “coagulación” y “disolución”: en virtud de las leyes de la analogía, la “gran obra” reproduce en resumen el conjunto del ciclo cósmico. Lo que es bastante significativo, desde el punto de vista en el que nos hemos situado, es que los hermetistas, en lugar de separar radicalmente estas dos fases, las unían al contrario en la figuración de su andrógino simbólico Rebis (res bina, cosa doble), que representa la conjunción del azufre y del mercurio, de lo fijo y lo volátil, en una materia única.
Pero volvamos a la oposición del calor y el frío y a las singulares antinomias que parecen derivarse de ella: “de hecho, la ley de Clausius nos representa el mundo caminando hacia su reposo y encontrando la muerte a una temperatura elevada, ya que el calor es la forma más “degradada” de la energía utilizable. Por otra parte, todas las inducciones de la física estelar nos permiten afirmar que, cuanto más nos remontamos en el pasado, tanto más las temperaturas de los diferentes cuerpos y de los diferentes astros nos parecen superiores a las de hoy” (p. 198). No podría ser de otra manera, si el fin del ciclo debe ser análogo a su comienzo: el descenso de la temperatura traduce una tendencia a la diferenciación, de la cual la solidificación marca su ultimo grado; el retorno a la indiferenciación deberá, en el mismo orden de existencia, efectuarse correlativamente, y en sentido inverso, por un aumento de temperatura. Pero hay que admitir por ello que el enfriamiento de los sistemas siderales no proseguirá indefinidamente; e incluso, si actualmente estamos en la segunda fase del mundo tal y como lo piensa el Dr. Le Bon, es que el punto de equilibrio de las dos tendencias ya ha sido superado. La observación, por lo demás, apenas nos puede informar sobre ello directamente, y, en todo caso, no vemos con que derecho se podría afirmar que el enfriamiento progresivo debe ser continuo e indefinido; son inducciones que sobrepasan considerablemente el alcance de la experiencia, y sin embargo es lo que algunos, en nombre de la astronomía, no dudan en oponer a las conclusiones de la termodinámica. De ahí esas descripciones del “fin del mundo” por congelación, que “nos hacen pensar en ese último círculo del Reino del Mal donde Dante sitúa la residencia de Lucifer en su Divina Comedia” (p. 200); pero no hay que confundir cosas esencialmente diferentes: Dante alude, no al “fin del mundo”, sino más bien al punto más bajo de su proceso de desarrollo, que corresponde a lo que podríamos llamar la mitad del ciclo cósmico si consideráramos sus dos fases como meramente sucesivas. Lucifer simboliza el “atractivo inverso de la naturaleza”, es decir, la tendencia a la individualización; su residencia es, pues, el centro de sus fuerzas atractivas, que en el mundo terrestre son representadas por el peso. Señalemos de paso que esto, cuando se aplica especialmente al propio mundo terrestre, va netamente en contra de la hipótesis geológica del “fuego central”, ya que el centro de la tierra debe ser precisamente el punto en el que la densidad y la solidez están en su grado máximo. Sea como fuere, la hipótesis de la congelación final aparece como contraria a todas las concepciones tradicionales: no es sólo para Heráclito y para los estoicos que “la destrucción del universo debía coincidir con su abrasamiento” (p. 201); la misma afirmación se encuentra casi en todas partes, desde los Purânas de la India al Apocalipsis; y también debemos constatar el acuerdo de estas tradiciones con la doctrina hermética, para la cual el fuego es el agente de la “renovación de la naturaleza” o de la “reintegración final”.
 
Sin embargo “la ciencia ha intentado conciliar las dos hipótesis: la incandescencia final del universo y su enfriamiento progresivo”, por ejemplo admitiendo, como lo hace Arrhenius, que “el enfriamiento destruye la vida sobre nuestro planeta, mientras que el abrasamiento, que se produce mucho tiempo después, marca la ruina y el hundimiento de todo el sistema solar” (p. 201). Si fuera así, el fin de la vida terrestre, en lugar de marcar el término del movimiento cíclico, coincidiría solamente con su punto más bajo. Es que, a decir verdad, la concepción de los ciclos cósmicos no está completa si no se introduce la consideración de los ciclos secundarios y subordinados, que se integran en los ciclos más generales; y es sobre todo con estos ciclos parciales con los que parece relacionarse la idea del “gran año” de los griegos. Entonces, no hay solamente un “fin del mundo”, sino que deben haber varios y que no son del mismo orden; congelación y abrasamiento encontrarían así su realización en grados diferentes. Pero una interpretación como la de Arrhenius nos parece que tiene un alcance mucho más restringido.
 
Anteriormente sólo hemos considerado un lado de la cuestión, que es todavía mucho más compleja de lo que hemos dicho; si nos colocamos en un punto de vista diferente, las cosas aparecerán naturalmente bajo una perspectiva muy distinta. En efecto, si el calor parece representar la tendencia que conduce hacia la indiferenciación, no es menos cierto que el calor y el frío deben estar igualmente contenidos en esta misma indiferenciación de manera que se equilibren perfectamente; la verdadera homogeneidad no se realiza en uno de los términos de la dualidad sino solamente allá donde la dualidad ha cesado de existir. Por otra parte, si consideramos la mitad del ciclo cósmico observando las dos tendencias que actúan simultáneamente, nos damos cuenta que es el instante en que, lejos de revelarse la victoria completa -al menos momentáneamente- de una sobre la otra, la preponderancia comienza a pasar de una a la otra: es pues el punto en que estas dos tendencias están en un equilibrio, que no por ser inestable deja de ser como una imagen o un reflejo de este equilibrio perfecto que no se realiza más que en la indiferenciación; y entonces este punto, en lugar de ser el más bajo, debe ser verdaderamente medio en todos los aspectos. Parece pues que ninguna de las dos fuerzas adversas llega nunca, en todo el recorrido del ciclo, a alcanzar el término extremo hacia el cual tiende, ya que está siempre contrariada por la acción de la otra, que mantiene así un cierto equilibrio al menos relativo; y además, si una u otra alcanzara este término extremo perdería desde entonces su naturaleza específica para volver a la homogeneidad primordial, puesto que habría alcanzado el punto más allá del cual la dualidad desaparece. En otros términos, el punto más alto y el punto más bajo son como el “infinito positivo” y el “infinito negativo” de los matemáticos, que se reúnen y coinciden; pero esta unión de los extremos no tiene ninguna relación con la afirmación hegeliana de la “identidad de los contradictorios”: lo que aparece como contrario en el interior del ciclo ya no lo es cuando se sale de sus límites, y es aquí donde la oposición, ya resuelta, deja paso a la complementariedad. Además, este aspecto de la complementariedad aparece desde que se considera cierto equilibrio entre las dos tendencias; pero he aquí todavía otra antinomia: el equilibrio relativo es necesario para mantener la diferenciación, ya que ésta desaparecería si una de las dos tendencias venciera completa y definitivamente; pero el equilibrio perfecto, del cual este equilibrio relativo es como una participación, equivale al contrario a la indiferenciación. Para resolver esta antinomia hay que darse cuenta de que la oposición de la diferenciación y la indiferenciación es completamente ilusoria, de que no se trata de una verdadera dualidad puesto que no hay ninguna medida común entre los dos términos; no podemos entrar en los desarrollos que este tema comportaría, pero cuando se ha comprendido esto nos damos cuenta de que, a pesar de las apariencias, las dos fuerzas antagonistas no tienden una hacia la diferenciación y otra hacia la indiferenciación, sino que diferenciación e indiferenciación implican respectivamente la manifestación y la no-manifestación de una y otra a la vez. La manifestación se efectúa entre dos polos extremos, pero que sólo son propiamente “dos” desde el punto de vista de dicha manifestación, ya que, más allá de ésta, todo vuelve finalmente a la unidad primitiva. Añadamos que habría que tener cuidado en no aplicar a ciclos particulares y relativos lo que sólo es cierto para el Universo total, para el cual no podría hablarse de evolución ni de involución; pero cualquier manifestación cíclica está al menos en relación analógica con la manifestación universal, de la cual no es sino la expresión en un orden de existencia determinado; la aplicación de esta analogía en todos los grados es la base misma de todas las doctrinas cosmológicas tradicionales.
 
Hemos llegado así a consideraciones de un alcance propiamente metafísico; y, cuando se transponen las cuestiones a este plano, podemos preguntarnos en que se convierten estos “juicios de valor” a los que el pensamiento moderno otorga tanta importancia. Dos vías que no son contrarias más que en apariencia y que conducen en realidad al mismo fin parecen tener que ser declaradas equivalentes; en todo caso, el “valor” será siempre algo eminentemente relativo, ya que sólo concernirá a los medios y no al fin. El Sr. Lasbax considera mala la tendencia a la individualización; tiene razón si quiere decir que ella implica esencialmente la limitación, pero está equivocado si pretende oponer realmente la existencia individual a la existencia universal, ya que ahí tampoco hay medida común, luego no hay correlación o coordinación posible. Además, para cualquier individualidad hay en cierto modo un punto de detención en la limitación, a partir del cual esta individualidad puede servir incluso de base a una expansión en sentido inverso; a este respecto podríamos citar la doctrina árabe según la cual “la extrema universalidad se realiza en la extrema diferenciación”, puesto que la individualidad desaparece, en tanto que individualidad, en la medida en que ha realizado la plenitud de sus posibilidades. He aquí una consecuencia que debería satisfacer al Sr. Lasbax si el punto de vista del bien y del mal no ejerciera sobre él una influencia tan grande; en todo caso, a pesar de la diferencia de interpretaciones, no creemos que pueda contradecir en principio la tesis, común a todas las doctrinas metafísicas del Oriente, de que lo no-manifestado es superior a lo manifestado.
 
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Uno de los aspectos más generales de la dualidad cósmica es la oposición de los dos principios que están representados en nuestro mundo por el espacio y el tiempo. En cada uno de los dos, la dualidad se traduce además de una manera más especial mediante una oposición que le corresponde: en el espacio, entre la concentración y la expansión; en el tiempo entre el pasado y el futuro.7 Los dos principios a los que aludimos son los que las doctrinas de la India designan por los nombres de Vishnu y de Shiva: uno, principio conservador de las cosas; otro, principio, no destructor como se dice de ordinario, sino más exactamente transformador. Hay que señalar, además, que es la tendencia atractiva la que parece esforzarse en mantener los seres individuales en su condición presente, mientras que la tendencia expansiva es manifiestamente transformadora, tomando esta palabra en todo el valor de su significado original. Ahora bien, lo que hay aquí de curioso es que el Sr. Lasbax denuncie la primera como una tendencia de muerte, destructora de la verdadera actividad vital, y que defina la vida como “una voluntad de irradiación y de expansión” (p. 214); el poder destructor sería pues para él el antagonista de aquel que se considera habitualmente como tal. A decir verdad, se trata sólo de una cuestión de punto de vista, y para poder hablar de destrucción habría que tener cuidado en decir en relación a qué se la quiere entender: así, el poder expansivo y transformador es verdaderamente destructor de las limitaciones de la individualidad y, más generalmente, de las condiciones especiales y restrictivas que definen los diversos grados de la existencia manifestada; pero sólo es destructivo en relación a la manifestación, y en cuanto a la supresión de las limitaciones, conduce a la plenitud del ser. En el fondo estamos, pues, de acuerdo con el Sr. Lasbax en este punto; pero diferimos de él en que no contemplamos la vida sino como una condición especial de la existencia manifestada: si admitimos pues que el sentido de su actividad está dirigido hacia la expansión, tendremos que convenir que tiende a destruirse a si misma. Quizás la única manera de escapar a esta contradicción, al menos aparente, es renunciar a plantearse la cuestión en términos de vida y de muerte, ya que un punto de vista como éste, piense lo que piense el Sr. Lasbax, es demasiado particular. Igualmente, cuando consideramos los dos principios como acabamos de hacerlo es imposible no conceder a uno de ellos un carácter puramente negativo: los dos pueden tener un aspecto positivo y un aspecto negativo, de la misma manera que pueden tener un lado activo y un lado pasivo;8 sin duda, todo lo que es limitación es verdaderamente negativo si se lo considera metafísicamente, es decir, en lo universal pero, en relación a las existencias individuales, es una determinación o una atribución positiva: el peligro, aquí como en todas las cosas, consiste siempre en querer sistematizar demasiado.
 
Anteriormente hemos aludido a la existencia de ciertos “puntos de detención” tanto en la historia del mundo como en la vida de los individuos: es como si, cuando el equilibrio está a punto de romperse por el predominio de una de las dos tendencias adversas, la intervención de un principio superior viniera a dar al curso de las cosas un impulso en sentido inverso, en favor de la otra tendencia. Ahí reside en gran parte la explicación de la teoría hindú de los avatâras, con su doble interpretación según las concepciones shivaíta y vishnuíta. Para comprender esta doble interpretación, hay que pensar no solamente en la correspondencia de las dos tendencias en juego, sino sobre todo en esa especie de antinomia a la que da lugar el equilibrio cósmico y que hemos expuesto más arriba: si se insiste en el mantenimiento del estado actual de diferenciación por medio de este equilibrio, tenemos el aspecto vishnuíta de la doctrina; si contemplamos por el contrario el equilibrio como reflejo de la indiferenciación principial en el mismo seno de lo diferenciado, tenemos el aspecto shivaíta. En todo caso, desde el momento en que podemos hablar de equilibrio, sin duda se debe insistir menos en la oposición de los dos principios que en su complementariedad; además, el vínculo con el orden metafísico no permite otra actitud.
 
Aparte de este último punto, la consideración de los dos principios de los que acabamos de hablar está de acuerdo con la del Sr. Lasbax, primeramente en que estos principios, bajo cualquier modalidad que se los considere, parecen de alguna manera como simétricos y se sitúan en un mismo grado de existencia, y después en que uno y otro son igualmente activos, aunque en sentido contrario. El Sr. Lasbax declara en efecto que “la oposición no es entre un principio activo que sería el espíritu y un principio pasivo que sería la materia; los dos principios son esencialmente activos” (p. 428); pero conviene añadir que él parece caracterizar así “la última dualidad del mundo”, que concibe de una manera demasiado antropomórfica, como “una lucha de dos voluntades”. No es éste nuestro punto de vista: la dualidad que hemos considerado en último lugar, aunque de un alcance extremadamente extenso, no es para nosotros verdaderamente la última; pero por otro lado, la dualidad del espíritu y de la materia, tal y como se la entiende después de Descartes, no es más que una aplicación muy particular de una distinción de otro orden. Nos sorprende que el Sr. Lasbax rechace tan fácilmente la concepción de la dualidad bajo el aspecto de lo activo y lo pasivo, cuando insiste tanto por otro lado en la dualidad de los sexos, que sin embargo no puede comprenderse de otra forma. Es incontestable, en efecto, que el principio masculino aparece como activo y el principio femenino como pasivo, y que además son más bien complementarios que verdaderamente opuestos; pero quizás es precisamente esta complementariedad lo que molesta al Sr. Lasbax en la consideración de lo activo y lo pasivo, donde apenas se puede hablar de oposición en el sentido propio de esta palabra, ya que los dos términos, o los principios que representan desde cierto punto de vista, no son de un único y mismo orden de realidad.
 
Antes de seguir hablando de este tema, señalaremos la muy ingeniosa manera en que el Sr. Lasbax extiende la dualidad de los sexos hasta el mismo mundo estelar, adaptando a su concepción la reciente teoría cosmogónica del Sr. Belot que opone ventajosamente a la de Laplace, sobre la cual parece tener en efecto una superioridad muy apreciable en cuanto al valor explicativo. Considerados según esta teoría, “el sistema solar y los sistemas siderales son verdaderamente organismos; forman un “reino cósmico” sometido a las mismas leyes de reproducción que el reino animal o vegetal, y que el reino químico donde el dualismo se afirma en el átomo por la coexistencia de electrones positivos o negativos” (p. 344). Hay una gran parte de verdad, en nuestra opinión, en esta idea, por otro lado familiar a los antiguos astrólogos9 de “entidades cósmicas” o siderales análogas a los seres vivos; pero el manejo de la analogía es aquí bastante delicado, y hay que tener cuidado en definir con precisión los límites en que es aplicable, sin lo cual se corre el riesgo de una asimilación injustificada. Es lo que ha sucedido a ciertos ocultistas, para quienes los astros son literalmente seres que poseen todos los órganos y todas las funciones de la vida animal, y nos hubiera gustado que el Sr. Lasbax hubiera hecho al menos una alusión a esta teoría para destacar en qué medida la suya propia es diferente. Pero no insistamos más en los detalles; la idea esencial es que “el nacimiento del universo material”, resultante del encuentro de dos nebulosas que juegan además papeles diferentes, exige la presencia anterior de los padres, es decir de dos individuos ya diferenciados”, y que “la producción sucesiva de fenómenos físicos no aparece ya como una sucesión de innovaciones o de modificaciones accidentales, sino como la repetición, sobre una trama nueva, de caracteres ancestrales diversamente combinados y transmitidos por la herencia” (p. 334). En el fondo, la consideración de la herencia, así introducida, no es otra cosa que una expresión en lenguaje biológico de este encadenamiento causal de los ciclos cósmicos de los que hablábamos más arriba; sería siempre bueno tomar ciertas precauciones cuando se transponen términos que no han sido hechos más que para aplicarse a un cierto dominio, y hay que decir también que, incluso en biología, la función de la herencia está lejos de estar perfectamente clara. A pesar de todo, hay ahí una idea muy interesante, y ya es mucho llegar a semejantes concepciones partiendo de la ciencia experimental, la cual, constituida únicamente por el estudio del mundo físico, no nos podría sacar de él; cuando llegamos a los confines de este mundo, como es el caso, sería vano intentar ir más lejos sirviéndose de los mismos medios especiales de investigación. Por el contrario, las doctrinas cosmológicas tradicionales, que parten de principios metafísicos, consideran primero todo el conjunto de la manifestación universal, y a continuación no hay más que aplicar la analogía a cada grado de la manifestación, según las condiciones particulares que definen este grado o este estado de existencia. Ahora bien, el mundo físico representa simplemente un estado de la existencia manifestada entre indefinidos otros estados; si el mundo físico tiene pues dos “padres”, como dice el Sr. Lasbax, es por analogía con la manifestación universal entera, que tiene también dos “padres” o, hablando con más exactitud y sin antropomorfismo, dos principios generadores.10
 
Los dos principios de que se trata son propiamente los dos polos entre los cuales se produce toda manifestación; son lo que podemos llamar “esencia” y “substancia”, entendiendo estas palabras en sentido metafísico, es decir universal, diferenciado de la aplicación analógica que podrá hacerse luego a las existencias particulares. Hay como un desdoblamiento o una polarización del ser mismo no “en sí”, sino en relación a la manifestación, que sería inconcebible de otro modo; y la unidad del ser puro no está en absoluto afectada por esta primera distinción, como no lo estará por la multitud de las otras distinciones que se derivarán. No pretendemos desarrollar aquí esta teoría metafísica, ni mostrar como la multiplicidad puede estar contenida en principio en la unidad; además, el punto de vista de la cosmología (no decimos de la cosmogonía, que es todavía más especial) no tiene que remontar más allá de la primera dualidad, y sin embargo no es de ninguna manera dualista desde el momento que deja subsistir la posibilidad de una unificación que la sobrepasa y que sólo se realiza en un orden superior. Esta concepción de la primera dualidad se encuentra en doctrinas que revisten las formas más diferentes: así, en China, es la dualidad de los principios Yang, masculino y Yin, femenino; en el Sânkhya de la India, es la de Purusha y Prakriti; para Aristóteles es la del acto puro y la potencia pura. Estos dos principios complementarios tienen su expresión relativa en cada orden de existencia, y también en cada ser particular: para servirnos aquí del lenguaje aristotélico, cualquier ser contiene cierta parte de acto y cierta parte de potencia, lo que lo constituye como un compuesto de dos elementos que corresponden analógicamente a los dos principios de la manifestación universal. Estos dos elementos son la forma y la materia; no decimos el espíritu y el cuerpo, ya que no toman este aspecto más que en un dominio muy particular. Sería interesante establecer a este respecto ciertas comparaciones, y estudiar por ejemplo las relaciones que existen entre estas concepciones de Aristóteles y las de Leibnitz, que son, en toda la filosofía moderna, las que más se le acercan en este punto como en muchos otros, pero con la reserva de que el ser individual aparece para Leibnitz como un todo autosuficiente, lo que no permite vincularlo al punto de vista propiamente metafísico; los límites de este estudio no nos permiten insistir más en ello.
 
Retomando para mayor comodidad la representación de los “planos de existencia” a la que tan a menudo vuelve el Sr. Lasbax, pero sin darle más que un significado meramente alegórico, podríamos decir que es posible considerar a la vez en las dualidades cósmicas una “oposición vertical” y una “oposición horizontal”. La oposición vertical es la de los dos polos de la manifestación universal y se traduce en todas las cosas por la oposición, o mejor dicho, por la complementariedad de lo activo y lo pasivo en todos sus modos; este aspecto, que el Sr. Lasbax descuida demasiado, es sin embargo el que corresponde a la más fundamental de todas las dualidades. Por otra parte, la oposición horizontal, es decir aquélla en la que los dos términos son simétricos y pertenecen verdaderamente a un mismo plano, es la oposición propiamente dicha, aquélla que puede estar representada por la imagen de una “lucha”, aunque esta imagen no sea tan justa en todas partes como pueda serlo en el orden físico o en el orden sentimental. Hacer corresponder término a término las dualidades que pertenecen respectivamente a los dos géneros acarrea muchas dificultades; también el Sr. Lasbax tiene dificultades en relacionar los principios masculino y femenino con la expresión de sus dos “voluntades adversas”: si bien parece resolver la cuestión en términos generales en favor del elemento femenino, porque cree afirmar con ello la superioridad de la especie sobre el individuo, se le puede objetar que muchas doctrinas cosmológicas presentan sin embargo la fuerza expansiva como masculina y la fuerza atractiva como femenina, y todo ello representándolas simbólicamente por la dualidad de lo “lleno” y lo “vacío”; este tema merecería alguna reflexión. Además, el “plano de la especie” no es verdaderamente superior al del individuo, en realidad no es más que una extensión de éste, y los dos pertenecen a un mismo grado de la existencia universal; no hay que tomar por grados diferentes lo que no son sino modalidades diferentes de un mismo grado, y esto es lo que a menudo hace el Sr. Lasbax, por ejemplo cuando considera las múltiples modalidades posibles de la extensión. En suma, y esta será nuestra conclusión, los datos de la ciencia, en el sentido actual de esta palabra, pueden conducirnos a considerar una extensión indefinida de un cierto “plano de existencia”, aquél que es efectivamente el dominio de esta ciencia y que puede contener muchas otras modalidades además del mundo corporal que está bajo nuestros sentidos; pero para pasar de ahí a otros planos es necesario otro punto de partida, y la verdadera jerarquía de los grados de existencia no tendría que ser concebida como una extensión gradual y sucesiva de las posibilidades que están implicadas bajo ciertas condiciones limitativas como el espacio o el tiempo. Para comprender esto perfectamente se requerirían con seguridad desarrollos bastante extensos; pero aquí nos hemos propuesto sobre todo, indicando ciertos puntos de comparación entre teorías de origen y de naturaleza muy diversos, mostrar algunas vías de investigación que son muy poco conocidas porque los filósofos tienen desgraciadamente la costumbre de encerrarse en un círculo extremadamente restringido.Traducción: Antonio Guri y Marc García.
 
Tomado de: https://symbolos.com/s11rguen.htm
 
H. Khunrath, Amphitheatrum sapientiae aeternae. Hannover, 1609

 

22.04.2014 15:50
 
El hecho de que las afirmaciones religiosas estén a menudo en contradicción con fenómenos físicamente comprobables prueba la independencia del espíritu respecto de la percepción física; y manifiesta que la experiencia anímica posee una cierta autonomía frente a las realidades físicas. El alma es un factor autónomo; las afirmaciones religiosas son conocimientos anímicos, que, en último término, tienen como base procesos inconscientes, es decir, trascendentales. Estos procesos son inaccesibles a la percepción física, pero demuestran su presencia mediante las correspondientes confesiones del alma. La conciencia humana trasmite estas afirmaciones y las reduce a formas concretas; éstas, por su parte, pueden estar expuestas a mútiples influencias de naturaleza externa e interna. Ello hace que, cuando hablamos de contenidos religiosos, nos movamos en un mundo de imágenes, las cuales señalan hacia algo que es inefable. No sabemos hasta qué punto son claros u oscuros estos conceptos, imágenes y metáforas con respecto a su objeto trascendental. Si, por ejemplo, decimos la palabra "Dios", damos expresión a una imagen o concepto que ha sufrido a lo largo del tiempo muchas transformaciones; pero no podemos indicar con cierta seguridad —a no ser por la fe— si estas transformaciones se refieren únicamente a los conceptos e imágenes, o si se refieren también a la realidad inexpresable. Lo mismo puede imaginarse uno a Dios como una acción eternamente fluente, llena de vida, que se encarna en figuras sin fin, que como un ser eternamente inmóvil e inmutable. Nuestro entendimiento está seguro sólo de que posee imágenes, representaciones, las cuales dependen de la fantasía y de su condicionamiento especial y temporal; y por ello, en su larga historia, estas imágenes se han transformado innumerables veces. Pero no puede dudarse de que en la base de estas imágenes se encuentra algo trascendente a la conciencia, y esto hace que las afirmaciones no varíen caóticamente y sin limitación alguna; así podemos reconocer que estas imágenes se refieren » a unos pocos "principios" o arquetipos. Estos arquetipos son incognoscibles por sí mismos, lo mismo que lo son el alma o la materia; lo único que cabe hacer es diseñar modelos, de los que sabemos de antemano que son insuficientes; esta insuficiencia se halla confirmada también por las afirmaciones religiosas.
 
Quede, pues, bien claro, que cuando en las páginas siguientes hablo de estos objetos "metafísicos", me doy perfecta cuenta de que me muevo en un mundo de imágenes, y que ninguna de mis reflexiones llega a tocar lo incognoscible. Conozco muy bien la limitación de nuestra imaginación —para no hablar de la estrechez y pobreza de nuestro lenguaje— como para poder imaginarme que mis afirmaciones signifiquen más que lo que significan las afirmaciones de un hombre primitivo cuando dice que su Dios salvador es un conejo o una serpiente. Aunque todo nuestro mundo de ideas religiosas está formado de imágenes antropomórficas, las cuales, en cuanto tales, no podrían resistir una crítica racional, no podemos olvidar que estas imágenes se apoyan en arquetipos numinosos, es decir, en una base emocional, la cual es inexpugnable a la razón crítica Estos hechos anímicos pueden ser no vistos, pero su no existencia no puede ser demostrada. En este sentido, ya Tertuliano invocó con razón el testimonio del alma. En su obra De testimonio animae, cap. V, dice: "Hdec testimonia animae quanto vera, tanto Simplicia: quanto Simplicia, tanto vulgaria: quanto vulgaria, tanto communia: quanto communia, tanto naturalia: quanto naturalia, tanto divina, non putem cuiquam frivolum et frigidum videri posse, si recogitet naturae majestatem, ex qua censetur auctoritas animae. Quantum dederis magistrae, tantum adiudicabis discipulae. Magistra natura, anima discipula. Quidquid aut illa edocuit, aut ista perdidicit, a Deo traditum est, magistro scilicet ipsius magistrae. Quid anima possit de principaü institutore praesumere, in te est aestimare de ea quae in te est. Senti illam, quae ut sentios efficit: recogita in praesagüs vatem, in ominibus au gurem, in eventibus prospicem. Mirum si a Deo data homini novit divinare. Tam mirum, sí eum a quo data est, novit." *
 
* "Mientras más verdaderos son estos testimonios del alma tanto más simples son; cuatro más simples tanto más vulgares; cuanto más vulgares tanto más comunes; cuanto más comunes tanto más naturales; cuanto más naturales tanto más divinos. Creo que a nadie podrán parecerle frivolos y superficiales si contemplamos la majestad de la naturaleza de la que proviene la autoridad del alma. Lo que se concede a la maestra, ha de reconocerse a la discípula: la naturaleza es la maestra, el alma la discípula. Lo que aquélla enseñó o ésta aprendió les fue dado por Dios, que es el maestro de la maestra misma, y lo que el alma recibe de su maestro supremo puedes juzgarlo en ti mismo por tu propia alma: siente a la que te hace sentir, considérala como la vidente que te señala los acontecimientos del futuro, la que interpreta los signos y te protege en los resultados. ¡Qué maravilloso sería si aquella que Dios ha dado a los hombres pudiera predecir! Más maravilloso es que reconozca por quién ha sido dada." (Migue, Patr. lat„ t. I, col. 615 ff)
 
 
Yo voy un paso más allá, y considero que también las afirmaciones de la Sagrada Escritura son afirmaciones del alma, aunque con ello corra el peligro de hacerme sospechoso de psicologismo. Las afirmaciones de la conciencia pueden ser engañosas, mentirosas y caprichosas; pero esto no ocurre con las afirmaciones del alma. Las afirmaciones del alma son trascendentes a nosotros, pues apuntan hacia realidades trascendentes a la conciencia. Estas realidades son los arquetipos del inconsciente colectivo, los cuales producen complejos de ideas en la forma de motivos mitológicos. Estas ideas no son inventadas, sino que, en los sueños, por ejemplo, se presentan a la percepción interna como productos ya acabados; son fenómenos espontáneos, que se sustraen a nuestro capricho; por ello es justo atribuirles cierta autonomía. En consecuencia, estos fenómenos no pueden ser considerados como objetos, sino como sujetos autónomos. Naturalmente desde el punto de vista de la conciencia pueden ser descritos y aun explicados hasta cierto grado como objetos, del mismo modo que se puede describir y explicar un hombre vivo. Pero cuando se hace esto, hay que prescindir de su autonomía. Desde el momento en que se tiene en cuenta esta autonomía, hay necesariamente que tratarlos como sujetos, y en consecuencia hay que concederles espontaneidad e intencionalidad, es decir, una especie de conciencia y de liberum arbitrium; hay que observar su comportamiento y prestar atención a lo que dicen. Este doble punto de vista, que es necesario adoptar frente a todo organismo relativamente independiente, da naturalmente un doble resultado: de una parte, una descripción de lo que yo hago con el objeto, y de otra, lo que el sujeto hace (también, eventualmente, conmigo). Sin duda esta inevitable duplicidad creará cierta confusión en la cabeza del lector al principio, sobre todo porque* en las páginas siguientes vamos a hablar del arquetipo de la divinidad.
 
Si alguno estuviese tentado a decir que las imágenes de Dios que nosotros intuimos son "solamente" imágenes, estaría en contradicción con la experiencia, que pone fuera de toda duda la extraordinaria numinosidad de estas imágenes. La eficacia ("mana") de estas imágenes es tan extraordinaria, que uno no sólo tiene el sentimiento de apuntar con ellas hacia el ens reálíssimum, sino que llega a estar convencido de pensar y aun de "poner", por así decirlo, con ellas el ens realissimum. Todo esto dificulta extraordinariamente el tratamiento de estos temas, si es que no lo hace imposible. Pero de hecho no se puede hacer patente la realidad de Dios sino haciendo uso de imágenes, las cuales han surgido la mayoría de las veces de modo espontáneo y han sido santificadas por la tradición. Pero el entendimiento ingenuo no ha separado nunca la naturaleza psíquica y la función de estas imágenes de su incognoscible fundamento metafísico. El entendimiento ingenuo identifica sin más la imagen que le impresiona con el X trascendental hacia el que esta imagen apunta. Es bien evidente la aparente justificación de esta manera de obrar, y todo marcha bien en tanto no se presentan serias objeciones contra lo que se afirma. Pero si hay motivos para criticar una afirmación, hay que recordar que las imágenes y las afirmaciones son procesos psíquicos diferentes de su objeto trascendental; no le ponen, sino que simplemente hacen alusión a él. Y en el ámbito de los procesos psíquicos la crítica y la discusión no sólo están permitidas, sino que son inevitables.
27.03.2014 15:05
 

 La pérdida del sentido Mítico

 

“Si bien el hombre moderno se encuentra sobre una cúspide, mañana será sobrepasado; si bien es el resultado de una antiquísima evolución es a la vez la mayor desilusión concebible de todas las esperanzas de la humanidad. El hombre moderno es consciente de esto. Ha visto hasta qué punto la ciencia, la técnica y la organización pueden actuar de manera benéfica, pero también catastrófica. (…)…la consciencia moderna es comparable al alma de una persona que tras sufrir una fatal conmoción se ha vuelto esencialmente insegura.”[80]

 (…)…el hombre moderno comienza a comprender que todo progreso en o exterior genera al mismo tiempo la creciente posibilidad de una catástrofe todavía mayor”.[81]

 

A partir del Renacimiento vimos la emergencia de la conciencia individual en grado creciente desde las aguas matriciales de lo colectivo indiferenciado. La conciencia individual se fue afianzando en su despliegue con el correr de los siglos. El ser humano se fue distinguiendo de la naturaleza, tomó distancia de su unión biológica con ella, y de sus ciclos y ritmicidades instintivas; se animó a sentirse con derecho a controlarla, a usufructuarla y a manipularla instrumentalmente.

Simultáneamente, al tiempo que la conciencia individual se iba fortaleciendo, se fue resquebrajando la relación con el inconsciente.

Cuanto mayor es la separación en el diálogo entre consciente e inconsciente, más se promueve que en la conciencia aumenten las condiciones de fragilidad y exposición frente al inconciente colectivo. Hoy la conciencia, debido a la enorme distancia con lo inconsciente, se ve desafiada a un movimiento de compensación enantiodrómico por parte de sus fuerzas arquetípicas, las cuales están avanzando sobre ella con fuerza y violencia.

 

“Por eso, con la creciente escisión entre conciencia e inconsciente, crece también el peligro de contagio psíquico y de psicosis de masas. Con la pérdida de las ideas simbólicas se cortan puentes entre el inconsciente y la conciencia: ya ningún instinto protege contra ideas insalubres y slogans vacíos: la razón sin tradición y su fundamento instintivo está desprotegida de cualquier absurdidad.”[82]

 

En esta dirección de pensamientos, en su libro La realidad del Alma, Jung nos advierte dos cuestiones a tener en consideración en el momento actual:

·                    Por un lado, tras siglos de creencia unilateral en el alma y en el espíritu como entidades autónomas de la materia, fuimos atravesados por un movimiento enantiodrómico en sentido inverso. Debido a esto, la humanidad osciló mecánicamente de modo compensatorio hacia el otro polo: Los últimos doscientos años cuestionaron la existencia del alma y del espíritu, y redujeron al alma a un mero fenómeno fisiológico (por ejemplo, el considerar a los sueños como productos de desechos neuronales, o a la conciencia como un epifenómeno cerebral), lo cual dio lugar al desarrollo de una psicología sin alma.

·                    Por otro, (y para integrar esa dualidad antinómica), Jung nos invita a tener valor y ejercer una psicología con alma fundamentada empíricamente. Cuando Jung se refiere a lo empírico, no lo hace en el sentido restrictivo positivista, sino más bien en un sentido fenomenológico (el fenómeno es lo que se aparece ante mí, no sólo antes mis cinco sentidos, sino también ante mi intuición). En numerosas ocasiones él aclara que el espíritu de la época busca no sólo creer en Dios, sino conocerlo (en el sentido gnóstico)tener una experiencia primigenia. Todo movimiento enantiodrómico para ser trascendido debe integrar de modo dialéctico a los polos que lo constituyen. En este caso, habría que aunar las raíces míticas de la religión con un espíritu crítico que busque esclarecer y comprender; es decir, tomar lo mejor de la religión, y lo mejor de la filosofía y de la ciencia.

La práctica de una psicología con alma, requiere del diálogo y el trabajo con lo inconsciente. En nuestra situación actual, con una constelación colectiva del arquetipo del Selbst, este trabajo es imperioso:

 

“La conciencia individual está rodeada por el mar amenazador de lo inconsciente (…)

El habitante normal de tierra adentro que se olvidó del mar, no asienta en tierra segura, sino sobre un suelo resquebrajado, donde en cualquier momento puede irrumpir  el mar a través de grietas continentales causando escisiones. El hombre primitivo conoce el peligro, no sólo a través de la vida de su tribu, sino también a través de su psicología propia, los ‘perils of the soul’, los peligros del alma según la expresión técnica. Tales peligros consisten en la llamada pérdida del alma o en el estar hechizado. Se trata en ambos casos, de fenómenos de escisión; en el primer caso, el alma del hombre diríase que ha emigrado, mientras que en el segundo, se trataría de una inmigración.”[83]

 

  1. La constelación del Selbst y la Psique colectiva

 

           ¿Cómo haremos, entonces, en las actuales condiciones de fragilidad debido al tremendo empobrecimiento en la conexión de la conciencia con el alma, para enfrentarnos a la tremenda prueba de la confrontación con el Selbst?

En lo que sigue, y para finalizar, pondré el énfasis en cuatro puntos:

A)    Los límites de la mente consciente para abordar la constelación del Selbst.

B)    La vida del propio Jung como ejemplo de confrontación con el Selbst.

C)    Destinos psíquicos posibles: i) una inflación del Yo, ii) una construcción regresiva de la persona, iii) una invasión masiva de los contenidos arcaicos, iiii) una conscientización individual creciente (y el simbólicamente denominado “posible descenso del Paráclito”).

 

A) Los límites de la mente consciente para abordar la constelación del Selbst.

            Al referirse al Sí Mismo[84]del mismo modo que cuando lo hace con la sombra y con la sicigia, Jung recurrentemente nos advierte del límite de nuestra mente para abordar estos factores psíquicos. Desde lo conceptual, sólo puede realizarse una descripción abreviada[85] de los mismosA la vez, nos enfatiza que para tener una noción aproximada o suficientemente adecuada de éstos, se requiere sinequanon de una base vivencial.

 

“…el intelecto no capta el fenómeno psíquico en totalidad, pues éste [el fenómeno psíquico] no consiste solamente en significado sino también en valor, el cual se sustenta en la intensidad del sentir concomitante. Hacen falta, pues, por lo menos las dos funciones racionales para trazar un esquema suficientemente aproximado de un contenido psíquico.”[86]

 

            En el caso del Selbst, cuando un ser humano “se topa” y se ve avasallado por la tremenda experiencia de totalidad psíquica, la cual involucra una tremenda lucha entre opuestos y una eventual conjuctio de los mismos, se estará evidenciando una actualización y una manifestación de este arquetipo.

En el presente trabajo me refiero al avance de lo inconsciente colectivo, y más específicamente a la constelación del arquetipo del Selbst y sus manifestaciones, por medio de sus características expresiones arquetípicas, no meramente en un contexto psicoterapéutico individual, sino por fuera de él, y con alcances masivos y planetarios. Ejemplo de esta constelación en la astronomía, lo encontramos en el Big Bang. Dimos otros ejemplos similares en otras disciplinas científicas que nos muestran claramente el actual carácter colectivo de la constelación del Selbst. Esta situación –dado lo colectivo de su alcance- afecta a todo tipo de personas, tanto a aquéllas que vienen haciendo un trabajo de conscientización de sus contenidos psíquicos, con un levantamiento progresivo de sus proyecciones, como aquéllas personas que no lo vienen haciendo.

Entonces, al abordar este tema, tendremos que tener muy presente la incapacidad de la mente puramente analítica para comprender las tremendas implicancias de la actual situación. Deberemos convocar a un trabajo con la totalidad de nuestro ser, y en particular, como ya ha señalado el propio Jung, a las dos funciones racionales –la sensibilidad y la reflexión- para intentar integrar la complexio oppositorum que implica la vivencia del Selbst. 

 

B) Jung y la constelación del Selbst en su propia vida

La contundente y arrasadora experiencia psíquica que involucra la confrontación con el Selbst está incomparablemente reflejada en la propia vida de Jung.

Como es sabido, la teoría junguiana, y principalmente el denominado proceso de individuación encuentra el material clínico de observación tanto en su trabajo con pacientes a lo largo de años, como a partir de la observación de su propio material autobiográfico.

La confrontación con la constelación del Selbst, lo encontrará a Jung en su madurez espiritual, y marcará un punto sin retorno para su existencia.

 

Respecto de la presencia del factor autobiográfico en su obra, expresa el autor:

“Hoy puedo decir: No me he alejado nunca de mis vivencias iniciales. Todos mis trabajos, todo cuanto he creado espiritualmente, parte de mis imaginaciones y sueños iniciales…”[87]

…(…) Toda mi actividad posterior consistió en perfeccionar lo que brotó del inconsciente, y que comenzó inundándome a mí. Constituyó la materia prima para la obra de mi vida.”[88]

 

Jung tuvo en su vida dos grandes crisis que dejaron notable huella en su obra. Estas dos enormes crisis “personales”, coincidieron significativamente con dos momentos culminantes en el destino de la humanidad: las dos guerras mundiales. Este paralelismo entre las dos tremendas crisis de Jung y los dos acontecimientos catastróficos que sacudieron al mundo por la misma época es casi inconcebible para nosotros. Sin embargo, así sucedió.

La correlación de estos acontecimientos –me refiero a la crisis colectiva que atravesaba la humanidad y la crisis personal de Jung- sería impensable, si no dispusiéramos de la noción de proceso de individuación colectivo, y cómo el proceso personal de Jung reflejaba holográficamente el proceso colectivo humano.

Edward F. Edinger, analista junguiano expresa al respecto: “De hecho, es mi convicción que a medida que ganemos perspectiva histórica, se hará evidente que Jung es un hombre de época. Con esto quiero significar a un hombre cuya vida inaugura una nueva edad en la historia cultural.

El hombre de época es el primero en experimentar y en articular plenamente un nuevo modo de existencia. Su vida, así, tiene un sentido objetivo, impersonal. Se convierte en un paradigma, la vida prototípica de una nueva era y de aquí su ejemplaridad”[89]

 

La primera de las crisis, desencadenada en la época de su ruptura con Freud, implicó su primera gran confrontación con las fuerzas del Inconsciente Colectivo. Como explicábamos, ocurrió simultáneamente con la catástrofe colectiva de la Primera Guerra Mundial. De la elaboración de esa crisis, Jung nos dejó el fructífero Libro Rojo que muestra su propia metabolización alquímica personal.

 

“En 1912 comenzó lo que hasta ahora ha durado casi cincuenta años. Todo cuanto he hecho en mi vida posterior ya está contenido en ellas [imaginaciones y sueños iniciales], aunque sólo en forma de emociones e imágenes.

Mi ciencia fue el medio y la única posibilidad de salir de aquel caos.”[90]

 

La segunda gran crisis de Jung, se superpuso con otra crisis catastrófica colectiva, la Segunda Guerra Mundial, según señalábamos, y se desencadenó a partir de un infarto. Este punto de inflexión vital para el psiquiatra suizo, es el que nos ocupa en la actual Tesina, pues es aquí donde él tuvo que enfrentar con todas sus fuerzas la manifestación arquetipal y numinosa del Selbst.

Según afirma Aniela Jaffé, destacada analista junguiana y secretaria de Jung por muchos años: “Jung había rechazado la confrontación por años. La  larga prehistoria de esto puede ser trazada hacia atrás hasta sus escritos tempranos. Necesitó, como él mismo admitió, de una severa enfermedad que quebrara su resistencia.”[91]

Durante este período crítico, Jung tuvo una revelación suprema de lo Inconsciente, con visiones de la conjunctio.[92] Así como en la primera crisis nos legó el misterioso Libro Rojo, en la segunda nos dejó un libro quemarca época en la literatura junguiana por el estado de ánimo desde el cual fue escrito. Este libro indefinible es Respuesta a JobEn él, encontramos a un Jung muy diferente del que estamos acostumbrados a leer; aparece un Jung que no es teórico sino doliente, emocionalmente defensivo, irónico y exaltado.

            Aniella Jaffé, comenta que el ejemplo más vívido de la confrontación con el Selbst es Respuesta a Job. El libro fue escrito cuando el psiquiatra suizo salió de la convalecencia que lo tuvo postrado por tres semanas.

 

“El sarcasmo de Jung, por el cual ha sido ampliamente criticado [en “Respuesta a Job”], debe ser entendido a la luz de su situación psíquica: era un mecanismo de defensa contra el ataque arquetípico, contra el “Dios” que lo tenía esclavizado.”

…(…) La estimación habitual de “Respuesta a Job” es que es un ataque apasionado y tosco al Dios del Antiguo Testamento, pero psicológicamente considerado es un intento de llegar a entenderse con la figura numinosa del Selbst y con su quebrada realidad…

 

            Este libro refleja palamariamente el alto costo psíquico que implicó para Jung la confrontación con los opuestos. No es el hombre de ciencia el que habla en ese libro, sino simplemente el hombre, el ser humano expuesto a una tremenda lucha interna, al observar los horrores que acontecen en el mundo a la par de las beatitudes vivenciadas simultáneamente. Su fe y confianza en “Dios” (en la terminología junguiana, se correspondería con una constelación numinosa del Selbst) –como la de Job- tambalean.

            Sin embargo, Respuesta a Job plantea un dilema moral aún más complejo que la mera rebeldía del ego limitado frente a “Dios”En este libro se toma “por las astas”, es decir, se aborda directamente, la falsa pretensión yoica humana de creerse capaz (omnipotente) de comprender en forma certera (sin huecos que dejen abiertos enigmas) dualidades tan tremendas como las del Bien y el Mal, Salud y Enfermedad, Beatitudes y Padecimientos; o de la mismísima Vida y Muerte.

            En esta dirección de ideas, Jung intenta mostrar a través de este libro, cómo la experiencia del Selbst nos planta frente al misterio. Cómo nos lleva a esa región de borde donde la mente trastabilla y se siente inerme para seguir avanzando frente a tan tremendos contrastes provenientes de la misma fuente –el Selbst-. Esta manifestación arquetípica nos confronta con la paradoja insondable de la Existencia, y nos hace percibir en forma contundente los límites de nuestra comprensión lógica con respecto al destino.

 

(…) Para Jung, por supuesto, la “quebrada realidad” se transformó en una ocasión para la reflexión objetiva tanto como para la investigación histórica y psicológica.”[93]

 

            Jung se animó a publicar este libro, a pesar de ser consciente del tono desmedido y del precario y endeble balance entre emoción y mente, que caracterizan el estado en que lo escribió. ¿Porqué lo publica, entonces? Indudablemente, Jung intuía que a esto se tendría que enfrentar próximamente la propia humanidad, o mejor dicho, el “hombre moderno”, como él denomina en sus textos sociológicos al ser humano que trabaja en su individuación. Y entonces, deja a este libro como un testimonio de su propia lucha interna y de la posible resolución dialéctica de la misma.

            Además, Jung nos advertía del peligro de que esta confrontación nos encontrara, como colectivo humano, sin mito. Sólo una conciencia enraizada – como la de Job- en un mito viviente, podría tolerar semejante confrontación sin salir despedazado psicológicamente ante la misma. Job, el personaje bíblico, era un hombre de fe, y toleró el terrible, inconcebible e impensable enfrentamiento con “Dios” (Selbst) sin volverse loco, por ser, precisamente él, un ser humano que habitaba un mito viviente (su fe en el mito del Antiguo Testamento).

            Job discute acaloradamente con Dios, lo enfrenta, lo interpela fuertemente cuando todo lo que amaba le es quitado. ¿Dónde está la Justicia Divina? ¿Dónde, el amor de Dios?

 

“El individuo que no está anclado en Dios no es capaz (…) de ofrecer resistencia al poder físico y moral del mundo: Para ello necesita el hombre la evidencia de una experiencia interior de trascendencia que es la única que puede librarle de caer en la masificación, de otro modo inevitable.”[94]

 

Al mismo tiempo Respuesta a Job, nos señala la novedad que simbolizó Cristo –en el proceso de individuación colectivo- en tanto representación de la encarnación o manifestación de la Imago Dei (Selbst). Y nos advierte de un peligro (del cual deriva lo que él denominó el fracaso de la religión[95]): Homologar la figura simbólica de Cristo con un Sumum Bonum, sin la presencia de una contrafigura compensadora para la psique –el Anticristo en calidad de representante simbólico del Mal-.

 

“Como totalidad, el Sí Mismo es siempre, por definición, una complexio oppositorum, y su manera de presentarse es tanto más sombría y amenazadora cuanto mayor sea la fuerza con que la conciencia vindique  su naturaleza luminosa y pretenda ser una autoridad moral.”[96]


            Jung encontrará que el libro del Apocalipsis, del Evangelio de San Juan es más equilibrado en este sentido, en tanto en el mismo vuelve aparecer la función psíquica compensadora del “Mal”, en la figura del “Cristo apocalíptico”.

 

 

 

C) Destinos psíquicos posibles ante la constelación colectiva del Selbst:

Esta peculiar y llamativa circunstancia a la que nos referimos en la Tesina, la constelación colectiva del Selbst, evidencia que “algo” en el proceso colectivo humano está impulsando el conocimiento del alma, es decir, el conocimiento de sí. Efectivamente, Jung señala lo siguiente:

 

“…la conciencia moderna a diferencia de lo que ocurría en el siglo XIX se ha vuelto hacia el alma con las más íntimas y fuertes expectativas, y no en el sentido de ninguna confesión tradicional conocida sino en sentido gnóstico.”[97]

(…) “La época quiere experimentar por sí misma el alma. Quiere una experiencia primigenia, rechazando todos los presupuestos y a la vez, sirviéndose de ellos como medios para un fin, incluyendo las religiones conocidas y la ciencia propiamente dicha.”[98]

 

            El abrirnos ‘a la experiencia del alma’, -que es lo que la época nos está pidiendo- puede tener un alto costo, pues este llamado arquetípico nos encuentra debilitados psicológicamente como colectivo: Por un lado, por la enorme distancia en el diálogo entre la conciencia y el inconsciente (a causa del materialismo científico instalado los últimos doscientos años); y por otro, por la pérdida del sentido mítico de la existencia (debido en parte a los dogmas religiosos que han sido vaciados de simbolismo y de su ejercicio hermenéutico). La humanidad está afrontando, entonces, una constelación arquetípica del Selbst desde un lugar psíquico muy unilateral. Este abordaje desbalanceado de la constelación del Selbst es sumamente riesgoso para el destino de la misma, y en estos momentos se hace realmente necesario meditar en profundidad en el tema para tomar conciencia de él.

            Los destinos individuales patológicos posibles ante una constelación del Selbst podrían ser:

i)        Reconstrucción regresiva de la persona

ii)      Inflación del Yo.

iii)    Psicosis

 

“El hombre común no alcanza esta tensiónla tiene sólo en el inconsciente.”[99](…)

“El hombre [común] no dispone de esa amplitud de conciencia que sería necesaria para realizar los pares de opuestos propios de la naturaleza humana, la tensión de los cuales permanece, por lo tanto, en su mayor parte inconsciente, aunque puede aparecer en los sueños”.[100]

 

“Esta totalidad representa la meta a que ha de llegar todo hombre, es decir, la realización de su totalidad e individualidad, con o contra la conciencia. (…) Subjetivamente es, desde luego, muy diferente el que uno sepa, viva y entienda lo que hace, y que se declare o no responsable de aquello que intenta hacer o ha hecho. (…)

El problema consiste en si el hombre será capaz de ascender a una cumbre moral más alta… (…) Pero el hombre no puede seguir avanzando en su camino si no conoce mejor su propia naturaleza.”[101]

 

            Si el Selbst está siendo constelado en el proceso de individuación colectivo, y encuentra a hombres y mujeres sin un trabajo de mínimo de integración de la propia sombra, la conciencia no tolerará esta confrontación. La misma, nos dice Jung, tendrá lugar pero en el inconsciente. En aquéllos que no toleren la tensión involucrada en esta confrontación –la gran mayoría de los seres humanos- Jung señala el riesgo de inflación del ego, de psicosis, y de reconstrucción regresiva de la persona.

            i) En este último caso, el de la reconstrucción regresiva de la persona[102]se vuelve a un estadio madurativo anterior, como mecanismo defensivo para frenar el avance de lo colectivo. El resultado será una personalidad ‘disminuida’, ‘restringida’, que no se anima a aceptar los desafíos habituales de la vida cotidiana, por temor a no resistir una eventual futura confrontación con lo inconsciente colectivo.

            ii) En el caso de la inflación del ego, Jung observa que la misma es una experiencia típica de aquél que tiene un contacto numinoso con el Selbst. Cuando un ser humano tiene un contacto de esta índole, es casi inevitable que el ego interprete erróneamente esa experiencia, sintiéndose un elegido, alguien especial. Sin embargo, si el ego tolerara la tensión de la complexio oppsitorum, podría quedar como “suspendido” entre los opuestos, posibilitando la resolución dialéctica de la misma, siendo ésta ocasión de un cambio trascendente en la personalidad. Esto se corresponde con una respuesta saludable de la psique, y con aquéllos pocos que tengan la fuerza moral y psíquica para afrontar saludablemente el ataque arquetípico del Selbst, pudiendo trascender la inflación del ego. Este tipo de resolución lo desarrollaremos en el punto siguiente.

            iii) Si en cambio, el ego inflado se termina identificando completamente con el Selbst ante un contacto numinoso con el mismo, se apropiará de una grandeza que no le pertenece, y se la adjudicará como propia. El egocree, entonces, ser la totalidad. Tendremos así, los casos de paranoia (una forma de psicosis por ‘emigración del alma’, dirían los indios Goñi)Son aquéllos hombres y mujeres en quienes como el ego está identificado con la totalidad de la psique -y se la apropia-, cuando algo o alguien no responde a su voluntad consciente, lo ve como un enemigo o un perseguidor. Es una psicología que no tolera las diferencias por haberse identificado de modo masivo e indiferenciado con el todo. Los paranoicos están investidos de un sentimiento de superioridad –generalmente intelectual-, y se creen especialmente capacitados para dirigir los destinos humanos, al estar influenciados por la potencia numinosa del Selbst, la cual decodifican erróneamente como potencia puramente egoica.

            En situaciones no tan extremos de inflación del ego encontramos lo que Jung denomina “el profeta” (falso profeta), y el discípulo del profeta (falso discípulo)[103]Si observamos a nuestro alrededor, veremos que hoy sobran ejemplos de falsos profetas. Aquí, la personalidad ha tenido efectivamente algún contacto con el tesoro arquetipal del inconsciente colectivo, y se siente elegida para difundir la preciosura del mismo.

            En el caso de las psicosis esquizofrénicas, el tremendo avance de las fuerzas arquetípicas de lo Inconsciente colectivo hace sucumbir al yo, el cual queda invadido y difuminado por éste (una forma de psicosis por‘inmigración del alma’, citando nuevamente a los indios Goñi).

            Hoy el riesgo psíquico de psicosis es más alto que nunca. Jung nos alertó de esto. Consideraba, a partir de su práctica y observaciones en la clínica, que de cada caso de psicosis declarado, había diez casos latentes. Y anticipaba que el estudio de la psicosis y de la psicología del hombre arcaico sería cada vez más necesario e importante.

 

“Según mis estimaciones, por cada enfermo mental declarado existen como mínimo diez casos latentes que no suelen salir a la luz. Pero el modo de ver y el comportamiento de estas personas, pese a su aparente normalidad, están sometidos a influencias enfermizas y perversas.”[104]

 

            Debemos considerar seriamente que cuanto más precario sea el diálogo entre el consciente y el inconsciente, más sombrías y arcaicas serán las compensaciones enantiodrómicas, teniendo éstas hoy alcances masivos dado el carácter colectivo de la actual constelación del Selbst.

 

Cuando una excitación compensatoria de lo inconsciente (…) no es integrada a la conciencia conduce a una neurosis o incluso a una psicosis, y otro tanto cabe decir de un colectivo. (…)…sólo podemos comprobar las carencias en la conciencia de nuestra época si observamos la clase de reacción provocada en lo inconsciente.”[105]

 

iiii) Respuesta saludable: Una conscientización individual creciente.

            Una respuesta saludable a la constelación del Selbst vendría acompañada por una comprensión crítica de los procesos colectivos[106], lo cual, a su vez encaminaría el despliegue de una personalidad indivisa, con una integración de las cuatro funciones psicológicas.

 

“La integración de los contenidos inconscientes es un acto individual de realización, comprensión y valor moral. Es una tarea muy dificultosa que exige un elevado grado de responsabilidad ética. Sólo de un número relativamente reducido cabe esperar la capacidad para un logro semejante…”[107]

 

            Esa minoría de seres humanos que han venido haciendo un trabajo concienzudo, es aquella que estará en condiciones de tolerar la confrontación. El opus lo han venido realizando por un lado, a través de la continua toma de conciencia de las fantasías generadas por el inconsciente; y por el otro, a través del levantamiento progresivo de los contenidos psíquicos proyectados sobre el entorno; Cuando el Selbst enfrenta al ego con la totalidad de las fuerzas psíquicas, la experiencia en sí marcará un punto de irreversibilidad en la psique y un cambio radical en la personalidad[108].

 

“Si nos representamos la conciencia con el yo como centro, frente al inconsciente; y si ahora consideramos el proceso de asimilación del inconsciente, podemos concebir esta asimilación como una especie de yuxtaposición del inconsciente con la conciencia, donde el centro de la personalidad total ya no coincide con el yo sino con un punto intermedio entre ambos sectores. Este sería un nuevo punto de equilibrio, un nuevo centro de gravedad para la personalidad total; centro virtual acaso, que por su posición central entre la conciencia y el inconsciente, proporciona a la personalidad un nuevo y seguro fundamento.”[109]

 

            Ya no podremos hablar más de la división consciente – inconsciente, como hasta ahora. Se instalará un nuevo centro de gravedad en la psique que oficiará de puente comunicador entre ambos factores psíquicos.

 

“Así se conjuga la conciencia y el inconsciente. El resultado es el movimiento de ascenso de la llama, la transformación del fuego alquímico, el nacimiento del ‘espíritu sutil’. Esto es la función trascendente que resulta de la unificación de los opuestos.”[110]

 

            Ahora, ante la constelación del Selbst, el yo se confronta con toda la psique, quedando inerme y crucificado ante la indiscutible prevalencia e imponencia del Selbst.

 

“Este símbolo grandioso quiere dar a entender que el progresivo desarrollo y diferenciación de la conciencia lleva a un reconocimiento, de más en más amenazador del conflicto de los opuestos, y significa nada menos que una crucifixión del yo; el estar suspendido entre dos opuestos inconciliables. No puede tratarse, ciertamente, de una total extinción del yo, pues si no quedaría aniquilado el foco de la conciencia, lo que tendría por consecuencia una inconciencia total. (…)…el yo es un espectador sufriente, que no decide, sino que debe someterse a una decisión bien o mal de su grado.”[111]

 

2. La confrontación colectiva del Selbst y el ‘descenso del Paráclito’

           

            Debido a la enorme variedad de estados madurativos psíquicos posibles en cada ser humano, como vimos, la constelación colectiva del Selbst desencadenará diversos destinos psíquicos individuales que he abordado brevemente. Sin embargo, también debemos preguntarnos por los efectos que esta constelación puede tener sobre toda la humanidad como especie.

            Jung consideraba que el trabajo psíquico necesariamente era individual. Pero al mismo tiempo, enfatizaba que el trabajo individual repercutía en el proceso de individuación colectivo (dado el carácter holográfico de toda la naturaleza).

            La constelación colectiva del arquetipo del Selbst deberá sin duda tener consecuencias tremendas en la Psique Colectiva, a juzgar por la dramaticidad que implicó esta confrontación simbólicamente en la vida de Job, e históricamente para el propio Jung. Por lo pronto, es esperable la manifestación de los estratos más arcaicos de la psique, que de facto, ya estamos observando a través de la creciente anarquía y fragmentación social, y de hechos tanto psicológicos como telúricos (debido a la naturaleza psicoide de los arquetipos) cuyo alcance conmueven al planeta todo. Entre las capas de la humanidad más frágiles a las fuerzas de lo colectivo, los riesgos decontagio psíquico masivos hoy –y sus consecuencias sombrías- son mayores que nunca antes. En este sentido, es muy importante estar atentos al acontecer mundial e intentar ir leyéndolo simbólicamente, como colaboración en esta tarea de conscientización de las manifestaciones psíquicas colectivas del inconsciente. Sin embargo, también es cierto que esta circunstancia  instala una situación auspiciosa sin precedentes, con una posibilidad real de un cambio radical, y de un hecho inaugural en la psique colectiva que requerirá de toda nuestra fuerza moral.

            Jung salió de esta dramática y tremenda experiencia con el mito renovado en él. Hoy a nosotros la constelación del Selbst nos encuentra sin un mito central eficiente. ¿Cómo lo enfrentaremos?

            El psiquiatra suizo le daba mucha importancia al simbolismo del nacimiento de Cristo en la historia psicológica de la humanidad. Consideraba que éste representaba la encarnación de la Imago Dei (concientización del Selbst), observado este hecho a la luz del proceso de individuación colectivo.

            Jung toma algunos hitos, de la tradición judeocristiana, como puntos simbólicos destacados de este proceso de individuación colectivo, para comprenderlo:

·                    Uno de ellos es el enfrentamiento de Job con Dios, frente a lo que Job considera injusticias y falta de cumplimiento del pacto entre el hombre y Dios. El hombre representa aquí a la conciencia yoica o al sujeto de la conciencia; y Dios representa a la totalidad de la pisque, y la meta de la individuación. Este momento simbolizaría a una conciencia ya firmemente arraigada y diferenciada de las fuentes primitivas y arcaicas de lo colectivo, que frente a un ataque numinoso de las mismas, autogenerado desde el Selbst es capaz de resistirlo, y de reconocer hacia el final de la confrontación, la trascendencia del Selbst[112]. No nos olvidemos para tener un atisbo de tamaña empresa, que el Selbst, en tanto punto de origen y de fin –“el alfa y la omega”- actualiza lo arcaico con todo su poder al constelarse.

·                    Otro hito es el nacimiento de Cristo. Jung ve en esto a la encarnación de la Imago Dei en el hombre, es decir, se establece definitivamente un puente entre el Sujeto de la Totalidad de la psique (Selbst), y el sujeto de la conciencia (yo); y en ese acercamiento mutuo, ambas instancias se modifican mutuamente: Expresándolo con terminología del simbolismo religioso, “el encuentro con su criatura también modifica al Creador”. A esta encarnación de la Imago Dei, Jung la considera como la respuesta a los padecimientos de Job“Dios [representación humana de la totalidad –Selbst-] tiene la vivencia del hombre mortal, y experimenta aquello mismo que él hizo sufrir a su fiel siervo Job.[113]”  Sin embargo, señala lo peligroso de desmitologizar a Cristo (es decir, quedarnos meramente con su sentido literal y dejando por fuera sus implicancias simbólicas). Asimismo, enfatiza el desbalance psíquico que genera el asimilar su figura sólo con la función del Amor. Pues si dejamos toda la Misericordia y el Bien para la Imago Dei, el Rigor y el Mal quedarán para los hombres. Esta dicotomía es, efectivamente, muy peligrosa. Por eso, propone la figura complementaria del Anticristo. Traigo aquí a la consideración, el carácter psicoide de los arquetipos. El psiquiatra suizo solía decir que éstos operan como verdaderas entidades vivientes. Todos conocemos la fuerza de las ideas. Es temerario subestimar el poder de los arquetipos. Por eso, la ubicación de figuras y funciones simbólicas contrabalanceadoras de parcialidades peligrosas se convierte en una necesaria tarea. Cuanto más cerca del Cielo se eleve la copa del un árbol, más profundas –necesariamente- deben hundirse sus raíces.

·                    En este sentido, Jung ve muy auspicioso, por sus resonancias simbólicas, tanto el agregado del libro del Apocalipsis al final del Evangelio de Juan, así como el reconocimiento papal en 1950 de la Asunción de María. Respecto del Juan del Apocalipsis, Jung dice de él que “su campo visual se extendió más allá de la primera mitad del eón cristiano” (el eón de Piscis). Durante los primeros mil años de la era de Piscis, el cristianismo se polarizó del lado del Pilar del Bien, del Espíritu y de la Misericordia. Por lo tanto, por compensación enantiodrómica, la segunda mitad de este eón, se orientó hacia el Pilar complementario del Mal, de la Materia y del Rigor. Juan en el Apocalipsis, incluye la figura de un Cristo riguroso y justiciero; esto es una demostración de un proceso psicológico de integración entre ambos polos. Recordemos que el Selbst, en tantoarquetipo de totalidad debe necesariamente incluir a ambos. Es tarea del hombre en su confrontación con el Selbst, aprender a caminar sin identificarse entre los opuestos, aunque reconociéndolos, para aprender cuál es el sentido y la función de cada uno. Entonces, en el eón de Piscis que está finalizando, es fundamental meditar en la función simbólica necesaria que cumplen el rigor, la materia, y el mal dentro de la totalidad. Luz y Sombra, Bien y Mal, y toda dualidad que se nos ocurra, encuentran su raíz en la Unidad de la cual todo procede. He aquí el misterio del Selbst: “Yo formo la luz y creo la oscuridad, hago la paz y creo el mal” (Isaías, 45:7). Si la compensación se reduce sólo a un movimiento enantiodrómico mecánico, la conciencia humana no habrá aprendido acerca de este tremendo misterio. Tenemos la responsabilidad –a diferencia de otros reinos- instalada por la posibilidad de la autoconciencia, de integrar el sentido de ser de la complexio oppositorum que mueve al universo.

·                    Con respecto a la Asunción de María, elevada a la categoría de esposa en el tálamo eterno (lecho nupcial en donde tiene lugar la unión sagrada, aludiendo a las bodas místicas), Jung encuentra en la misma una semejanza con la unión mística que aparece en el Apocalipsis y de la cual nace el Hijo, mediador y pacificador (entre los opuestos). Pues, señala, “el proceso de individuación concluye [siempre] con el símbolo de la hierogamia, de las nupcias del hijo con la esposa-madre”.[114] Toda encarnación de la Imago Dei, va precedida por un casamiento sagrado, la Mysterium Conjuntionis de los alquimistas. La unión sagrada entre laMadre-esposa y el Hijo, es un tema recurrente en muchas cosmogonías, y debe ser entendido metafísicamente. Desde la perspectiva psicológica junguiana, el reconocimiento de la divinidad de María por parte de la institución eclesiástica es un poderoso acto simbólico colectivo que repercute en la individuación colectiva en tanto involucra una unión sagrada, y como tal, la vivencia de una unidad trascendente (manifestación del Selbst).

·                    En esta línea de tomar la historia del simbolismo religioso judeocristiano como mito de la individuación, Jung considera que otro punto decisivo de la misma por sus profundas implicancias psicológicas, es el momento de la Última Cena Pascual de Jesús con sus discípulos. Ante la lamentación de éstos por la despedida anunciada, Cristo promete un Consuelo en su lugar: “…y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito[Consuelo] para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros. (…) Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy os lo enviaré. (…) Cuando venga el Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad completa…”[115]. Señala Jung enRespuesta a Job lo siguiente con relación a este punto de la historia religiosa:  “Cuando Cristo abandone la tierra rogará al Padre que envíe a los suyos un ‘Consuelo’ (el Paráclito), el cual permanecerá eternamente junto a ellos y dentro de ellos. (…) . Cristo pensaba pues en una realización continuada de Dios en sus hijos [refiriéndose a este diálogo siempre renovado entre el Selbst y le conciencia].” Permítanme dos reflexiones respecto a lo anterior. En primer lugar, el descenso del Consuelo que “guiará con verdad”, es posible sólo para algunos que estén en condiciones de recibirlo, pues, al decir de Cristo, no cualquier ser humano puede hacerlo “porque no le ve ni le conoce.” A lo largo de la Tesina hemos explicado que en el proceso de individuación colectivo, hay seres humanos pertenecientes a diferentes estadios madurativos, y que aún hoy hay ‘hombres y mujeres del medioevo’, ‘hombres y mujeres del Renacimiento, otros del siglo XIX… Y sólo unos pocos son “hombres y mujeres modernos” en el alcance que le daba Jung a esta idea, refiriéndose por tal a aquéllos que habían ido metabolizando y comprendiendo simbólicamente la historia; y eran capaces de vivir en el hoy sin residuos psicológicos. Esta última calidad madurativa de seres humanos escasea, pero existe. Son éstos los que estarán suficientemente abiertos al Espíritu de Verdad, y por lo tanto, en condiciones de recibir al Paráclito (confrontar saludablemente con el Selbst y tolerar la tremenda tensión psíquica que este enfrentamiento conlleva). En segundo lugar, y conectado con lo anterior, aquel grupo que esté en condiciones de hacerlo, inaugurará –de ser posible que esta circunstancia culmine exitosamente- un período novedoso en la historia de la humanidad, que bien podríamos denominarlo una cristificación grupal, o la continuación del proceso de florecimiento inaugurado por Cristo, en el proceso de individuación colectivo (correspondiente al eón de Acuario).

 

“…la inhabitación de la tercera persona divina, es decir, del Espíritu Santo, en el hombre, origina una cristificación de gran cantidad de hombres…”[116]

 

            Es mi profunda convicción que el destacado psiquiatra suizo con su visionario talento, sin dudas anticipó la posibilidad de una cercana constelación colectiva del Selbst. Y que, asimismo, era plenamente consciente de los riesgos que esto implicaba desde un punto de vista psíquico. Por eso, dedicó su vida a alertar acerca de la necesidad de llevar a cabo un trabajo interior (con el alma, con psiqué), y de esmerarnos en la comprensión simbólica de la realidad, sabiendo leerla entrelíneas, inteligiéndola.

            Selbst, Punto Primordial, Origen y Telos, están hoy abriéndose y constelándose delante de nuestros ojos. ¿Cómo responderemos? ¿Nos veremos arrastrados compulsiva y ciegamente hacia el Caos originario (cuando el yo –sujeto de conciencia- sucumbe ante las fuerzas de lo colectivo)? ¿O nos pararemos conscientemente sobre éste, nuestro Arché (Arca o Matriz arquetípica formal), comprendiendo y tomando conciencia con todo nuestro ser de que este Punto Solis, la Mónada, es nuestro fundamento, la Base, Fuente o Raíz sobre la cual nos sostenemos y sobre la cual se sostiene la Vida misma? Si así fuera, la Base nos guiará con Espíritu de Verdad  en la ‘realización – florecimiento’ de nuestro telos, de nuestra meta.

https://www.fundacion-jung.com.ar/

 

27.03.2014 14:59
 

Correlaciones entre el Proceso de Individuación y nuestra percepción cosmológica

 

 

1. Mundo antiguo y Medioevo

 

La Tierra estática y el cielo girando alrededor

  

Para un observador terrestre a simple vista, parecería que la Tierra está estática, y que es el Cielo el que se mueve en derredor.

 

Esto es lo que los antiguos veían al mirar al cielo. Tenían la impresión de que la Tierra estaba estática y era el cielo el que giraba alrededor de ellos.

En realidad lo que los antiguos creían es lo que nos dicen nuestros sentidos: Que es el Sol el que se mueve, saliendo en el horizonte desde el Este por las mañanas y poniéndose hacia el Oeste en el atardecer. A medida que se hacía de noche veían cómo iban apareciendo las estrellas, los planetas y la luna.

En la antigüedad y durante el medioevo, los seres humanos se guiaban por la información procedente de los cinco sentidos. Era el período del paradigma aristotélico, con su “física del sentido común”.

Con la observación de los ciclos de la Luna y el Sol, los hombres de la antigüedad calculaban las épocas de siembra y de cosecha, la mejor época para la pesca, etc.; en fin, se regían por los ritmos biológicos de la naturaleza. Elaboraban calendarios para acompañar estos ritmos naturales.

Desde el punto de vista del proceso de individuación colectivo, ese primer período, en que se creía a la Tierra como estática y como siendo el centro del Universo, es semejante a la posición del niño, cuando se percibe a sí mismo siendo el centro del universo de sus padres, y al mismo tiempo, no diferenciándose completamente de ellos. Son éstos, los padres, quienes a semejanza del Sol y de la Luna en el hombre primitivo, instalarán un ritmo o ciclicidad en la vida del niño con sus horarios de vigilia o sueño, y sus horarios de hambre-saciedad. La recurrencia y repetición de estos ritmos le irá dando un sentido de pertenencia, identidad, y seguridad. El hombre de ese entonces no se percibía “separado” de la Tierra y del Cosmos, del mismo modo que para el niño, sus padres constituyen parte de su propio ser y todo su universo.

En forma análoga, éste era el estado infantil del psiquismo colectivo en ese momento. Esa posición autocentrada era lo que la psique humana como colectivo podía integrar en su conciencia: Se percibía a la Tierra como centro y en reposo, en una sucesión rítmica sin fin, entre el día con su bóveda celeste y el Sol; y la noche con su bóveda nocturna y la Luna. 

“Estrellas que titilan y estrellas que no titilan”

Hay registros históricos “oficiales”, de la división en signos zodiacales que datan del s. VI a.c. en Grecia[65].

Los griegos creían que existían dos tipos de estrellas: “las pequeñas y fijas que titilan” (que se corresponden con las estrellas genuinas); y “las grandes que no titilan y se mueven” (que no eran sino los planetas visibles del sistema solar).

Los griegos también sabían que la Tierra era curva (Aristóteles incluido), y pudieron incluso calcular con muy buenos métodos (que sólo fallaron en dar los resultados correctos por la falta de una mínima tecnología) la distancia de la Tierra al Sol, y de la Tierra a la Luna (Eratóstenes).

Si bien se sabe que el pitagórico, Aristarco de Samos proponía una visión heliocéntrica del sistema solar, ésta no fue la opinión predominante de la época. En el mundo antiguo, y en el medieval, prevaleció la concepción geocéntrica (o mejor dicho, geostática) del universo.

Durante el medioevo, en particular, rigió el paradigma aristotélico, en el cual, el universo era visto como una especie de cebolla formada por capas cristalinas. Cada capa se correspondía con uno de los planetas, y el Sol. Las esferas eran perfectas y llevaban los nombres de los dioses del panteón greco – latino: Saturno, Júpiter, Marte, Sol, Venus, Mercurio. Los movimientos celestes eran perfectoscirculares. Éste era el mundo supralunar, habitado por dioses. Por debajo de la Luna estaba el mundo sublunar –en el cual vivimos los seres humanos-: Imperfecto (y en donde además, hay otros tipos de movimientos que no son como el movimiento perfecto circular).

 La mirada aristotélica imperante pensaba a la Tierra como esférica, en el centro del Universo; y a los planetas orbitando aferrados a esferas perfectas cristalinas, con el movimiento perfecto: el circular.

 Los epiciclos de Ptolomeo

En el siglo I, Ptolomeo calculó con certeza el movimiento de los planetas, es decir, pudo matemáticamente predecir dónde estarían ellos, recurriendo a los llamados epiciclos (es decir, ciclos menores sobre ciclos mayores). Esto le permitió mantener las órbitas circulares aristotélicas y al mismo, tiempo predecir el movimiento planetario. Fue una verdadera proeza matemática. Sus dos obras astrológico-astronómicas que perdurarán por siglos como fundamentales hasta el Renacimiento serán el Almagesto (literalmente “el más grande”) y el Tetrabiblos.

 

2. La revolución renacentista. Percepción heliocéntrica del universo.

 

E pur si muove” (“Y sin embargo, se mueve”)

La astronomía se detuvo en sus avances después del logro matemático de Ptolomeo (en el siglo I) hasta el siglo XV. Fue recién en el Renacimiento, en que Nicolás Copérnico (1473/1543), astrónomo y sacerdote polaco (más precisamente diácono que administraba la Catedral) revoluciona la ciencia con su Teoría heliocéntrica del sistema solar, expuesta en su libro “De las revoluciones de las esferas celestes”. En ese libro, Copérnico relaciona eltamaño de las órbitas de cada planeta con el período de revoluciónA órbitas más pequeñas, períodos más cortoscon órbitas mayores, planetas más lentos. Por ejemplo, calculó que Mercurio tenía un período de traslación de 3 meses terrestres; y Saturno, uno de 29 años y medio.

 

 Lo verdaderamente revolucionario, fue que Copérnico enuncia que la Tierra se movía. La Tierra no estaba estática. Giraba sobre sí misma en 24 horas, y esto hacía que nosotros, observadores terrestres, tuviéramos la ilusión de ver moverse al Sol ascendiendo cada mañana, y descendiendo por la tarde. Según las suposiciones de Copérnico, el Sol era el corazón de nuestro sistema… y no la Tierra.

 

Copérnico tuvo la diplomática habilidad de presentarle sus ideas a la Iglesia, en calidad de “suposición”, y además, el gesto de dedicárselas al Papa, y de dar su permiso para publicarla en el último año de su vida. De modo que esta poderosa institución –que representaba al sector más conservador del alma colectiva-, si bien seguramente se inquietó, no obstante, no pudo ni tuvo tiempo suficiente como para acusarlo de herejía. Copérnico proponía sus enunciados en estos términos: “Supongamos que la Tierra girase alrededor del Sol, entonces, esto facilitaría el entendimiento del movimiento planetario…”. Es decir, Copérnico presentó la revolucionaria idea, pero tuvo la prudencia de no afirmarla taxativamente (y además, como explicábamos, para suavizar aún más su presentación, ¡se la dedicó al Papa!). Si lo hubiera hecho de otro modo, posiblemente su destino hubiera sido la hoguera, tal como le sucedió al monje dominico Giordano Bruno[66].

Hubo que esperar hasta el siglo siguiente, en que Johannes Kepler, astrónomo, astrólogo y matemático alemán (1571 – 1630) pudo pensar el movimiento planetario como elíptico y no circular. Ni el genio revolucionario de Galileo había aceptado que las órbitas podían ser elípticas.

Hasta ese momento, como vimos, el movimiento celeste estaba asociado a los dioses, a la perfección, y no había figura más perfecta que el círculo para representar esta perfección. La elipse era vista como una “curva deforme”.

Entre otros fenómenos revolucionarios para la época encontramos que Galileo Galilei, físico, matemático, y astrónomo italiano (1564- 1642) fabrica un instrumento de observación que aumenta veinte veces el tamaño del objeto: el telescopio. En realidad, Galileo fabrica este instrumento mejorando la comprensión de las lentes, que ya habían sido estudiadas por el franciscano Roger Bacon (s. XII).

Galileo observando las fases de la Luna, descubre que este astro no es perfecto como creía la física aristotélica. Así que el paradigma aristotélico comienza a ponerse en entredicho y entra en un período de crisis.

 

Nuestro universo: de Sistema solar a Vía Láctea

Galileo también observa la Vía Láctea, cuenta las estrellas de la Constelación de Orión y constata que ciertas “estrellas visibles” a simple vista no eran tales, y que en verdad eran cúmulos de estrellas[67].

Esto también es un paso muy importante en el desarrollo de la psique humana, porque hasta ese momento solamente se creía que el universo estaba constituido por el sistema solar teniendo como trasfondo a las estrellas fijas que oficiaban como una especie de “telón de fondo” estacionario que rodeaba las esferas cristalinas del paradigma aristotélico. A partir de ahora, se verá al Sistema Solar formando parte de la galaxia, la Vía Láctea.

Galileo observa los anillos de Saturno pero no descubre su naturaleza. Estudia igualmente las manchas solares.

Observa los satélites de Júpiter, que llama CalixtoEuropaGanímedes e Io, (llamadas hoy “satélites galileanos”). Éste es otro hito importante desde el punto de vista psicológico colectivo: Para él, Júpiter y sus satélites son unmodelo de Sistema Solar. Es decir: Ya no sólo está nuestro “sistema solar”. Júpiter bien podría formar un “sistema solar” por sí mismo. De hecho, muchos astrónomos en la actualidad creen que Júpiter evolucionará hasta convertirse en un Sol y sus satélites serán los planetas del futuro sistema. Esta percepción de Galileo, también produce un “corrimiento” en la misma dirección que el corrimiento inaugurado por la teoría copernicana: la Tierra ya no es el centro del universo, y además el solar no necesariamente es el único sistema. No sólo los planetas dejan de ser vistos como girando alrededor de la Tierra. Galileo se da cuenta además de que no todo gira alrededor del Sol. Descubre que Júpiter tiene varios satélites o “lunas” que giran a su alrededor.

 

 La historia de la cosmología es la historia del corrimiento de la Tierra del centro del escenario celeste.

Y análogamente, podemos ya plantear que:

 El proceso de individuación colectivo, es la historia del corrimiento de la conciencia psíquica desde un ego naciente que se reconoce como único centro en lo obvio, en lo literal, hacia algo –lo inconsciente- que constantemente lo irá trascendiendo y lo confrontará con un misterio.

 

Estos detalles históricos no son insignificantes, pues para una observación psicológica cuidadosa y atenta son indicadores de que una poderosa transformación está aconteciendo en la psique humana. Están señalando una expansión en la conciencia humana planetaria, y un afianzamiento de ésta en la psique colectiva. A partir del Renacimiento, la conciencia humana individual, empieza a desprenderse de la matriz colectiva indiferenciada, representada en la “voz única oficial” que establecía cómo ver el mundo y cómo actuar en él.

Si abordamos lo que sucedió históricamente no de un modo puramente semiótico, sino con un alcance simbólico, como las pistas que nos da un sueño, y si tomamos a los detalles de esta historia como factores que nos ayudan a comprender su sentido, el relato se transformará en una experiencia apasionante que irá poniendo en evidencia el viaje de individuación colectivo.

Los hechos históricos ofician como el contenido manifiesto de un sueño, dándonos pistas para comprender un proceso cuyas raíces son simbólicas. Los sucesos históricos están correlacionados con un proceso interno que está aconteciendo en la psique colectiva, y que se encuentra a la espera de ir siendo simbolizado, comprendido.

           El aceptar al Sol como centro del sistema, evidencia un avance en la maduración psíquica colectiva. Refleja el nacimiento de una conciencia que se va individualizando, y que por lo tanto comienza a desprenderse lentamente de las aguas matriciales de lo colectivo, representadas aquí en la posición de la iglesia y en el paradigma predominante.

 

El movimiento elíptico: “La curva deforme”

La aceptación de las elipses en los movimientos orbitales también es de importancia trascendente en la historia humana. No sólo marca uno de los puntos bisagra que inaugurarán el nacimiento de paradigma newtoniano. Desde un punto de vista psicológico, el movimiento elíptico tiene una implicancia simbólica: Una elipse es una curva determinada por dos focos y ya no por uno sólo… De modo análogo sucede en nuestros procesos psíquicos. Nuestra psique, así como sucede con los planetas, también “tiene un movimiento” determinado por dos focos: consciente e inconsciente.

El descubrimiento matemático/astronómico del movimiento elíptico planetario alrededor del Sol, anticipa simbólicamente que en algún momento el hombre descubrirá la correlación psíquica de este hecho: La presencia de una dimensión inconsciente en el psiquismo.

Simbólicamente la elipse representa que la psique no se mueve sólo alrededor de la conciencia, por el contrario, su movimiento está determinado por la relación de compensación y complementariedad entre dos focos –uno consciente y el otro inconsciente-, y cuya dinámica tiene una polaridad complementaria (ánimus–ánima).

 

 Desde un punto de vista psicológico, atendiendo al proceso de individuación colectivo, durante el Renacimiento, con la aceptación del Sol como centro del Sistema solar, se empieza a afianzar la conciencia como faro, que emerge solitario de las profundidades de las aguas maternas del Inconsciente Colectivo. Y la comprobación del movimiento elíptico planetario, deja asentadas las bases para que la conciencia asimile el futuro descubrimiento del Inconsciente.

3. Descubrimiento de los planetas transaturninos, e Inconsciente

 

En los últimos doscientos años, se hicieron descubrimientos claves y sin parangón en la historia de la astronomía que relataremos a continuación. Sin embargo, hemos de resaltar que curiosamente el desarrollo meteórico, súper veloz e impresionante de dicha ciencia, fue de la mano de una lamentable pérdida del sentido simbólico y mítico, lo cual fue dejando a la conciencia humana colectiva en una posición cada vez más riesgosa y endeble, al verse mutilada de sus raíces místicas, míticas y simbólicas. Éstas, las raíces místicas, míticas y simbólicas ofician de puente entre la realidad interna y la realidad externa, brindándonos la posibilidad de integrar a ambas en nuestra conciencia. De este modo, al verse debilitadas estas raíces, no sólo quedamos expuestos a un avance desmadrado de las fuerzas colectivas, sino que además, los sucesivos descubrimientos científicos que se dan en el campo de la conciencia, no van siendo entramados con su correspondiente sentido simbólico, quedando como meros hechos azarosos, fragmentarios, desconectados entre sí.

 

Pero sigamos con el desarrollo histórico: En 1781, William Herschel, un aficionado a la astronomía, descubre al planeta Urano, el séptimo planeta del sistema solar.

¡Neptuno, el octavo planeta, es un gigante gaseoso –al igual que Júpiter y Urano- que tendrá la peculiaridad (acorde al sentido arquetipal de este planeta) de ser descubierto sin haber sido observado directamente![68]

Plutón [69] fue descubierto en 1930 por el astrónomo estadounidense C. W.  Tombaugh (1906 – 1997) desde el Observatorio Lowell  en Arizona. Es el planeta más pequeño del Sistema Solar.

           También el descubrimiento de los planetas transaturninos marcará otro hito relevante en el proceso de individuación colectivo. Los planetas denominados “clásicos”, son aquéllos que son visibles a simple vista o a “ojo directo”. Son los que van desde Mercurio hasta Saturno. Al ser observables directamente eran conocidos desde la antigua Caldea. En miles de años de presencia humana, siempre se los conoció.

Los planetas transaturninos en cambio, necesitaron telescopios, porque no son visibles directamente. Fueron conocidos indirectamente por intermediación de las lentes de aumento. Y por lo tanto, desde un punto de vista histórico su descubrimiento por parte de la humanidad es muy reciente.

Obviamente, mirado este hecho con una perspectiva simbólica, esto no es “casual”. Estará indicando un cambio importante en la psique colectiva: Este salto astronómico fue símbolo de un salto psíquico que estaba por ver su alumbramiento en muy poco tiempo: el descubrimiento del inconsciente y en particular, el descubrimiento del inconsciente colectivo.

Un famoso astrólogo del siglo XX, Dane Rudhyar, relaciona simbólicamente a los planetas clásicos –los visibles a simple vista- con la personalidad y con los factores psíquicos que quedan dentro del campo de la consciencia o que son parte del inconsciente personal. Mientras que a los planetas transaturninos, al no ser directamente visibles, y al estar más allá del planeta que marca el límite visible a ojo directo de nuestro sistema (Saturno), los vincula al inconsciente colectivo.por eso, en astrología se los denomina también como transpersonales (se refieren a funciones y aspectos que están más allá de la dimensión psíquica personal).

 Al mismo Jung se le ocurrió aprovechar tal paralelismo:

 

“La existencia de una psique inconsciente es análoga, si se me permite decir, a la existencia de un planeta aún no descubierto, cuya presencia interfiere en la desviación de la órbita de algún otro planeta conocido[70]. Desafortunadamente, nosotros carecemos de la ayuda de un telescopio que nos dé certeza de su existencia. El inconsciente es una hipótesis.”[71]

 

Así como sucedió con Neptuno, los psicólogos de comienzos de siglo XX (Freud), supusieron y predijeron la existencia del inconsciente, por los efectos que éste causaba en la vida cotidiana de los seres humanos: Al igual que sucede con los planetas transaturninos o transpersonales, el inconsciente no es observable directamente.

 

“El inconsciente colectivo no es accesible a la observación directa. Pero puede ser investigado de un modo indirecto y rodeándolo, a través de la observación del consciente, y entonces, emergen sus contenidos comprensibles que permiten realizar inferencias acerca de su naturaleza y estructura.”[72]

 

4.De una percepción galáctica a una multigaláctica.

 

Llegamos entonces, en nuestro recorrido, a los comienzos del siglo XX. Hasta ese momento, repito– y aunque hoy nos cueste creerlo- hasta comienzos del siglo XX, para la percepción colectiva y también para la ciencia, nuestro sistema solar habitaba el Universo, solamente constituido por “la” Galaxia, la Vía Láctea.

Se descubre, entonces (1924/1925), que nuestra galaxia, la Vía Láctea, a la cual se la creía –en principio- única, no lo era.

Ya en el siglo XVIII, el filósofo Imanuel Kant, había hipotetizado sobre la posible existencia de otros “universos isla” (como se denominaba a otras galaxias eventuales). Sin embargo, ésta era sólo una hipótesis, y no había podido ser demostrada. Con lo cual, la mayor parte de la comunidad académica consideraba que nuestro sistema solar formaba parte de la “Galaxia–universo” de la “Vía Láctea”.

El 1 de enero de 1925 Edwin Hubble da a conocer el hallazgo experimental de otros “universos isla”, es decir, de otras galaxias. Había demostrado que la

Vía Láctea no era única, y en consecuencia ya no podía llamarse simplemente “la Galaxia”, ahora había que referirse a ella como "nuestra galaxia".

 

5. De un universo estacionario a un universo dinámico. El Big Bang

 

Para la misma época que nos mostraron que nuestra Vía Láctea (la cual era considerada hasta ese entonces como el universo in totto), era sólo “una galaxia más” entre millones y millones de galaxias, también se discutía si el universo era infinito y estático o era dinámico y finito[73].

Edwin Powell Hubble (1889–1953), fue uno de los astrónomos más importantes del siglo XX, porque además de haber mostrado que la Vía Láctea era sólo una entre millones de otras galaxias, también puso en evidencia –a partir de las ecuaciones de Einstein- la expansión del universo midiendo el desplazamiento al rojo de galaxias distantes –en seguida nos referiremos a este punto-.

Antes de Einstein, se creía que el Universo siempre había existido, que era estático e infinito. Incluso ésta era la idea de universo que tenía el propio Einstein.

Para evitar la consecuencia de la expansión del universo que se deducía de los resultados de sus propias ecuaciones, Einstein agregó su famosa “constante cosmológica”, a la que le “eligió” un valor erróneo para que hubiese una “gravitación repulsiva” capaz de contrabalancear a la “gravitación atractiva” –la común, conocida por todos nosotros, gracias a Newton-. Logró así que su modelo del universo resultara estático y eterno, en vez de dinámico y en constante expansión –que era lo que predecía su teoría original-. “Fue mi mayor equivocación” –tuvo que reconocer años más tarde, ante la evidencia experimental lograda por Edwin Hubble de la expansión cósmica en 1929-.

Y aquí me gustaría hacer un paréntesis, para recordar que los Vedas[74] tienen crónicas astronómicas antiquísimas, y que el modelo de universo que proponía la vieja India, hablaba poéticamente del universo como surgiendo cíclicamente “de las espiraciones de Brahma”, y finalizando su ciclo vital “siendo reabsorbido cíclicamente en las inspiraciones de Brahma.” Quiero decir, la idea de un Universo que surge de un punto –como la actual teoría del Big Bang-, y que termina en algún momento, no es nueva. Esto es otra evidencia de la viabilidad de la “noción de arquetipos”, y de su atemporalidad. Pues el nacimiento del Universo a partir de un punto primordial, es decir, la idea del Selbst, ya lo podemos leer en los antiguos Vedas.

 

Continuando con nuestro relato histórico, paradójicamente, y a pesar de las opiniones del padre de la Relatividad al respecto, fueron sus propias ecuaciones –como señalábamos arriba- las que mostraron que el Universo está en expansión –y que por lo tanto éste no es estático, sino dinámico-.

Como el Universo está en expansión, si vamos hacia atrás en el tiempo, lo que se desprende obviamente de esto es que a medida que nos alejamos, el universo se irá contrayendo hasta un punto de origen. Así se llegó a la conclusión de que el Cosmos surgía de un punto inicial del tamaño de un átomo, el Bing Bang.

De este modo, otra creencia que parecía imperecedera es destruida: La de un universo eterno y estático.

 

Es mucho más segura para nuestro ego la idea de un universo infinito y eterno que la de uno que está constantemente cambiando, que tuvo un inicio y que tendrá un fin.

 

6. Correlaciones entre el Proceso de individuación y nuestra percepción cosmológica

Tratemos de acompañar con nuestra percepción este salto conceptual y perceptivo impresionante desde que comenzamos nuestro viaje histórico al momento actual. Durante la antigüedad y el medioevo consideraban a las estrellas como un telón de fondo estático y silencioso, junto al Sol y a la Luna -organizadores de nuestros ritmos naturales-.

Iniciamos este recorrido con una visión del universo como finito y esféricoconstituido sólo por el sistema solar, con centro en la Tierra, planeta en reposo.

Recién en el siglo XV se destrona a la Tierra como punto central del Universo, y se descubre que el Sol es el corazón de nuestro sistema. Asimismo Galileo vio de modo incipiente que la Vía Láctea también era nuestro hogar, y ya no sólo el Sistema Solar. Así pasamos a tener un conocimiento  galáctico de nuestro Universo. ¡Imaginémonos: Hace sólo cien años considerábamos que la Vía Láctea constituía todo nuestro Universo!

¡Será sólo recién a partir de 1925 que podremos pasar de una visión galáctica a una, multigaláctica de nuestro universo! Otro gran corrimiento teórico se había producido.

Nos encontramos hoy, como explicábamos más arriba, frente a la siguiente situación:

·      Nuestro Sol no sólo no está en el centro de la Vía láctea, sino que pasó a ser sólo una estrella más de otras 100 mil millones de estrellas que existen solamente en nuestra galaxia.

·      ¡Con el descubrimiento en la década del ‘20 de la Galaxia de Andrómeda, y de las que siguieron luego, nuestro universo pasó, en un “abrir y cerrar de ojos”, de ser un universo de mil años luz a ser uno de miles de millones de años luz, y potencialmente con 100 mil millones de galaxias!

·      ¡Y como si fuera poco, también sabemos ahora que los materiales con los cuales están constituidos nuestros cuerpos, provienen de las estrellas (de la generación o de la muerte de las mismas)!

El ser humano y el planeta Tierra, prácticamente en lo que podríamos calificar de un instante en la cadena temporal histórica, pasaron de ser “el centro de la Creación” a convertirse en un grano de arena en un desierto gigantesco. ¡Es tremendo imaginar los correlatos de los cambios psíquicos sincronizados con tamaños descubrimientos!

 

Frente a nosotros, se nos está revelando “todo” el Universo físico, y se ha llegado al punto mismo de origen del mismo, el Big Bang.

 

“Qué distinto era el mundo del hombre medieval: aquí estaba la Tierra, en el centro del mundo, eternamente firme y sosegada, circundada por un Sol que, solícito, aportaba calor…” (…) Todos sabían exactamente qué hacer y cómo comportarse para alcanzar, desde la mortalidad terrenal, una existencia eterna de plena alegría. (…) La ciencia natural rasgó hace tiempo ese velo. Ese tiempo quedó atrás, como la infancia, cuando nuestro padre era el hombre más hermoso y más poderoso del país.

“Se nos han desvanecido todas las certezas metafísicas del hombre medieval, sustituyéndolas por el ideal de seguridad material, del bienestar general y del humanitarismo. Quien todavía siga manteniendo incólume este ideal tiene sin duda un grado de optimismo por encima de lo normal.”[75]

 

Desde un punto de vista psicológico, no todas las conciencias fueron acompañando estos corrimientos teóricos del campo del conocimientoEn esta dirección de pensamiento, Jung distingue entre conocimiento y comprensión. El conocimiento requiere de nuestros saberes generales, de nuestras habilidades intelectuales. Un ser humano puede ser  rico en conocimientos, pero pobre en comprensión. Pues “…la tarea de lacomprensión, sólo puedo emprenderla vacua et libera mente [con la mente vacía y libre]”[76]Es decir, la comprensión trasciende el campo del mero saber, y en este sentido, Jung propone un equilibrio entre conocimiento y comprensión. En todo caso, lo que queremos aquí señalar es que aunque un ser humano alcance teóricamente a entender la idea de un universo multigaláctico, no necesariamente su percepción acompañará este conocimiento. Podemos encontrar individuos con grandes dotes intelectuales, pero psicológicamente muy inmaduros en lo que a proceso de individuación se refiere.

 

Continuando con nuestra correlación de la “historia del desarrollo astronómico con el  proceso de individuación colectivo”, es experimentalmente  observable que en la Psique Colectiva constituida por toda la humanidad, hay personas que aún tienen una conciencia equivalente a la del hombre antiguo o medieval. Hay otros, que constituyen las capas intermedias de la misma, cuyo desarrollo corresponde a la postura del hombre del Renacimiento. Sólo unos pocos seres humanos han podido acompañar en el proceso de individuación las implicancias de los distintos avances de la humanidad, y como sugeríamos, alcanzar una percepción y comprensión multigaláctica del universo.

 

Así como, usando una metáfora astronómica, hay personas que viven –a pesar de los descubrimientos cosmológicos- en un universo del cual ellos se creen el centro; psicológicamente hablando, hay muchas personas que aún no aceptan el descentramiento que implica la existencia de un Inconsciente. Estas personas pertenecen a las capas colectivas que tienen una conciencia medieval.

Hay otros que aceptan la existencia de un inconsciente. Ésos pertenecen a las capas intermedias que se están acercando a la mentalidad del siglo XX.

Sin embargo, a muchos de aquéllos que aceptan un inconsciente personal les resulta intolerable e inadmisible aceptar una dimensión psíquica colectiva. Estos otros son como aquéllos que creen que la Vía Láctea constituye todo el universo.

Sólo unos pocos son capaces de tolerar vivencialmente la herida al narcisismo que implica que más allá de lo “especial” de la personalidad de cada uno, hay subyaciendo un estrato psíquico común, lo inconsciente colectivo, fundamento de toda psique personal.

Psicológicamente, en el proceso de individuación colectivo, sucede como con el desarrollo de la astronomía: Hay conciencias que no han sido capaces de tolerar las heridas narcisistas que supusieron los distintos corrimientos teóricos que fue mostrando la ciencia. Esto constituye unos de los problemas del hombre actual.

Jung denomina “hombre moderno”[77] a aquél que alcanza a tener plena consciencia del presente; a aquél que no ha quedado anclado en posiciones ideológicas del pasado, ni atado a prejuicios de ninguna clase.

 

“Los hombre modernos (…) son escasos, pues su existencia exige el más alto grado de consciencia, la consciencia más intensa y más extensa, con un mínimo de inconsciencia, pues sólo vive en el presente quien es plenamente consciente de su existencia como hombre.”

“Quien alcanza a tener consciencia del presente es por necesidad un solitario. El “hombre moderno” es solitario todo el tiempo, pues cada paso hacia una consciencia más elevada y amplia le aleja de la originaria participación mystique[78], puramente animal, del rebaño, ese estado de inmersión en una inconsciencia común. Cada paso adelante significa un desprendimiento esforzado del seno materno, en la que permanece la gran parte de la masa del pueblo. También en los pueblos civilizados las capas inferiores tienen un grado de inconsciencia de la vida que poco se diferencia del primitivo. Las capas inmediatamente superiores viven esencialmente en un grado de conciencia que corresponde a las primeras culturas de la humanidad, y las capas más altas tienen una consciencia semejante a la de siglos anteriores.”

“Sólo el hombre moderno, en el sentido que aquí le damos vive en el presente porque tiene conciencia del presente. Sólo para él se han desvanecido los mundos de los anteriores grados de consciencia, cuyos valores y afanes sólo le interesan desde el punto de vista histórico.” [79] 

27.03.2014 14:41
 
 El Yo es el sujeto consciente. Se le define como el centro del campo de la conciencia, aunque posee asimismo aspectos inconscientes. Es un complejo que se constituye en función de la unidad y la permanencia del cuerpo, a partir de confrontaciones sucesivas entre el factor somático (exigencias corporales) y el entorno. Se desarrolla mediante diferenciaciones sucesivas del mundo exterior así como del mundo interior. Y se afirma mediante la desestimación, en el inconsciente individual, de los elementos más incompatibles con su orientación general. Su preocupación por la estabilidad y la coherencia conduce a evitar la coexistencia en él de tendencias opuestas. Otorga así a lo consciente una orientación unilaterial que acumula, cada vez más sombra alrededor de ésta.
 
   El yo tiene la doble responsabilidad ética e intelectual de situarse en un equilibrio siempre en discusión entre las coacciones del entorno y los imperativos del mundo interior. En su seno es donde se producen las relaciones de compensación entre consciente e inconsciente.
 
   Partiendo de esta pequeña introducción en posteriores artículos seguiré hablando del Yo, dividiéndolo en dos partes. Por un lado hablaré de la Parte del Yo volcada hacia el mundo exterior y por otro hablaré de la Parte del Yo que está volcada hacia el mundo interior.
 

La constelación colectiva del Selbst en la humanidad actual”

Fundación C. G. Jung de Psicología Analítica

El Inconsciente Colectivo, los Arquetipos y su carácter “psicoide”

 

Lo Inconsciente Colectivo

 

“Pues hay algo en nuestra alma que no es individuo, sino pueblo, colectividad, humanidad. De algún modo somos parte de una sola gran alma, de un homo maximus, para decirlo con las palabras de Swedenborg.”[1]

 

            Jung suponía a la psique individual como sustentada en un trasfondo psíquico común de la especie. Solía establecer como ejemplo una relación de analogía con lo biológico: Del mismo modo que nuestro ADN es único y singular[2] en cada ser humano, es no obstante indudable, que la información genética individual se sustenta en la herencia ancestral. En forma análoga, la psique individual hereda información de los ancestros (desde los más cercanos a los más lejanos hasta llegar a incluir a toda la especie). Los estratos psíquicos arcaicos que constituyen al Inconsciente Colectivo se expresan mediante la constelación de arquetipos y de situaciones arquetípicas[3].

 

“El inconsciente colectivo (…) es idéntico a sí mismo en todos los hombres y constituye así un fundamento anímico de naturaleza suprapersonal existente en todo hombre”.[4]

(…) “Los contenidos de lo inconsciente personal son en lo fundamental los llamados complejos de carga afectiva…(…)  En cambio, a los contenidos de lo inconsciente colectivo los denominamos arquetipos”.[5]

 

En “El hombre y sus símbolos”, Marie Luise Von Franz[6] señala que la psicología se encuentra aún lejos de entender al inconsciente y los arquetipos –los nuclei[7] dinámicos de la psique, según su propio decir- en todos sus alcances[8]..

 

Los Arquetipos

 

“La expresión “arquetipo” se encuentra ya en Filón de Alejandría en quien aparece referida a la Imago Dei del hombre. (…) Archetypus es una paráfrasis explicativa del έιδος platónico. Esa denominación es útil y precisa pues indica quelos contenidos inconscientes colectivos son tipos arcaicos o –mejor- primitivos.”

 

“…debemos distinguir entre “arquetipo” y “representaciones arquetípicas”. El arquetipo en sí representa un modelo hipotético, no intuíble”.[9]

“…el concepto de arquetipo sólo indirectamente puede aplicarse a representaciones colectivas, ya que en verdad designa contenidos psíquicos no sometidos aún a elaboración psíquica alguna…”[10]

 

La naturaleza real del arquetipo (…) permanece incognoscible, esto es, es una entidad metafísica y en tanto tal, no susceptible de una definición final o inequívoca[11].”

Los arquetipos son disposiciones vivientes y activas, ideas en el sentido platónico, que continuamente dan forma e influencian nuestros pensamientos, sentimientos y acciones[12].”

 

Las anteriores reflexiones acerca de los arquetipos me sugieren dos comentarios:

 

1) No debemos pasar por alto estas consideraciones de Jung, pues –si como suponemos en esta Tesina- estamos presenciando una constelación colectiva del arquetipo del Selbst (el cual simboliza a la totalidad psíquica, pero también a lo arcaico, el origen), esta manifestación vendrá necesariamente acompañada por un incremento en proporción geométrica de expresiones arquetípicas en tanto éstos, los arquetipos, son los constituyentes básicos o primigenios –los tipos arcaicos según el decir del propio Jung- del Inconsciente Colectivo.

 

2) Las fuerzas arquetípicas del inconsciente, no se manifiestan sólo en el material clínico (sueños, fantasías, alucinaciones). La psicología junguiana ha mostrado a través del trabajo de Jung y de sus sucesores, cómo éstas se expresan en las sincronicidades, la mitología, la religión, el arte, y también en la ciencia.

            Me interesa especialmente remarcar en el actual trabajo este último punto enunciado: El que los arquetipos se expresan también en la actividad científica. Nos es fácil darnos cuenta o admitir que los mitos, la religión y el arte son expresiones de fuerzas arquetípicas. No nos es, sin embargo, tan evidente que los descubrimientos científicos también emergen de este trasfondo arquetípico suprapersonal. Esta actitud de reserva para aceptar cuál es la fuente de inspiración en las ideas científicas es debida a la fuerte impronta racionalista propia de la actividad científica, renuente a incluir cualquier referencia a lo “suprarracional” en su quehacer.

Las ideas científicas surgen –como el arte y los mitos-, de un trasfondo arquetípico (aunque nos cueste aceptarlo por los obstáculos epistemológicos[13] actuales en este sentido). Dedicaré un apartado específico para el desarrollo de esta cuestión.

 

El carácter psicoide de los arquetipos

Para poder justificar lo anterior (la fuente arquetipal de las ideas científicas), tenemos que avanzar un poco más en derredor la naturaleza de los arquetipos, los factores constitutivos del Inconsciente Colectivo. Le llevó varios años a Jung, tener claridad sobre la cuestión. Finalmente, el gran psiquiatra suizo llega a una afirmación sumamente paradojal:

 

“…los arquetipos… tienen una naturaleza que no puede ser designada con certeza como psíquica[14]”. (1946)

 

Sin embargo, también leemos en Jung:

“los arquetipos son un factor estructurante del campo psíquico[15].

 

Como vemos, ésta – el ser un factor estructurante del campo psíquico- es una característica de los arquetipos que parece contradictoria con el enunciado anterior (“su naturaleza no puede ser designada con certeza como “psíquica”).

 Jung se ha referido, de este modo, a la condición paradojal del arquetipo. A esta condición paradojal la cualifica como “psicoide” o “casi psíquico”. “Psicoide” es un concepto adjetival que expresa la posibilidad de que algo sea mucho más que “psíquico o no psíquico.[16].”

 

“Del mismo modo que hacia abajo, la psique se pierde en su base orgánico–materialhacia arriba, pasa a una forma que es denominada espiritual y cuya naturaleza conocemos tanto como la base orgánica del impulso.”[17]

 

            Señala Aniella Jaffé, secretaria de Jung por muchos años, y analista junguiana, respecto de esta pregunta que inquietaba a Jung (“¿Dónde empieza y dónde termina lo psíquico?”)

 

“Esta antinomia [si el arquetipo es psíquico o no psíquico][18] alcanza ahora la tensión más extrema imaginable entre “espíritu y materia”. “El concepto de arquetipo psicoide agrega una nueva dimensión conjunta, por la nueva posibilidad que da una impronta arquetípica en el mundo tanto orgánico como en el inorgánico, y en el cosmos en sí mismo, el cual también debe ser considerado[19].

Esta concepción de lo psíquico es revolucionaria, pues deja al cosmos mismo sujeto a esta impronta arquetípica, es decir, creado y dotado con una naturaleza arquetípica[20].

 

Jung fue más allá aún y vio en el arquetipo psicoide, el puente hacia la materia en general: La rigurosa separación de psique y mundo es abolida[21].”

 

Por lo pronto, al enunciar y conceptualizar el carácter psicoide del arquetipo, Jung tiende un puente superador de la clásica dicotomía entre Psicología y Psiquiatría, pues a partir del mismo, el “fenómeno psi” ya no es una mera entelequia, pero tampoco se lo puede reducir a impulsos bioeléctricos o al resultado de la interacción entre ciertos neurotransmisores en la dinámica cerebral. Así, con lo “psicoide”, Jung da un punto de apoyo teórico de avanzada a los nuevos experimentos psico-neuro-endócrino-inmunológicos: ¿Dónde empieza la dimensión material, dónde termina, y dónde lo psíquico se separa de la materia o del espíritu? Y si deseamos profundizar la meditación en derredor de este tema, Jung argumenta con mucha lucidez demostrando que la psique y la conciencia son mucho más que un mero epifenómeno cerebral.[22]

 

Sincronicidad

Por tal, se entiende a la simultaneidad de cierto estado psíquico y de uno o varios acontecimientos exteriores que se manifiestan como elementos objetivos paralelos en la vida del sujeto, y que le son significativos en relación con el estado subjetivo del momento y viceversa.

 

Arquetipos y sincronicidad

Otra implicancia del carácter psicoide del arquetipo, más radical aún, es que permite plantear el tema de la sincronicidad[23], al abolir la rigurosa separación entre “psique” y “mundo”, ya que una fuerza arquetípica puede manifestarse en el mundo subjetivo, y también en el objetivo.

Las consecuencias epistemológicas de la noción de sincronicidad son inestimables aún hoy, pues la misma –la noción de sincronicidad-, deja abierta la puerta no sólo a la correlación entre el mundo externo y el mundo interno, sino que también deja planteada la vinculación entre Psique y Cosmos, dado el carácter extendido de lo psicoide.

En síntesis, así vemos, cómo el descubrimiento de una dimensión psíquica inconsciente, y además de una dimensión inconsciente colectiva, con sus fuerzas arquetípicas y con las manifestaciones sincronísticas, nos plantea la necesidad de una lectura simbólica de la realidad objetiva exterior, en resonancia con los estados subjetivos internos. Sin embargo, solemos temerle a la idea de un inconsciente, pues al “yo” le aterra quedar expuesto a lo que está más allá de su control.

 

“Es este miedo a la psique inconsciente el mayor obstáculo en el camino, no sólo al autoconocimiento, sino también a la comprensión y difusión del conocimiento psicológico.”[24]

 

4. El proceso de individuación y Arquetipo del Selbst

 

Jung denominó “proceso de individuación” a este proceso de despliegue, que es autónomo de la voluntad consciente, aunque portador de un sentido y dirección –no evidentes en lo inmediato-, y que se nos va revelando sólo si tomamos grandes períodos temporales en la vida de un humano o de un colectivo humano.

En efecto, Jung observó que en todo ser humano existía la manifestación espontánea de un proceso inconsciente cuyo sentido de vida es la realización del Selbst[25].

El psiquiatra suizo también observó que el proceso de individuación respetaba una ley y tenía un sentido, a pesar de la variedad y complejidad de patrones y configuraciones que éste producía en cada sujeto. Tiene unadirección, y un fin o meta en cada ser humano. La dirección es hacia el despliegue de una conciencia cada vez más amplia. El factor operativo de este proceso es el arquetipo del Selbst, mediante la presión que éste ejerce a la conciencia para conciliar aspectos considerados por ella, antinómicos u opuestos.

La meta del proceso de individuación no es un ser humano perfecto, sino un ser humano íntegro[26], que ha sabido ir reconociendo y conciliando sus propias oscuridades con las luminosidades, como así también las del entorno. La meta de la individuación,  la actualización del Selbst,[27] nunca es plenamente alcanzada:

 

“La meta de la individuación es importante sólo como una idea. La cuestión esencial es la Obra (Opus) que conduce a la meta: ésa es la meta de vida.”[28]

 

“Debido a que trasciende la conciencia, el arquetipo del Selbst nunca puede ser totalmente aprehendido, y debido a esto, su infinitud nunca puede ser completamente vivenciada en la vida actual. Una “individuación exitosa” nunca es total, es sólo un alcance óptimo de totalidad. Sin embargo, es precisamente la imposibilidad de la meta lo que la hace tan significativa.”[29]

 

A medida que crece la comprensión del sentido de la propia vida, va sucediendo pari pasu otro tanto con el sentido de la condición humana como especie, y aún más, con respecto al vínculo “ser humano”–planeta, y “ser humano”–Cosmos. A la concientización creciente de este vínculo de analogía (o fractal) entre “microcosmos” y macrocosmos”, Jung lo refiere como una coincidencia entre la experiencia del Selbst con la del Unus Mundus[30].

 

“La individuación es exclusivamente adaptación a la realidad interior, por lo que es un proceso “místico”.”[31]

 

Hay dos grandes momentos en el proceso de individuación. Durante el primero, se desarrolla un necesario conocimiento del mundo profano [32]; y durante el segundo, existe la posibilidad de una apertura a la instalación de una dimensión sagrada[33], otorgadora de sentido y de dirección a la propia existencia.

 

Individuación, encuentro con la sombra, la hierogamia y el arquetipo del Selbst

 

Del mismo modo que durante el primer momento del proceso hay una necesidad de ir configurando y afianzando un centro de conciencia, que denominamos yo; durante el segundo, será imperativo ir integrando lasombra. El yo debe ser capaz de aceptar como propios, ciertos aspectos de su personalidad que tiene proyectados.

 

“Si existe ya en el sujeto (singular o colectivo) cierta integración mínima de la propia sombra, esto significa que ya ha atravesado un conflicto moral de aceptación de rasgos propios o atributos que desvalorizaba o negaba viviéndolos como ajenos. Cuando se instala la necesidad de confrontar la sicigia[34], la vivencia es de confrontación de la personalidad con el inconsciente, el cual, asume un signo o polaridad complementaria al del consciente. Es decir, el hombre irá al encuentro de su ánima (lado femenino), y la mujer de su ánimus (lado masculino).”

 

El ánima y el ánimus[35] representan funciones que el inconsciente colectivo transmite al consciente para ser integrados. Trata del arquetipo de la pareja divina o sicigia. El principio femenino, el ánima,predomina en las mujeres; y el masculino, el ánimus; en los varones.

El arquetipo del Selbst suele ser definido como el arquetipo de la totalidad de la psique. Por ejemplo, la psicóloga junguiana Jolande Jacobi lo expresa de este modo:

 

“El sí mismo es una magnitud superior al yo consciente. Incluye no sólo la parte consciente de la psique, sino también la parte inconsciente, y es también por este motivo la personalidad que “también somos nosotros.”[36]

 

“…el yo es sólo el sujeto de mi conciencia, pero el sí mismo es el sujeto de mi psique entera, también, por tanto, de la psique inconsciente.”[37]

 

Sin embargo, toda definición conceptual, en cuanto a arquetipos se refiere, y en particular en este caso especialmente, queda sumamente estrecha y dice muy poco de lo que será una dramática e intransferible vivencia para el sujeto que la atraviesa, así como de inconmensurable será la confrontación entre los opuestos que representa: De un lado del espectro, hay una tensión insoportable que atraviesa al ego, y del otro, la posibilidad de un estado de gracia y comunión en el cual los opuestos (ego vs. Totalidad, Bien vs. Mal, consciente vs. Inconsciente, etc.) alcanzarán eventualmente una resolución dialéctica, mediante una integración trascendente en un “tercero incluido”[38].

La confrontación con el arquetipo del Selbst es, podríamos decir, la meta de la individuación. Se expresa en arquetipos de totalidad como los mandalas, la cuaternidad, o imágenes divinas. Sin embargo, lejos de tener una posición ingenua, Jung advertía de la importancia de una conciencia que estuviera bien afianzada en sus funciones de brindar luz –a modo de un faro- a los contenidos numinosos del inconsciente:

 

“Cabe considerar como una catástrofe psíquica que el yo sea asimilado por el sí mismo. La imagen de la totalidad permanece en el inconsciente. Por lo tanto, participa por un lado de la naturaleza arcaica de éste(…)…si el yo cae por determinado lapso bajo el control de algún factor inconsciente, se perturba su adaptación y queda abierta la puerta para accidentes de toda clase.

Es de suma importancia anclar al yo en el mundo consciente y afianzar la conciencia por medio de una adaptación lo más precisa posible.”[39]

 

El proceso de individuación colectivo

 

“Para mí, el alma del pueblo no es sino una formación algo más compleja que la del individuo”[40]

 

Jung observa que si bien el Selbst  se manifiesta de modo único en el proceso de individuación de cada sujeto; también enfatiza que es universal y eterno. Lo individual y lo universal no son incompatibles entre sí. Lo individual es abarcado e incluido en lo universal.

Desde esta perspectiva, nos remite a considerar la posibilidad de un proceso individual colectivo.

Así como el proceso de individuación individual es observable a lo largo de toda una vida de un ser humano; en forma análoga, el proceso de individuación colectivo va tomando forma a través de la ampliación y diferenciación gradual de la conciencia colectiva a lo largo de los siglos y milenios.  

 

HIPÓTESIS

  

            La ciencia actual, a través de los descubrimientos astronómicos, astrofísicos y cosmológicos recientes nos ha hecho llegar hasta el Punto Originario de creación del Universo, el Big Bang.

            Desde un abordaje simbólico y no meramente semiótico, este Punto Originario del Cosmos –el Bing Bang- está sincronísticamente relacionado con el Selbst y la vivencia del Unus Mundus.[41]

            De este modo, para la psicología analítica profunda, los descubrimientos astronómicos, astrofísicos y cosmológicos recientes están correlacionados con un hecho psíquico sin antecedentes históricos: la conciencia colectiva de la humanidad (y no ya meramente la de un ser humano), está expuesta a una constelación del Arquetipo del Selbst, pero esta vez, en escala planetaria y no sólo personal.

 

TESIS

 

La humanidad está siendo aceleradamente confrontada en su proceso de individuación colectivo con el arquetipo del Selbst[42], y esta situación inédita tiene dos posibilidades resolutivas: atravesarlo sanamente (estableciendo una relación dialéctica entre las dos dimensiones de la psique: consciente e inconsciente); o negativamente, (quedando expuesta a un contacto con el aspecto numinoso del Selbst).

DESARROLLO DEL TEMA

 

“Empero, que Quien gobierna mi destino, dirija el rumbo de mi nave”

Shakespeare, “Romeo y Julieta”, Escena 4, (254).

 

Introducción

 

Los avances científico-tecnológicos y la pérdida del sentido mítico: Si algo llama y seguirá llamando nuestra atención cuando miremos retrospectivamente al pasado siglo XX y a los comienzos del siglo XXI, será entre otras cosas, el tremendo y acelerado desarrollo de la ciencia y de la tecnología.

            Sin embargo, nos encontramos con la paradoja de que tanta “ciencia” va acompañada -como nunca antes en la historia conocida de la Humanidad- de un vacío de sentido, de una desvalorización del mito, y de su consecuente falta de efectividad: En una palabra, los símbolos dejaron de hablarnos, o para ser más justos, nosotros, humanos post modernos[43], dejamos de escucharlos. Por el momento, dejaré este tema en suspenso, y lo retomaré más adelante; sin embargo, me interesa remarcar ya desde el inicio, nuestra actual situación colectiva de una tremenda disminución en el ejercicio cotidiano de apertura al universo de lo simbólico. Nuestro mundo ha perdido espesor, vivimos en la superficie unidimensional semiótica, cerrada, del signo.

            Es decir, abordamos la vida con un exceso de intelectualidad y materialismo, dejando de lado otras funciones humanas naturales, entre otras, nuestra capacidad simbólico/mítico/religiosa, la cual nos enraíza con la vivencia de lo sagrado. En este sentido, Jung consideraba lo siguiente:

 

“…una función natural existente desde siempre no puede suprimirse mediante una crítica racionalista e ilustrada” (…)[44]

“Cada vez que el hombre pierde una de sus funciones naturales[45], es decir, cada vez que una función natural queda excluida de la actividad consciente y deliberada, surge una perturbación general. Es por lo tanto perfectamente natural que con el triunfo de la Diosa Razón se instaure una general neurotización del hombre moderno, es decir, una disociación de la personalidad análoga a la actual división del hombre moderno.”[46]

 

Los avances científico – tecnológicos y el origen de la Vida: Otro contraste impactante al apreciar el desarrollo científico – tecnológico, es que éste permite con su tremendo avance, un adelanto que curiosa y paradojalmente nos habilita para ir hacia atrás, hacia la fuente de origen, como nunca antes, y llegar a la cuestión del Punto Primordial, o de la Base, en distintas disciplinas. Citemos algunos casos notables:

            En biología, por ejemplo, los avances han permitido decodificar el genoma humano[47]. En el ADN se encuentra inscripto nada menos que el misterio del origen orgánico, físico y funcional del ser humano. El denominado “Proyecto genoma”, se inició en la década de los ´90, con el fin de determinar la secuencia de pares de bases químicas que componen el ADN y para cartografiar los aproximadamente 25.000 a 30.000 genes del genoma humano. Hace algunos años, líderes mundiales anunciaron que el genoma humano, se había decodificado. Si bien todo conocimiento científico siempre es relativo, no obstante, es notable haber logrado este “mapeo” del origen de la vida humana.

            En paleontología (del griego palaios: “antiguo”, onto: “ser”, logos: “ciencia”), ciencia que estudia e interpreta el pasado de la vida sobre la Tierra a través de los fósiles, se está trabajando[48] en el límite entre lo humano y lo animal, es decir, también en este ámbito estamos “tocando” nuestros orígenes como especie. En el año 2009, se hizo un anuncio de un importante “hallazgo del eslabón perdido”. Si bien el concepto de eslabón perdido está en desuso hoy en día,   porque se considera que no hay “uno”, sino muchos eslabones. Por esta razón, los hallazgos no son vistos como eslabones de una cadena, sino más bien como partes de un gran árbol. No obstante, es imprescindible reconocer, que aunque no pueda determinarse con exactitud si venimos o no del mono, hubo avances tremendos en relación a nuestros orígenes como especie, y que la ciencia se está moviendo allí, en ese interregno entre simios, y humanos…

            En arquelogía[49] se han descubierto ciudades antiquísimas que estaban hundidas, tapadas por las selvas, o debajo de ciudades más modernas. En todo caso, también en este campo hubo avances que nos llevan hacia atrás hasta los orígenes de la civilización.

 En matemática, en lo que podríamos denominar una arqueología de la matemática, se vienen realizando estudios, por ejemplo, que tienen como hipótesis una unidad de medida antigua. Ésta sería la denominada “yarda megalítica”, la cual formaría parte de un sistema de medida integrado (común) ya desaparecido pero que constituyó no sólo la base de nuestro sistema métrico convencional y el del británico, sino también las bases de construcciones muy pretéritas como las de Stonhenge y la de las pirámides. Estos estudios, ponen en tela de juicio lo que se sabía acerca de los orígenes de las medidas del mundo moderno dándole una nueva dimensión[50].

            En antropología, se ha desarrollado la escuela antropológica mitográfica, representada principalmente por Ernst Cassirer, Mircea Eliade y Gilbert Durand, quienes, con gran esfuerzo, han realizado la tarea de intentar conectar al hombre actual con sus orígenes, del cual se encuentra prácticamente desenraizado. En esta dirección de trabajo, han recolectado un formidable material histórico que evidencia aspectos comunes de las distintas culturas antiguas. A partir de la evidencia proporcionada por este material, se desprendería la presencia transcultural de una sabiduría perennis, presente desde los inicios mismos de la civilización.[51]

La psicología no se ha quedado atrás: también ha penetrado profundamente en los misterios de los orígenes de la psique. Y Jung en particular, fue quien conceptualizó la noción de inconsciente colectivo para referirse a la base psíquica común, los estratos psíquicos originarios sobre los cuales se sustentan las psiques individuales. Es en esas capas psíquicas primigenias donde se borran los límites entre psiqué, materia y espíritu.

            En astrofísica[52] y en cosmología[53], por primera vez en la historia, hay elementos con valor experimental que permiten ya no sólo hipotetizar acerca del origen y nacimiento de nuestro sistema solar, sino realmente pesquisarlo a través de los materiales recogidos por las múltiples sondas lanzadas al espacio, de los cometas, etc. De hecho, en este mismo campo los logros son tales, que hoy podemos presenciar y acompañar visualmente la gestación de estrellas y de sistemas solares, así como el nacimiento y la muerte de los mismos, la formación de agujeros negros y su modus operandi.

            Las observaciones de la morfología y estructura de las galaxias y cuásares han proporcionado una fuerte evidencia del Big Bang. La combinación de las observaciones con la teoría sugiere que los primeros cuásares y galaxias se formaron alrededor de mil millones de años después del Big Bang. Asimismo las observaciones sugieren que el universo como lo conocemos empezó hace aproximadamente 13.700 millones de años. Nuevamente –esta vez, en el ámbito de la astrofísica y la cosmología- nos encontramos tocando el tema del origen, en este caso, nada más y nada menos que del universo, de las galaxias, de los sistemas solares, de los soles y de los planetas…

 

Constelación del Arquetipo del Selbst: Hasta aquí, citamos a modo de ejemplo, sólo algunos de los campos en que la ciencia con sus adelantos, nos posibilitó casi irónicamente, “retroceder” hasta nuestros momentos de inicio.

 

Observados estos “avances” que nos “hacen regresar” al punto primordial y originario de la vida en tantos campos simultáneamente, no puede pasar inadvertido para un psicólogo junguiano que esta situación nos “está hablando” simbólicamente de un arquetipo que viene constelándose con fuerza arrolladora en niveles colectivos y ya no meramente personales. Nos referimos al arquetipo del Selbst o arquetipo de totalidad psíquica.

 

            El hecho de que la ciencia en sus diferentes ramas nos lleve a la cuestión de los orígenes –ya sea del universo, de la biología humana, de las profundidades más arcaicas de la psique, o de nuestra civilización- marca una dirección, un telos en el proceso de desarrollo humano.

             Si de modo tan contundente la ciencia apunta notablemente hacia el origen, independientemente de las complejidades que presenta cada disciplina con sus específicos grados de especializaciones; es imperativo ver las implicancias simbólicas de este hecho, y destacar ese algo que insiste diría, hacia ese lugar común -el núcleo, la raíz o punto originario que sostiene lo viviente-. En el simbolismo tradicional, y específicamente en el junguiano, esto está correlacionado con el arquetipo del Selbst, arquetipo de totalidad psíquica, de origen y de destino.

            Entonces, si algo nos está conduciendo hasta nuestro origen, es necesario que nos preguntemos:-“¿Qué está simbolizando? ¿Qué está diciéndonos si somos capaces de abrir nuestras mentes y corazones, y escuchar? ¿Qué pueden representar para la Psique Colectiva estos hallazgos, cuyo factor común es el estar bordeando con insistencia ese punto inicial, originario?”

 

Arcaico significa inicial, primigenio” (…) “…la psicología arcaica no es solamente la psicología de los primitivos, sino también la del hombre moderno civilizado…” “Igual que nuestro cuerpo sigue siendo el de un mamífero, (…) también nuestra alma es un producto evolutivo que si nos remontamos a sus orígenes, sigue poniendo de manifiesto innumerables arcaísmos.”[54]

 

En palabras del propio Jung encontramos alguna pista, cuando en su libro Aión, expresa comentado acerca de la “chispa inicial[55]:

 

“Se trata de una típica simbólica de individuación”. (…)

“El símbolo del punto llega hasta la alquimia, donde representa la “sustancia arcana”; así en Michael Maier[56] el punto significa “la pureza” u homogeneidad de la esencia”. “En la yema, es el punto solis(punto solar) lo que se convierte en huevo” (…) “…igualmente dice John Dee [57]-que todas las cosas han tenido comienzo sobre la base del punto y de la mónada.”

 

En síntesis, es mi intención a lo largo del trabajo que estoy presentando, señalar dos significativos hechos actuales que determinan una situación inédita para la humanidad:

 

1.      Hay una constelación colectiva del arquetipo del Selbst, hecho explícito en los hallazgos del avance científico como recién hemos visto. En mi tesina, escogí restringirme -a modo de ejemplo y demostración, ilustrativo de esta situación- al desarrollo histórico de la concepción astronómica del universo, partiendo del momento en que a nivel colectivo se consideraba a la Tierra, a) como un cuerpo en reposo y b) como el centro de un universoestacionario, en equilibrio e infinito. Luego, saliendo de ese momento primitivo de la humanidad, realizaremos un recorrido histórico–científico (con sus implicancias epistemológicas y psicológicas) hasta llegar a la actual posición académica del siglo XXI de: I) un universo dinámico, en el cual nuestro planeta parece sólo un pequeño “grano de mostaza[58]”, en relación a la enormidad del Cosmos, y II) en el que se sabe que hubo un comienzo(el Big Bang, estando este descubrimiento correlacionado con la constelación del Selbst), que el universo está en expansióny que habrá un final.

 

2.      Este énfasis en la cuestión del punto primordial y de los orígenes, prácticamente omnipresente en la ciencia, acontece en un período de una oscuridad espiritual sin antecedentes, caracterizado por una ciencia sin alma, y por una cultura reducida a la estrechez semiótica unilateral y cerrada de los signos lingüísticos; una ciencia y una cultura que –salvo excepciones- dan la espalda al mundo polisémico de los símbolos y consecuentemente a su potencialidad  transmutadora.

 

Por tal motivo, nos encontramos en un punto de cruce civilizatorio en condiciones de fragilidad:

a)      Por un lado, cuando se constela el Selbst -en tanto arquetipo de totalidad psíquica, y en la medida que representa una complexio oppositorum- confronta intensamente a las fuerzas conscientes con las del inconsciente. En este caso, nos estamos refiriendo, remarco una vez más, al proceso de individuación colectivo. Y en tanto actualización de una complexio oppositorum, la constelación de este arquetipo implicará la necesidad de que nuestra psique acepte el reto de la tensión resultante de toda vivencia paradojal.[59]

b)      Por otro lado, estamos enfrentando este gran desafío de modo muy unilateral con sólo una parte de nuestros recursos psíquicos. Como no trabajamos hacia una dirección integradora de las potencias conscientes con las del inconsciente, estamos convocando a voces, a una compensación enantiodrómica cuyos alcances, en principio, son de inestimable magnitud por el carácter colectivo de tal empresa. Tenemos frente a nosotros una gran amenaza para el destino humano; y también –por paradojal que parezca- una gran oportunidad.

 

Citamos a continuación, algunos párrafos en los que Jung se refiere por un lado, al peligro de la crisis actual. Y luego, a la referencia que el mismo autor al hace mismo tiempo, acerca de la oportunidad que este momento representa para el ser humano.

Con respecto al peligro de la condición humana actual expresa:

 

“¿Qué nos reserva el futuro? Esta pregunta ha tenido ocupada a la humanidad desde tiempo inmemorial, aunque no en igual medida. (…)…sobre todo los tiempos de conflictos físicos, económicos y espirituales obligan a dirigir la vista, con amedrentada esperanza, hacia el futuro, anticipando utopías o visiones apocalípticas. (…) Vivimos hoy, cabe decir, en vísperas del cumplimiento del segundo milenio, un tiempo que nos sugiere imágenes apocalípticas de destrucción a escala mundial. (…) ¿Qué va a ocurrir con nuestra cultura, con nuestra condición humana, si empiezan a hacer explosión las bombas de hidrógeno o si acaban extendiéndose por toda Europa las tinieblas espirituales y morales del absolutismo estatal? No tenemos ningún motivo para tomarnos esta amenaza a la ligera”[60]

 

Con respecto a la oportunidad de la condición humana actual señala:

 

“El enorme aumento, a escala mundial, del interés por lo psicológico durante los últimos dos decenios muestra irrefutablemente que la consciencia moderna se ha retirado un tanto de lo exterior material volviéndose hacia la interioridad subjetiva” (…) “El interés psicológico, propio de nuestro tiempo,  espera algo del alma…” (…) “No me refiero meramente al interés por la psicología como ciencia, ni mucho menos al interés todavía más limitado por el psicoanálisis de Freud, sino a ese gran aumento, francamente general, del interés por todo tipo de fenómenos anímicos, incluyendo el espiritismo, astrología, teosofía, parapsicología, etc. Desde finales del siglo XVI y durante el s. XVII no ha visto el mundo nada semejante. (…) No es ir demasiado lejos afirmar que la conciencia moderna, a diferencia de lo que ocurría en el s. XIX, se ha vuelto hacia el alma con las más íntimas y fuertes expectativas[61], y no en el sentido de ninguna confesión tradicional conocida sino en sentido gnóstico. El hecho de que estos movimientos adopten un tinte científico (…) es un signo positivo, pues se refieren a la ciencia, es decir, al conocimiento, en contraposición a la esencia de las formas religiosas occidentales, es decir, la fe. (…) Quiere saber, es decir, tener una experiencia primigenia.”[62]

 

“La época quiere experimentar por sí misma el alma. Quiere una experiencia primigenia, rechazando todos los presupuestos y a la vez, sirviéndose de ellos como medios para un fin, incluyendo las religiones conocidas y la ciencia propiamente dicha.”

 

“En la fascinación de la conciencia moderna por el alma veo yo el meollo del problema anímico de hoy. Visto de una manera pesimista es un fenómeno de descomposición, pero contemplado con optimismo es el germen esperanzador de una posible transformación más profunda de la actitud espiritual de Occidente.”[63]

 

            Semejante situación humana requiere del aporte colaborador de la totalidad de nuestras fuerzas psíquicas: De las conscientes, con su capacidad discriminadora y diferenciante, caracterizada por su lógica conceptual, dual y analítico-sintética. Pero también necesitamos integrar las fuerzas del inconsciente, mediante el ejercicio del diálogo consciente–inconsciente. Se requiere, para abordar esta complexio oppositorum que implica la confrontación con el arquetipo del Selbst, una conciencia receptiva al inconsciente, abierta a su lógica simbólica, plena de paradojas, misterios e incertezas, para ir concientizando o ligando aquello que aún está en penumbras para ella. Es imperativo  proveernos de coraje moral y psíquico, y hacer el trabajo necesario para ir disolviendo las proyecciones de lo no integrado a la conciencia.

            A lo largo del trabajo, intentaré plantear los posibles alcances masivos y los caminos de respuesta colectiva a la constelación del arquetipo del Selbst –los saludables y los perturbadores-; y también reflexionar acerca de qué puede implicar esta situación trascendente -para la psique de la especie- si la abordamos desde una cultura con semejantes desbalances y escisiones psíquicas (desarrollaré este tópico, más adelante, pero en principio, me refiero al escotoma[64] producido por una práctica científica intelectualista que deja de lado la dimensión simbólica).

En el trabajo actual, me limitaré a abordar la observación del proceso individual colectivo. Elegí como variable de observación para ir pesquisando el despliegue de la conciencia colectiva, al desarrollo astronómico, astrofísico y cosmológico desde la edad antigua hasta llegar a nuestros días, en que el nuevo “tercer ojo” desarrollado en nuestro planeta –el telescopio espacial Hubble- y los avances en físico matemática, nos han permitido llegar al momento de origen de nuestro universo –el punto inicial del Big Bang-, así como pueden anticipar teóricamente un final del mismo. Como psicólogos junguianos podemos y debemos preguntarnos: ¿Qué implicancias simbólicas pueden tener en la conciencia colectiva el descubrir que no sólo no somos el centro de nuestro sistema solar, sino que el Sol, nuestra estrella “eje”, es sólo una de entre cientos de miles de millones de otras estrellas de nuestra galaxia? ¿Y cómo impactará sobre la conciencia colectiva el hecho de que la Vía Láctea -galaxia a la cual considerábamos “el” universo in totto-, es sólo una galaxia más entre cientos de miles de millones de otras galaxias? Pero sobre todo, la pregunta a instalar es: ¿Qué está simbolizando en el proceso colectivo de individuación la comprobación experimental del Big Bang, el Punto de origen de este universo en que vivimos?

En lo que sigue desarrollaré el tema de Tesina en dos Partes. La Parte 1 estará dedicada al desarrollo astronómico, astrofísico y cosmológico a lo largo de la historia y a sus correlaciones con la maduración de la psique colectiva. En laParte 2 me ocuparé de las tremendas implicancias relacionadas con la constelación del Selbst en un alcance colectivo.

He agregado un Anexo al final del trabajo en el cual expongo algunas correlaciones notables entre la concepción junguiana de la psique y la física cuántica, en un humilde intento de hacer más evidente la unidad entre Phycis y Psique. Esta unidad fue propuesta en el siglo XX por Jung en su concepción psicoide del arquetipo, sin embargo, era ya aceptada por los alquimistas, gnósticos y cabalistas de todas las épocas.

 

 
21.03.2014 21:53
 
Por Wolfgang Giegerich 
 
Pasaje tomado de Neurosis, The Logic of a Metaphysical Illness [Neurosis, la lógica de una enfermedad metafísica] (Spring Journal Books, New Orleans, Louisiana) 2013, págs. 79-83. 
 
Traducción de Luis R. Álvarez y Alejandro Bica.
 
 
Tengo que expresar una precaución. Acerca de los así llamados neuróticos de su día, Jung dijo que muchos de ellos no habrían estado divididos en contra de sí mismos, es decir, no se habrían vuelto neuróticos, si hubiesen vivido en un período y en un medio en los cuales el hombre aún estuviese vinculado por el mito con el mundo de sus ancestros, y por lo tanto con la naturaleza realmente experimentada y no meramente vista desde fuera … (MDR p. 144). Si bien puedo estar de acuerdo con la expresión de esta visión, al menos en la medida en que también confirma la tesis de la historicidad de la neurosis, el significado que Jung probablemente conectó con esto es problemático, tan problemático como la siguiente tesis de Jung en la cual este significado se vuelve explícito. Leemos acerca de los dioses, “Hoy son llamados fobias, obsesiones, y así; en una palabra, síntomas neuróticos. Los dioses se han vuelto enfermedades; Zeus ya no rige en el Olimpo sino en el plexo solar, y produce especímenes curiosos para la sala de consulta del doctor …” (CW 13 § 54). Esta idea, que ciertamente fue característica para Jung y muy apreciada por él, por supuesto también puede ser vista como un ejemplo del cambio histórico al que Jung se refirió en las citas anteriores (1). Y para Jung ciertamente esta idea tiene su lugar junto con las citas previas acerca de la interiorización en el individuo humano del campo de batalla (previamente cósmico), en el cual una vez se libró la lucha entre la “luz” y la “oscuridad”. 
 
Sin embargo, la concepción que emerge de la última cita nos pone en el camino correcto y a la vez nos lleva por el equivocado. Nos pone en el camino correcto porque sin duda confirma la noción del enorme cambio histórico que es la condición de la posibilidad de la neurosis y de la psicología. Obtenemos una clara idea del tragar al que Jung había aludido. Aquello que una vez fueron los dioses y que tuvo su vida allí afuera en el Olimpo, o por encima de nosotros en el cielo o debajo de nosotros en el inframundo, ha sido tragado, por decirlo así, y ahora se agita en el plexo solar o en fobias, obsesiones, depresiones neuróticas, etc. 
 
Pero precisamente esta idea también nos muestra por qué tiende a llevarnos por mal camino. El error subyacente de Jung es que sugiere que en el tragar los dioses estos dioses sobrevivieron a este cambio de lugar, que meramente cambiaron su lugar de residencia (así como el nombre bajo el cual son apercibidos usualmente hoy). Los síntomas neuróticos son para Jung, sin lugar a dudas, los previos dioses “hundidos”, pero aún así en realidad aún son esos dioses. ¡Aún es Zeus, aunque por supuesto hablando metafóricamente, quién produce los curiosos especímenes para la sala de consulta del doctor! Esta es la razón por la cual Jung también pudo añadir a esta observación el siguiente comentario: “No es cuestión de indiferencia el que uno llame a algo una ‘manía’ o un ‘dios’. Servir a una manía es detestable e indigno, pero servir a un dios está lleno de significado y de promesa … Cuando el dios no es reconocido se desarrolla la egomanía, y de esta manía surge la enfermedad” (ibid. § 55), implicando así que simplemente deberíamos reconocer y servir a los dioses para no tener síntomas neuróticos. “Dios”, por un lado, y nuestros términos clínicos para síntomas y desórdenes, tales como “manía”, “fobia” u “obsesión”, por el otro lado, se refieren a la misma realidad, sólo que bajo nombres diferentes y desde puntos de vista diferentes. La realidad psicológica última es la misma. Por el mismo motivo Jung creyó que “Una psiconeurosis debe ser comprendida, en última instancia, como el sufrimiento de un alma que no ha descubierto su significado” (CW 11 § 497). 
 
Sin embargo, es al revés. La idea de que deberíamos descubrir nuestro “significado”, o el del alma, y de que la neurosis se debe a la pérdida o ausencia de “significado” es en sí misma una manifestación de la neurosis que este descubrimiento pretende curar. Esta idea es una trampa, una interpretación neurótica de la neurosis. La neurosis, sostengo, no tiene nada que ver en absoluto con el tema del significado o la falta de significado. No tiene nada que ver con el tema de los dioses o de servir a un dios. La neurosis tiene que ver con un tema enteramente diferente. 
 
Pienso que una razón por la cual fue posible para Jung tener estas ideas acerca de la neurosis fue que confundió dos cosas. Diagnosticó correctamente el fenómeno de un cambio histórico radical. Se había dado cuenta del hecho de que la historia como un todo está rota (en este contexto) en dos fases diferentes correspondientes a dos estados psicológicos muy diferentes. Esto es una cosa. La “sustancia” que atravesó ese cambio es la otra cosa. Está claro que el estado histórico previo fue un estado que puede ser correctamente descripto como caracterizado por la “animación primordial” de la naturaleza, la presencia de dioses en el mundo, o, más tarde, por la creación religioso-metafísica del mundo por el Dios único superior y la contención del mundo en el Plan de Salvación eterno de Dios. Estas condiciones pueden ser interpretadas anacronísticamente desde nuestro punto de vista moderno, como habiendo provisto “significado” a la vida en el mundo. Pero ni esta animación ni los dioses o Dios fueron la sustancia que cambió, es decir, que cambió de tal forma que precisamente persistió en esta forma alterada; no fue Zeus el que bajó del Olimpo y se convirtió en un síntoma psíquico o psicosomático en los individuos modernos. Más bien, la “sustancia” que cambió fue el alma. Ella (no él, Zeus) cambió de un estado que se caracterizaba por la necesidad previa del alma de expresarse a sí misma en el sentido de una animación de la naturaleza y en la fantasía (y la correspondiente experiencia) de dioses o Dios como presencias, a un nuevo estado en el cual el alma ya no sentía más la necesidad de expresar, y sin duda ya no era más capaz de expresar, su verdad más elevada en la fantasía de dioses o de Dios. El alma tenía necesidades diferentes. Es decir, Zeus (para mantenernos en este ejemplo) simplemente se desvaneció por completo en el punto de la transición, y los síntomas en el plexo solar son algo nuevo, una nueva “fantasía” necesitada por el alma para expresar su más alto valor de acuerdo al nuevo estatus lógico al cual había llegado mientras tanto. 
 
La Ilíada de Homero o la Antígona de Sófocles no se convirtieron en la Divina Comedia de Dante, y esta última no se transformó en la tragedia del Fausto de Goethe y más tarde en el Zarathustra de Nietzsche. Cada una de estas obras es una creación original independiente. Cada una está enraizada en su propio tiempo y expresa la verdad (o un aspecto de la verdad) de ese tiempo. Cada una es el auto-despliegue (parcial) del alma en la manera en que estaba constituida en el locus histórico respectivo. Sin duda, hay una metamorfosis del alma y de su verdad, una metamorfosis que conduce a la emergencia de diferentes imágenes, ideas y comportamientos simbólicos (culturales) dominantes como manifestaciones de las verdades del alma en el curso del tiempo histórico. Pero no es una metamorfosis de manifestaciones o productos particulares de tiempos anteriores, tales como “los dioses”, como “sustancias” persistentes, en la manifestación de la verdad de otras eras. Zeus simplemente murió (dejó el mundo) cuando ese tiempo de cuya verdad o profundidad del alma él había sido la expresión se terminó y dejó paso a otro símbolo. El cambio de forma no es un simple cambio de vestidura, de nombre o un simple cambio de lugar, que el mismo contenido o elemento atraviesa. Es un cambio fundamental. Equivale a una reconstitución y redefinición que abarca el “mundo” entero y todo lo que hay en él. 
 
El error de Jung, podemos decir ahora, fue en última instancia que a pesar de su idea básica e inestimable sobre el cambio de forma fundamental del alma, él eternalizó una forma positiva de manifestación de la vida del alma, esa forma que llamamos “dios(es)” y que fue relativa a una época histórica (muy larga), y la trató como si no fuese simplemente una forma de manifestación del alma, sino el alma misma, la sustancia subyacente que en su historia atraviesa cambios de forma. En el proceso de la metamorfosis del alma, eximió a esta forma (los dioses) de tener que verse inmersa en la negatividad absoluta del alma misma, de ser refundida en ello y así precisamente dar paso a otras formas de manifestaciones del alma. De esta manera lo que una vez había sido una forma de manifestación viviente involuntariamente se volvió, en el pensamiento de Jung, en una especie de positividad, en la suma total de estructuras “metafísicas” invariables (en última instancia) existentes (“arquetipos-en-sí-mismos”, los cuales por definición no están expuestos al curso del tiempo y sus cambios). El cambio de forma y de nombre que fue reconocido por Jung, tal como el cambio de “Zeus” a “síntoma neurótico” y el cambio de lugar del “Olimpo” al “plexo solar”, sólo fue un cambio superficial de nombre y vestimenta de lo que permaneció siendo lo mismo, un cambio en el nivel de las “imágenes arquetipales”, de las concepciones humanas, demasiado-humanas, no en el nivel de los “arquetipos-en-mismos” o en el alma. 
 
Pero en el momento en que se entiende que el alma es negatividad absoluta, ya no tenemos positividades o sustancias invariables que, a pesar de cualquier cambio exterior en sus apariencias o nombres, permanezcan igual, inmunes al tiempo histórico. El alma no debe ser imaginada como el agua o el vino que puede rellenar diferentes recipientes (botellas, vasos, cubos, copas, fuentes) y que sin embargo permanece igual. Más bien, el alma ES en sí misma historicidad. ES tiempo, Es vida, el proceso de sus manifestaciones, el despliegue de sus cambios de forma, y sólo es eso. Existe sólo en sus manifestaciones—sin nada detrás de ellas (nada de lo cual ellas serían las manifestaciones). Junto con el cambio de forma y nombre y el cambio de lugar (correctamente observado por Jung) también obtenemos una realidad fundamentalmente nueva del alma. “Las cosas viejas han pasado; contemplad, todas las cosas se han vuelto nuevas.” 
 
Los síntomas neuróticos no son, para quedarnos con el ejemplo de Jung, “Zeus” disfrazado, “Zeus” de incógnito (o cualquier otro dios o arquetipo no reconocido). La neurosis tampoco puede ser curada resolviendo este incógnito de manera que el dios nuevamente se pueda conocer conscientemente tras su forma moderna como síntoma neurótico (2), ni, de forma más general, por una reconexión del paciente con los dioses o por el encuentro de su “significado”. Si el paciente en su intento consiguiese refugiarse en tal sistema de creencias, podría, por supuesto, quedar subjetivamente aliviado de los síntomas neuróticos y de su previo sufrimiento (lo cual es algo cuyo valor yo no quiero subestimar), pero la neurosis misma, la estructura neurótica, sin embargo no se disolvería (3). Habría conseguido engañarse a sí mismo. 
 
 
Notas 
 
1. La neurosis sólo se ha vuelto posible desde que “la lucha de la luz contra la oscuridad transfirió su campo de batalla al interior {de la psique}” (CW 13 § 293, traducción modificada) y desde que “por primera vez desde el albor de la historia hemos conseguido tragarnos toda la animación {urprüngliche Beseeltheit} primordial de la naturaleza dentro de nosotros mismos” (CW 10 § 431, traducción modificada). El trabajo del psicoterapeuta “se lleva a cabo en una esfera en la cual el numen inmigró sólo recientemente y en la cual todo el peso de los problemas de la humanidad {menschheitsproblematik} ha sido desplazado (CW 16 § 449, traducción modificada). 
 
2. Es interesante que con la relación “Zeus” - “síntoma neurótico” la oposición entre significado latente y manifiesto aparece en el pensamiento de Jung, una oposición que enfáticamente rechazó cuando se trataba de la cuestión de la interpretación de los sueños. La diferencia con el pensamiento de Freud aún así permanece, ya que, después de todo, “latente” y “manifiesto” eran vistos por Freud en el contexto de “represión" y distorsión de un “sensor”, mientras que Jung piensa de forma mucho más neutra en términos del inconsciente versus la cognición, en términos de “ver a través” (como habría dicho Hillman) lo incógnito. 
 
3. Simplemente se habría desplazado de la persona al sistema de creencias, a la teoría, es decir, de su subjetividad e identidad personal individual encarnada a algo universal y objetivo (constructos metales).
 
16.03.2014 15:03
Una pequeña joya de psicología y espiritualidad #TITRE
Tortuga, como regalo de Navidad a sus lectoras y lectores, ofrece un hermoso texto del jesuita (cuestionado y censurado en sus escritos por Ratzinger cuando era Prefecto del Santo Oficio) Tony de Mello. Este escrito singular nos proporciona un excepcional punto de vista para observar, contemplar y vivir la vida conquistando una libertad personal que nos puede ayudar a abrir las puertas a la felicidad. 
La filosofía de Tony de Mello aúna una finura psicológica única con una espiritualidad ecuménica que incluye todas las religiones, especialmente las orientales, consiguiendo una visión de gran tolerancia y respeto a las diferencias. 
La transcripción es de una calidad un tanto escasa y dificulta un poco la lectura. Aún así la calidad del contenido se impone a la forma. Es por ello por lo que esperamos que disfruten este documento tanto como nosotros.
 
Tomamos la publicación de ésta página web.
 
LA ILUMINACION ES LA ESPIRITUALIDAD
 
El curso completo de Autoliberación Interior que Tony de Mello impartió en Barcelona del 19 al 26 de agosto de 1986, meses antes de partir hacia la Eternidad, dio como resultado un libro, gracias a los apuntes casi taquigráficos de una de las participantes del curso. El que ahora tú, amiga, amigo...lo puedas disfrutar, se debe al esfuerzo de horas de trabajo de nuestro gran amigo RIGOFONO, quien participa activamente en nuestro Grupal de Tony de Mello, en la Red.
 
Cuenta de diez capítulos a saber:
 
I ¡Despierta! ¡Felicidad eres tú! 
II ¡Desprográmate! ¡Sé tu mismo! 
III ¡Reconoce tu añadidura! 
IV Amar es escuchar a todos los instrumentos 
V El miedo se aprende 
VI El tesoro esta dentro de ti 
VII El ser es lo que vale 
VIII Dios está en la vida 
IX El amor, esa maravilla 
X El texto es la vida
 
PRIMER CAPITULO
 
¡DESPIERTA! ¡FELICIDAD ERES TÚ!
 
QUE ES DESPERTARSE????
 
Despertarse es la espiritualidad, porque sólo despiertos podemos entrar en la verdad y descubrir qué lazos nos impiden la libertad.
 
Esto es la iluminación. Es como la salida del sol en la noche, la luz sobre la oscuridad. Es la alegría que se descubre a sí misma, desnuda de toda forma.
 
Esto es la iluminación.
 
El místico es el hombre iluminado, el que todo lo ve con claridad, porque está despierto.
 
No quiero que os creáis lo que os digo, por que yo lo digo, sino que cuestionéis cada palabra y analicéis su significado y lo que os dice en vuestra vida personal; pero con sinceridad, sin auto engaños por comodidad o por miedo.
 
Lo importante es el Evangelio, no la persona que lo predica, ni sus formas. No la interpretación que se le ha dado siempre o la que le da éste o aquel, por muy canonizado que esté. Eres tú el que tiene que interpretar el mensaje personal que encierra para ti, en el ahora. No te importe lo que la religión o la sociedad prediquen.
 
La sociedad sólo canoniza a los que se conforman con ella. En el tiempo de Jesús y ahora. A Jesús no pudieron canonizarlo y por eso, lo asesinaron.
 
¿Quiénes creéis que lo mataron? ¿Los malos? No. A Jesús lo asesinaron los buenos de turno, los más respetados y creídos en aquella sociedad. A Jesús lo mataron los escribas, los fariseos y los sacerdotes; y si no andas con cuidado asesinarás a Jesús mientras vives dormido.
 
ESTÁS DORMIDO
 
¿Y cómo sabré si estoy dormido? Jesús os lo dice en el evangelio: 
"¿Por que decís señor, Señor, si no hacéis lo que os digo?" Si no hacemos lo que Dios quiere y nos dedicamos a fabricarnos un Dios "Tapa agujeros", es que estamos dormidos. Lo que importa es responder a Dios con el corazón. No importa ser ateo, musulmán o católico: lo importante es la circuncisión y el bautismo del corazón. El estar despierto es cambiar tu corazón de piedra por uno que no se cierre a la Verdad.
 
Si estás doliéndote de tu pasado, es que estás dormido. Lo importante es levantarse para no volver a caer. La solución está en tu capacidad de comprensión y de ver otra cosa que lo que se permite uno ver. Ver lo que hay detrás de las cosas. Cuando se te abran los ojos, verás cómo todo cambia, que el pasado está muerto, por que sólo el presente está vivo si tú estás despierto en él.
 
Metanoia quiere decir despertarse y no perderse la vida. Es vivenciar el presente. Para saber esto hay un criterio: ¿tú sufres? Es que estás dormido. Es igual que sepas muchas cosas y te dediques a salvar a las personas. "El ciego que guía a otro ciego" quiere decir que los dos están dormidos. Si sufres es que estás dormido. Me dirás que el dolor existe. Si, es verdad que el dolor existe, pero no el sufrimiento. El sufrimiento no es real, sino una obra de tu mente. Si sufres es que estás dormido por que en sí, el sufrimiento no existe, es un producto de tu sueño, y si estás dormido, verás a un Jesús dormido, que tú te has imaginado, que nada tiene que ver con el Jesús real, y eso puede ser muy peligroso.
 
Calderón dice: "Todo es según el color del cristal con que se mire". Si estás dormido no serás capaz de ver más que cosas dormidas, y tú no te darás cuenta hasta que despiertes. Pasará la vida por ti sin que tú la vivas.
 
Si tienes problemas es que estás dormido. La vida no es problemática. Es el "yo" (la mente humana) el que crea los problemas. A ver si eres capaz de comprender que el sufrimiento no está en la realidad sino en ti. Por eso en todas las religiones se ha predicado que hay que morir al "yo" para volver a nacer. Este es el verdadero bautismo que hace surgir al hombre nuevo. La realidad no hace problemas, los problemas nacen en la mente cuando estás dormido. Tú pones los problemas.
 
DESPIERTA!!!
 
¿Se puede decir que en estos últimos días no te has sentido como un hombre libre y feliz, sin problemas ni preocupaciones? ¿No te has sentido así? Pues estás dormido. ¿Qué ocurre cuando estás despierto? No cambia nada, todo sigue igual, pero tú eres el que ha cambiado para entrar en la realidad. Entonces lo ves todo claro.
 
Le preguntaron a un maestro oriental sus discípulos: "¿Que te ha proporcionado la Iluminación? Y contestó: "Primero tenía depresión y ahora sigo con la misma depresión, pero la diferencia está en que ahora no me molesta la depresión".
 
Estar despierto es aceptarlo todo, no como ley, como sacrificio, ni como esfuerzo, sino por iluminación. Aceptarlo todo porque lo ves claro y ya nada ni nadie te puede engañar. Es despertar a la luz. El dolor existe. El dolor existe, y el sufrimiento sólo surge cuando te resistes al dolor. Si tú aceptas el dolor, el sufrimiento no existe. El dolor no es inaguantable, porque tiene un sentido comprensible en donde se remansa. Lo inaguantable es tener el cuerpo aquí y la mente en el pasado o en el futuro.
 
Lo insoportable es querer distorsionar la realidad que es inamovible. Eso sí que es insoportable. Es una lucha inútil como es inútil su resultado: el sufrimiento. No se puede luchar por lo que no existe.
 
No hay que buscar la felicidad en donde no está y tomar la vida por lo que no es vida, porque entonces estaremos creando un sufrimiento que sólo es el resultado de nuestra ceguera y, con él, el desasosiego, la congoja, el miedo, la inseguridad... Nada de esto existe sino en nuestra mente dormida. Cuando despertemos, se acabó.
 
IMPORTA LA VIDA
 
El ir contra la realidad, haciendo problemas de las cosas, es creer que "tú" importas, y lo cierto es que tú como personaje individual, no importas nada.
 
Ni tú, ni tus decisiones ni acciones importan nada en el desarrollo de la vida; es la vida la que importa y ella sigue su curso. Sólo cuando comprendes esto y te acoplas a la unidad, tu vida cobra sentido. Y eso queda muy claro en el Evangelio. ¿Importaron todas las transgresiones y desobediencias para la historia de la salvación? ¿Importa si yo asesino a un hombre? ¿Importó el que asesinaran a Jesucristo? Los que lo asesinaron creían estar haciendo un acto bueno de justicia, y lo hicieron después de mucho "discernimiento".
 
Jesús era portador de la luz y por ello predicaba las cosas más raras y contrarias al judaísmo, a sus creencias e interpretaciones religiosas: Hablaba con las mujeres, comía con los ladrones y prostitutas. Pero, además, interpretaba la ley con profundidad, cargándose las reglas y sus formas. "los sabios" y los "poderosos" tenían que cargárselo. ¿Podía ser de otra manera? Era necesario que muriera así asesinado y no enfermo de vejez.
 
Cuentan que un rey godo se emocionó al oír el relato de Jesús y dijo: "¡De estar yo allí, no se lo hubieran cargado!". 
¿Lo creemos así, como este rey godo? Dormimos.
 
La muerte de Jesús descubre la realidad de una sociedad que está dormida, y por ello, su muerte es la luz. Es el grito para que despertemos.
 
NO TE ATES
 
¿Qué falta para despertarse? no hace falta esfuerzo, ni juventud ni discurrir mucho. Sólo hace falta una cosa: la capacidad de pensar algo nuevo, de ver algo nuevo y de descubrir lo desconocido. Es la capacidad de movernos fuera de los esquemas que tenemos. Ser capaz de saltar sobre los esquemas y mirar con ojos nuevos la realidad que no cambia.
 
El que piensa como marxista, no piensa; el que piensa como budista no piensa; el que piensa como musulmán, no piensa... y el que piensa como católico tampoco piensa. Ellos son pensados por su ideología. Tú eres esclavo en cuanto no puedes pensar por encima de tu ideología, y por ello es tan mal recibido. El profeta es el pionero que se atreve a elevarse por encima de los esquemas abriendo camino.
 
La Buena Nueva fue rechazada porque no querían la liberación personal, sino un caudillo que los guiase. Tememos el riesgo a volar por nosotros mismos, tenemos miedo a la libertad, a la soledad, y preferimos ser esclavos de unos esquemas. Nos atamos voluntariamente, llenándonos de pesadas cadenas y luego nos quejamos de no ser libres. ¿Quien te tiene que liberar si ni tú mismo eres consciente de tus cadenas?
 
Las mujeres se atan a sus maridos, a sus hijos. Los maridos a sus mujeres, a sus negocios. Todos nos atamos a los deseos y nuestro argumento y justificación es el "amor" ¿Que amor? La realidad es que nos amamos a nosotros mismos, pero con un amor adúltero y raquítico que sólo abarca el "yo", el ego. Ni siquiera somos capaces de amarnos en libertad. Entonces, ¿cómo vamos a saber amar a los demás aunque sean nuestros esposos o nuestros hijos? Nos hemos acostumbrado a la cárcel de lo viejo y preferimos dormir para no descubrir la libertad que supone lo nuevo.
 
NO CONFUNDAS LOS SUEÑOS
 
Vosotros estáis dormidos porque, si no, ya no necesitaríais leer este curso. Si y lo vierais todo con ojos nuevos, ya no necesitaríais venir a despertaros.
 
Pero si sois capaces de reconoceros dormidos, ser conscientes de que no estáis despiertos, ya es un paso. Pues lo peor y más peligroso del que duerme es creer que está despierto y confundir sus sueños con la realidad. Lo primero que necesita para despertar es saber que estáis durmiendo y estáis soñando.
 
La religión es una cosa buena en sí, pero en manos de gente dormida, puede hacer mucho daño. Y lo podemos ver muy claramente por la historia de una religión que, en el nombre de Dios cometió tantas barbaridades creyendo hacer el bien. Si no sabes emplear la religión en esencia, en libertad, sin fanatismos ni ideologías de un color u otro, puedes hacer mucho daño y de hecho, se sigue haciendo.
 
Para despertar hay que estar dispuesto a escucharlo todo, más allá de los cartelitos de "buenos y malos", con receptividad que no quiere decir credulidad. Hay que cuestionarlo todo estando atento a descubrir las verdades que puedan encerrar, separándolas de lo que no son. Si nos identificamos con las teorías sin cuestionar la razón - y sobre todo con la vida - y nos las tragamos almacenándolas en la mente, es que seguimos dormidos. No has sabido asimilar esas verdades para hacer tus propios criterios. Hay que ver las verdades, analizarlas y ponerlas a prueba una vez cuestionadas.
 
"Haced lo que os digo" -dice Jesús -. Pero no podemos hacerlo si antes no nos transformamos en el hombre nuevo, despierto, libre, que ya puede amar.
 
"Aunque diera todo a los pobres y mi cuerpo a las llamas - dice Pablo -, ¿de que serviría si no amo?". Este modo de ver de Pablo, se consigue viendo, y nace, ese modo de ser, de estar despierto, disponible y sin engaños.
 
¡QUE LIO!
 
Mi vida es un lío. ¿Soy capaz de reconocerlo? Necesito tener receptividad. ¿Estoy dispuesto a reconocer que el sufrimiento y la congoja los fabrico yo mismo? Si eres capaz de darte cuenta, es que comienzas a despertarte.
 
Ordinariamente, buscamos alivio y no curación. Cuando sufres, ¿estás dispuesto a separarte de ese sufrimiento lo necesario para analizarlo y descubrir el origen que está detrás? Es preferible dejar que sufras un poco más, hasta que te hartes y estés dispuesto a ver. O despiertas tú o la vida te despertará.
 
Cuando la relación entre amigos no funciona lo bien que tu quisieras, puedes aliviarla. Puedes pararte y comenzar una tregua, pero si no has puesto al aire las premisas que están debajo, el problema sigue en pie y seguirá generando sentimientos negativos.
 
Las componendas y los alivios son manejos comerciales del "buen comportamiento" que te ha metido en la mente tu sentido de "buena educación". Si los miras bien despierto verás que no son más que utilización, comercio de "toma y daca" y chantaje más hipocresía. Cuando veas esto, ¿quieres quitarte un cáncer, o tomar un analgésico para no sufrir? Cuando la gente se harta de sufrir es un buen momento para despertar.
 
Buda dice: "El mundo está lleno de dolor, que genera sufrimiento. La raíz del sufrimiento es el deseo. Si quieres arrancarte esa clase de dolor, tendrás que arrancarte del deseo".
 
El deseo, en español, abarca, deseos buenos, que son estímulos de acción y deseos estériles que a nada conducen. A estos deseos, para entendernos, vamos a llamarlos "apegos".
 
La base del sufrimiento es el apego, el deseo. En cuanto que tú deseas una cosa compulsivamente, que pones todas tus ansias de felicidad en ello, te expones a la desilusión de no conseguirlo. De no haber deseado tanto que tu amigo te acoja, te contemple y te tenga en cuenta; de no desearlo tanto, no te importaría tanto su indiferencia ni su rechazo. Donde no hay deseo-apego no hay miedo, porque el miedo es la cara opuesta del deseo, inseparable de él.
 
Sin esta clase de deseos, nadie te puede intimidar, ni nadie te puede controlar o robar, porque, si no tienes deseos, no tienes miedo a que te quiten nada.
 
EL AMOR NO DUERME
 
Donde hay amor no hay deseos. Y por eso no existe ningún miedo. Si amas de verdad a tu amigo, tendrías que decirle sinceramente: " Así, sin los cristales de los deseos, te veo como eres y no como yo desearía que fueses, y así te quiero y ya, sin miedos a que te escapes, a que me faltes, a que no me quieras". Por que en realidad, ¿que deseas? ¿Amar a esa persona tal cual es, o una imagen que no existe? en cuanto puedas desprenderte de esos deseos-apegos, podrás amar; a lo otro no se le puede llamar amor, pues es todo lo contrario de lo que el amor significa.
 
El enamorarse, tampoco es amor, sino desear para ti una imagen que te imaginas de esa persona. Todo es un sueño, porque esa persona no existe. Por eso, en cuanto conoces la realidad de esa persona, como no coincide con lo que tú imaginabas, te desenamoras. La esencia de todo enamoramiento son los deseos. Deseos que generan celos y sufrimiento porque, al no estar asentados en la realidad, viven en la inseguridad y en la desconfianza de los miedos a que todos sus sueños se acaben, se vengan abajo.
 
El enamoramiento proporciona cierta emoción y cierta exaltación que gusta a las personas con inseguridad afectiva y que alimenta una sociedad y una cultura que hace de ella un comercio. Cuando estás enamorado no te atreves a decir toda la verdad por miedo a que el otro se desilusione porque, en el fondo, sabes que el enamoramiento sólo se alimenta de ilusiones e imágenes idealizadas.
 
El enamoramiento supone una manipulación de la verdad y de la otra persona para que sienta y desee lo mismo que tú y así poder poseerla como un objeto, sin miedo a que te falle. El enamoramiento no es más que una enfermedad y una droga del que por su inseguridad, no está capacitado para amar libre y gozosamente.
 
La gente insegura no desea la felicidad de verdad, porque teme el riesgo de la libertad y, por ello, prefiere la droga de los deseos. Con los deseos viene el miedo, la ansiedad, las tensiones y, por descontado la desilusión y el sufrimiento continuos. Vas de la exaltación al desapego.
 
¿Cuánto dura el placer de creer que has conseguido lo que deseabas? El primer sorbo de placer es un encanto, pero va prendido irremediablemente el miedo a perderlo, y cuando se te apoderan las dudas, llega la tristeza. La misma alegría y exaltación de cuando llega el amigo, es proporcional al miedo y al dolor de cuando se marcha... o cuando lo esperas y no viene... ¿vale la pena? Donde hay miedo no hay amor y podéis estar bien seguros de ello.
 
Cuando despertamos de nuestro sueño y vemos la realidad tal cual es y nada cambia. Entonces puedo decirle al otro: como no tengo miedo de perderte, pues no eres objeto de propiedad de nadie, entonces puedo amarte así como eres, sin deseos, sin apegos ni condiciones; sin egoísmos ni querer poseerte y esta forma de amar es un gozo sin límites.
 
¿Qué haces cuando escuchas una sinfonía? Escuchas cada nota, te deleitas en ella y la dejas pasar, sin buscar la permanencia de ninguna de ellas, pues en su discurrir está la armonía, siempre renovada y siempre fresca. Pues en el amor, es igual. En cuanto te agarras a la permanencia destruyes toda la belleza del amor. No hay pareja ni amistad que esté tan segura como la que se mantiene libre. El apego mutuo, el control, las promesas y el deseo te conducen inexorablemente a los conflictos y al sufrimiento, de ahí, a corto plazo, a la ruptura. Porque los lazos que se basan en los deseos son muy frágiles. Sólo es eterno lo que se basa en un amor libre. Los deseos te hacen siempre vulnerable.
 
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Hay dos tipos de deseos o de dependencias: El deseo de cuyo cumplimiento depende mi felicidad y el deseo de cuyo cumplimiento no depende mi felicidad.
 
El primero es una esclavitud, una cárcel, pues hago depender de su cumplimiento, o no, mi felicidad o mi sufrimiento. El segundo deja abierta otra alternativa: si se cumple, me alegro y si no, busco otras compensaciones. Este deseo te deja más o menos satisfecho, pero no te lo juegas todo a una carta. Pero existe otra tercera opción, hay otra manera de vivir los deseos como estímulo para la sorpresa, como un juego en el que lo que menos importa es ganar o perder, sino jugar.
 
Hay un proverbio oriental que dice: "Cuando el arquero dispara gratuitamente, tiene con él toda la habilidad. Cuando dispara esperando tener la hebilla de bronce, ya está algo nervioso. Cuando dispara para ganar la medalla de oro, se vuelve loco pensando en el premio y pierde la mitad de su habilidad, pues ya no ve un blanco, sino dos”. Su habilidad no ha cambiado pero el premio lo divide, pues el deseo de ganar le quita la alegría y el disfrute de disparar. Quedan apegados allí en su habilidad, las energías se necesitan libres para disparar. El deseo del triunfo y el resultado para conseguir el premio se han convertido en enemigos que le roban la visión, la armonía y el goce.
 
El deseo marca siempre una dependencia. Todos dependemos en cierto sentido de alguien (el panadero, el lechero, el agricultor, etc., que son necesarios para nuestra organización). Pero depender de otra persona para tu propia felicidad es, además de nefasto para ti, un peligro, pues estás afirmando algo contrario a la vida y a la realidad.
 
Por tanto, al tener una dependencia de otra persona para estar alegre o triste es ir contra la corriente de la realidad, pues la felicidad y la alegría no pueden venir de fuera, ya que están dentro de mí. Sólo yo puedo actualizar las potencias del amor y la felicidad que están dentro de mí y sólo lo que yo consigo expresar, desde esa realidad mía me puede hacer feliz, pues lo que me venga desde afuera podrá estimularme más o menos, pero es incapaz de darme ni una pizca de felicidad.
 
Dentro de mí suena una melodía cuando llega mi amigo, y es mi melodía la que me hace feliz, y cuando mi amigo se va me quedo lleno con su música, y no se agotan las melodías, pues con cada persona suena una melodía distinta que también me hace feliz y enriquece mi armonía. Puedo tener una armonía o más que me agraden en particular, pero no me agarro de ellas, sino que me agradan cuando están conmigo o cuando no están; pues no tengo la enfermedad de la nostalgia, sino que estoy tan feliz que no añoro nada. La verdad es que yo no puedo echarte de menos porque estoy lleno de ti. Si te echase de menos sería reconocer que al marcharte te quedaste fuera. ¡Pobre de mí, si cada vez que una persona amada se va, mi orquesta entrase en paro!
 
Cuando te quiero te quiero independientemente de mí y no enamorado de mí, sino, enamorado de la vida. No se puede caminar cuando llevas a alguien agarrado a ti. Se dice que tenemos necesidades emocionales: ser querido, apreciado, pertenecer a otro, que me desee. No es verdad. Esto cuando se siente esa necesidad es una enfermedad que viene de tu inseguridad afectiva.
 
Tanto la enfermedad (necesidad de sentirme querido) como la medicina que se ansía (el amor recibido) están basados en premisas falsas. Necesidades especiales para conseguir la felicidad en el exterior, no hay ninguna. Puesto que tú eres el amor y la felicidad en ti mismo, y sólo mostrando ese amor, gozándote en él vas a ser realmente feliz, sin agarraderas ni deseos, puesto que tienes en ti todos los elementos para ser feliz.
 
La respuesta del amor exterior agrada y estimula, pero no te da más felicidad de la que tú dispones, pues tú eres toda la felicidad que seas capaz de desarrollar.
 
Dios es la verdad, la felicidad y la realidad, y El es la fuente, dispuesta siempre, para llenarnos en la medida que libremente, nos abramos a El.
 
TÚ YA ERES FELICIDAD
 
Despertarse es la única experiencia que vale la pena. Abrir bien los ojos para ver que la infelicidad no viene de la realidad, sino de los deseos y las ideas equivocadas. Para deshacerte de falsas ideas, ilusiones y fantasías que no te dejan ver la realidad. Eso sólo se consigue manteniéndote despierto y llamando las cosas por su nombre.
 
Tú ya eres felicidad, eres la felicidad y el amor, pero no ves porque estás dormido. Te escondes detrás de las fantasías, las ilusiones y también de las miserias de las que te avergüenzas. Nos han programado para ser felices o infelices (según aprieten el botón de la alabanza o la crítica), y esto es lo que te tiene confundido. Has de darte cuenta de esto, salir de la programación y llamar a cada cosa por su nombre.
 
Si tú te empeñas en no despertar, nada se puede hacer. "no te puedes empeñar en hacer cantar a un cerdo, pues perderás el tiempo y el cerdo se irritará". Ya sabes que no hay peor sordo que el que no quiere oír. Si no quieres oír, para despertar, seguirás programado y la gente dormida es la más fácil de controlar por la sociedad.
 
 
SEGUNDO CAPITULO
 
¡DESPROGRÁMATE! ¡SÉ TÚ MISMO!
 
Lo importante es ser capaz de darte cuenta que no eres más que un "yo-yo", siempre de arriba para abajo, según tus problemas, disgustos o depresiones; que eres incapaz de mantener una estabilidad. Darte cuenta que pasas la vida a merced de personas o cosas, o de situaciones. Que te manipulan o que tú puedes manipular. Que no eres dueño de ti ni capaz de mirar las situaciones con sosiego, sin enfados ni ansiedad.
 
Toda esa actitud depende de tu programación. Estamos programados desde niños por las vivencias sociales, por una mal llamada educación y por lo cultural. Vivimos por ello programados y damos las respuestas esperadas ante situaciones determinadas, sin pararnos a pensar qué hay de cierto en la situación y si es consecuente, a lo que yo de verdad soy, esa respuesta habitual y mecánica.
 
Tenemos programadas ideas convencionales y culturales que tomamos como verdades cuando no lo son. Como la idea de patria, de fronteras y de hábitos culturales que nos llevan a conflictos cuando nada tienen que ver con la verdad.
 
¡DESPROGRÁMATE!
 
Cuando venía hacia aquí, en el avión me dijeron: "Mira, ya salimos de la India, ahí está la frontera". Yo me asomé y por más que miraba, no vi ni una línea, ni una barrera natural de separación. ¿Es que existen las fronteras en la naturaleza? No están más que en nuestra mente. Toda la tierra es de todos, y toda cultura no son más que ideas que nos separan.
 
"Hubo un niño blanco que se perdió en la selva y se crió con una tribu de cultura distinta. Cuando creció se casó con una nativa de aquella cultura. Ocurrió que una amiga de su mujer se le murió su marido en una guerra, y aquella noche, al pensar en su amiga sola, la mujer nativa dijo a su marido blanco: Oye, me gustaría que fueses a consolar a mi amiga, que está sola, y como ya no tiene marido, te acostases con ella. El marido, que recordaba aún rasgos de su cultura, se negaba horrorizado, pero al final, complació a su mujer. Cuando volvió, la mujer le dijo: "Ya sabía que eras buen hombre y yo ahora te quiero más, porque eres compasivo y me siento orgullosa de ti"
 
¡Qué bella cultura, pero qué difícil de entender y seguir para nosotros! No existe separación en las razas, sólo distintas culturas programadas en nuestras mentes. En la naturaleza no existen fronteras. El honor, el éxito y el fracaso no existen, como tampoco la belleza ni la fealdad, porque todo consiste en una manera de ver de tu cultura. Es lo cultural lo que provoca esas emociones ante el nombre de patria, raza, idioma o pueblo. Son distintas formas de ver que están programadas en nuestra mente. La patria es el producto de la política y la cultura es la manera de indoctrinarte.
 
Cuando eres un producto de tu cultura, sin cuestionarte nada, te conviertes en un robot. Tu cultura, tu religiosidad y las diferencias raciales, nacionales o regionales te han sido estampadas como un sello y lo tomas como algo real. Te enseñaron una religiosidad y una forma de comportarte que no has elegido tú, sino que te vino impuesta desde fuera, antes de que tuvieses edad o discernimiento para decidir, y sigues así, con ella colgada, como una piedra al cuello.
 
Sólo lo que nace y se decide desde adentro es auténtico y te hace libre. Lo que haces como hábito que no puedes dejar de hacer porque te domina, te hace dependiente, esclavo de lo que crees, porque te lo han programado.
 
Sólo lo que surge de dentro, lo analizas, lo pasas por tu criterio y te decides a ponerlo en práctica asumiéndolo, es tuyo y te hace libre.
 
Tienes que liberarte de tu historia y de tu programación para responder por ti mismo y no de personaje a personaje.
 
Lo mismo ocurre con lo que creemos amor y no es más que un modelo cultural aceptado por la mente. No se puede vivir influenciado por el pasado. Lo menos que se puede hacer por el amor es ser sincero, tener claridad de percepción y llamar a cada cosa por su nombre. Ser capaz de dar la respuesta precisa sin engañar ni engañarte.
 
Por que te amo te doy la respuesta precisa sin engañar ni engañarte. Por que te amo te doy la respuesta desde mi realidad, que te corresponde a ti y a tu realidad en este momento. Más tarde no sé que puede ocurrir, y por ello no te hago promesas que no sé si podría cumplir.
 
Esto es lo menos que puedes exigirle al amor: la sinceridad, la espiritualidad consiste en ver las cosas, no a través de cristales de color, sino tal como son. La espiritualidad ha de nacer de ti mismo, y cuando seas tú mismo, serás más espiritual.
 
NO SEAS FOTOCOPIA!!
 
No imitéis a nadie, ni siquiera a Jesús. Jesús no era copia de nadie. Para ser como Jesús, has de ser tú mismo, sin copiar a nadie, pues todo lo auténtico es lo real, como real era Jesús.
 
La culpabilidad y la crítica no existen más que en la mente de la cultura. Las personas que menos se preocupan de la vida de ahora, de vivir el presente, son las que más se preocupan por la venidera.
 
Preocúpate por estar despierto, vive el ahora y no te importará el futuro. Cuando tu mentalidad cambia, todo cambia para ti a tu alrededor. Lo que antes te preocupaba tanto, ahora te importa un bledo, y, en cambio, vas descubriendo cosas maravillosas que antes te pasaban desapercibidas.
 
Lo que más les preocupa a las personas programadas, es tener la razón. Tienen miedo de perder sus ideas, en las que se apoyan, porque les da pavor el riesgo, el cambio, la novedad y se agarran de sus viejas ideas porque ya están fosilizadas.
 
Nuestra vida se convierte en un lío porque tomamos como realidad lo que no son más que programaciones que no sirven para nada y nos agarramos a ellas porque no sabemos descubrir otra cosa. En el fondo tenemos una gran inseguridad, y para sentirnos mejor, vamos a consultar a los que creemos que saben más que nosotros, creyendo que ellos nos van a solucionar los problemas. Pero los problemas, que sólo existen en nuestra imaginación, sólo despertando los solucionaremos.
 
FÁCIL Y DIFÍCIL
 
"Se cuenta que había un gran maestro llamado Buso, que era casado y tenía una hija, todos con fama de sabiduría y de santidad. Un día se acercó un hombre al maestro y le preguntó: -"¿La iluminación es fácil o difícil?". Y Buso contestó: "-Es tan difícil como alcanzar la luna". No conforme, el hombre se acercó a la mujer de Buso y le hizo la misma pregunta, a lo que ella contestó: "-Es fácil, es tan fácil como beberse un vaso de agua". Intrigado quedó el hombre y para salir de dudas le hizo la misma pregunta a la hija del maestro, que le contestó: "¡Hombre, si lo haces difícil es difícil, pero si lo haces fácil...!"
 
Lo más difícil es la capacidad de ver, ver simplemente, con sinceridad, sin engañarte, porque el ver significa cambio, nada a qué agarrarse, y estamos acostumbrados a buscarnos asideros y a andar con muletas. En cuanto llegas a ver con claridad tienes que volar, y volar es no tener nada en donde agarrarse. Necesitamos desmontar la tienda en la que nos refugiábamos y seguir por el sendero adelante sin apoyos.
 
El susto mayor es por la aniquilación de todo miedo, puesto que los miedos han sido el manto en que nos envolvíamos para no ver ni ser vistos. Dejar las cosas atrás y enfrentarse a la felicidad cuando no quieres ser feliz a ese precio. Una felicidad que has de expresar tú y no esperar a que te la den hecha.
 
Aunque vas diciendo que buscas la felicidad, lo cierto es que no quieres ser feliz. Prefieres volver al nido antes de volar porque tienes miedo, y el miedo es algo conocido y la felicidad no.
 
En mi profesión de psicólogo advierto cada día esto. Lo primero que tiene que entender el buen psicólogo, es que el que viene a él no busca curación, sino el alivio, la comodidad, pero no quiere cambiar; es demasiado expuesto y comprometido.
 
Es como aquel que está metido en la porquería hasta la boca y lo único que le preocupa es que no le hagan olas, no que lo saquen de allí. Lo malo es que la mayoría equiparan la felicidad con conseguir el objeto de su apego, y no quieren saber que la felicidad está precisamente en la ausencia de los apegos, y en que ninguna persona ni cosa tenga poder sobre ti.
 
CONOCERSE A FONDO
 
Para despertarse el único camino es la observación. Es irse observando uno a sí mismo, sus reacciones, sus hábitos y la razón de porqué respondes así. Observarse sin críticas, sin justificaciones sin sentido de culpabilidad ni miedo a descubrir la verdad. Has de conocerte a fondo
 
El indagar e investigar quien es Jesucristo es muy loable, pero, ¿para qué sirve? ¿Te puede servir para algo si ni te conoces a ti mismo? ¿Te sirve para algo si estás controlado y manipulado sin saberlo?
 
La pregunta más importante del mundo. Base de todo acto maduro es: ¿Quien soy? Porque sin conocerte no puedes conocer a Dios. Conocerse uno a sí mismo es fundamental y, sin embargo, lo curioso del caso es que no hay respuesta para la pregunta ¿Quien soy yo? porque lo que tienes que averiguar es lo que no eres, para llegar al ser que eres.
 
Hay un proverbio chino que dice: "Cuando el ojo no está bloqueado, el resultado es la visión. Cuando la mente no está bloqueada, el resultado es la sabiduría, y cuando el espíritu no está bloqueado, el resultado es el amor."
 
Hay que quitar las vendas para ver. Si no ves no puedes descubrir los impedimentos que no te están dejando ver.
 
El observarse a sí mismo, es estar atento a lo que acontece dentro de ti y alrededor de ti, como si esto le ocurriese a otra persona, sin personalizarlo, sin juicios ni justificaciones ni esfuerzos por cambiar lo que está sucediendo, ni formular alguna crítica ni autocompadecerse. Los esfuerzos que hagas por cambiar, son peor, pues luchas contra ideas, y lo que hay que hacer es comprenderlas, para que ellas caigan por sí solas una vez que comprendas su falta de realidad. Hay que cuestionar todo esto para ver si se comprende como una verdad y entonces te pondrás a observarte.
 
LA VIDA OBSERVADA
 
A veces nos sentimos mal, hechos un lío, no sabemos funcionar solos y nos vamos al psicólogo a que nos arregle. El psicólogo no puede hacer nada que tú no hagas. No puede conseguir nada que tú no estés dispuesto a hacer. Puede escucharte y ayudarte a que tú mismo vayas aclarándote mientras hablas. En verdad, lo que tú haces allí es observarte, y eso es lo que has de hacer tú, pero continúo. Yo soy psicólogo y puedo decirte que la terapia lo que hace la mayoría de las veces es un intercambio de problemas: te quita uno pero te mete otro.
 
La espiritualidad es la que intenta solucionarte a ti. Busca solucionar el problema del "yo", que es el que te genera los problemas que te llevan al psicólogo y al siquiatra. La espiritualidad va directamente a la raíz, a rescatar tu yo, el auténtico, que está ahogado por barreras que no lo dejan ser libremente.
 
Hacer esfuerzos por cambiar es contraproducente, pues lo que te va a cambiar es la verdad y comprender que tu programación no te deja ser tú. El observar es lo que te va a cambiar. "La vida no observada, no examinada, no vale la pena vivirla, porque no es vida" decía Sócrates.
 
Es preciso darnos cuenta de todas las reacciones que surgen al mirar a una persona, a un paisaje o a ti mismo. Observar cómo suelo reaccionar frente a determinadas situaciones. Mirar con objetividad, como si no fueras tú, concientizándote de lo que pasa dentro y fuera de ti estando atento (como cuando conduces). Hacerlo sin juicios valorativos, porque si le pongo etiquetas, ya no veo la cosa como es. Caer en la cuenta, sin prejuicios, sólo entendiéndolo.
 
Tenemos que darnos cuenta de que, con la palabra, o con el pensamiento, solemos etiquetar las cosas y las personas, y luego, como consecuencia de ello, vivimos el personaje de la etiqueta, no la persona. Ponerse en contacto con la realidad es mirar a ésta sin querer interpretarla, ni cambiar nada, sino dejar que la realidad cambie el orden de las cosas luciendo por sí mismas.
 
Si no cambiamos espontáneamente es porque ponemos resistencia. En cuanto descubramos los motivos de la resistencia, sin reprimirla ni rechazarla, ella misma se disolverá. Cuando en nosotros hay sensibilidad, no se necesita violencia alguna para conseguir las cosas que necesitas, pues todo se resuelve entendiendo, comprendiendo y te sorprenderás al ver cómo todo se resuelve según comprendas la realidad y no luches contra ella.
 
MÉTODOS PARA ACABAR PARA SIEMPRE CON LA INFELICIDAD.
 
- Darte cuenta del dolor, de la aflicción o del desasosiego que sufres y cuál es el motivo; de dónde sale, en verdad ese sufrimiento. Si te sientes molesto darte cuenta en seguida de ello, y de dónde nace ese malestar (Si dices que estás molesto porque otro se comporta mal contigo, no se puede comprender que tú te castigues porque otro se ha portado mal. Tiene que haber otro motivo más personal escondido. Obsérvalo).
 
- Darte cuenta que el sufrimiento o las molestias se deben a tu reacción ante un hecho o una situación concreta y no a la realidad de lo que está ocurriendo. (Si vas a ir al campo y llueve, el enfado no está en la lluvia -que es la realidad-, sino en tu reacción porque se han contrariado tus planes.)
 
Solemos echar la culpa a la realidad y no nos queremos dar cuenta de que son nuestras reacciones programadas las que nos contrarían. Tenemos unos hábitos inculcados, como automatismos, que funcionan como una maquinita automática: A tal pregunta, tal respuesta. A tal contrariedad, tal reacción. Y funcionamos como robots."La cultura nos inculca unas leyes rígidas cuya única razón es "así se ha hecho siempre".
 
Y con esta razón tan endeble somos capaces de matarnos por defender :"honor", "patria", "bandera", "raza", "familia", "buenas costumbres", "orden", "ideales", "buena fama" y muchas más palabras que no encierran más que ideas, sin sentido real que nos han inculcado como "cultura". Y lo mismo ocurre con las ideas religiosas.
 
Lo importante es ser, y no figurar. La verdad es que estamos tan metidos en esa programación que actuar con claridad de percepción desde esa "cultura" casi parece un milagro, y más si pretendemos reaccionar sin disgusto.
 
Hay que despertarse antes para comprender que, lo que te hace sufrir no es la vida, sino tus alucinaciones, y cuando consigues despertar y apartas los sueños, te encuentras cara a cara con tu libertad y con la verdad gozosa.
 
Lo cierto es que el dolor existe porque rechazamos que lo único sustancial es el amor, la felicidad, el gozo. Cuando no somos capaces de encontrar el camino despejado para ese amor-felicidad que somos, nos topamos con el dolor, que no es nada concreto ni sustancial por sí mismo, sino ausencia de la percepción del amor-felicidad. Como la oscuridad no existe, sino que es una consecuencia de la menor percepción de la luz.
 
La vida es, en sí, un puro gozo y tú eres amor-felicidad como sustancia y potencial a desarrollar. Sólo los obstáculos de la mente te impiden disfrutarlo plenamente. Son las resistencias que ponen tu programación lo que te impide ser feliz. De no tropezar con tu resistencia, ¿dónde estaría el dolor? Habría una armonía en ti igual a la que existe en la naturaleza. Mas aún pues tu eres el rey de esa naturaleza y dotado de una sensibilidad para captar la bondad, la felicidad y la belleza, que te hace creativo y capaz, ya no sólo de ser feliz sino de dar amor y felicidad a manos llenas.
 
Con sólo observar todo esto ya es dar un paso para tu despertar. Todo depende de tu reacción y ésta depende de tu programación y si eres capaz de observar esto y comprenderlo, ya tendrías bastante.
 
TERCER CAPITULO
 
RECONOCE TU AÑADIDURA
 
Toda programación y condicionamiento te llevan a ser un robot. Los hábitos sirven para cosas prácticas (capacidad de andar, de hablar un idioma, conducir un coche...), pero en ver las cosas con profundidad, en el amor y la comunicación, los hábitos son como anestesiar la creatividad, lo nuevo, y no desear vivir el riesgo del presente.
 
Lo malo es que hasta la espiritualidad ha sido objeto de programación, de desfiguración, pues la espiritualidad es, como la realidad, pero todo lo valioso es susceptible de distintas interpretaciones y manifestaciones.
 
Cada persona tiene una forma de reaccionar y de interpretar. Yo conozco un sacerdote que está deseando tener un cáncer para morir sufriendo... y otros, la mayoría, se llevan un gran disgusto al saber que tienen un cáncer. Tanto una actitud como la otra no dejan de ser producto de una programación religiosa o cultural.
 
Cuando una persona programada te ofende sin motivo, tan programada estás tú como él, por dejarte ofender, porque las dos reacciones son igual de absurdas e irreales. Ocurre que, cuando estás dormido, te molestan las personas que están dormidas, porque la programación de él afecta la tuya, te la recuerda, y eso es lo que más te molesta, aunque no quieras reconocerlo. Si un niño, o un mono, te hacen una mueca, si reaccionas enfadándote es señal que eres tan niño o tan mono como ellos. Estar despierto es no dejarte afectar por nada ni por nadie. Y eso es ser libre.
 
Tú eres el que has elegido tu propia reacción ante las cosas, situaciones o personas, no los hábitos ni tu cultura. Si sigues programado tienes que ver que esa programación es el control del que se vale la sociedad para imponerte sus criterios. Estamos siendo controlados en la medida que seguimos dormidos: por el consumismo, la política, por el poder, el trabajo y por el ocio. Las competiciones han pasado de ser un juego entretenido y saludable a actos de odio. Antes se jugaba por el puro placer de jugar, ahora, con las competiciones se contaminó el deporte con el veneno de vencer y elevarte por encima del vencido.
 
Lo mejor del hombre es el amor, y no gana un récord humillando a los vencidos. "Yo soy mejor que tú" y por ello consigo la admiración y la fama, pero ¿en qué eres mejor que yo?, ¿en correr?, ¿en saltar?, ¿en meter la bola entre dos palos o dentro de un cesto?, y eso ¿para que sirve?, ¿amas con ellos?, ¿te haces más persona?
 
Lo peor de esto son las comparaciones que miden al hombre ajustándolo a una medida ideal, rígida y ponen, en acercarse a ese modelo de ídolo, toda energía y todo condicionamiento, ¿para que?, para que resplandezcan todos los valores auténticos, genuinos.
 
Vivimos en una era indoctrinada. Hasta al santo padre, al asistir a la consagración de un grupo de cardenales, se le escapó decir: "Estos 150 cardenales que han tenido el "honor" de ser elegidos... ¿Es un honor ser cardenal? ¿No es más bien un servicio?
 
Estamos indoctrinados y nos dejamos arrastrar por las programaciones.
 
Vivir libremente, siendo dueño de ti mismo, es no dejarse llevar ni por persona ni situación alguna. Saber que nada ni nadie tiene poder sobre ti ni sobre tus decisiones. Esto es vivir mejor que un rey, y es saber oír esa hermosa sinfonía de la vida y disfrutarla.
 
A veces puede haber emociones o depresiones, por trastornos físicos o psíquicos, pero eso ya no te trastorna, por que ya no te quita la capacidad de ser feliz y alegrarte con lo mucho hermoso que se produce a cada momento ante tus ojos. La depresión está ahí, tú la observas, pero ya no te identificas con ella. Es algo que está sucediendo por un motivo que conoces y, por lo tanto, está controlada. Nada puede contra ti. Ocurre fuera de tu ser.
 
EN CUANTO METES TU YO...
 
Santa Teresa dijo que Dios le concedió el don de desidentificarse de sí misma y poder ver las cosas desde fuera. Este es un gran don, pues el único obstáculo y raíz de todo problema es el "yo".
 
Desidentificarse significa no afectarnos por lo que está ocurriendo - vivirlo como si le ocurriera a otro -, pues en cuanto metes tu "yo" en cualquier persona, situación o cosa, prepárate a sufrir. Vivir desidentificados es vivir sin apegos, olvidados del "ego" que es el que genera egoísmo, deseos, celos y por el cual entran todos los conflictos.
 
Otra cosa que nos muestra que estamos programados es creer que cada uno está en posesión de la verdad. Cada religión cree tener la verdad y ser la única, la exclusiva. ¿Por qué temen perderla si reconocen que puede haber una verdad en cada una y en todas ellas? Si viviésemos desidentificados de nuestras creencias, no te preocuparías por lo que lleven de acertado o no. Las creencias pueden cambiar, lo importante es lo esencial que descubres dentro de ti y te lleva a ir buscando la verdad, y saber que es de todos.
 
Despertarse es despertar a la realidad de que tú no eres el que crees ser. Esto es la desidentificación. Sólo puedes conseguir esto cuando seas capaz de atribuir tus tribulaciones a tu programación y no a la realidad. Cuando uno se aflige, intenta cambiar la realidad para ajustarla a su problema; pero como no lo consigue, su frustración viene a sumarse a su aflicción y el problema no se aclara.
 
Si el problema viene de tu programación, no se puede cambiar la vida y a los demás, sino desprogramarte o ver, por lo menos claramente, de dónde viene el problema. Si tú cambias y te abres a la realidad, verás como todo cambia a tu alrededor, pues era tu mente la equivocada, y al cambiar tu mente y abrirse a la realidad, cambiará tu manera de ver y de vivir llamando a cada cosa y situación por su nombre.
 
Recuerda aquello de:
 
"En vez de alfombrar todo el mundo para que no tropieces, es más fácil que tú te calces unas zapatillas".
 
¿Se consigue felicidad en esta vida? Cuando sueltes tus alucinaciones te darás cuenta que la felicidad siempre estuvo en ti, pero se metieron las exigencias por medio, la cultura, los deseos, los miedos, con sus mecanismos de defensa, y la fueron ahogando. Darnos cuenta de esto ya es dar un gran paso.
 
Una persona con tantas exigencias y problemas, no puede amar, ni encontrar la felicidad, porque ya tiene bastante con defenderse de lo que cree que lo está atacando. En ese estado lo que llamamos amor es egoísmo, amor a nuestro "ego", interés propio. Nos sentimos tan mal con tantos miedos, que sólo podemos mirarnos a nosotros mismos, vigilándonos con recelo porque, en verdad, tampoco nos amamos.
 
Amor es pura gratuidad, y nosotros nos ponemos las condiciones. Y si nos ponemos condiciones a nosotros mismos, ¿cómo no vamos a ponérselas a los demás? Convertimos eso que llamamos amor en un egoísmo refinado que utilizamos, para darnos placer, o evitar sensaciones desagradables, sensaciones de culpabilidad, o miedo al rechazo. Para evitar esto, comerciamos con eso que llamamos "amor". Si somos capaces de ver esto, y llamar a las cosas por su propio nombre, ya es ver claro
 
RECONOCE TU AÑADIDURA
 
A Dios sólo se le encuentra en un proceso de sustracción. Sabiendo lo que no es, no añadiéndole nombres, conceptos y etiquetas, encontramos a Dios. Dios es, y por ello es inaprensible, no lo podemos enmarcar ni clasificar porque se escapa a toda objetivización. Por eso, el ser humano es también inaprensible, porque el ser es semejante a Dios.
 
Cuantas más añadiduras le pongamos al ser, menos lo conocemos. Hemos de dejarlas caer todas. Lo mismo con la realidad. Si yo le exijo a la realidad unas condiciones, o le pongo unas añadiduras, me alejaré de la realidad, la verdadera, y estaré siempre chocando con lo falso.
 
Los místicos son los que se han abierto confiadamente a la realidad, sin preocupaciones por el resultado, pues saben que en la realidad habita la verdad.
 
Meterse en la batalla de la vida, pero con el corazón en paz, es la única manera de vivir la realidad de la vida. Es cumplir la voluntad de Dios.
 
Para ello, el primer paso es reconocer tu añadidura, darte cuenta de tus bloqueos y obstáculos con sinceridad
 
El segundo paso es mirar la causa, sabiendo que está fuera de la realidad. Sin culpabilizarte ni justificarte. Tú no tienes la culpa de esta programación, y cuando caes en los hábitos, no lo haces adrede. Tú eres víctima de tu propia programación. No estés descontento, irritado y molesto contigo mismo, porque eso no te va a ayudar. Y si sufres, si te afliges, no tomes tu aflicción por tu ser. Desidentifícate de ese sufrimiento.
 
El yo, ¿quien es? ¿Soy un cuerpo? No, porque las células de mi cuerpo son renovadas continuamente y en siete años no queda ni una de las anteriores y, sin embargo, yo sigo siendo el mismo. Yo no soy mi cuerpo, pero tampoco soy mis pensamientos, pues ellos cambian continuamente y yo no. Ni tampoco soy mis actitudes, ni mi forma de expresarme, ni de andar. Yo no puedo identificarme con lo cambiable, que no son más que las formas de mí, pero no soy yo.
 
Yo soy el ser, lo que es. El cielo es, no cambia, las nubes sí.
 
Lo único que puedes buscar es lo que no eres, pues en cuanto puedes objetivizarlo, ya no lo eres, sino que es una forma, una expresión de lo que realmente eres. Puedes buscar lo que no eres, y al ir apartando tus formas y añadiduras, te irás liberando de ideas equivocadas sobre ti y, detrás de todo esto, irá surgiendo tu ser.
 
Así es que, el tercer paso es no identificarse con las formas que cambian, ni apegarte a ellas, ni rechazarlas, ni ponerles etiquetas, ni valorarlas dándoles una importancia que no tienen. Cuando las mires, tal como son, perderán importancia y se replegarán a su lugar.
 
Hay que comprenderlas, entender porqué están ahí, para que no te estorben ni te molesten. Entonces la importancia que les has dado hasta ahora se va, porque no es real, no existe, y descubres que no eran más que alucinaciones del sueño de un ser dormido.
 
No violentarse con nada ni para mejorarlo ni para cambiarlo. Lo que es, es, y sólo lo es por propia causa. Nada le puede dañar si está despierto.
 
RESULTADO DE NADA
 
El místico vomita antes el fruto del "bien y del mal" para poder entrar de nuevo en el paraíso. No enjuicies nada, sino comprende el porqué y el lugar de las cosas.
 
La felicidad no es el resultado de nada. Ella es en sí misma, y la descubres cuando te liberas de todo juicio y añadidura.
 
Cuando quieres arreglar las cosas, metes en ellas tu "yo" endemoniado, tu apego, y lo estropearás todo. Entra sólo en la realidad. No te apegues ni siquiera a la liberación, porque ella no es aprensible, no se deja apresar y lo que harás será crearte otras cadenas, otra esclavitud. Sólo tienes que ver las cosas como son.
 
Las cosas sólo serán cuando deban ser. Por mucha prisa que te des, la realidad no es algo que se pueda forzar ni comprar. Se trata de ver la realidad tal como es. Lo cierto es que ya estás en ella, siempre lo has estado, pero buscas como aquel pez que iba loco buscando el océano. Lo único que no te deja ver es tu programación y tus exigencias.
 
Nadie hace el mal sin una justificación. Es la justificación la que engaña. Nadie se daña a sí mismo conscientemente, sino inconscientemente. El que hace el mal es un loco que no merece castigo, sino cura.
 
No se puede condenar al que peca, sino al pecado, que es un error. Las acciones pueden ser malas o buenas, siempre, y dependerán de la madurez y cordura del que las cometa. No puede llamarse malo al que comete actos equivocados creyendo que los hace bien, o al que hace eso compulsivamente, defendiéndose de los peligros que sólo están en su imaginación. Ese es un loco, un ser dormido al que hay que despertar, o un enfermo al que hay que curar.
 
Nadie hace las cosas malas adrede, fríamente, por maldad, por la sencilla razón de que el componente sustancial de nuestro ser es el amor, la bondad, la felicidad, la belleza, la inteligencia como la luz de la verdad. Si esta sustancia está ahogada por los miedos, por el sufrimiento, la única solución es sacar lo que estorba.
 
Las cosas se observan para ver la verdad que hay detrás de las formas con que las cubres. Uno puede tener en la mano un papel sucio creyendo que es un cheque de mucho valor. Si le haces renunciar a él o se lo quitas antes que descubra su real valor, esta persona siempre estará creyendo que le quitaron algo de mucho valor y se comportará como un ser estafado y engañado, despojado y sus reacciones serán de autodefensa. Así nunca despertará a la realidad. Primero habrá que despertarlo y luego él mismo será quien tire el papel sucio, riéndose del engaño en que estuvo metido. Y entonces quedará liberado.
 
Y si renuncias voluntariamente a algo, creyendo que es un valor y que has hecho un sacrificio con ello, siempre te vanagloriarás de lo que has hecho y pedirás aprobación y admiración de los demás. Pero si antes despiertas y comprendes que en esa renuncia tuya no hay nada de valor, que lo que has hecho es buscarte a ti mismo, ¿cómo te vas a vanagloriar de haber renunciado a algo que no te servía para nada? Al contrario, te sentirás bien por haberte liberado de algo que te impedía ser más tú mismo. Pero entonces, además comprenderás con humildad a aquellos que aún se sienten apegados a lo que tú ya has renunciado por estar despierto.
 
NO TENGAS MIEDO
 
¿Cómo sería Jesús para que todos los sencillos se sintieran a gusto con él? Jesús no se sentía superior a los demás porque vivía en la realidad. La señal de estar en contacto con la realidad es la sencillez.
 
El miedo es lo que nos lleva a quedarnos en la programación. Lo contrario del miedo es el amor. Donde existe amor no hay miedo alguno. Y el que no tiene miedo alguno no teme a la violencia, porque él no tiene violencia alguna. Toda violencia viene del miedo y crea más violencia.
 
El que se enfada es que tiene miedo. Nosotros huimos de los enfados porque provocan nuestros miedos y, a la vez, nos ponen violentos. Nos asustamos de la agresividad porque despierta nuestra propia agresividad. Nos defendemos no por justicia, sino por miedo.
 
El místico es el que es capaz de liberarse completamente del miedo, por eso no es violento. El enemigo del amor no es el odio, sino el miedo. El miedo genera los deseos. Los deseos son otra consecuencia del miedo. El que nada teme está seguro y nada desea.
 
Hay un deseo común, que es el cumplimiento de lo que creo va a darle la felicidad al "yo", al ego. Ese deseo es apego, porque pones en él la seguridad, la certeza de tu felicidad. Es el miedo el que te hace desear agarrar con tus manos la felicidad, y ella no se deja agarrar. Ella es. Esto sólo lo descubrimos observando, bien despiertos, viendo cuánto nos mueven los miedos y cuándo nuestras motivaciones son reales. Si te agarras a los deseos es señal de que hay apego.
 
EL PEZ TENÍA SED
 
Hay dos maneras de ver, de observar. Una manera intelectual, teórica, sin profundizar. La otra manera de ver es existencial, mirando desde tu propia vida, desde tu ser. San Pablo dice: "Veo lo que debo hacer, y hago lo que no quiero". Al decir esto, se refiere al ver intelectual, que a nada compromete porque no es un ver revelador. Cuando lo ves desde lo existencial, lo ves desde la libertad que te da la verdad y entonces, lo ves tal cual es, y esa revelación hace que despiertes a la realidad.
 
"Había una vez un árabe que viajaba en la noche y sus esclavos, a la hora del descanso, se encontraron que no tenían más que 19 estacas para atar a sus 20 camellos. Cuando lo consultaron al amo, éste les dijo: -simulad que claváis una estaca cuando lleguéis al camello número 20, pues como el camello es un animal tan estúpido, se creerá que está atado. Efectivamente, así hicieron y a la mañana siguiente todos los camellos estaban en su sitio, y el número 20 al lado de lo que se imaginaba una estaca, sin moverse de allí. Al desatarlos para marcharse todos se pusieron en movimiento menos el número 20 que seguía quieto, sin moverse. Entonces el amo dijo: -Haced el gesto de desatar la estaca de la cuerda, pues el tonto aún se cree atado. Así lo hicieron y el camello entonces se levantó y se puso a caminar con los demás".
 
Esta es una buena imagen que puede ilustrar nuestra estupidez humana cuando estamos programados e incapaces de ver por nosotros mismos, ni de decidir por nosotros mismos, sino por hábitos, por unos gestos determinados, por la costumbre y por nuestra programación.
 
Lo del pez que tenía miedo a ahogarse sería la mejor definición del hombre frente a su realidad.
 
Cuando estamos dormidos no tenemos miedo a los sueños, pero sí tenemos miedo a despertar a la realidad porque supone un cambio. Supongo que preferir el sueño a la realidad es de idiotas, pero así es.
 
Camus decía: "Me reí mucho al ver que el pez en el agua tenía sed". Esta es nuestra propia realidad de dormidos. Sólo se despiertan los que quieran despertarse. Tratar de convencer a los que no lo entienden es como irritar al cerdo.
 
MENUDO DESCANSO
 
El sufrimiento que sufres es el equivalente de tu resistencia a la realidad. El resistirte a la verdad hace que choques con la realidad, que te está diciendo que no es por ahí, que revises tus planteamientos para que se ajusten a la verdad. Si lo comprendes así, crecerás. Si no lo comprendes y te empeñas en seguir obcecado y dormido, sufrirás sin remedio. En cuanto entiendas esto por la observación que te dé luz para descubrir tu realidad, se acabó tu sufrimiento e irritación.
 
Es muy importante, pues, ver, observar lo que te perturba para entender lo que anda mal en ti. Al descubrir esto, verás como cambia tu escala de valores. Vas descubriendo tesoros por todas partes, mientras se va cayendo por sí solo, lo que no vale. No sabes bien lo que supone, la paz que consigues, cuando dejas caer la carga de tu superyó de una posición que te empeñabas en mantener y que suponía tantos esfuerzos y frustraciones: la razón que siempre querías tener, el afán por defender tu imagen, tu nombre, tu "prestigio" y todo lo que mantenías para impresionar, para que te valorasen o te tuviesen en cuenta. ¡Puf!, ¿para qué servía todo eso? Menudo descanso cuando lo tiras todo por la borda.
 
Y lo paradójico es que tú lo mantenías porque buscabas en ello remedio a tu inseguridad, y la verdadera seguridad la alcanzas cuando lo sueltas todo. Ese es tu premio, con el que te sorprende la realidad. Y resulta que tienes motivos para estar siempre contento, pues las experiencias buenas son siempre gratificantes, las malas te proporcionan crecimiento al señalarte los obstáculos. Incluso las personas que te dan la lata, son motivo para que cambies tú, al conocerte mejor, y ya no te empeñas en cambiarlas a ellas.
 
No hay nada más clarividente que el amor. En cambio, la emoción del apego, que tomamos por amor, nos hace ciegos. Si estás apegado a tu amigo no podrás verlo, porque te lo impedirá tu emoción. La emoción del apego, trae consigo reacciones, pero no acciones. Para las acciones tienes que estar despejado y despierto.
 
CUARTO CAPITULO
 
AMAR ES ESCUCHAR TODOS LOS INSTRUMENTOS
 
Tú no eres nada de lo que crees ser: mis cosas, mi cuerpo, mis sentimientos... Mi yo es indefinible por que no hay nada que lo defina. Cuando yo me relaciono con otra persona ¿con quién me relaciono?, ¿con una imagen? Cuando me relaciono tengo noción del otro como unas experiencias, unos recuerdos, y con estas nociones, construyo su imagen. Así es que no me relaciono con esta persona, sino con la memoria que tengo de ella. Cuando abrazo a un amigo, ¿a quién abrazo? Abrazo a un recuerdo. Es así y lo cierto es que, si tú fijas las personas a la memoria que tienes de ella, las estás fijando a un prejuicio.
 
Y así funcionamos por la vida, juzgando por prejuicios. Como consecuencia de ello, si conocemos a las personas sólo por sus hábitos, cuando esa persona cambia, lo notarán sólo las personas despiertas o las que acaban de conocerla, pues para los otros sigue fijado a sus hábitos, que son lo que recuerdan.
 
Por ello, nadie es profeta en su tierra ni entre su familia, por regla general. Porque en ellos prevalecen los datos anecdóticos, las apariencias, y la persona queda apegada a esos recuerdos para sus convecinos y familiares. De Jesús dijeron sus vecinos: "¿No era éste el hijo del carpintero?" Y Nathanael, antes de conocer a Jesús, dice: "¿De Galilea, puede salir algo bueno?".
 
Nos movemos a base de prejuicios, de recuerdos y tópicos. Es peligroso vivir de la memoria, del pasado. Sólo el presente está vivo, y todo lo pasado está muerto, no tiene ninguna vigencia. Incluso el futuro no existe. Sólo hay vida en el presente, y vivir en el presente supone dejar los recuerdos como algo muerto, y vivir las personas y los acontecimientos como algo nuevo, recién estrenado, abierto a la sorpresa que cada momento puede descubrir. El ahora es el que importa, porque es la vida, ahora todo es posible, ahora es la realidad.
 
La idea que la gente tiene de la eternidad es estúpida. Piensa que dura para siempre porque está fuera del tiempo. La vida eterna es ahora, está aquí, y a ti te han confundido hablándote de un futuro que esperas, mientras te pierdes la maravilla de la vida que es el ahora. Te pierdes la verdad. El temor al futuro, o la esperanza en el futuro es igual, son proyecciones del pasado. Sin proyecciones no hay futuro, pues no existe lo que está en la realidad.
 
"Cuentan que un indio condenado a muerte, se escapa y como lo persiguen de cerca se sube a un árbol que está colgado sobre un precipicio. Abajo lo esperan los guardianes. No tiene escapatoria. Pero de pronto, descubre que al árbol al que se subió es un manzano. Entonces coge su fruto y se pone a saborear las manzanas que están a su alcance". Esto es saber saborear el presente, sin proyectar el pasado en el futuro ¿sería posible vivir sin angustias ni preocupaciones? Esto sólo lo descubriréis cuando estéis despiertos y viviendo el presente.
 
Cuando San Juan de la Cruz habla de la purificación de la memoria, se refiere a purificarla de toda emoción. No anclarse en los recuerdos, ni sufrir de nostalgia, de añoranzas. Liberarse de las emociones del pasado; liberar la memoria de toda emoción para recibir límpidamente todo lo nuevo. Estar disponible para recibir la persona en cada momento limpio de todo recuerdo y emoción. Cuando te encuentro, para percibirte con claridad, he de dejar atrás todo lo pasado - tanto malo como bueno - para estar abierto a tu presente sin relacionarte con ninguna imagen, sino con la realidad del presente.
 
EL SER Y LA IMAGEN
 
Si alguien me preguntase quien soy, para darle datos tendría que referirme a cosas registradas en la memoria. Tendría que formar una imagen llena de etiquetas, y yo no soy nada de eso. Yo soy. Un ser imprevisible como la vida misma, que no cabe en ninguna imagen porque mis formas son cambiantes, y mi verdadero ser es inaprensible, imposible de referir. Cuando vivimos dormidos, llevamos con nosotros una imagen propia, un yo-ideal que nos hemos fabricado con trozos de recuerdo y otras cosas soñadas por nuestro idealismo. Cuando alguien dice de ti algo que no te gusta, es la imagen lo que se ofende, pues nadie puede herir al que no tiene imagen propia. Yo no soy nunca la imagen que tengo de mí mismo ni la que tienen los demás de mí. Yo soy, y el ser no cabe en ninguna imagen porque las trasciende todas.
 
EL AMOR ES
 
A la persona no se la puede desear, porque en cuanto deseas a una persona la has dejado de amar como tal. Yo no soy una cosa ni soy lo otro. Yo no soy deseable ni indeseable. Yo soy lo que soy y nada más. Tú llegarás a amar a las personas en cuanto no te importe lo que son las personas. El amor es impersonal. En el amor no se mete la personalidad. El amor es, y fluye por medio de ti; tú no lo fabricas y en el amor la persona se queda a un lado. Por eso, el amor te deja libre y disponible. El "yo" es un impedimento para amar.
 
Cuando eliges, o comparas, o pides comparaciones, es porque necesito a esa persona para amarme a mí mismo. Cuando desaparecen los recuerdos, los prejuicios y las visiones subjetivas, entonces ya surge el amor que fluye desde donde es.
 
La personalidad, el "yo", es un impedimento para amar, porque considero a las personas amadas como algo mío.
 
Amo a mi hijo, a mi marido, a mi familia, porque es algo mío, distinguiéndolos de lo que queda más lejos. Entonces estoy cosificando lo más cercano como pertenencias a las que debo amar. Y el amor no sabe de deberes ni de gratificaciones, porque el amor es libre y gratuito. “Te amo, te quiero, te necesito, no puedo vivir sin ti" significan: me agarro a ti porque llenas mi necesidad, mi apego. Eso es egoísmo. El amor existe, aunque no hubiera nadie allí. Es nuestra esencia y se manifiesta en una manera de ser, un estado del alma, y está en consonancia con la capacidad de ver y existir, y en cuanto veas y seas tú mismo libremente, no podrás ser otra cosa que amor.
 
Jesús ama así. Tenemos una idea equivocada del amor como algo muelle, dulzón y consentidor. El amor va siempre unido a la verdad y a la libertad, y por eso nunca es débil. Puede ser brusco, pero también puede ser suave y más dulce que nada. Jesús fue amor siempre, y en su vida se manifestó unas veces brusco, duro incluso y otras tierno, dulce y sensible. El amor va siempre unido a la verdad y a la libertad y por eso nunca es débil. Puede ser brusco, duro incluso, y otras tiernos, dulce y sensible. El amor da siempre la respuesta acertada, no se equivoca.
 
Por eso no puedes imitar a Jesús. ¿Cómo vas a imitarle?, ¿acaso tú eres él? Cada uno tiene que ser auténtico, ser uno mismo, y Jesús lo fue hasta el fin. El día que yo sea tan auténtico como lo fue Jesús, entonces no tendré que imitarle, pues en cada instante sabré lo que hacer. El día que llegue a ti la iluminación, serás amor y vivirás la eternidad en cada instante.
 
QUINTO CAPITULO
 
EL MIEDO SE APRENDE
 
La felicidad (amna) no tiene lo contrapuesto, porque nunca se pierde. Puede estar oscurecida, pero nunca se va, porque tú eres felicidad. La felicidad es tu esencia, tu estado natural y, por ello cuando algo se interpone, la oscurece, sufres por miedo a perderla.
 
Te sientes mal, porque ansías aquello que eres. Es el apego a las cosas que te proporcionan felicidad lo que te hace sufrir. No has de apegarte a ninguna cosa ni a ninguna persona, ni aún a tu madre, porque el apego es miedo, y el miedo es un impedimento para amar.
 
El responsable de tus enfados eres tú, pues aunque el otro haya provocado el conflicto, el apego y no el conflicto es lo que te hace sufrir. Es el miedo a la imagen que el otro haya podido hacer de ti, miedo a perder su amor, miedo a tener que reconocer que es una imagen la que dices amar y miedo a que la imagen de ti, la que tú sueñas que él tenga de ti, se rompa. Todo miedo es un impedimento para que el amor surja. Y el miedo no es algo innato, sino aprendido.
 
El miedo provoca lo no existente. Tienes miedo porque te sientes amenazado por algo que ha registrado la memoria.
 
Todo hecho que has vivido con angustia, por unas ideas que te metieron, queda registrado dentro de ti, y sale como alarma en cada situación que te lo recuerda. No es la nueva situación la que te llena de inseguridad, sino el recuerdo de otras situaciones que te contaron o que has vivido anteriormente con una angustia que no has sabido resolver. Si despiertas a esto, y puedes observarlo claramente, recordando su origen, el miedo no se volverá a producir porque eliminará el recuerdo.
 
NO TENGAS MIEDO
 
Con la religión nos han metido muchos miedos que están ahí y que hay que solucionar. "No tengas miedo", dice Jesús en el Evangelio. Todo el Evangelio está lleno de estas advertencias: "No temáis... no os preocupéis... no os aflijáis...". Pero nosotros hemos hecho una religión llena de tabúes y temores, llena de ideas falsas y de falsos ídolos.
 
"Había una madre que no conseguía que su pequeño hijo regresara a casa de jugar antes del anochecer. Para asustarlo le dijo que había unos espíritus que salían al camino tan pronto como se ponía el sol. Desde aquel momento, el niño no volvió a retrasarse. Pero cuando creció tenía tanto miedo a la oscuridad y a los espíritus que no había manera a que saliera de noche. Entonces su madre le dio una medalla y lo convenció que mientras la llevara consigo los espíritus no se atreverían a atacarle. El muchacho salió a la oscuridad bien asido a su medalla. Su madre había conseguido que, además del miedo que tenía a la oscuridad y a los espíritus, se le uniese el miedo a perder su medalla". La buena religión te enseña a liberarte de los fantasmas, y la mala a fiarte de las medallas. No metamos a Dios en los fantasmas.
 
ESTAMOS PROGRAMADOS
 
Para mí, muchas veces es difícil cambiar los roles de padre espiritual y psicólogo. Vienen a ti a que les des un concepto moral que los tranquilice y, si resulta que lo que necesita es una terapia y se la das, se escandalizan, y entonces creen que les has dañado en sus sentimientos y creencias. A nadie has hecho daño, sino que has llamado a las cosas por su nombre. Es vuestra programación la que os hace sufrir.
 
Un día vino un señor desesperado. porque otro señor había estado tocando los genitales de sus dos hijas de pocos años, y el que le sorprendió, quería matarlo. Y las niñas estaban ahora llenas de miedo. No por lo sucedido, sino, por la reacción de los padres ante el hecho. El padre no quería ver esto y me miraba como si yo estuviese loco. Su programación no le permitía ver que, si hubiese reaccionado como si nada hubiese pasado delante de las niñas, estas lo tomarían como un juego y nada alarmante quedaría registrado en su mente.
 
Aparte, tú puedes pedir explicaciones, romperle las narices o tratar de reaccionar con el señor que tocó a las niñas. Pero si estás programado porque la acción en sí es pecaminosa y porque sus niñas han sido mancilladas, y todas esas cosas de nuestra cultura, estarás atrayendo hacia ellas tu alarma y tus miedos. Mucho más que los tuyos, pues ellas, que no están programadas, registran en su mente una alarma que unirá al acto en sí, sin más explicación y para siempre tendrán miedo a todo lo que se relacione con ello. Un miedo que será inconsciente, irracional y por ello mucho más peligroso. En cuanto al señor que tocó a las niñas, en el peor de los casos era un ser enfermizo, con una sexualidad sin desarrollar, y no el sádico y perverso que se suele ver en él. ¿Que hay que defenderse de él? De acuerdo, pero si estás despierto llamarás a las cosas por su nombre y te darás cuenta que los miedos que provocaste sobre él son los mismos que metieron en tu infancia ante actos similares.
 
Si piensas con realismo, verás que el prójimo -igual que tú- es miedoso, infantil, egoísta y estúpido. Y no es que lo sea, sino que es su programación lo que hace que se muestre así; nadie te defrauda en la realidad. Es el juicio que tenías de la persona (de cómo "debería" de ser) lo que te ha defraudado. Así como cuando te enamoras de una persona, lo haces de una imagen (la imagen de tus sueños), el mundo de la realidad que vives (de lo que tú crees realidad) es falso, porque está sujeto a conceptos. Los conceptos no son más que añadiduras que ha puesto la cultura.
 
EL ARREPENTIMIENTO NO ES UNA TRAMPA
 
En la cárcel real, es el guardián el que tiene la llave. Pero en la cárcel psicológica (cárceles en las que estamos metidos por nuestra programación), es el prisionero el que tiene la llave, pero lo malo es que no se da cuenta. ¡Ay de ti! si ves esto claro, porque irremediablemente vas a salir de tus prisiones psicológicas y vas a cambiar para llamar a las cosas, las personas y las situaciones por su nombre. Entonces no hay vuelta atrás. Te va a ser duro, pero más duro es vivir a ciegas, adormilados.
 
Jesús insiste en la "Metanoia", en vivir la vida bien despiertos, sin perderse nada. El arrepentimiento es morir de verdad al pasado para instalarse en el presente mirándolo con ojos nuevos. El concepto de arrepentimiento tal como nos lo explicaron, era como una trampa. Si no hubiese "arrepentimiento" quizá no hubiese pecado, porque mucha gente peca para arrepentirse. Es un juego psicológico con nosotros mismos en el que buscamos terminar el juego con el arrepentimiento. Es una forma de desahogarse emocionalmente y recibir aceptación, aprobación, con el perdón. Por eso, Metanoia no quiere decir estarse arrepintiendo una y otra vez, sino despertar a la verdad.
 
CAMBIA TU PROGRAMACIÓN
 
Los hombres buscan y huyen de tantas cosas, y no entienden que, tanto como lo que buscan fuera como de lo que huyen, está dentro. Estás intentando escapar de algo que está dentro de ti: tu inconsciente, en donde están grabadas todas tus programaciones. Y lo que buscas: el amor, la felicidad, están dentro de ti, eres tu mismo. Es el despertar a tu suficiencia lo que va a liberarte, la resolución de todo está dentro de ti, y si consigues ser suficiente, ya has llegado a ser tú mismo. Pero mientras no se te vayan tus neurosis de adormilado, no intentes cambiar el mundo; antes despierta tú.
 
Mientras duermes y sueñas, tú ves a las personas y al mundo igual que te miras tú. El día que cambies tú, cambiarán las personas para ti, y cambiará tu presente. Entonces vivirás en un mundo de amor. El que ama, termina siempre por vivir en un mundo de amor porque, los demás no tienen más remedio que reaccionar por lo que tú les impactas.
 
Ahora piensa en las personas con las que ordinariamente vives y trabajas, y en los problemas que tienes con ellos. ¿Sabes la solución? Te voy a decir un remedio mágico, porque no falla nunca: Cambia tu programación y todo cambiará. Renuncia a tus exigencias: Lo más importante para vivir el presente, tanto contigo mismo como con los demás, es renunciar a las exigencias.
 
Las exigencias son la fuente de todo problema de relación y convivencia. Exiges que el otro no sea egoísta, que no sea pasota, y te autoconvences que lo haces por su bien. ¿Que lo haces por su bien? Y entonces, ¿por qué te molesta su actitud? ¿No será que te está reflejando algo que no te permites a ti mismo? No te engañes, llama a las cosas por su nombre. No seas exigente contigo mismo y comenzarás a no exigir a los demás. Salte de esa programación que te tiene prendido del árbol del "bien y del mal" y comenzarás a aceptar la realidad sin juicios ni críticas.
 
Cuando te molesta que tu amigo sea exigente es que tú lo eres también.
 
Cuando te molesta que no reaccione, no seas exigente y no le pidas lo que no está dispuesto a hacer en este momento. Pero puedes comprenderlo y no juzgarlo, sino esperar que él sabrá por sí sólo salir de su pasividad. Esto puede ayudarle, en cambio la exigencia no.
 
¿No te das cuenta que, cuando buscas un resultado y luchas por él, lo que haces es buscarte a ti mismo? Quieres en el fondo tener la razón y demostrárselo. Olvidas que, para cada persona, la vida tiene reservado un ritmo y una ocasión. Mira a las personas tal como son, respétalas, acéptalas y trata de de comprenderlas allí donde están y dales la respuesta que a ti corresponde: la del amor y la comprensión.
 
EJERCICIO DE FANTASÍA (Para reflexionar)
 
Piensa en una persona conocida y date cuenta de las veces que le has exigido comportarse de determinada manera, y pídele perdón por haber querido cambiarla. Habla con ella con sinceridad y sin miedo. Puedes decir algo así: "Tú haz tu propia vida. Yo no voy a enfadarme porque obres de una manera distinta a como yo lo haría. Entiendo que eres libre de hacerlo, pero eso no quiere decir que no voy a protegerme de las consecuencias de tus actos. Yo me protegeré cuando lo crea necesario, pero no voy a protegerte a ti mismo".
 
La persona libre es la que es capaz de decir sí o no con la misma sencillez en cualquier circunstancia. Si a veces dices sí por no desilusionar a la gente, eso no es amor, es cobardía, Un gran ejercicio para el amor es saber decir no.
 
Cuando alguien te pide algo insistentemente, como si se le fuese la vida en ello, y tú no ves lo positivo de que accedas, sé capaz de decir sencillamente y todo lo enérgicamente que sea necesario que tú no sueles hacer regalos ni concesiones a las personas si no tienes claros los medios ni los motivos psicológicos para hacerlos, porque, si no, tú te vas a quedar resentido de su imposición, y él va a ser una víctima de ese resentimiento que provoca y, además, estarás retrasando su crecimiento y autonomía como persona.
 
Ser disponible, estar abierto, no es eso. Eso es miedo a perder la imagen y cobardía ante la verdad, porque decir la verdad es, a veces, difícil. No quieres darle un remedio pero sí quieres que se cure y, en cambio, no aguantas que se porte así. ¡Cobarde, egoísta, hipócrita!, ¿Que hay de bueno en tu actitud? si hubieras sido completamente libre del sentido de culpabilidad, le hubieras dicho que no sencillamente. El egoísmo es exigir que el otro haga lo que tú quieras. El dejar que cada uno haga lo que quiera es el amor. En el amor no puede haber exigencias ni chantajes.
 
Algunos me han preguntado que cuándo voy a hablar de Dios. Y yo creo que, en estos días, lo único que he hecho es hablar precisamente de Dios. A Dios sólo se le puede conocer por la vida, que es su manifestación. El está en la verdad y de despertar a la verdad se trata.
 
"Se cuenta que un árabe fue a visitar a un gran maestro y le dijo: "Tan grande es la confianza que tengo en Alá que, al venir aquí, no he atado al camello". Y el gran maestro le contestó: "¡Ve a atar el camello, idiota, que Dios no se ocupa de lo que tú puedes hacer!".
 
Dios es padre, pero un buen padre ama en libertad y quiere y propicia que su hijo crezca en fuerza, sabiduría y amor. El niño que está apegado a sus padres, es un niño enfermizo psicológicamente por culpa de sus padres.
 
El niño es incapaz de amar, pero, necesita ser amado. Es un ser que nace espontáneo y libre para buscar y aprender desarrollando su experiencia con sus cinco sentidos y la atención alerta para captar la vida. Si sus padres le condicionan el amor que necesita a una obediencia y a unas reglas, perderá su libertad, y por miedo a perder el amor de sus padres, su acogida y caricias, comenzará el apego. Tiene miedo a la angustia que le produce el rechazo de sus padres, y sólo por eso se someterá.
 
Eso es un chantaje afectivo que va a pagar muy caro durante toda la vida. Ese niño crecerá creyendo que el amor, el cariño, hay que comprarlos, y tendrá una dependencia y un apego que confundirá con el amor. Su mente está programada.
 
Las personas programadas van buscando siempre hacer las cosas "mejor". Van ansiosos de victorias, de sus conquistas, de sus logros y nunca están satisfechos, por eso sufren tanto cuando no alcanzan las metas que sus exigencias les imponen. Son seres que no viven ni disfrutan con lo real.
 
Estos seres extienden su exigencia a los demás y por eso están incapacitados para amar. Buscan la felicidad donde no está.
 
Sólo en libertad se ama. Cuando amas la vida, la realidad, con todas tus fuerzas, amas mucho más libremente a las personas. Si tú disfrutas de mil flores, no te agarras a ninguna. La causa de mi felicidad no es el amigo, pero brota cuando estoy con él. Antes creía que la sinfonía sonaba cuando estábamos juntos, pero ahora veo que la felicidad no es casual.
 
La felicidad es evidente siempre si no le pones estorbos. Los estorbos más grandes de la felicidad pueden ser los apegos. Lo que importa no es ni tú ni yo, sino la relación, libre de exigencias del amor. Hagas lo que hagas, no tengo miedo a que me ofendas ni a ofenderte. No tengo ningún deseo de impresionarte. Prefiero ser sencillamente lo que soy con mis formas y deseos, que me aceptes así.
 
Es precisamente con esta relación como tiene sentido el matrimonio, y no por las promesas y los contratos. Ya que no te necesito para ser feliz, no te ato ni me ato. Tú eres mi instrumento favorito, pero no renuncio a escuchar a los demás. El amor es una sensibilidad que te capacita para escuchar todos los instrumentos precisamente porque uno despertó más hondamente esa sensibilidad. Y la armonía se logra cuando juntos estáis disponibles y sensibilizados para escuchar todas las melodías.
 
EJERCICIO
 
Piensa en alguna temporada en la que te sentiste rechazado, desatendido o humillado. A ver si consigues comprender la situación con realismo, mirándola con sinceridad, en profundidad, y puedes descubrir que, si tú no te dieras por ofendido, no existiría rechazo ni humillación alguna. Quizá encuentres que haya existido una actitud de rechazo o desaprobación, pero ¿qué tiene que ver la actitud del otro con tu ser?
 
Tú eres lo que eres, independientemente de lo que digan o piensen los demás. Las formas, las actitudes, los pensamientos y los sentimientos cambian y tú sigues siendo tú, y de la misma forma cambian los pensamientos, actitudes y sentimientos de las otras personas mientras ellas siguen siendo lo que son.
 
Entonces, ¿qué es lo que te ofende, las personas o sus formas? las formas no te pueden ofender, porque son cosas cambiables que no existen. Los juicios que las personas hacen de ti nos expresan mucho más de sus formas, de su programación, que de ti. No tiene sentido que te ofendas. Y si no, acuérdate de lo de Buda, que una vez lo insultaron y él no se inmutó, y dijo que no podía afectarle, y explicó que si alguien le traía un regalo, y él no lo aceptaba, ¿de quién era el regalo? De la persona que lo trajo ¿verdad? "Pues si no quieres enfadarte, no aceptes el insulto, ni el regalo".
 
El enfado, ¿que es? Que tú no te conformas con las exigencias de mi programación. Que no te gusta mi forma de actuar. No tiene lógica. Puede que tengas buena intención, pero no puedes hacer al otro según tu buena voluntad. Resulta que, mirado claramente, lo que está ocurriendo es que, porque uno se porta mal, al otro se le sube la presión. El entender esto bien, sin identificaciones, es una liberación.
 
En el conflicto del místico no entra nada personal. No hay, en el místico, violencia que venga del miedo ni del desprecio, ni de exigencia alguna. Puede violentarse con el otro para defenderse del mal de otro, pero lo será sin emociones, aunque estará lleno de amor.
 
Solemos reaccionar ante las imágenes que nos reflejan los otros. Vemos en el otro lo que estamos deseando ver (lo idealizamos), o ponemos en él nuestros miedos (lo rechazamos), y así nos impedimos conocer al otro en su realidad.
 
¿Qué es el pecado? Cuanto más libre albedrío tengas tú, menos posibilidades de pecar. El pecado es una enfermedad de la esclavitud; pecas si eres esclavo de la Ley, pero si eres consciente de que Cristo te liberó, eres libre, y la libertad de la que habla Jesucristo es la de estar despierto.
 
Antes de cambiar a los demás, cambia tú. Limpia tu ventana para ver mejor. Pon la atención en la causa negativa que te ha hecho sufrir, no en el que te ha ofendido. La causa es la programación. Esa programación te la metieron desde niño, tú no tienes la culpa de ello, como tampoco la tiene el otro.
 
Al llegar a este estado, verás que todo lo que te sucede es bueno. Como el agricultor que tiene pozos de agua y está tranquilo porque ya no depende de que llueva o no. Todo lo verás bien y con sosiego. Si tú no sabes el origen de tu enfermedad, no la curas, sino que la reprimes y siempre estarás sufriendo por ella. Si sabes su origen, ya tienes su curación a la mano.
 
Todo cambio auténtico se efectúa sin esfuerzo alguno. La persona humana tiene unas energías fabulosas en reserva para cuando necesitas ponerlas en marcha. Lo importante es descubrir lo que está ocurriendo en ti y a tu alrededor para saber lo que anda mal y sus causas. Importa el estar despierto.
 
El ir al templo no te va a cambiar, ni el hacer novenas a los santos.
 
Eres tú el que ha de cambiar. Recuerda que no sirve el decir ¡Señor, Señor!, sino hacer la voluntad del PADRE. Y la voluntad del padre es que seamos fieles a la verdad, porque sólo la verdad nos hará libres.
 
Hace falta despertar. El miedo sólo se te quita buscando el origen del miedo. El que se porta bien a base de miedo es que lo ha domesticado, pero no ha cambiado el origen de sus problemas. Está dormido.
 
SEXTO CAPITULO
 
EL TESORO ESTA DENTRO DE TI
 
Nadie sabe quien es Dios, y lo dice Santo Tomás de Aquino: "Como es imposible saber la naturaleza de Dios, es imposible hablar con Dios". No es posible comprender a Dios, porque se escapa a todo razonamiento. Me preguntan si lo que explico es la teología de la liberación, y yo contesto que lo que yo explico es la liberación de toda teología. Yo estoy de acuerdo con la liberación, pero no con la palabra "teología”, para hablar de la liberación. Para liberarte, lo que necesitas es darte cuenta de tu programación y de las premisas falsas en que apoyas tus acciones.
 
Me enfado. ¿Por qué me enfado? Porque soy exigente. ¿Eres incapaz de soltar tus exigencias? Darte cuenta de todo esto. El conflicto viene de las insatisfacciones e intolerancias que tienes contigo mismo. Si tú no te aceptas a ti mismo, ¿cómo vas a tolerar a los demás? Andarás exigiéndote a ti y a los demás continuamente, y siempre insatisfecho. Si tú no cambias, ¡Ay de ti y de los que te rodean!, pues te convertirás en un fariseo intolerante. El secreto de la liberación te llegará cuando te hartes de sufrir. Necesitas encontrar "el tesoro escondido" que sólo está dentro de ti.
 
Al hombre sabio es imposible hacerlo esclavo. La verdadera libertad está por encima de las leyes, de las razas, de políticas, de fronteras y de idiomas. Recordad aquellas palabras que dijo un sabio griego cuando iban a venderlo como esclavo: "Aquí está un maestro, ¿hay algún esclavo que quiera comprarme?".
 
Gandhi decía que la libertad de la patria le importaba un bledo, porque lo importante es la libertad del hombre. Tenía una visión clarísima de las prioridades: primero Dios y descubrir ese tesoro que está dentro del hombre. Decía: "Tengo para mí que el fin de la vida es la visión de Dios, y he de conseguirlo, si es preciso, sacrificándolo todo: familia, patria y hasta la vida".
 
Desgastamos la vida en tonterías que nada valen. Y la vida es el más preciado regalo que se puede desear. Intentar impresionar a la gente, buscar riquezas, honores, prestigio... ¿Para qué sirve eso? Pero os vuelvo a decir que esto lo habréis de descubrir vosotros para despertar. Tenéis que cuestionarlo todo. Cuidando de aceptar las cosas que digo sin analizarlas sinceramente, desde vuestro centro que no os puede engañar. No hay que tragar nada - sólo conseguiríais una nueva programación encima de la que tenéis - , sino cuestionarlo, analizando esto y lo opuesto. Esto supone apertura. Hay que ser receptivo sin ser crédulo.
 
EL DICHOSO NIÑO
 
El que está en el reino de Dios es el que se ha convertido en un niño, pero bien despierto, sin que lo puedan ahora manipular.
 
Cada niño lleva a Dios dentro al nacer, pero nuestros esfuerzos para moldearlo hacen que convirtamos a Dios en un demonio. Si ves a un niño verás al egoísmo en forma pura. Sólo es capaz de pensar en sí mismo, pero es natural que sea así. El egoísmo del niño es cosa divina, pues necesita toda su energía concentrada dentro de él. Nosotros intentamos cambiarlo y estropeamos los planes de Dios en él. Estropeamos su espontaneidad introduciendo en él los miedos. El miedo hace al niño mentir y amoldarse para no perder la aprobación de los padres.
 
Deja al niño ser todo lo egoísta que quiera. El niño sólo piensa en darse placer a sí mismo y, poco a poco va descubriendo el exterior y, con él, el placer refinado de extender su placer a los otros. Su creatividad se muestra destrozando todo por curiosidad. Les gusta el movimiento y el ruido. El conflicto entra porque no coincide lo que le gusta al niño con lo que le gusta a los padres.
 
El niño tiene que crecer, poco a poco, descubriendo las cosas por sí mismo y a su tiempo. El niño ha de hartarse primero de chocolate antes de ofrecerlo. Si tú te empeñas en que lo comparta con su hermanito, odiará al hermanito. En realidad a todos los niveles, lo que llamamos caridad y altruismo no es más que un egoísmo refinado.
 
Nos damos gusto dando gusto a los demás, porque cada uno se busca a sí mismo. Así somos todos, le ponemos nombres muy liberales a las cosas que no lo son, aunque tengan su explicación y su razón. Tendremos que aprender a llamar a las cosas por su nombre para no engañarnos. Cada uno va buscándose a sí mismo, porque si no nos buscamos a nosotros mismos, no podremos salir a los demás.
 
VIOLENCIA CULTURAL
 
Nos aburrimos por la memoria, cuando ésta está contaminada por la emoción, pues si olvidamos por completo lo anterior con sus emociones, todo nos parecería nuevo. Lo que ocurre es que solemos petrificar las emociones en la memoria. La realidad es que todo cambia continuamente, y si pudiéramos verlo así, todo nos sorprendería por su novedad.
 
Cuando hacemos favores, si los hiciéramos sin llevar la cuenta, no esperaríamos luego agradecimiento, pero llevamos la cuenta y luego nos hacemos la ilusión de que lo hemos hecho por altruismo. Si cuando haces algo por otro, lo haces por gusto y eres feliz haciéndolo, ¿Por qué esperas entonces correspondencia?
 
El amor desinteresado, ¿Existe? Y, sin embargo, es al único al que se le puede dar el nombre de amor ¿Quién quiere ser objeto de un amor sacrificado? Te gusta que el otro disfrute amándote, y también que disfrute al hacerte un favor. ¿Entonces por qué cuando eres tú el que ama o hace el favor esperas una compensación? ¿No es bastante la alegría de poder amar y de participar con el otro lo que tienes?
 
La gratitud es un gancho. Nuestra cultura la convirtió en una "obligación", y la sociedad de consumo ha montado un gran negocio con ello. "Moito obrigado" dicen los portugueses, en una definición exacta de lo que ha llegado a ser el agradecimiento. La cultura contamina lo que toca porque es un elemento manipulador.
 
El niño es otra víctima de la violencia cultural. La cultura dice: "hay que reformar al niño", con lo que se da por supuesto que el niño es malo, y la consigna de que "hay que prepararlo para la vida" (¿qué vida?) se le domestica metiéndole una programación de leyes y reglas de conducta. El niño, precisamente, nace con toda su capacidad despierta para agarrarse a la vida, pues la vida es precisamente la única maestra que no se equivoca y lo educa en libertad.
 
En la India hay niños de seis años que se ganan el sustento para ellos y sus familiares, y es la vida y la necesidad las que los han enseñado.
 
Al niño le hace falta libertad. "Más vale un barrendero feliz que un juez o un gran político infeliz" Con toda la mejor voluntad del mundo, la gente religiosa es opresora, lo que suele llamarse "respeto" es una forma respetable de miedo. Hay que darle al niño de seis años el mismo respeto que al presidente de la Nación. La función que haga cada uno no tiene ninguna importancia. Todos somos necesarios. El valor a tener en cuenta es ser feliz y buscar tu sitio en la vida.
 
ODIARSE A SI MISMO
 
"En el corazón de cada joven existe un trono que le ha sido usurpado. Cuando se restituya ese trono, el joven estará curado". Hay que aprender sólo porque se quiere aprender, y para ello hay que respetar y salvaguardar la demanda innata de curiosidad del niño. De dentro es de donde viene la demanda. Al niño le gusta la enseñanza, lo que rechaza el niño es el método y la manipulación.
 
Al niño se le enseña desde pequeño a odiar su cuerpo. Se le hace avergonzar de ciertas partes de su cuerpo. Y es nuestra cultura quien lo hace. En las tribus no hay problemas de violaciones ni de infidelidad, porque no existen traumas sexuales.
 
"Si no hubiera ley, no habría pecado". La ley sólo sirve para las personas programadas, para las libres no. No se puede comenzar la vida con el autodesprecio. Los niños van pasando de una experiencia a otra cuando se sacian de la anterior. Si tú detienes esa experiencia, se la cortas haciéndole creer que es algo malo. No sólo provocas un misterio y rompes una evolución natural, sino que habrás metido en él un miedo a algo que desconoce porque no existe una razón convincente para hacerlo. Si le dices que está "mal", lo habrás introducido en la Ley expulsándolo del paraíso.
 
Si yo logro que te odies a ti mismo, me será más fácil dominarte, domesticarte y eso es lo que hace nuestra mal llamada "educación". La sociedad te enseña a estar siempre insatisfecho para dominarte y controlarte. Con ello, la sociedad se ha beneficiado, pero ha pagado un precio muy alto: La guerra. Nunca podrás amar a los demás si te detestas a ti mismo. El amor significa no hacer violencia y respetar la libertad. El amor es:
 
"Yo estoy de tu lado, no estoy en contra de ti".
 
El niño crece con la sensación de que los padres están en contra. Si tú no haces violencia al niño, ellos tampoco tienen ganas de ser violentos con nadie.
 
Lo primero para cambiar al niño reprimido es destruir la conciencia, la ley que le impusieron. La conciencia del "bien y del mal" es lo contrario de la concientización. La conciencia o la concientización es la sensibilización, la sensibilidad que no necesita la conciencia. Si eres consciente, estás despierto y sensible a todo.
 
EL AMOR NO CASTIGA
 
¿Castigar o no castigar? El amor no castiga nunca. El "respeto" no es más que miedo y, de la misma forma, el castigo no es más que venganza. El acto de reflexión (que puede ser incluso violento) no es castigo, sino un acto de amor, porque lleva en él la curación como fin.
 
El castigo como venganza es un acto de odio, que engendra más odio. Cuando el niño no respeta tu libertad o la de los demás, puedes pegarle una palmada en ese momento, para que asocie de dónde viene el golpe; no hay dificultad, porque él aprenderá y comprenderá sin dejar más residuos. El acto comenzó y terminó con un resultado lógico, como ocurre en la vida.
 
Cuando le echas un sermón que no entiende y percibe tu disgusto y tu rechazo, que si entiende y comienza a sentirse culpable de algo que es la "moral", el deber, las "normas" que él no entiende pero que necesita cumplir para tenerte contento, entonces sí le estás haciendo mucho daño. Y si percibe en ti el sentimiento de la venganza, estarás fomentando en él un violento, vengador y resentido, no lo dudes.
 
Si se sube a un árbol y se cae haciéndose daño, aprenderá a ir con más cuidado otra vez y no tendrá sentido de culpabilidad. De la misma manera el cachete que le puedes dar inmediatamente lo asociará con lo que acaba de hacer, pero ahí no entra la moral ni la culpabilidad, sino la realidad. Pero hazlo siempre sin estar molesto, para que no haya rastro de recriminación ni de acusación, conscientes de que eso es amor. Lo que no te privará de consolarlo si llora, como harías si se cae del árbol. Esto es lo que lo diferencia.
 
Si yo quiero cambiarme a mí mismo tendrá que ser en base a la comprensión, intuición, consciencia, tolerancia, sin violencia. Pues eso mismo necesitan los demás. Todas las represiones tienen un sólo motivo: La insatisfacción de ti mismo, tu intolerancia. No se puede dar la libertad si tú no eres libre. No puedes amar si tú no te amas. Y no podrás fingirlo, pues tu boca puede decir una cosa, pero tu voz, tu actitud y todo tu cuerpo están diciendo otra. Habrá una contradicción que contaminará el ambiente. Es preferible mostrar tu verdad a los demás mostrando el estadio es que estás con sencillez y tu capacidad real en ese momento.
 
Cuando haces el bien desde tu persona, como una expresión natural de tu ser, no eres consciente de ello. Cuando eres consciente y te enorgulleces de ello es que ha entrado en ti el "yo" que todo lo complica, y desde ahí el creerte más que los demás. Lo peor de todo es la hipocresía de los padres y maestros haciendo de modelos que luego no son capaces de cumplir y de ahí llega el desconcierto y la desconfianza de los niños cuando el ídolo se viene abajo. De esta desilusión de los niños surge luego el odio.
 
EL AMOR NO ES UNA DROGA
 
El amor es la única necesidad que tiene el ser humano. Amar y ser él mismo. La sexualidad no es el amor. El amor dice: "No soy yo quien te amo, sino que es el amor el que está aquí, es mi escénica y no puedo menos que amar". Eso surge libremente cuando estás despierto y se han caído tus programaciones. Cuando comprendes que eres felicidad no tienes que hacer nada. Sólo deja caer las ilusiones. El apego se fomenta porque tú te haces la ilusión (porque así te lo han predicado y lo has leído en mucha literatura barata) de que tienes que conseguir la felicidad buscándola fuera, y esto hace que desees agarrarte a las personas que crees te producen felicidad, con miedo a perderlas. Pero como esto no es así, en cuanto te fallan, o crees que te fallan, viene la infelicidad, la desilusión y la angustia.
 
La aprobación, el éxito, la alabanza, la valoración, son las drogas con las que nos ha hecho drogadictos la sociedad, al no tener siempre esto, el sufrimiento es terrible. Lo importante es desengancharse, despertando, para ver que todo ha sido una ilusión. La única solución es dejar la droga, pero tendrás los síntomas de la abstinencia. ¿Cómo pasarte sin el aplauso y la aceptación? Es un proceso de sustracción, de desprenderte de esas mentiras. Arrancar esto es como arrancarte de las garras de la sociedad.
 
Habías llegado a un estado grave de incapacidad de amar, porque era imposible ver a las personas tal como son. Si quieres volver a amar de nuevo, tendrás que aprender a ver a las personas y a las cosas tal como son. Empezando por ti.
 
Para amar a las personas hay que abandonar la necesidad de ellas y de su aprobación. Te basta con tu aceptación.
 
Ver claramente la verdad sin engaños. Alimentarse con cosas espirituales: compañía alegre, camaradería sin apegos, y practicando tu sensibilidad con música, buena lectura, naturaleza.
 
Poco a poco ese corazón que era un desierto lleno de sed insaciable, se convertirá en un campo inmenso produciendo flores de amor por todas partes, mientras suena en ti una hermosa melodía: Has encontrado la vida.
 
Piensa en los pasajes del evangelio en que Jesús, después de despedir a la gente, se queda allí, solo, ¡Qué hermoso es ese amor! Sólo el que sabe independizarse de las personas sabrá amarlas como son. Es una independencia emocional, fuera de todo apego y toda recriminación, lo que hace que el amor sea fuerte y clarividente.
 
La soledad es necesaria para comprenderte fuera de toda programación. Sólo la luz de la conciencia es capaz de expulsar todas esas ilusiones y pesadillas en las que estamos viviendo y, con ellas, expulsar también todos los rencores, todas las necesidades, todos los apegos.
 
¿Cómo empezar? Llamando las cosas por su nombre. Llamar deseos a los deseos y exigencias a las exigencias, y no disfrazarlas con otros nombres. El día que entres de pleno en tu realidad, el día que ya no te resistas a ver las cosas como son, se te irán deshaciendo tus ceguedades. Puede que aún sigas teniendo deseos y apegos, pero ya no te engañarás.
 
Alimentándote bien con placeres naturales: disfrutando la naturaleza; ejercitando los placeres del tacto, del oído, de la vista, del olfato.
 
Hay un mundo por descubrir desde nuestros sentidos atrofiados te darás cuenta de que no hace falta otra cosa para ser mucho más feliz de lo que consigues ahora. Sentirte libre, autónomo, seguro de ti a pesar de conocerte con todas las limitaciones o quizá por ello, porque has aceptado el ser sin límites que eres, pero con todas las formas mediocres en las que te desenvuelves. Sólo el conectar con la realidad te hará fuerte y no necesitarás apoyo ni apegos.
 
Para decir a tus amigos: "No pongas tu felicidad en mí porque yo puedo morirme o decepcionarte. Pon tu felicidad en la vida y te darás cuenta de que, cuando te quedas libre es cuando eres capaz de amar". El amar es una necesidad pero no lo es el ser querido, ni el deseo. El vacío que llevamos dentro hace que tengamos miedo a perder a las personas que amamos. Pero ese vacío se llena sólo con la realidad. Y cuando estás en la realidad, ya no echas de menos a nada, ni a nadie. Te verás libre y lleno de felicidad como las aves.
 
DATE EL GUSTO DE VIVIR
 
El reino de Dios está aquí y es ahora. Es posible que hayas ganado un mundo con el aplauso, pero perdiste la vida. La vida es algo que pasa mientras tú estás ocupado haciendo otras cosas. Nunca te has dado el placer de vivir y vas a llegar inconsciente a la muerte, sin ser nunca libre como un pájaro que planea majestuoso, viviendo y siendo.
 
Se dice que un gran sabio le dijo a un emperador romano: "Cuando llegue el día de tu muerte morirás sin haber vivido". Despertemos para que este epitafio no sirva para nuestra tumba. ¡Que bien se siente uno haciendo lo que quiere! Deja, mientras a los burros que se reúnan a criticarte. El ser libre y estar despierto a la realidad te permite vivir como un rey. Si tú eres el rey de la creación, ¿que te importa el ministro, el cardenal o el presidente?
 
No hay más que distanciarse uno de sí mismo - como Santa Teresa- y darte cuenta cuando actúa la programación en ti y cuando eres tú mismo. Al darte cuenta de tu programación y de cómo actúa a través de ti, ya te has disociado de ella, y ya no tiene fuerza sobre ti, ya no te puede porque tú eres algo muy distinto a tu programación; ella no es más que una forma de expresión que usas por hábito, pero nada tiene que ver contigo, Entonces cuando observas esos hábitos, los tomas con humor; "¡ya se me pasará!" Y entonces ya no estás molesto, porque a tu yo verdadero no le afecta.
 
La vida se escapa y hay que aprovecharla hasta el fondo. Importa fijarse en la ofensa, para aprender, pero no en el ofensor, que actúa por su programación.
 
Se cuenta de un oso que metieron en una jaula de seis metros de largo, y caminaba de un lado a otro, sin parar. Al cabo de un año le quitaron la jaula, y el animal seguía paseando por los mismos seis metros, ida y vuelta, incapaz de ir más allá. Se había acostumbrado. Así los hombres somos incapaces de salir del espacio de la programación.
 
SEPTIMA PARTE
 
EL SER ES LO QUE VALE
 
El hombre se afana de descubrir a Dios pero no se afana en descubrirse a sí mismo. ¿Cómo es ese hombre que busca a Dios? Si no te conoces a ti mismo no podrás conocer a nadie. Tú te moverás como un autómata. Si provienes de una familia que se deprimía, tú seguirás deprimiéndote. Si tu familia ha sido agresiva, tú tomarás la agresividad como lo más corriente.
 
En otras culturas, cuando un hombre decide morir, elige al hijo mayor para que sea el que tenga el privilegio de tirar la cuerda para ahorcarse, y los amigos y los parientes celebran ese ahorcamiento con un banquete. Pues esta es una clase de programación como cualquier otra. No son mejores a las que nosotros tenemos. Si las cosas que consideras "malas" no las haces porque te programaron para no hacerlo, ¿qué mérito tienes?
 
El sentido de culpabilidad y el miedo que te han metido en el cuerpo, son la causa de que evites hacer las cosas que consideras "malas". Actúas como un robot programado. Si no te paras, bien despierto, cada vez que vayas a decidir una cosa, a sopesar la realidad y las consecuencias que puedan sobrevenir de lo que vas a hacer ¿Cómo vas a ser responsable de lo que decidas?
 
De la otra manera, aun cuando no seas culpable de una programación que te han impuesto sin tu consentimiento, sí eres ahora culpable de decidir por hábito sin preocuparte de las consecuencias. Tienes la obligación de despertar, y una vez despierto y consciente, ya eres libre de decidir lo que quieras.
 
Conócete bien a ti mismo y de dónde proceden tus motivaciones antes de juzgar "malo" o "bueno" a nada ni a nadie. ¡Dios nos libre de los que se creen santos! Decía Santa Teresa: " Ese señor, si no fuera tan "santo", sería más fácil convencerle de que anda equivocado.
 
Los que mataron a Jesús, si nos creemos que eran malos, es que no hemos entendido para nada el evangelio. Los fariseos eran los "buenos" oficiales, y los publicanos eran considerados bandidos, porque cobraban los impuestos a los pobres y se sometían a los ricos. Se les consideraba -con razón- los exprimidores de los pobres, pues los ricos nunca pagaban. El recaudador era un hombre protegido por el gobierno, y por eso se le llamaba publicano. Pues bien, Jesús trataba con ellos, y de entre esos publicanos, Jesús sacó un amigo, uno de sus apóstoles.
 
Dicen que Gandhi hablaba primero y después practicaba, y que Jesús practicaba antes de hablar, y por eso nadie podía prever lo que iba a hacer. Si hoy viviese con nosotros, sería -a lo mejor - hasta capaz de ir a comer con Reagan (¡que ya es!) escandalizándonos a todos los que creemos tenerlo todo claro.
 
Jesús desmontó y rompió todos los esquemas y cuestionó las palabras sagradas de la Biblia. Cuestionó su interpretación y la manipulación que se hizo de ellas. A Jesús no le interesaba que le reconociesen como Mesías -el Mesías que ellos esperaban-, sino lo que quería era ser El mismo fiel a la verdad.
 
En la presencia de Jesús todo ser queda desvelado, no hay medias tintas, porque Jesús es plena autenticidad. "Si no odias a tu padre y a tu madre..." no eres tú mismo y no podrás seguirle. Odiar a la figura del "Padre" o de la "Madre", no a la persona, es lo que está diciendo Jesús. Si aún vives de lo que tus padres grabaron en tu mente, y no eres capaz de emanciparte, es como si tus padres y su cultura respondieran por ti. Más vale la conciencia que la adoración, porque la conciencia es, en sí, adoración, despertar a la verdad de Dios.
 
"Más vale el hombre que el sábado", dijo Jesús cargándose la programación más perseguida por la religión judía. Y por eso mataron a Jesús, por "blasfemo". ¡Cuantas veces habremos crucificado a Jesús con nuestras "buenas intenciones"! Krisnamurti dice: "Todo conocimiento corrompe. Todo pensamiento y concepto corrompe. Somos esclavos de ellos". "Perdónales Padre porque no saben lo que hacen". No crucificaban a Jesús, sino sus conceptos. Al decir "hombre" ¿A quien me refiero? Si nos referimos a la palabra hombre, sin concepto, es un nombre genérico, un hombre libre de toda añadidura, como cuando digo árbol. Estoy nombrando a un hombre sin historia, sin cultura, sin sexo que se puede aplicar tanto al hombre cavernario como al de ahora; al niño, al viejo, a la mujer, al varón; al chino como al africano. Cuando hablamos del hombre general, hemos de desnudarlo de todo concepto. Ningún concepto puede definir a Dios. Santo Tomás dice que hay tres maneras de conocer a Dios: en la creación, en la actividad (la vida) y en la oración, pero que la forma más real de conocerlo es como "El Gran Desconocido".
 
POCO SIRVEN LAS PALABRAS
 
La realidad siempre es concreta, pero los conceptos sólo pueden acercarse a la realidad si son abstractos. Cada uno de nosotros tenemos unas peculiaridades que nos son esenciales -salen de nuestra identidad esencial - es algo específico que hace que cada uno sea uno, y para lo cual no existe adjetivo que lo defina. No sirven las palabras. Entonces, al intuir eso específico de una persona me formo una imagen y la registro en la memoria, en un recuerdo, la he cristalizado en un solo aspecto de su ser, y además aprisionada en un concepto que le queda chico, porque es incapaz de definir lo que captó la intuición.
 
La persona siempre es evolutiva, en movimiento, mostrando distintas y continuas facetas que son infinitas y no se pueden fijar. Párate a escuchar a una persona -pero con la mente limpia de recuerdos y conceptos prefijados en ella - y verás cómo te sorprende a cada instante con facetas desconocidas siempre nuevas e imprevisibles.
 
Ahora piensa que, si al hombre no se le puede clasificar, a Dios que es la Unidad, menos. Los prejuicios son los que fijan las personas. Prueba a verte a ti con ojos nuevos, luego a las personas más cercanas, luego a la naturaleza y, así estarás más cerca de poder ver a Dios. A Dios sin conceptos, despojado de los ídolos en que lo convertimos.
 
Lo cierto es que la realidad concreta es el concepto abstracto, porque la realidad siempre fluye, siempre está en movimiento como la persona. Las células de la persona se van renovando en cada instante mientras la persona sigue siendo la misma, se va mostrando de mil formas, por lo que es imposible enmarcarla en una de ellas. Así somos cambiantes como un río siempre en movimiento. Tener conceptos para la realidad es una injusticia. Es como querer cristalizar a las olas, que no son cosa, sino acción. Igual le pasa a toda creación, y con mayor razón a las personas.
 
Tú no puedes meter un huracán en una caja, y tampoco puedes meter la realidad en una caja. Los límites de la realidad son inmensos y movibles. Lo que ocurre es que el mundo en que estamos acostumbrados a movernos no es la realidad, sino un conjunto de conceptos mentales. Sólo los místicos son capaces de ser tan libres como para vivir la realidad tal como es.
 
Lo cierto es que tal libertad asusta, nos impone, porque supone romper con todo o, por lo menos, cuestionarlo todo. Ellos le imponen interrogantes a todo. Mas vale la duda -acordaos- que la oración. Lo que ocurre es que tenemos la fórmula. Hay que pasar por encima de la fórmula para llegar a la verdad.
 
EJERCICIO
 
Acordémonos del camello que creía estar atado. ¿Qué son las cosas que me causan miedo? Ordinariamente resulta más fácil romper las paredes de cemento que las de tu mente. Es que el hombre no quiere salir de la cárcel porque prefiere lo conocido al cambio. Le es más cómodo hacer lo acostumbrado. Tu miedo brota de la manera que tienes tú de ver las cosas y de las consignas de tu mente.
 
Analiza, sinceramente, sosegadamente, cuáles son tus cárceles imaginarias y el por qué de tus miedos. Cuestiónalo todo y saca la realidad que hay detrás de los cuestionamientos. El día en que sientas el vacío de quedarte sin nada a qué agarrarte, ¡buena señal! Entonces ya puedes tú mismo comenzar a construir con realidad.
 
Las fronteras sólo estaban en tu mente, como las fronteras que querían que viese desde el avión. Eso es querer fragmentar la realidad, y la realidad es global, es unidad. En cuanto me creo indio, inglés, catalán, vasco o castellano, soy un producto de mi cultura, y como tal pienso y actúo como una máquina, como un robot. Hay que ver y obrar por tu propia visión y tu libre albedrío. ¿Es que el fin justifica los medios? La realidad no conoce fronteras y la naturaleza tampoco. Tu escénica, tu ser, no es español, ni catalán, ni francés. Entre tú y el otro tampoco hay fronteras, porque ambos pertenecéis a la unidad. Lo que ocurre es que, de no tener palabras, no habría cosas, por eso, la realidad se capta mejor en silencio. Se capta fluida, en movimiento.
 
Estúdiate a ti mismo, y estudia las reacciones que se disparan en ti ante las cosas. Ver las cosas y las personas sin nombre, sin conceptos, tal como son en cada instante.
 
El día en que veas a un niño embobado, atento y admirado de ver volar a un pájaro, si tú vas y le enseñas la palabra pájaro para definirlo, el niño se quedará con la palabra pero dejará de ver al pájaro. Krisnamurti dice: "¿Veis cómo los niños ven a los pájaros admirados? si les dices un nombre creerán que todos los pájaros son iguales, puesto que tienen el mismo nombre". Son los nombres los que fijan las cosas. Si no sabemos el nombre de una cosa nos sentimos desasosegados, como si necesitáramos clasificarla.
 
Hay que entender que los nombres se les ponen a las cosas, porque es necesario en la práctica, pero que es muy peligroso quedarnos en el nombre, como en el concepto, porque es así como funciona la ciencia del "bien y del mal", que clasifica sin profundizar. Hay que vomitar la "existencia del bien y del mal" -como los místicos- para volver a entrar en el paraíso.
 
EJERCICIO
 
Mirar todo lo que alcance vuestra vista sin poner ningún nombre. Pasar más allá del concepto y ver la realidad que hay detrás de cada cosa, sin fragmentación, englobando, tratando de descubrir la unidad. No podrás explicarlo con palabras. No existen etiquetas para la realidad, por eso al místico no le dan ganas de hablar, ¿cómo explicaría el mundo que él descubre viviendo metido en la realidad que le descubre la sabiduría? Sólo te cuenta parábolas para ver si sacas su esencia.
 
Eso mismo hacen los poetas. León Felipe dice:"La distancia entre un hombre y la realidad es un cuento". El poeta, por medio de un cuento, te hace captar la realidad sin etiquetas. No se puede narrar lo inefable sin disparates que parecen sin sentido, que van más allá de los conceptos, como ocurre en los Evangelios.
 
Lo que nos narran los Evangelios es un misterio, pero luego, la Iglesia, ha querido encerrar esos conceptos en una cárcel de conceptos y normas. Si no eres capaz de expresar la esencia del árbol, con el nombre de "árbol", ¿cómo vas a tratar de expresar a Dios? "El que sabe, no dice. El que habla, no sabe". Eso dicen en oriente.
 
El mismo idioma, constituye una forma de programar a las personas. En realidad, nadie tiene capacidad de ofenderte. Es la forma en que yo interpreto el lenguaje lo que me ofende. Ocurre cuando yo relaciono esa palabra que has dicho con una imagen determinada o un concepto. Es la etiqueta que lleva colgada la palabra.
 
Sólo algo de la realidad queda desvelado por la palabra que empleamos continuamente, y con esa fracción nos movemos, sin indagar dónde queda lo demás. Hasta los científicos reconocen no conocer más que una parte pequeñísima de la realidad. Algo nos da a conocer el concepto y la palabra, pero el movimiento, la inmensidad, el no poder expresarla ni encajarla, ni definirla, eso, lo tenemos que extorsionar cuando queramos expresarlo con palabras.
 
El ciego, cuando le describen con palabras lo que es el color amarillo, no tiene ni la más mínima consciencia de cómo es ese color. Para comprender la realidad, el místico hace como el pájaro, no agarrarse de nada. La realidad no se deja encerrar en fórmulas.
 
Todas las religiones creen, o quieren tener la Verdad, poseer toda la Verdad. La Realidad, la Verdad, por ser una, no es de nadie en exclusiva, porque es de todos, pero menos lo es de los que quieren cristalizarla, porque eso que se deja atrapar, ya no es verdad.
 
"Cuando el sabio señala la luna, el necio se queda mirando el dedo". Eso es lo que ocurre con las religiones cuando quieren atrapar la verdad. E igual ocurre con los idealistas en política, y en cualquier campo en que se trata de poseer la verdad.
 
El terrorista es un hombre programado para morir por su tierra, por su política, por su religión o por algo que cree su verdad. Y lo hace creyendo liberar al mundo y encontrar en ello su felicidad. Y lo único que ocurre es que son unos "indoctrinados" -no conocen la sabiduría-. Es posible que alguno no lo sea, pero la mayoría son producto de un fanatismo proporcionado por su programación cultural o religiosa. Y lo peor es que no tienen la menor consciencia del daño que, con su fanatismo pueden hacer.
 
Los indoctrinados dieron pie a cosas tan crueles como el quemar en la hoguera a los considerados herejes, o brujas en nombre de la religión fanática. La verdadera religión tendría que liberarnos, quitarnos el miedo y no esclavizarnos.
 
¿No predicamos que la Eucaristía es el banquete del amor? La religión ha querido sacar -traspasar- relatos del evangelio al pie de la letra. Si hubiésemos nacido en oriente, os daríais cuenta en seguida de que las parábolas del evangelio, y muchos hechos narrados, son sólo un cuento para que tú extraigas de ellos la realidad. Allí se habla de ti. Cuando habla de si eres un cabrito u oveja, no se refiere a los demás sino a ti. Y cuando habla del terreno árido, pedregoso, con espinas, no se refiere a diferentes personas, sino a que tú analices cuánto tienes de árido, de pedregoso, de espinoso y también de buena tierra que da el ciento por uno.
 
La Buena Nueva no está hablando de un mundo separado, sino de ti, y te anuncia que todo lo malo se destruirá y lo bueno flotará. Pero si en vez de esto, predicamos miedo y reglas terroríficas, ¿Qué Buena Nueva es esa? Jesús trataba de liberar a la gente de la opresión. La mayoría de las personas religiosas son idólatras. Todas las cosas que se dicen de Dios, si las tomáramos al pie de la letra, ¿A dónde nos conducirían? ¿Qué tipo de Dios predicamos? Hay que tener cuidado pues si no cuestionamos todo, fácilmente caemos en la idolatría.
 
Dios es tan inefable que no se puede explicar. Dios es lo Incomprensible. El Misterio Absoluto. Al olvidarnos nosotros de esto, formamos un ídolo de conceptos. Dios se manifiesta en la vida, y la vida, si la mantenemos en conceptos, tan misteriosa nos resulta como Dios. Sólo podemos conocer la vida viviendo y conociéndonos.
 
San Juan de la Cruz se pregunta: ¿Qué hacemos nosotros al hablar de Dios? El intuye la imposibilidad de encerrar a Dios en palabras y sólo lo expresa con poesía. Sólo en analogías que en nada se parecen. Santo Tomás de Aquino dice: "Todo el intelecto humano es incapaz de describir la esencia de una hormiga. ¡Cuanto más la esencia de Dios!". Pero quizá mirando la esencia de esa hormiga podamos acercarnos a la esencia de su Creador. Las ideas son las que nos confunden y pueden ser un gran obstáculo para conocerlo.
 
Las mismas preguntas que hacen de Dios, son absurdas. Dionisio - el místico - dice: "El no es luz ni tinieblas; no es persona, ni bueno ni malo, ni esta cosa ni la otra, pues El no se puede encerrar en una palabra".
 
A Krisnamurti lo quisieron entronizar como jefe de la orden que lo había educado, pero él, en el discurso que dijo el día que lo querían entronizar, desbarató todo al decir: "No me podéis seguir a mí ni a nadie. El día que sigáis a una persona, dejará de existir la verdad". Si seguimos a alguien nos quedamos con la fórmula; hay que ser iluminado, no seguir a los iluminados.
 
Hay que mirar la luna y no quedarse mirando el dedo.
 
Quizá una prostituta pueda entrar en el cielo antes que una monja, porque la prostituta a fuerza de vivir y conocer la vida, puede llegar a amar, pero la monja, puede, por buscar a Dios dejar de amar a todo el mundo.
 
"Cuando el ojo no está bloqueado, el resultado es la vista. Cuando el oído no está bloqueado, el resultado es poder escuchar, y cuando la mente no está bloqueada, el resultado es la verdad".
 
Cuando el corazón no está bloqueado ya existe amor, y cuando no hay apego en la persona, ya existe la felicidad. Bien mirado, el ateo no existe, pues si no podemos concebir ni expresar a Dios, tampoco podemos negarlo. No se niega lo que no se conoce. Los ateos lo que niegan son los conceptos.
 
La vida no tiene sentido para unos, pues la ley de la vida como la de la selva, desborda toda forma y concepto, pero para los místicos, el fondo de la vida -la realidad- es un campo maravilloso, inagotable de luz, de amor, de paz y felicidad. ¿Cómo explicar esto?
 
EJERCICIO
 
¿Qué es lo que uno desea de verdad? Siempre estamos deseando cosas, pero como la sabiduría es descubrir lo que uno no necesita, ¿que es lo que, en realidad, no necesito de lo mucho que tengo a diario? Buscar, como si estuvieses en un gran supermercado, las cosas que no necesitas e irlas apartando y anotando.
 
Tú no podrías llegar a la paz, si no descubres antes los obstáculos que le impiden llegar a ella. Tú llevas la paz dentro. ¡Descúbrela!
 
Haz también ejercicios de sensibilización, escuchando los ruidos que te rodean y el silencio que hay detrás de ellos para sensibilizarte con lo que está pasando dentro de ti y descubrir tú alrededor con ojos nuevos.
 
El maestro no es el que guía, sino el que ayuda a que te descubras tú mismo y descubras, desde ti, la realidad. El no puede definirla ni explicarla, sino ayudarte a sensibilizarte para que puedas percibir por ti mismo.
 
CAPITULO OCTAVO
 
DIOS ESTÁ EN LA VIDA
 
La palabra y el concepto distorsionan la realidad. Si de un animal que nunca hayas visto te enseñan sólo la cola, no podrás saber cómo es el animal. No sabes su conjunto, y por lo tanto nunca sabrás el sentido de la realidad que encierra la palabra cola, porque separada de su conjunto pierde su realidad total que le da sentido.
 
La palabra Navidad crea en nosotros una serie de emociones y sentimientos que nada tiene que ver con la realidad. En la naturaleza no existe la Navidad. La Navidad está programada en la mente cristiana como el Ramadán en los árabes y la Pascua en los judíos.
 
Todo es ilusión de una palabra que crea conceptos y unas emociones. De igual manera, en la práctica, la religión no existe, puesto que en la realidad no la constituyen más que un grupo de palabras y conceptos.
 
¿Qué tiene que ver la palabra de Dios con la realidad? Nos hemos olvidado de la realidad, con la sustancia que la palabra trata de indicar y nos hemos quedado con la palabra. Lo que importa no es la palabra, ni el concepto ni los símbolos. Todos los símbolos son imprecisos, y lo importante es que ellos sólo nos sirvan para ponernos en contacto con la realidad que esconden.
 
DIOS NO SE DEJA ENCERRAR
 
En la Universidad te enseñan teorías, fórmulas y técnicas y la teología debiera de servir para hacer ignotos, ignorantes que cuestionen todo antes de adoptarlo. En la Universidad te enseñan y en la Facultad de Teología debieran sólo despertarte atacando tus errores y tus fórmulas.
 
¿Sabéis lo que le pasó a un caníbal que se comió a un misionero católico, a un protestante y a un metodista? Pues que tuvo movimiento ecuménico en su tripa" Sólo nos separan las palabras y los conceptos. En el fondo todo es lo mismo.
 
Dios es uno sólo y no se deja encerrar.
 
Lo que llamas "tú" no tiene respuesta, pues "tú" no eres nada. Sólo la realidad existe, y sólo entrarás en esa realidad a base de liberarte de tus programaciones y meterte en la noche oscura del no-saber, de los no-conceptos.
 
Aunque antes dije que el niño es incapaz de amar, creo que no lo dije bien, pues los niños, seguramente, saben amar de una forma tan pura y sin conceptos, tan espontánea, que no lo entenderemos con nuestra mentalidad programada. Los niños son los únicos que ven las cosas como son. Ven a las personas sin etiquetas, sin prejuicios y responden con espontaneidad a la realidad, sin interferencias. Los prejuicios, las etiquetas y los miedos se los metemos luego nosotros, los mayores, de la misma forma inconsciente que usamos de esa programación mecánicamente, como hábito.
 
¡Que peligrosa es la inconsciencia!
 
Para liberarte de los prejuicios sólo tienes la consciencia. Es la consciencia la que te puede liberar. Siempre serás esclavo de las cosas de que no eres consciente.
 
Hay que ser consciente de que Dios no se deja prender por conceptos ni encerrar en palabras. Por eso, los niños están más cerca de Dios, mientras nosotros no deformamos su espontaneidad con imágenes y conceptos de "malo" y "bueno". La tesis de que Dios es incomprensible siempre ha estado presente en la teología católica.
 
Para Tomás de Aquino, era evidente. Para Rhaner, incluso la visión inmediata de Dios, en la eternidad, seguía siendo incomprensible. La incomprensibilidad de Dios es el centro que debe iluminar toda teología. El mejor teólogo es el que sabe explicar la teología como Jesucristo: Por medio de cuentos, sin conceptos. Por medio de la vida, como hacía Jesús con las parábolas y con sus hechos en la vida cotidiana. Si nos agarramos a los símbolos olvidaremos la realidad que encierra un símbolo.
 
EL VALOR DE LA REALIDAD
 
Jesús enseña lo que es la vida, y por ella, cómo es el Padre, su creador. ¿Qué colegios conocemos que usen como texto el hombre, la comunicación, el respeto y cómo es la vida y cómo se deben respetar a los hijos y prepararlos para que sean felices? Comenzamos con unos medios para llegar a un fin, pero en seguida olvidamos el fin para quedarnos enredados en los medios. Absolutizamos el medio.
 
La espiritualidad -como la flor- ha de mostrar simbólicamente la realidad, cuidando que no nos quedemos en los símbolos y matemos al Mesías. El símbolo no es lo sagrado -como no es sagrada la flor- lo sagrado es la realidad que descubre. Es el perro, el que mueve el rabo, no podemos quedarnos fijados en la cola creyendo que es ésta la que mueve al perro.
 
Dios no se encuentra en el templo, sino en la vida. La oración se hace para que tengas cada vez más conciencia de ti. La religión puede ser de gran ayuda mientras no la hagas más importante que Jesucristo.
 
"Al leer mi poesía de Dios, no te dejes llevar por la idolatría" -dice Tagore-. Por esa idolatría la gente sigue crucificando al Mesías. Dios es el misterio.
 
Cuando el hombre se hace "religioso" es capaz de cometer las mayores crueldades por defender un concepto de "verdad" creyendo que cumple "la voluntad de Dios". El comunista indoctrinado se molesta mucho cuando se critica al comunismo. Los religiosos indoctrinados también se molestan cuando se critica la religión. Ellos se creen no sólo los poseedores de la verdad, sino los vengadores y justicieros de quien no la cumple. Se sienten los guardianes de Dios, sus abogados, y en nombre de esa fanática creencia, hay que reconocer las enormes crueldades que se producen aún en los conventos. Se hace de una forma inconsciente, creyendo que se hace un servicio a Dios.
 
Es preciso que despertemos a esta realidad de que la religión no existe - y puede ser muy dañina - si en ella no está la realidad, la vida. Porque sólo la vida y la realidad nos muestran la verdad.
 
También Pablo fue cruel inconscientemente, por fanatismo, creyendo que hacía un servicio a Dios. Era su programación la que le guiaba, ponía todo su entusiasmo, y toda fuerza en ello. Pero el fue golpeado y despertado por la realidad que lo tiró del caballo y le dio la luz. Es la realidad la que nos tiene que despertar. Si hay tanta crueldad en el mundo es porque nos falta sensibilidad para despertar a la verdad. Caernos del caballo del poder y la violencia para dar la cara al suelo de la realidad y despertarnos a la luz de la verdad.
 
ESO ES MUY COMPROMETIDO
 
Si nos cuesta tanto caernos del caballo es porque la religión se ha identificado con el poder, endureciéndose, embruteciéndose en vez de sensibilizarse con la verdad. La religión no quiere ver la realidad del Tercer Mundo, porque si la ve, tendría que cambiar y soltar su poder.
 
Mirar a los pobres no es hacer un programa de ayuda desde el poder, sin sensibilizarse con la injusticia que provoca su pobreza. No se puede hacer un programa de amabilidad y ayuda sin bajarse hasta ello y vivir su vida como lo hizo Jesús. Desde arriba no puedes ver a los pobres como son. La amabilidad no son sonrisas ni buenas palabras mientras das una limosna. La amabilidad es hacer lo que más conviene a la otra persona, según lo que necesita en ese momento.
 
El místico es amable, pero no deja de ser energético y duro cuando hace falta, y sabe responder, precisamente, porque es libre de prejuicios, de miedos, de poderes y de honores y por ello es capaz, en todo momento, de ser fiel a la verdad. Por eso no se amarga nunca ni se altera.
 
Tu acción debe de venir de tu sensibilidad, y no de tu ideología. Las matanzas, las injusticias y las guerras provienen de la ideología que ciega a uno a la realidad y lo endurece, la teoría puede servirte en algún momento, pero siempre que no desborde u oculte la realidad. Jesús era místico -hombre de vida- y por ello obraba sensibilizado por la vida. Por ello, Jesús, para la gente programada, resulta inconsciente, imprevisto, inaprensible y asusta. Prefieren hacerse una ideología que se pueda programar y utilizar. Algo que no escape de toda categoría y esquema. Jesús predicaba con la vida y eso es muy comprometido.
 
La concientización social no existe. El no dejar ver las cosas a los pobres y querer mirarlas por ellos, es ser indoctrinados, es manipularlos y no respetar su derecho a la liberación por sí mismos. Cuidado de que, con la idea programada de liberarlos, no quitarles su espontaneidad, su alegría y su cultura primitiva. El trabajo social que no brote de la sensibilidad y el respeto es peligroso. Con el nombre de salvación también existe la utilización, la persecución, la explotación y la crueldad.
 
Yo he conocido pobres, muy pobres, que se sentían muy felices a pesar de que no comían más que una vez al día. Ellos estaban a un nivel espiritual mucho más alto que el mío.
 
Sencillez, alegría y el vivir libre de preocupaciones futuras es algo que tiene un sentido mucho más real en los pobres que en nosotros, los programados. Ellos están libres de conceptos.
 
Jesucristo se sensibilizó a la vida y no a la religión. ¿Cómo puedes amar lo que no has vivido si ni siquiera has visto con ojos despiertos? Tu vocación es ser "Cristo", no cristiano. Ser sensible y abierto a las personas y a la vida. Ser libre, directo, inconsciente, imprevisible, como El lo fue.
 
OPCIÓN POR LA VERDAD
 
¿Tomó Jesús opción de clase? No te va a ser fácil saber dónde está el pobre. Jesús tomó opción por la verdad. El ser pobre no es un estado de felicidad, sino de injusticia. Hay pobres que se necesita ser duros con ellos para que despierten. Hay que tratar a cada persona según lo que ella necesita. Sensibilizarte con la injusticia siendo tú justo y así comenzarás a comprender la injusticia.
 
El místico es el revolucionario por excelencia. El no hace nada, porque todo se hace por medio de él. Se deja llevar por una fuerza que ni siquiera puede resistir: la fuerza de la verdad.
 
Ha habido místicos conflictivos, pero allí no se metía su "ego". Cada uno sabrá lo que debe hacer si está abierto y sensibilizado a la verdad, como Jesús. No hace falta saber de dónde vino el mal, sino saber el porqué del mal que padeces ahora, de dónde procede.
 
Una vez que yo esté sensibilizado con las cosas, con las personas y conmigo mismo, no hace falta que me digan lo que es bueno y lo que es malo, porque me será imposible cerrar los ojos a la realidad, y por ello no podré optar por el mal. Yo, entonces, no podré aprobar lo que haces tú, si es un mal objetivo, pero tampoco podré obligarte a hacer lo contrario, ni dirigirte o reformarte. Trataré de ayudarte a que ese mal no exista, y esperar a que tú despiertes. Gandhi decía: "El que quiera venir a luchar conmigo para liberar la patria, tendrá antes que purificarse, pues, de lo contrario, acabaríamos liberándonos de una opresión para caer en otra peor". Hay que lanzarse a la batalla sin ningún rastro de odio para que esa batalla sirva para algo. Liberarte del odio es lo mismo que liberarte de tu miedo, pues el miedo es lo que produce el odio. Y si el miedo es por ti mismo, es que te estás odiando, y si anida el odio en ti, odiarás a todo el mundo.
 
Para ser místico no necesito estar en un monasterio. Se puede muy bien ser pobre e ignorante de teorías y de leyes y ser místico. Lo que hace falta es estar despierto a la vida. Lo importante es liberarte para ser tú mismo, y eso lo puede hacer tanto un seglar como un monje. Quizá un monje, con la dificultad de una comunidad cerrada, donde se originan tantos roces, te da pie para descubrir más claramente tus enfermedades, y de sufrir sobre todo. Es el sufrimiento lo que te ayuda a despertar. El encuentro con la realidad.
 
El estar despierto y mirar sin engaños no quiere decir que desaparezca tu programación, sino que allí estará, pero la verás claramente, y al apego le llamarás apego, a lo que creías amor lo llamarás egoísmo. El apego habrá perdido la batalla cuando lo descubras, y ya no tendrá el poder que la inconsciencia le daba. Tú mandarás sobre él.
 
EJERCICIO
 
¿Has experimentado alguna vez un sufrimiento grande? Recuerda la situación y trata de comprender que si hubieras usado tu comprensión no habría surgido sufrimiento.
 
El sufrimiento ¿qué es? Es un deseo contrariado. Es un desear que las cosas ocurran como tú quieres que ocurran, o que las personas se comporten como tú quisieras y, al no ser así, el deseo choca con la realidad, y de esta fricción sale el sufrimiento.
 
El problema está en mi insistencia de que ocurra algo distinto a la realidad. Es la pretensión de distorsionar la realidad para conformarla con mi apego. Cuando yo deseo retener a un amigo, y ese amigo me abandona en la realidad, mi sufrimiento será el creer que, porque él se va, yo soy despreciado. Mi deseo de ser querido y mi apego por determinada persona, hace que cifre mi felicidad en retenerlo. Y si no lo consigo, mi creencia y mi apego se estrellan contra la realidad. Y esto es el origen del sufrimiento.
 
Lo cierto es que todo es un engaño de la mente. ¡Tú no eres mi felicidad!
 
Es mi ilusión la que me hace creer que, si te tuviera a mis pies, yo sería feliz y que el amor no es eso. El amor diría: Deseo disfrutar libremente de ti sin miedo a perderte. Sé que puedo gozar de tu amistad si la tomo tal cual es. El amor se produce en ti y en mí de forma distinta, y yo no puedo exigir que sientas lo mismo que yo siento.
 
Tú no puedes exigir a nadie que te quiera, pero en cuanto no seas exigente y sueltes los apegos, podrás reconocer cuantas personas te quieren así como eres, sin exigirte nada, y comenzarás a saber lo que es el amor.
 
La realidad es aquella que traspasa todo concepto. Observar cuánto sufrimos y ver todo lo que se presenta en la pantalla de nuestra conciencia para reconocer lo que la realidad dice, fuera de todo concepto, y separado de nuestro sufrimiento. Poco a poco, abrir nuestra conciencia a las cosas que hasta ahora vivíamos como hábitos y, por ello, se nos pasaban desapercibidas. Saber lo que hay detrás de todo concepto y de todo sufrimiento. Esta es la liberación de la mística.
 
No renuncies a nada, pero no te apegues a nada. Disfruta de todo lo que te depare la vida y las personas, pero no retengas nada. Dejar que pasen es disfrutar de todas y renovar a cada instante la felicidad.
 
"Dios no muere el día que dejemos de creer en una deidad personal; pero nosotros morimos el día que nuestras vidas no estén iluminadas por una actitud de admiración de la realidad más allá de la razón, con un resplandor constante, renovado cada día". Si no tenemos esto, moriremos.
 
¿Qué decir del concepto de "Dios"? Los cristianos hemos de apearnos de los conceptos de Dios, como los ateos, que en esto nos llevan ventaja. Conceptos todos podemos tenerlos, con tal que no los confundamos con la realidad. El concepto de Dios no deja de ser un concepto de una realidad inefable, y, si tienes ese concepto, por lo menos, que sea un concepto de un Dios bueno, generoso, magnánimo y lleno de verdadero amor. Pero, por favor, que no sea un concepto raquítico que lo convierta en un Dios justiciero, poderoso y vengador. Hagamos por lo menos un Dios más grande y generoso que nosotros.
 
El pintor Peruchini se estaba muriendo y dijo a la mujer: "Déjame en paz, que quiero saber -tengo la curiosidad de saber- qué ocurre si me muero sin confesar. Yo he sido de profesión pintor, y Dios tiene como profesión perdonar, y espero que El sea tan bueno en su profesión como he sido yo en la mía".
 
Ha habido en oriente muchas personas que han sido iluminadas sin necesidad de tener concepto de Dios, ni siquiera hablar de El. El reino de Dios está dentro de ti, no lo busques ni le pongas etiquetas fuera de ti porque harás un ídolo.
 
El padre Rhaner, al hablar de los sacramentos dice: "No es la invasión de una fuerza divina exterior a ti, más bien es la acción por medio de la cual el cristiano da más fuerza a lo que ya existía allí". El mundo es el cuerpo de Cristo. El sacramento es una fuerza que da más eficacia a lo que ya existía, a lo que ya tenía. Esta es la forma en que lo expresa Rhaner. Rhaner es tan radical como lo es Hans Küng.
 
Como ejemplo de lo dicho antes, pensemos en el beso. El beso se considera como sacramento del amor, pero no crea el amor. Se puede dar amor sin beso, pero el beso sin amor no es nada. Pero el beso puede dar más significado a un amor que ya tenías. Cuidado, pues, con el concepto que tenéis de Dios, no os quedéis en el solo concepto, ir más allá, a la esencia.
 
"Cuando el padre ayuda a su hijo pequeño todo el mundo sonríe. Cuando el padre ayuda a su hijo mayor, todo el mundo llora". No se puede crear una dependencia, ni aún de Dios. Dios quiere que nos liberemos de esos conceptos para ayudarte a confiar en ti mismo, para liberarte.
 
Recuerda aquello de "vete a atar tu camello, idiota". Has olvidado encontrar quién eres tú, y en vez de buscar los obstáculos que te lo impiden, clamas a Dios para que te solucione la papeleta. Buscas la felicidad sin darte cuenta de que es una cosa que ya tienes, y no reparas más que en los obstáculos, sin molestarte en descubrir lo que hay detrás.
 
Toda la creación es Cuerpo de Cristo, y tú crees que sólo está en la Eucaristía. La Eucaristía señala esa creación. El Cuerpo de Cristo está en todas partes, y tú sólo reparas en su símbolo que te está apuntando lo esencial que es la vida. La vida que en la Eucaristía se está anunciando. Sabes que el amor incondicional es aquel que te ama así como eres, hagas lo que hagas: Pues así es como Dios nos ama, y ese es el sacramento de la Penitencia, que celebra ese amor incondicional.
 
El Bautismo es celebrar que el niño viene a Dios, es de Dios, y vamos a celebrar esto con agua bautismal.
 
NOVENA PARTE
 
EL AMOR, ESA MARAVILLA
 
Cuando se te dio el regalo de la vida Humana, se olvidaron de darte un manual de instrucciones. Algunos no lo necesitan. Pero a otros se les ha dado equivocado. Estos últimos ven la vida como algo que les angustia, les llena de ansiedad, de miedos, de deseos. Este es el resultado del manual que les ha proporcionado su cultura.
 
No es la naturaleza la causa del sufrimiento, sino el corazón del hombre, lleno de deseos y de miedo que le inculca su programación desde la mente. La felicidad no puede depender de los acontecimientos. Es tu reacción ante los acontecimientos lo que te hace sufrir. Naciste en este mundo para renacer, para ir descubriéndote como hombre nuevo y libre.
 
La atracción que brota de ti no es amor. Eso que llamamos amor es un gusto por sí mismo, un negocio de toma y daca, y de condicionamientos: Tanto como me ames, te amaré. Es una dependencia, una necesidad de lograr la felicidad que nos reclama desde dentro (porque tú eres felicidad y has nacido para ser feliz), pero nuestra propia inseguridad hace que la reclamemos al exterior y lo hagamos con exigencias, compulsivamente y con miedos a que se escape. Lo manifestamos con un deseo de posesión, de controlar al otro, de manipularle, de apegarme a él, por la ilusión de creer que sin él, yo no podré ser feliz.
 
¿QUE ES EL AMOR?
 
El amor de verdad es algo no personal, pues se ama cuando el "yo" programado no existe ya. El esforzarme yo por ver cómo eres tú, y comprenderte y aceptarte tal cual eres, ese es el amor. Esto no excluye que tenga preferencias. Yo prefiero la relación con personas determinadas porque esa relación es más gozosa, pero esa preferencia ha de dejarme libre para gozar con la amistad de los demás, para escuchar los demás instrumentos. Cada relación tiene un sabor y unas características distintas. Hay proyectos que se dan en una relación y no en otra, pero ninguna de ellas puede, cuando se ama, excluir a las otras.
 
Cuando amas a una persona de verdad, ese amor despierta el amor a tu alrededor. Te sensibiliza para amar y empiezas a encontrar belleza y amor a tu alrededor.
 
El enamoramiento, en cambio, es lo más egoísta. El amor de verdad, es un estado de sensibilidad que te capacita para abrirte a todas las personas y a la vida. Y, cuando amas, no hay nada más fácil que perdonar.
 
Aceptas a las personas que todo el mundo rechaza, y no porque no veas sus fallos, sino precisamente porque los ves como realmente son, de dónde proceden y cómo se parecen a los tuyos, que ya tienes aceptados.
 
Aceptas también no tener razón, escuchando las razones de los demás con interés Y sobre todo, sabes responder al odio con el amor, no porque te esfuerces en ello, sino como milagro de la comprensión del amor verdadero que ve a la persona tal como es.
 
Estas son las señales de estar despierto: perdonar, aceptar y responder ante todo con el amor.
 
MÁS O MENOS IGUALES
 
Cuando sabes amar será señal de que has llegado a percibir a las personas como semejantes a ti. Nadie hay mejor ni peor que tú. Es posible que el otro haya obrado mal en la misma circunstancia y tú no, pero habrá sido por su programación, o por circunstancias anteriores que ahora le han hecho por miedo comportarse así. Todos tenemos las mismas inclinaciones y, la prueba, es que si nos molestan los fallos de los demás es precisamente porque nos están recordando nuestros propios fallos, y si nosotros no nos permitimos el fallar... o no queremos reconocérnoslo... ¿cómo vamos a aceptárselo a los demás? En cuanto tú te reconoces lo tuyo, ya no te molesta verlo en los demás.
 
De haber sido yo víctima de la violencia, de la represión, de la crueldad o del sadismo, y, además, estar drogado por una programación que me da inseguridad y dispara mis deseos de poder, ¿quién sería yo? Sería seguramente dictador, o asesino, o cualquier otra clase de malhechor.
 
Jesús se daba cuenta de que, como todo hombre, no era mejor que los demás. Y lo dijo: "¡¿Porque me llamáis bueno...?! Era mejor, porque estaba despierto, con los ojos bien abiertos a la realidad, porque había vivido mucho, conocido a otras personas y había aprendido a amarlas de verdad, pero sabía que eso no es ser más que los demás.
 
Jesús no rechazaba a los malos porque los comprendía, pero sí rechazaba a los hipócritas que falseaban la verdad y ensuciaban la bondad.
 
Rechazaba a los que se sometían a los poderosos y eran crueles con los débiles. Lo que rechazaba era su actitud, y se lo decía en la cara para que despertasen.
 
Hasta que no veas a las personas inocentes no sabrás amar como Jesús.
 
EL MAL NO EXISTE
 
Párate a pensar si, en algún momento de tu vida, has hecho mal a sabiendas, y si no lo has hecho tú, ¿Por qué piensas que los demás si son capaces de hacerlo? Algún enfermo mental puede que lo haga, pero éste no es responsable de sus actos. Todos sin excepción, buscamos nuestro bien, aunque lo disimulemos, pero la mayor parte de las veces ese "bien" es equivocado, no es bien en realidad.
 
El miedo y el recelo a perder el "bien" nos hace egoístas, interesados y hasta crueles. ¡Cuando el verdadero bien es libre y gratuito está dentro de nosotros! Cuando creemos atrapar el bien, nos volvemos vanidosos, ¡Tonto, pero si ha estado siempre contigo y no es obra tuya!
 
El bien existe, es la esencia de la vida.
 
Cuando no sabemos verlo o disfrutarlo, a esa sensación la llamamos "mal", pero en sí el mal no existe, lo que apreciamos es una ofuscación o menor percepción del bien, y a eso le llamamos "mal" y nos da miedo, porque estamos hechos para el bien y la felicidad, y el perderlos de vista nos asusta, nos inquieta hasta el sufrimiento cuando no somos capaces de ver la realidad tal cual es.
 
Si lo comprendes todo, lo perdonas todo, y sólo existe el perdón cuando te das cuenta de que, no tienes nada que perdonar. Así es el perdón del Padre. La civilización no ha avanzado lo suficiente como para comprender que el criminal es un enfermo que no es responsable de sus actos, como no lo son los locos. Ambos necesitan cura y no que los encierren.
 
Todos en presencia del amor cambiamos, aún cuando el amor puede ser duro. No olvidemos que la respuesta del amor es siempre la que el otro necesita, porque el amor verdadero es clarividente y comprensivo. Siempre está de parte del otro.
 
Un niño malo no existe, un hombre malo no existe, pero sí equivocados, mal programados y locos. Pegándole al hombre y encerrándolo no lo curas. Puedes hacer cambiar su conducta presionándolo mucho, por miedo, pero no cambiarás la enfermedad que lo hace funcionar así, su compulsión. La puedes reprimir, pero saldrá luego y saldrá con más agresividad y violencia.
 
Los actos compulsivos vienen, la mayoría de las veces, por la represión sexual, que sale de una forma simbólica -como la cleptomanía- para satisfacer deseos que están reprimidos en el inconsciente. Como no llegues a descubrirlo y des libre paso a esa represión, los actos compulsivos seguirán ahí y no se curarán nunca por mucho que te empeñes en cambiar la conducta.
 
Si descubriésemos el origen de nuestras represiones, nos curaríamos para siempre, por eso es tan importante que nos conozcamos a fondo, bien despiertos y conociéndonos nosotros, fácilmente conoceremos a los demás.
 
El inconsciente humano tiene una gran importancia. Es algo muy delicado y enormemente complicado en su sensibilidad, con casos de efecto-causa que, al descubrirlos, se logran resultados mágicos. Pero si esto no se conoce, ¿cómo se puede cambiar? El mal que haces a los demás es lo mismo que hacerte el mal a ti mismo. El día que comprendas esto, el perdón será más fácil para ti.
 
Podrás defenderte del otro, lo pararás, pero no sentirás ningún odio, sino la comprensión del amor clarividente.
 
El hombre es libre, pero no existe libertad para distorsionar el bien. Sólo un loco dormido hace el mal -lo que no saben es qué es la libertad o no tienen libertad para ser ellos mismos- porque son esclavos de sus compulsiones o sus miedos. Son llevados por su resentimiento y su egoísmo que los hace crueles. Te tienes que defender de sus modos, pero no confundir al enfermo con su enfermedad y condenarlo.
 
EJERCICIO
 
Piensa en algo que hayas hecho en el pasado y que al recordarlo tengas sentido de culpabilidad. Entiende que como para ti lo que hacías tenía una parte de agrado, esa parte no te dejó ver la injusticia, o pudo más que ella. Tú actuabas bajo los efectos de la programación, paralizado e hipnotizado por ella, creías que tu felicidad estaba en hacer aquello ¿no? A ver si eres capaz de ver lo que sucedió como consecuencia de una enfermedad de la que te quieres sanar.
 
Si te das cuenta de ello, es que despiertas a la realidad, es que te estás sensibilizando y en dónde hay sensibilidad -apertura a la verdad- no puede haber pecado. Puedes estar enfermo y necesitar curarte, despertarte más a la realidad, pero si ya lo puedes observar, señal de que lo estás consiguiendo. Ya sabes el porqué de tu obrar así.
 
A ver si eres capaz de perdonarte tú, sin más sentido de culpabilidad ni resentimiento. Si de verdad has comprendido la situación y aceptado tu papel en ella, ya no habrá remordimiento ni rechazo alguno al recordarlo.
 
Ahora piensa en algún rechazo, ofensa o injusticia que hayas recibido de otro ¿Era una ofensa? ¿O es que tu miedo e inseguridad hizo que te sintieras ofendido? Es posible que el otro no supiese obrar debidamente, pero piensa que, al actuar así, a quien hizo más daño fue a sí mismo, no a ti ¿Eres capaz de verlo?
 
El otro es inocente, aunque en ese momento hubiese reaccionado ofuscadamente, como loco. Pero lo importante es que él no está capacitado para ofenderte, ni con palabras, ni con actitudes, ni con gestos. Es tu inseguridad la que se sintió atacada e hizo que tus mecanismos de defensa se pusieran en guardia. Recompón la situación y verás como es así.
 
¿Que es el pecado? Existe el pecado, pero es un acto de locura. Tú preocúpate de desmontar tu programación y no te preocupes por lo que te digan.
 
SI PERO...
 
Hay un juego psicológico, el del triángulo, que se suele llamar el juego del "si, pero..." es como una transacción entre dos o más personas. Un psicólogo que era un genio pensó que tú en ese juego, haces uno de los tres papeles del triángulo inevitablemente -rescatador, perseguidor o víctima-
 
El rescatador actúa bajo el influjo de la culpabilidad; 
el perseguidor actúa bajo el influjo de la agresividad; 
la víctima actúa bajo el influjo del resentimiento.
 
Si tú entras en el triángulo, irremediablemente te cargarás con las consecuencias, te quemarás. Supongamos que estoy cansado y necesito tiempo para mí. Y tú me vienes con cara de víctima reclamando mi atención. Yo que soy incapaz de decir no a nadie, voy y te doy una cita para después de cenar. Inmediatamente me voy sintiendo cada vez más resentido por tu intromisión, me pongo furioso por haberte dicho que sí. Entonces vienes, y yo me contengo y te recibo bastante bien, pero cuando veo que no son más que banalidades lo que me dices, empiezo a impacientarme y el cabreo se me sale por los poros. Así es que violentamente te corto para decir: Pero. ¡Para este problema me vienes a molestar a estas horas! Y estalla la tragedia. Con decirte que no podía atenderte a tiempo se hubiera evitado todo esto, pero al no saber decir que no, hice:
 
De rescatador cuando dije que sí. 
De víctima cuando me dolí de dar un tiempo que no quería dar. 
De perseguidor porque le di un palo.
 
¿Que hay de bueno en esto?
 
Pero aún no para allí, pues por la noche me siento culpable y arrepentido con lo que, por la mañana voy con mucha amabilidad a preguntarte que tal estás. Y tú aprovechas mi buena disposición para pedirme otra entrevista. ¿Ves el juego? He querido hacer de rescatador y no sólo me he dejado utilizar, sino que, a consecuencia de ello, he pasado por víctima y perseguidor, y además, tú sigues con la misma actitud, no aprendiste nada.
 
La culpa en verdad no la tengo yo, por meterme en el juego y dejarme enredar por él, en vez de ser sincero y decir que no puedo. Aquel proverbio "Si dejas la puerta abierta los que se meten son los fuertes y quedan afuera los débiles". Dejar la puerta abierta para todos, sin discernimiento es peligroso.
 
Alardeas de servicial y bueno y no caes en la cuenta que no saber decir que no es de cobardes, egoístas e hipócritas, pues te gusta parecer bueno cuando por dentro estás que echas chispas.
 
Todos, alguna vez, dijimos sí cuando deseábamos decir no, y lo hacemos por sentido de culpabilidad metido en nuestra mente y por las buenas apariencias, por lo que pueda pensar de mi.
 
En el pecado llevamos la penitencia. Sólo el día que no te importe lo que piensen de ti las personas, porque no las necesitas, comenzarás a saber amar a las personas como son y darles la respuesta adecuada.
 
Lo cierto es que nuestro "ego" es el que propicia esa necesidad de que te necesiten para sentirte importante.
 
Vamos a poner unos ejemplos:
 
Rescatador (cuatro casos que lo muestran)
 
- Cuando me lanzo a dar ayuda cuando yo, en realidad, no lo veo claro o no veo la necesidad de que tenga que hacerlo yo y no otro, o nadie me la pide y me ofrezco.
 
- Cuando me presto a ayudarte porque me lo pides, pero yo no quiero ayudarte
 
- Cuando intento ayudarte yo, sin antes insistir para que seas tú quien te ayudes
 
- Cuando tú necesitas algo de mí, pero no me lo dices explícitamente esperando que yo lo adivine.
 
DECIMO CAPITULO
 
EL TEXTO ES LA VIDA
 
Lo importante es despojarse de ilusiones y emociones que no tienen cabida porque no son reales. Ilusionándose no alcanza uno la libertad ni la mística. Dice Sócrates que: "La vida no conocida, no vale la pena vivirla". Hay que disfrutar de las cosas, conocerlas y elegir lo constructivo. Hay que disfrutar de todo pero sin apegarse a nada. Cuando te desapegues, verás cómo disfrutarás mucho más de todo, pues serás mucho más libre para recrearte en cada cosa sin quedar fijado en ninguna.
 
El dudar es esencial para la fe, el único enemigo de la fe es el miedo, no la duda, pues si no dudas, no cuestionarás ni robustecerás tu fe, y entrarás fácilmente en el fanatismo.
 
Una persona que camina hacia la iluminación, lo primero que se cuestiona es: ¿Estaré loco yo, o es que están locos los demás? Si al atacar tu doctrina tú te molestas, mala señal ¿Por qué no escuchas y luego cuestionas? Tampoco te es válido poner tu seguridad en las personas que piensan como tú. Lo importante es escuchar y cuestionarlo todo desde tú mismo. Esa responsabilidad es sólo tuya y no puedes apoyarla en otra por mucho prestigio y credibilidad que tenga.
 
La apertura, así se llama la fe.
 
La fe no es inamovible y has de renovarla continuamente para que esté viva. Nunca puedes estar seguro de adónde esa fe te va a llevar. Es esa fe que redime la vida, dejando muerto el pasado y empujándote al presente. El presente es la vida, y sólo aquí está Dios y la eternidad. Por ello hay que vivir despiertos, vigilantes, para no perder nada de ella.
 
CUESTIÓNATE
 
Te despertarás a base de cuestionarte cada creencia tuya y todas las que te vengan del exterior. Si no te agarras a ningún concepto, cosa o ideología, te será fácil descubrir dónde está la verdad y la realidad, qué es la voluntad de Dios escrita en la vida.
 
Pero hay quien no está dispuesto a hacerlo ¡Convence al capitalista que cuestione su capital! ¡O al político sus ideas cerradas! Están demasiado apegados a sus razones materiales.
 
La palabra no puede expresar la realidad, sino que la indica. La realidad no puede expresarse en profundidad y sus matices, porque la palabra no es capaz de contenerla. Y, por ello, los místicos aseguran que es imposible expresar la realidad de Dios.
 
De la misma manera, en la Biblia se nos señala solamente el camino, como ocurre en las escrituras musulmanas, budistas, etc. Por ello, con las escrituras se han cometido abusos de interpretación, al querer aplicarlas literalmente. Por tomarla al pie de la letra, ya hemos hablado de lo que ocurrió en los siglos pasados con la quema de herejes y otras barbaridades.
 
Todos los fanáticos quieren agarrarse a su Dios y hacerlo único. También los católicos tomamos al pie de la letra lo del "único Dios" y quisimos hacerlo nuestro. Las barbaridades y crueldades que se han hecho para defender que "sólo dentro de la fe católica está la salvación" y que el que no está bautizado se condena eternamente, no se suelen publicar. Todo esto se podrá desvelar en los siglos venideros. Aún hay mucho fanatismo que oculta los errores por miedo a perder la imagen a la que nos agarramos.
 
Lo mismo ocurre con los fanatismos históricos en los cuales también la religión estuvo presente. Colón no descubrió a América, pues ella ya se había descubierto a sí misma. Era una tierra poblada que tenía una forma de vida, unas creencias y una cultura. Lo que se descubrió al llegar a ella, fue la ignorancia de los europeos que no sabían que existía. Allí no se respetó nada por parte de los "descubridores".
 
Se les cambió nombres y apellidos, creencias y una forma de vida y de expresar su cultura. En nombre de una "civilización" y de una religión que destruyó todo, sin discriminación alguna y, a cambio, se les saquearon sus tesoros antes de que se enteraran de su valor.
 
Ningún misionero comprendió la riqueza de su cultura, de sus conocimientos, de su filosofía y de sus creencias. No podían reconocer otra cultura y otra fe "diferente" porque estaban indoctrinados y programados para su papel de "salvadores". Estaban apoyados en la creencia de toda una iglesia cuyo Papa se tomó toda la potestad del mundo para repartir aquellas tierras entre españoles y portugueses para "convertirlas". Y todo eso se hizo por tomar las escrituras al pie de la letra.
 
Otro tanto ocurrió con Galileo, que en su reunión con obispos y cardenales sólo pedía que mirasen por el telescopio y se negaron porque mirar era dudar de la palabra de Dios, ya que se interpretaba la Biblia como que era el sol el que daba vueltas alrededor de la tierra, y dudarlo suponía una herejía.
 
LA BIBLIA Y EL TELESCOPIO
 
Por eso os digo: ¡Cuidado al leer la Biblia! Leerla con lógica teniendo en cuenta la cultura de las gentes que la escribieron; la iluminación que trasmiten no tiene nada que ver con el contexto desde donde la escriben. Una cosa es el mensaje y otra el tiempo y las formas. Hay que leerla con apertura, sin apegarse a las formas, sabiendo comprender su esencia. También a Jesús le rechazaron por hereje.
 
Cuando leáis las escrituras, tened en una mano la Biblia y en la otra el telescopio.
 
Buscar siempre la verdad. La verdad es lo importante, venga de dónde venga, si de la ciencia, si de Buda, o de Mahoma, lo importante es descubrir la verdad en dónde las verdades coinciden, porque la verdad es una. No se puede tener miedo a mirar por el telescopio.
 
Hay muchos santos que sin conocer la Biblia, se han encontrado con la realidad. El verdadero texto es la vida. La Biblia nos refiere la vida, y por ello es un medio, pero también un mito que trata de expresar lo inexplicable en palabras, en forma de historias, para que de ella saquemos el significado de la vida que es el mensaje de Dios.
 
Algunos mitos son históricos y otros no. La vida de Jonás no es histórica, la de Jesús, sí. Nuestra mente humana no está preparada para ver la realidad de la vida y se queda en los conceptos que tratan de expresar el mensaje de esos mitos.
 
La vida histórica de Jesús se ha convertido en un mito y hay que desmitificarla para recobrar la frescura de un mensaje que está vivo. Dejar fuera de la Biblia los fanatismos, los límites culturales, costumbres y prejuicios del pueblo Judío de aquella época.
 
Jesús al celebrar la Eucaristía, toma el pan y el vino que era la comida corriente del pobre, lo más asequible en su país. En otros países tienen que importar el pan y el vino para celebrarla, ¿por qué?
 
Unos Jesuitas misioneros se escandalizaron porque unos orientales celebraban con pan de arroz y zumo de frutas que era lo más asequible allí. ¿Que es lo más importante, la esencia o la forma? ¿El mensaje o el modo? Distinguir lo esencial de lo adicional y no considerar los errores como verdades.
 
Einstein llegó a probar con la teoría de la relatividad que no siempre la distancia más corta entre dos puntos es una línea recta, sino que en algunos casos la curva puede acercar esos puntos.
 
Si tú ves una cosa clara y la experimentas, necesitarás mucha valentía para demostrar algo que va en contra de las creencias generales aceptadas por la sociedad y la religión. Te llamarán loco. Los científicos tienen la ventaja de poderlo demostrar, los iluminados sólo lo pueden vivir. Y sin embargo, las teorías no curan y la fe sí. Ambas pueden ser acertadas o equivocadas. Hay que quitarse los aditamentos culturales y fanáticos para probar la verdad. Lo importante es mirar no al dedo, sino a dónde señala para descubrir la verdad. En eso nos es de gran ayuda la Biblia, que nos revela los datos y actitudes que nos acercan a la verdad.
 
EL AMOR ES CLARIVIDENTE
 
Le preguntaron a Beethoven lo que quería expresar con la Tercera Sinfonía, y el gran músico contestó: "Si yo pudiera expresar lo que significa con palabras, no necesitaría expresarlo con música".
 
Sólo los sensibles son capaces de disfrutar de la belleza.
 
Sólo los que tienen sentido del humor pueden comprender el aparente despropósito de la vida. Precisamente porque tenemos la palabra de "Dios" y asociamos a esa palabra las ideas con las que nos han programado somos incapaces de descubrirlo en la vida corriente y cotidiana y en las personas que están pasando a nuestro lado.
 
Los que aman la belleza son capaces de captar a Dios, porque aman la vida y a las personas. Sólo el amor es clarividente. Cuando ya no te haga falta el agarrarte a las palabras de la Biblia, entonces es cuando ésta se convertirá para ti en algo muy bello y revelador de la vida y su mensaje.
 
Lo triste es que la iglesia oficial se ha dedicado a enmarcar el ídolo, encerrarlo, defenderlo, clasificándolo sin saber mirar lo que realmente significa.
 
La mejor manera de acercarse a la verdad es que pases un tiempo mirando el mar, el campo, la naturaleza y sobre todo, que repares en las personas como seres nuevos, sin conceptos, sin memoria y que las escuches desde adentro y con tu corazón abierto de par en par, comprendiéndolas, amándolas. Esta es la mejor oración. Un día sentirás el asombro de haber estado prisionero de los conceptos y tu "ego". Entonces verás lo bella que se te hace la Biblia que te acerca a la vida y no te aleja de ella ya. Entonces habrás encontrado la interpretación de la Biblia y, en ella, el manual para comprender mejor la vida.
 
"Una vez había un cachorro de león que se perdió y se metió en un rebaño de ovejas. Creció allí y se creía una oveja como ellas. Pero un día un león adulto llegó por allí y las ovejas corrieron espantadas para ponerse a salvo y, entre ellas, el pequeño león también corrió asustado. Pero el león que lo había descubierto, le da alcance al cachorro asustado y le dice: "No me comas, por favor". Pero el león sin decir nada, lo coge y lo arrastra hasta el borde de una charca y le obliga a que mire allí las dos imágenes reflejadas en el agua. El cachorro, al verse como en realidad era, como un león, despertó y desde ese momento fue ya todo un león".
 
Esto es lo que nos tiene que pasar a nosotros después de este curso: que despertemos para ver claramente que somos leones y no ovejas.
 
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Tony de Mello: “Autoliberación Interior”
25 de diciembre de 2006 03:40
Es bueno aunque repetitivo, lo cual es natural siendo un "metodo de iluminacion".
 
Me recuerda al libro para dejar de fumar facilmente... Por cierto, creo que el autor murio recientemente... ! De cancer de pulmon !
 
No he podido leer este documento entero. Solo he leido los parrafos iniciales de cada capitulo y uno al azar de cada uno de ellos.
 
Yo, cuando me iluminé, fue cuando estando sometido a un estres completamente insoportable, me tumbe en la cama y decidi "soltar los mandos". 
Concentré mi mente en la simetria de mi cuerpo, sintiendolo en lugar de pensar.
 
La cabeza se me lleno de una luz cegadora y todas las cosas e ideas se recolocaron formando un esquema tan simple y completo que era insoportable.
 
Yo no aguanto mucha luz de esta.
 
Tuve verdaderas visiones cosmicas sobre todas las cosas, pero el caso es que creo que la iluminacion tambien se pierde, y se vuelve a recuperar...
 
¡ Fue una verdadera pena no tener una "grabadora de pensamientos" !
 
Existe una "mistinet", una especie de conexion mistica con todo lo vivo y lo real, una conexion profunda con el momento presente.
 
Todavia no consigo controlar bien la conexion y desconexion con esta mistinet, aunque cuando las cosas pintan verdaderamente mal, no me cuesta nada "conectar". Es solo una cuestion de "dejarse vencer por la realidad con todos sus sabores y matices".
 
No creo que cualquiera este capacitado para conectarse a esta "mistinet" con el mismo nivel de intensidad. Yo desde luego, necesito racionalizar de vez en cuando algunas cosas.
 
Supongo que sera una limitacion debida a mi formacion cientifica.
 
En todo caso, pongo este enlace en los favoritos, para leerlo mas detenidamente en otro momento.
 
¡ Viva la "terapia de Grupo" Tortuga !
 
internete 
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Tony de Mello: “Autoliberación Interior”
27 de octubre de 2011 22:58, por rolando espejo
hola recien conoci esta literatura y me parece maravillosa me gastaria ser parte de alguna sociedad o grupo para poder intercambiar pareceres y talvez tareas.
 
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Tony de Mello: “Autoliberación Interior”
19 de marzo de 2007 18:14, por DEIVYN
Buenas tardes 
les saluda deivyn Ramírez 
yo tuve la oportunidad de leer el libro un par de veces porque la verdad es muy bueno ya que realmente te despierta y te libera de prejuicios con los que tu naces y que es lo que genera mas infelicidad en la sociedad. 
Te enseña a ayudar en lugar de castigar. 
A comprender en lugar de juzgar.
 
Pero la verdad no es facil poner en práctica todo lo que está allí pero considero que es un gran paso para construír un nuevo mundo.
 
Este es uno de los mejores textos que e leido, es como que te dan un par de cachetadas para tratar de despertarte.
 
Necesito leer más libros que sigan esta línea, me gustaria que me recomienden alguno. Mi mail es deivyn_ramirez@hotmail.com
 
Chao
 
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Tonyc de Locos
20 de febrero de 2008 04:20, por Henríquez
todo parece una joda
 
Ver en línea : https://vermasvidrio.blogspot.com
 
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Tony de Mello: “Autoliberación Interior”
15 de junio de 2007 21:58, por MARIA ISABEL FERNANDEZ C.
HOLA! DE TODOS LOS LIBROS QUE TENGO Y HASTA AHORA LEIDOS, PUEDO SIN TEMOR A PECAR DE FANATICA, CON MIS PIES ENTERRADOS EN LA TIERRA, QUE "AUTOLIBERACION INTERIOR" ES EL LIBRO QUE DESDE MI YO INTERIOR, ME GUIO HACIA LA LIBERTAD E HIZO A MI ESPIRITU CAMINAR DESCALZO. AGRADEZCO A MELLO (DONDE SU ESPIRITU ESTE) ESTA MANERA DE VER Y COMPRENDER LA VIDA DESDE LA VIDA MISMA. TAL VEZ PUEDE SER REPETITIVO, PERO CONSIDERO QUE EL HOMBRE MISMO, EN OPORTUNIDADES, ES REPETITIVO TAMBIEN EN SUS EXPERIENCIAS PARA PODERLAS ASIMILAR... PENSARIA ESO MELLO?... TAL VEZ. UN BESO. MARIA ISABEL.
 
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Tony de Mello: “Autoliberación Interior”
29 de diciembre de 2007 21:04, por oma
Genial,pocos escriben como èl sinceramente es un Maestro, sus escritos revelan toda una pedagogia de vida tan necesaria en estos tiempos. Les recomiendo leer tambien Despertar que realmente nos despierta luego de leer.
 
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Tony de Mello: “Autoliberación Interior”
19 de febrero de 2008 22:07, por glauco
Maria Isabel: 
He leído tu comentario sobre el libro de De Mello. Te felicito por la sensibilidad que manifiestas en tus comentarios sobre el libro. Cultívala y cuídala. Creo que es la única manera de ser felices y de estar en paz contigo misma, con la vida, y con los que tienes a tu alrededor. 
Mucha felicidad y PAZ. 
glauco
 
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Tony de Mello: “Autoliberación Interior”
9 de agosto de 2009 03:00, por LILIA
ES UN LIBRO QUE MARCO UN PARTEAGUAS EN MI VIDA DESPUES DE SUFRIR UN DOLOROSO DIVORCIO ME DI CUENTA LO DIFICIL QUE ES VIVIR CON APEGOS CREYENDO ESTAR EN LO CORRECTO, DE AHORA EN ADELANTE SE QUE ENTENDERE MEJOR LAS CIRCUNSTANCIAS DE LA VIDA. YA NO HAY PRETEXTOS PARA EVITAR LA FELICIDAD... SOLO PUEDO DECIR: G R A C I A S
 
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Tony de Mello: “Autoliberación Interior”
11 de noviembre de 2009 04:27
A mi me hizo muy bien leer autoliberación interior me llevo a conocer una parte de mi que no conocía y a liberarme y dejar de ser victima de todas las situaciones, y de verdad ser libre. Agradezco profundamente el que hayas puesto a nuestra disposición este libro que Dios te guarde. atte, Noemí
 
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Tony de Mello: “Autoliberación Interior”
18 de abril de 2011 04:49
ACABO DE PEDIRLE LA SEPARACIÒN A MI MARIDO, NO AGUANTO SU MANERA DE AMARME,SI ES QUE ME AMA, Y NO ES CON QUIEN YO PUEDO VIVIR LA VIDA COMO YO QUIERO, TENENMOS TRES NIÑOS, 10 AÑOS DE MATRIMONIO, Y EL ME HACE LA VIDA ÀBURRIDA, LA VERDAD AHORA DESPUES DE LEER ESTO, NO SE SI HICE BIEN, EL ME DIJO QUE YO ERA EGOCENTRICA Y VICTIMA EN CADA SITUACIÒN POR ESO VEIA TODO MAL... QUE EL ES ASÌ Y NO VA A CAMBIAR... UFFF PARECE QUE ESTE LIBRO ESTA DIRIJIDO A MI, Y EN EL MOMENTO JUSTO, AHORA QUÈ HAGO??? ME HACE PENSAR QUE MI MARIDO TIENE RAZÒN,PERO YO NO AGUANTO SU MANERA CÒMODA DE VIVIR, SIN MANIFESTACIONES DE AMOR HACIA MI, NO ME ACOMPAÑA EN LAS COSAS QUE A MI ME GUSTAN HACER, ES CACERO, ABURRIDO... QUÈ HAGO??? POR DIOSSS, QUIERO SER FELIZZZ!!!
 
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Tony de Mello: “Autoliberación Interior”
29 de agosto de 2011 09:14, por Bahia Azul
Para empezar NADIE te hace la vida aburrida, primero toma responsabilidad de tus desiciones,toma cursos de superacion personal, buscate a ti misma ,reencuentrate y luego entonces toma una desicion. Pon atencion a lo que el dice ,pero no te lo tomes tan enserio, toma RESPONSABILIDAD, esto te sacara de victima....no puedes dar lo que no tienes!!!..si tu misma no te amas, no te cuidas, no puedes pedirle a otros que lo hagan. Lo que das es lo que recibes!!!
 
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Tony de Mello: “Autoliberación Interior”
16 de noviembre de 2011 01:29, por petty
Hola hace mucho que estaba dormida gracias por publicar este mensaje es interesante para aquellos que durante mucho tiempo se encuentran sin luz o que todo parase ser dificil.....
 
Quien lea debe leerlo muy lentamente para alimentar el alma ....
 
Un abrazo para todos que lean este mesaje petty
 
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16.03.2014 14:42
Estos fueron los hombres de todos los tiempos que se atrevieron a osar en los misterios ocultos del cosmos. No fueron hombres distintos sino osados que retaron a la naturaleza aplicando la ciencia y el dogma en su justo equilibrio; requisito indispensable para la realización personal. 
 
CORNELIUS AGRIPPA de NETTESHEIM (1486-1533/5)
 
 
Enrique Cornelio Agrippa de Nettesheim fue amigo del abate Tritemo, que fue su maestro y corresponsal de Erasmo, de Melachton y de la mayor parte de los mentalistas de su tiempo. Nacido en Colonia enseño en Dola y en Pavia. Recorrió Italia, fue médico en Turín y abogado en Metz. El Papa León X le llamaba "su amado hijo".
 
Según Agrippa la magia se basa en tres disciplinas: la física de condición terrena, las matemáticas que son celestiales y la teología que es la ciencias de los arquetipos.
 
Por el estudio de la naturaleza el sabio llegará a conocer las piedras, y por el estudio de las piedras descubrirá la esencias de las estrellas. El estudio de los planetas le llevará al conocimiento de lo absoluto. 
 
 
Los cuatro elementos, el fuego, el agua, la tierra y el viento, mezclados aquí abajo existe también en las estrellas pero en estado puro. La observación de las leyes naturales, lanzadas por analogías y correspondencias de una parte en los principios de la afinidad y enemistad de la otra, otorga al adepto la omnipotencia mágica.
 
En el arte de los talismanes y amuletos, que resulta inseparable por lo tanto, de la ciencia de los números. Agrippa desarrolla este tema en su famosa Filosofía Oculta.
 
 En el plano iniciático, Agrippa,  había fundado en el comienzo del siglo XVI una comunidad de los magos que congrego a los alquimistas y teósofos de la época. Hacia 1510 viajo a Inglaterra, estableciendo una congregación idéntica con ayuda de Juan Collet. Del seno de estas asociaciones habría nacido la Fraternidad de los Rosacruces durante el siglo siguiente.
 
***
 
Médico y filósofo. Uno de los sabios de su tiempo. Nacido en Colonia y murió en 1583/5, enseña teología en Dóle, fue profesor en Pavía, después de haberse doctorado en derecho y en medicina, y participa en el Concilio de Pisa. 
 
Tras haber tomado parte en muchos combates en Italia, fue abogado en Metz, después médico de la familia de Saboya, y finalmente historiógrafo del Emperador Carlos.  después de una existencia sumamente azarosa, en casa del receptor general de Grenoble. Su talento fue el génesis de su desgracia. Era demasiado instruido y erudito para su época.
Le acusaron de brujo y en más de una ocasión hubo de huir al trote de una plebe exacerbada, ignorante y belicosa, que le imputaba un sinnúmero de absurdos. 
 
Los demonomaníacos dicen que no se le puede representar sino de noche, como un búho, a causa de la fealdad mágica, y no pocos historiadores aseguran que en sus viajes pagaba a quienes le daban hospedaje con moneda muy fuerte y buena al parecer, pero que a los pocos días se convertía en pedazos de cuernos, de concha o de cuero.
Mientras enseñaba en Louvain, refiérese que uno de sus alumnos, leyendo un libro de conjuros, fue ahogado por el espíritu maligno y temiendo Agripa que sospechasen que hubiera sido él su asesino, ordenó al diablo que entrase en el cuerpo del difunto y diese siete u ocho vueltas por la plaza pública antes de dejarle. 
 
Obedeció el maligno y el joven cayó sin vida ante la multitud, siendo admitida su muerte como defunción repentina. Compuso Agripa una obra de filosofía oculta que le mereció la animadversión de los necios, algunos de los cuales, sujetos de eminente rango, consiguieron expulsarle de Flandes, adonde no pudo volver jamás. 
 
Después de recorrer Italia, pasó por Dobe, instalándose finalmente en Lyon, donde, sin poder alguno, empleó todo los medios posibles para vivir, meneando lo mejor que podía la punta de su bastón, pero ganaba tan poco que murió pidiendo limosna en Grenoble, aborrecido por todo el mundo y detestado como un mago maldito porque aseguraban que, de continua, le acompañaba el diablo en forma de perro negro.
 
León X le denominaba, “hijo muy querido”. lo que no impide a los dominícos mantener feroces luchas con él y muchos tratarle de charlatán. Fue un apasionado de la cábala y de la magia que, decía, permitía comunicar “con las fuerzas de un plano superior para dominar las de un plano inferior”.
 
 Divide el macrocosmos en tres mundos, regidos cada uno por una magia: física, astral y religiosa. Para alcanzar estas magias, es preciso “morir para el mundo”. Obra principal: De occulta philosophia.
Murió en Grenoble, en la miseria.
 
 
APOLONIO DE TRIANA
 
 
"Cuando os diga por ejemplo que el divino Apolonio de Triana fue concebido sin operación de hombre alguno, y que una de las mas altas Salamandras descendió para inmortalizarse con su madre, diréis que esta Salamandra era un demonio (...). Apolonius no nació de un hombre, conoce el lenguaje de los pájaros (...) resucita a una muchacha con la virtud de la onomancia (...)" Conde de Gabalais.
Este Apolonio a quien el Conde de Gabalais atribuye un origen tan curioso nació en Triana cuatro años antes que Jesucristo.  Neopitagórico convencido, no comía carnes ni ciertas hierbas y se abstenía de beber vino. En el curso de sus numerosos viajes (Italia, India, Babilonia, Etiopía, España) había realizado extraordinario prodigios. 
 
Taumaturgo, hubo de devolver la vida a una muchacha joven. Se ha comparado muchas veces con J.C., siendo ambos profetas y taumaturgos, pero uno permaneció pagano en tanto que el otro se convirtió en fundador de una nueva religión triunfadora. 
 
Según la leyenda, Apolonio murió a los cien años. Otros dicen que desapareció y voló al cielo, reencarnándose después, hacia el siglo XII bajo la forma del gran alquimista Artephius. La vida de Apolonio de Triana ha sido relatado por Filostrato (siglo II después de J.C.).
 
De su obra se destacan Núctameron que resumido expresa:
 
Primera hora: en la unidad, los demonios cantan los méritos de Dios pierden su malicia y su cólera
Segunda hora: por el binario los peces del zodiaco cantan los méritos de Dios, las serpientes de fuego se enlazan en torno al caduceo y se tornan armoniosas.
Tercera hora: la serpiente del caduceo de Hermes se entrelazan tres veces, el cancerbero abre su triple boca y el fuego canta lo méritos de Dios con las tres lenguas de rayos.
Cuarta hora: el alta vuelve a visitar las tumbas. Es entonces cuando se encienden las mágicas lámparas en los cuatro rincones de los círculos, es la hora de los encantamientos y los prodigios.
Quinta hora: el espíritu permanece inmóvil, ve que los monstruos infernales machan contra el pero no les tema.
Sexta hora: la voz de las grandes aguas cantan al Dios de las esferas celestes.
Séptima hora: un fuego que da vida a todos los seres animados es dirigido por la voluntad de los hombres puros. El iniciado extiende la mano y los sufrimientos se apaciguan.
Octava hora: las estrellas hablan; el alma de los soles corresponden al suspiro de las flores, cadenas de armonía que hacen que todos los seres de la naturaleza se correspondan
Novena hora: el numero que no debe ser revelado.
Décima hora: es la llave del ciclo astronómico y del movimiento circular de la vida de los hombres.
Onceava hora: las almas de los grandes genios se agitan con un ruido misterioso, vuelan de una esfera a otra y llevan de mundo en mundo a los mensajeros de Dios.
Doceava hora: aquí se consumen por el fuego de las obras de la  luz eterna.
Las doce horas de Núctameron están presididas por genios. Agreguemos que en el ritual de apertura de las trabajos de la orden martinista (fundada por Papus) se alude al cuadrante de Apolonio de Triana.
 
Estos son los pensamientos de APOLONIO:
 
"No hay muerte de nadie, sino sólo en apariencia, así como no hay nacimiento de ninguno, salvo en lo exterior. El cambio de ser a devenir parece ser nacimiento. 
 
El cambio de devenir a ser, parece ser muerte, mas en realidad ninguno realmente nace, así como ninguno realmente muere.
 
 Es simplemente el hacerse visible y luego invisible; la primera por la densidad de la materia, y la última por la sutileza del Ser, Ser que es siempre el mismo, siendo su único cambio el movimiento y el reposo".
 
Su verdadero nombre fue Alfonso Luis Constant, recibió las ordenes menores (a la que se debe su título de Abate Constant) antes de entregarse a la política y luego al ocultismo. 
 
Hace pintura y escribe panfletos de extrema izquierda, lo que le vale una temporada en prisión. Es en esta época cuando descubre a Saint-Martin y a Swedenborg. Encuentra a Ganneau y descubre la bipolaridad expansiva y comprensiva del Universo. Por ultimo, se convierte en discípulo de Wronski. 
 
En Londres donde se refugia, se inicia en la rosacruz, estudia la Cábala, evoca a Apolonio de Triana y se pregunta si el mismo no será una reencarnación de Rabelais.
Tras regresar a París cambia de nombre y adopta el seudónimo iniciatico de Eliphas Levi Zamed. De aquí en mas la suerte estará echada. Eliphas Levi rompe sus vínculos con Ganneau, Esquiros, Fourier. 
 
Su admiración por Swedenborg declina; no tiene mas que un maestro Wronski. Solo le queda una sola pasión: la Cábala. Entre otras obras le debemos un Dogma y ritual de la alta magia.
 
Cuando se indaga en la historia del ocultismo, hay muchos nombres e innumerables obras, aunque sin duda si estudiamos el ocultismo del siglo XIX hay un nombre que resalta por su gran aportación al ocultismo y esoterismo moderno: Eliphas Lévi, cuyo nombre en realidad era Alphonse Charles Constant (1810-1875).
 
Eliphas Lévi nació en París en 1810. Hijo de un zapatero, desde muy joven se sintió atraído por la mística, y por eso ingresó en el Gran Seminario de Issy, donde cursó estudios clericales. Como alumno aventajado en su carrera clerical, pasó por el diaconato, para más tarde ser ordenado sacerdote, aunque no lo fue mucho tiempo, ya que acabó expulsado por la iglesia debido a sus ideas heréticas y por no haber mantenido el voto de castidad.
 
En los años posteriores, Lévi sufrió en sus carnes la miseria tanto material como espiritual y hastiado ingresó en 1839 en la abadía benedictina de Solermes, creyéndose destinado a la vida monástica, aunque sólo permanece interno durante un año, el tiempo suficiente para escribir en secreto su primera obra, “La biblia de la libertad”, obra que fue considerada como perniciosa y pecaminosa por la Audiencia de París y por la que fue condenado a 11 meses de prisión, siendo liberado en abril de 1842.
 
A partir de su liberación, atraído por el ascetismo empieza a frecuentar bibliotecas donde descubre con admiración los secretos del hermetismo, estudiando a Martines de Pascually.
 
Ya adentrado en la magia y la masonería, es animado por el historiador masónico Ragón a escribir una de sus obras más importantes, “Dogma y ritual de alta magia”, la cual firma con dos letras hebreas, iniciales del nombre que utilizaría a partir de este momento: Eliphas Lévi, el equivalente hebreo a su nombre de nacimiento.
 
En marzo de 1854, llega a Londres donde conoce al rosacruz Sir Edward Bulwer Lytton (autor de Zanoni), entre ellos crece la amistad y motivados por su devoción por la magia se entregan juntos a experiencias místicas. Lévi se retiró durante 21 días a un templo londinense, practicando la meditación, acompañada de una estricta dieta vegetariana, y ayunando durante dos semanas para al final aparecerse ante él el teúrgo Apolonio de Tiana.
 
A partir de entonces su reputación de erudito y maestro crece rápidamente y Lévi empieza a dedicarse a la alquimia y a atender consultas de tarot y quiromancia. De 1865 a 1874, Lévi fue Imperator de una importante sociedad secreta iniciática: Los Hermanos Mayores de la Rosacruz.
 
Entre otras cosas, la aportación de Lévi al ocultismo es su acierto en el dibujo y la interpretación esotérica de Baphomet. Además, Lévi fue el primero en adaptar el pentagrama invertido como símbolo material ante el espiritual, del derecho. 
 
Hizo dos ilustraciones del pentagrama. En la primera, la derecha, dibujó a un hombre dentro de las cinco puntas de la estrella simbolizando cada uno de sus miembros con uno de los cuatro elementos -tierra, aire, agua y fuego-, estando la cabeza representada por el espíritu, los nombres Adán y Eva escritos dentro de la estrella y las letras hebreas correspondientes a la palabra Yeshua a su alrededor. Al dibujo, lo llamó “El Hombre Microcósmico”.
 
En la ilustración del pentagrama invertido, Lévi dibujó dentro de la estrella la cabeza de Baphomet, los nombres de Samael y Lilith dentro de ella y la palabra Léviatán alrededor. Al interpretar ambos pentagramas formó por primera vez una diferencia entre el simbolismo humano-material y el divino-espiritual. También aportó estudios sobre los 22 arcanos mayores del tarot, asociándolos a las letras del alfabeto hebreo y a sus aspectos divinos.
 
Además de las obras ya citadas, Lévi dejó otras obras de gran importancia para el esoterismo y el ocultismo, tales como “Historia de la magia”, “La magia trascendental” o “La llave de los misterios”, entre otras. Sus obras influenciaron a otros grandes ocultistas como Aleister Crowley, quien proclamó ser la reencarnación de Lévi. 
 
Eliphas Lévi, cabalista, rosacruz y masón, hizo de sus escrituras su vida y de su vida magia, siendo sin duda uno de los ocultistas más importantes del siglo XIX. Lévi falleció en 1875 a la edad de 65 años, no sin antes dejar un importante legado para los amantes del ocultismo.
El verdadero nombre de este cabalista era Alphonse Luís Constant. Nace en París en 1810 y fallece a los sesenta y cinco años de edad en 1875; alumno brillante es admitido en el Gran seminario de Issy, regido por Sulpicianos, y donde es Iniciado discretamente hacia el estudio de la Magia. 
 
El seminarista fue admitido al diaconato y en 1816 sería ordenado sacerdote, abandonando al poco tiempo el seminario. Conoce la miseria y al cabo de algunos meses de angustia material y espiritual se cree destinado a la vida monástica. 
 
Marcha en 1839 a la abadía benedictina de Solesmes y permanece solo un año, escribiendo a escondidas su primera obra “LA BIBLIA DE LA LIBERTAD”; considerada como sediciosa es condenado por la Audiencia de París a once meses de prisión, siendo liberado en abril de 1842. Subsistiendo gracias a las canciones que escribía, Constant, claramente atraído por el ascetismo, frecuenta las bibliotecas donde descubre con embeleso los tesoros del hermetismo.
 
 Estudia a Jacob Bohna, Martines de Pasqually, Fabre d´olivet y otros. Animado por Ragón, el historiador masónico, Constant publica en forma de fascículos su primera gran obra “DOGMA Y RITUAL DE ALTA MAGIA” que firma con dos letras hebreas, iniciales del nombre que a partir de entonces utilizaría: ELIPHAS LEVI.
 
 Llega a Londres en la primavera de 1854, donde superiores desconocidos le conducen cerca de un rosacruz, Sir E. Bulwer Lyton, (autor de “ZANONI”), y en su compañía se entrega a experiencias teúrgicas. Tras un retiro de 21 días en un templo Londinense, se le aparecen dos entidades, un misterioso Joannes y el teúrgo Apolonio de Tiana. Recibe de ellos enseñanzas, una parte de las cuales difundirá él en sus libros, pero guarda la parte esencial para comunicaciones secretas a sus raros discípulos. 
 
Su reputación de erudito y maestro crece aceleradamente. Se dedica a experiencias alquímicas y atiende consultas de tarot y de quiromancia. Eliphas Levis fue desde 1865 a 1874 Imperator de una sociedad secreta de un elevado valor Iniciático : LOS HERMANOS MAYORES DE LA ROSA CRUZ. 
 
El sucesor de Eliphas Levi, tanto en la Societas Rosicrucian in Anglia (SRIA), como al frente de los hermanos mayores de la rosa cruz, fue William Wynn Westcott (1874-1892) uno de los miembros fundadores de la GOLDEN DAWN. La influencia de Eliphas Levi es considerable y sigue creciendo. 
 
Su obra ha suscitado y aún suscita reacciones fervientes de numerosos ocultistas. Como dice Víctor Emile Michele:
 
OBRAS MÁS FAMOSAS: 
 
Dogma y ritual de alta magia; la clave de los misterios; Historia de la magia; leyendas y símbolos; la ciencia de los espíritus; el libro de los esplendores; los misterios de la kábala y curso de filosofía oculta.
LEVI Éliphas (1810-1875)
 
Alphonse-Louis Constant, hijo de un zapatero remendón, fue un autodidacta presuntuoso: mal canzonetista, como pintor uno entre tantos, poeta mediocre, diácono exclaustrado antes de la ordenación, encarcelado varias veces por anarquía.
 
En julio de 1854, en Londres, evoca el espíritu de Apolonio de Tyana, se consagra a la cábala y se compromete con la Rosa-Cruz inglesa. Encuentra al polonés Wronski, inventor del prognómetro o máquina de predecir. 
 
Vuelto a París, se titula « magista » bajo el nombre de Eliphas Lévi Zamed, y edita “La Revue philosophique el religieuse” en la que colaboraron Michelet y Littré y que fue prohibida en l858.
Publica a continuación el “Dogma y el Ritual de la alta Magia” e inicia por correspondencia a los discípulos afortunados. Su “llave de los grandes Misterios” fue juzgada extravagante por la oficialidad de París. Se ha presentado a veces en reencarnación de Rabelais y Alesteir Crowley decia ser su reencarnación.
  
 
JOHN DEE (1527-1608) 
 
 Descubrió un alfabeto mágico que los nigromantes todavía comprenden poco, pero al que temen y respetan por su poder para desatar las fuerzas elementales más fantásticas. 
 
Este sabio llamo a su sistema Las claves o cifrfas de Enoch, dándole el nombre del profeta Enoch, quien "había caminado con Dios y no se le halló" (Hebreos 11,5). 
 
Lo había recibido por conducto de su medium Edward Kelly (aka Tabot), quien tras escudriñar en un cristal o piedra de mirar que era propiedad de su maestro astrólogo adivinó los signos que llegó a percibir en sus difusas profundidades. 
Todas las palabras del alfabeto de Enoch que Dee afirmaba haber recibido de una fuente supraterrenal le habían sido dadas una a una, de atrás hacia adelante. 
 
El espíritu que le había transmitido el alfabeto había atribuido tal proceder al gran poder de las fuerzas mágicas que animaban a ese alfabeto, ya que, si las letras se hubiesen dado en el orden correcto, se abría podido desatar, y por lo tanto causar, una indescriptible catástrofe. 
 
Cada palabra representaba un nombre desconocido hasta ese momento de Dios, de sus ángeles y de los espíritus elementales, y Dee copio las palabras utilizando para ello un cifra a fin de ocultar una vez más el significado a los no iniciados. Mas tarde elaboró esta cifra y creo cinco cuadrantes o tabletas de Enoch o enoquianas. 
 
Los ocultistas aun hoy, todavía insisten en que las cifras enocianas son llaves para abrir las puertas astrales de otra dimensión que estaría mas allá de las limitaciones normales del tiempo y del espacio. 
 
Y que si se llegará a abusar de ellas en cualquier forma, esas tabletas elementales pueden liberar poderes de gran potencia destructiva que operarían por medio del elemento que está representado en cualquier tableta. Se cuenta de incendios repentinos que estallan de cañerías que revientan o de pisos que se hunden como resultado del manejo inexperto de la magia enóquica.
Como las personas que se dedican con entusiasmo a las prácticas del ocultismo tienden a ser un tanto curiosas el relato que a continuación se publica explican los que puede pasar con el "divertirse con la magia de Enoch".
 
Haciendo la salvedad de que el operador se haya hecho volar en mil pedazos astrales, ¿a que mundo accedería por la evocación cuidadosa de las palabras de poder enóquicas? 
 
A continuación se describen las experiencias que puede esperar el mago una vez que las fuerzas enóquicas han sido convocadas. 
 
Verá los hermosos colores que matizan estos nombres enóquicos) sentirá la fuerzas que de ellos emanan y se sentirá transportado hacia un mundo desconocido que hace muchísimo tiempo abandono esta tierra.
 
 Caminará por las extensas praderas y las altas montañas de un antiguo y extraño reino en el que cruzan caballos de ojos rojos montados por dioses singulares, cubiertos de capas de colores puros. Verá levantarse al sol por entre oscuras montañas para iluminar el cielo de oro y violeta.
PARACELSO Théophrast Bombast von Hohenheim (1493-1541)
 
Nacido en Suiza, en Einsielden. Debió hacer los estudios de medicina en Ferrara. Muy pronto, ataca a los médicos. Viaja muchísimo.
 
Conferenciante en la Universidad de Basilea, escandaliza por su inconformismo, criticado por médicos y boticarios.
 
Gran mago, habría trabajado la alquimia con el abate Jean de Tritheim: empleando el imán, fue un precursor del magnetismo y de Mesmer. Predicando la omnipotencia de la fe, denostaba a Lutero. 
 
Renovando la medicina, predica la comprensión de la naturaleza, el estudio de los remedios (teoría de las « signaturas » base de la homeopatía divulgada ulteriormente por Hahnemann) la observación clínica, la patología general (en su “Paraminum”).
Philipus Aureolus Theophrastus Bombastus von Hohenheim, llamado Paracelso, médico muy conocido en la vieja Europa, muere en Salzburgo el 21 de septiembre de 1551. Es muy conocido por la práctica de la medicina natural y por la cura por medio de la alquimia y los símbolos del zodiaco del que es creador de un sistema especial de talismanes. 
 
Alquimista y mago, Paracelso difundió notablemente sus obras en varios tratados entre los que se destacan El libro de las ninfas, silfos y de los demás espíritus de la naturaleza, sobre este tema en particular se dice que muchas de las fantasías de Disney, fueron inspiradas en  Paracelso. 
 
 Este libro es el primero que describe con precisión los espíritus ocultos de la naturaleza. 
 
La siguiente frase extraída del mismo define muy bien esta cuestión: "no solo conocemos muy bien la creación de todas las cosas naturales, sino que somos también conscientes de ellas, así como todo cuanto Dios ha creado, por lo que cada nación reconoce lo que es propio, lo que en ella existe y crece al igual que todo hombre tienen conciencia de si mismo, por lo tanto está en posesión de un oficio y tiene experiencia en los asuntos de su incumbencia. 
 
De esta suerte sabemos que todas las criaturas creadas por Dios, nada hay oculto, nada que no le sea conciente al hombre o de lo que no pueda llegar a tener conciencia.
FRANCIS BACON
Francis Bacon ha  sido una de las personas que más ha contribuido a la transmisión de la sabiduría interior, siendo considerado por muchos como padre de la ciencia moderna por cuanto fue promulgador del empirismo, o comprobación experimental. 
Insigne Rosacruz, es considerado por muchos como el autor secreto de las obras de William Shakespeare, siendo muchos los indicios de que tal posibilidad es muy digna de tenerse en cuenta, por cuanto que las obras atribuidas a Shakespeare están escritas en un lenguaje criptográfico, en el que aparecen las marcas de Francis Bacon. 
Este retrato, cuyo grabado original se encuentra en la Sede Soberana de la Orden Rosacruz, cuando se superpone sobre el retrato de William Shakespeare,  se obtienen asombrosas coincidencias y similitudes que dan que pensar sobre la realidad de dicha posibilidad.
 
 
ROGER BACON 
(1214-1294)
 
Nacido en Ilchester en el Condado de Somerset. Se hizo matemático en París, y después franciscano en Oxford. De una ciencia universal, fue el primer europeo en controlar las bases de la química en su “Espejo de la Alquimia”. Sólo se fiaba de la experiencia. 
 
Una leyenda inglesa le atribuye también la creación de un misterioso androide.
En su “Tratado de las obras secretas de la naturaleza y del Arte”, predice las invenciones que habrán de realizarse (volar por los aires, puente colgante, coche sin caballos, etc.) pero esta obra le cuesta prisión por brujería. El papa Clemente IV le libra de ella.
Emanuel Swedenborg, científico, filósofo y autor de gran número de obras religiosas, es uno de los suecos de renombre internacional.
Honoré de Balzac llegó hasta llamarle el Buda de los países nórdicos. Swedenborg, que vivió varias décadas en el extranjero, en Amsterdam y Londres, tuvo fuertes vivencias religiosas y consideró que podía dar cuenta de vislumbres tanto del cielo como del infierno.
Los discípulos congregados a su alrededor en Londres fundaron, algunos años después de su muerte, la Nueva Iglesia, que posteriormente, tuvo nuevas comunidades en Inglaterra, Estados Unidos y Australia, entre otros países. 
Su obra ha sido traducida a 30 idiomas, y la Sociedad Swedenborg de Londres ha asumido la tarea de lograr que no se olvide al místico sueco. Se considera que, además de Balzac, ha influido en muchos autores, entre otros, Baudelaire, Strindberg y Yeats.
Tercer hijo de un obispo luterano ennoblecido por la reina Ulrika Eleonora, nació en Estocolmo en 1688. En 1709 se graduó en la Universidad de Upsala y en 1716 fue nombrado asesor del Real Colegio de Minas.
Una sustanciosa herencia le liberó de las ataduras de una vida funcionarial, permitiéndole convertir en realidad los proyectos filosóficos y científicos que bullían en su cabeza. Fueron saliendo así paulatinamente de prensa en Upsala, Leipzig, Dresde, La Haya, Amsterdam y Londres, sus tratados científicos (Principios de las cosas naturales, La organización del reino del alma, El reino del alma, Psicología racional..) 
En torno a 1774 una extraña crisis (que muchos califican de religiosa) interrumpía la brillante carrera científica de Swedenborg, transformándole súbitamente en un tránsfuga de la ciencia.
De esta época datan obras que se consideran textos puente entre ambas etapas de su producción (El libro de los sueños, físico y filosófico). Sus publicaciones a partir de 1745 son extrañas obras visionarias, filosóficas, teológicas y místicas (Los arcanos celestes, Apocalipsis revelado, El Último Juicio y la Babilonia destruida, El Caballo blanco...) en las que trata de superar toda dicotomía radical entre mundo científico y mundo filosófico-teológico, extrapolando las categorías del saber científico a la esfera espiritual.
En esta segunda etapa se amalgaman inquietudes religiosas y metafísicas, cuestiones de hermenéutica bíblica y los mismos problemas científicos que con anterioridad suscitaban su interés, solo que ahora ransformados por la experiencia mística.
Con todos estos elementos Swedenborg construye un sólido sistema de una gran coherencia interna que ejercería una notable influencia (teológica y literaria) en el romanticismo, simbolismo y otras corrientes posteriores.
Editor y redactor de la primera revista sueca sobre tecnología y ciencia (Daedalus hyperboreus), fue, además, miembro de la más temprana sociedad científica de su país (Collegium curiosorum), corresponsal de la Academia Imperial de las Ciencias de San Petersburgo, académico de la Real Academia Sueca de las Ciencias a propuesta de Linneo y diputado en la Cámara de los Nobles del Parlamento sueco.
Viajero infatigable, recorrió gran parte de Europa en un total de once viajes y veintidós años fuera de su país. Murió en Londres en 1772, a los 84 años de edad.
La recepción de Swedenborg desde entonces ha sido desigual. Tras una primera época en la que ningún hombre culto ignoró a Swedenborg y sus obras fueron traducidas a numerosos idiomas, a comienzos del siglo XX, el positivismo y el materialismo colapsan el interés por Swedenborg y la opinión sobre él cambia de signo. 
Dictámenes freudianos le declaran perturbado, e incluso la propia Suecia le vuelve las espaldas, hasta que en 1973 nuevos estudios invierten estas tendencias negativas, convirtiendo en realidad el pronóstico formulado a mediados del siglo XIX por Carlyle: Swedenborg es como una luz cuyo brillo no cesa de crecer.
La reconquista de los dominios metafísicos fue iniciada por un sueco nacido en Estocolmo en el año de 1688: Emmanuel Swedenborg. 
Estudió en la Universidad de Upsala. Viajó por Inglaterra y otros países europeos, donde fue reconocido como importante hombre de ciencias por sus tratados de Mineralogía, Anatomía y Fisiología —fue quién primero demostró la función de los pulmones—. Asimismo, anticipó opiniones y descubrimientos en Astronomía —origen solar de la Tierra— y Química Atómica. El Rey de Suecia lo nombró Asesor de la Junta de Minas.
 
 
En 1743 este apacible y dedicado científico recibió una llamada divina — "su iluminación"—, para consagrarse al mercadeo de las tierras divinas, en una carta a su amigo Harvey —estudioso de la circulación sanguínea— dice:
 
"He sido llamado a una función por el propio señor, que se ha manifestado en persona ante mí, su servidor. Y me ha abierto la vista para que vea en el mundo espiritual, me ha concedido hablar con los espíritus y los ángeles. 
 
La visión duró alrededor de un cuarto de hora. Aquella noche los ojos de mi hombre interior fueron abiertos y se hicieron capaces de ver en los Cielos, en el Mundo de los Espíritus y en los Infiernos".
A partir de esa fecha, Swedenborg se consagró a publicar los relatos de sus viajes por las geografías etéreas — Arcana Caelestia (1756), De Nova Hierolosyma (1758), Apocalipsis revelata (1766), Vera Christiana Religio (1771)—, debiendo publicarlos bajo sus expensas o con el auxilio del Duque de Brunswick o de algún otro príncipe de Dresden, Amsterdam o Londres, ciudad en la cual murió el 29 de marzo de 1772, no sin antes haber dejado fundada la peculiar Iglesia de la Nueva Jerusalén.
 
La Arcana Caelestia, publicada en ocho volúmenes, analiza el sentido universal de los libros del Génesis y del Exodo. En este texto, el sueco afirma que el mundo de los espíritus tiene la forma de un Gran Hombre donde ingresan seres vivos de todos los planetas de la galaxia.
 
 
La sumatoria de los espíritus crea un Hombre Máximo que contiene, proporcionalmente, a cada una de las almas que temporalmente allí habita. 
De igual manera, cada espíritu es ubicado según sus características, estado de ánimo y disposición moral. En cuanto a la apariencia del mundo espiritual: "... Se ven en él llanuras, montañas y colinas separadas por valles, así como lagos y cursos de agua.... 
 
Tan grande es la similitud entre el mundo espiritual y el mundo natural que el hombre, después de la muerte, está persuadido de que sigue en el mundo en que nació y que acaba de abandonar. 
 
De aquí que los recién llegados digan que la muerte es sólo una transición de un mundo a otro que es parecido" (Cielo e Infierno, núm. 582).
 
 
Nadie, según le contaron los ángeles a Swedenborg, es obligado a ir al Cielo o al Infierno, al contrario, ambos sitios están abiertos para todos, pero la personalidad del elector determinará su comodidad en el sitio escogido. 
Ahora bien, en el infierno la crueldad es controlada por Dios a través de sus Angeles, porque Él no desea que exista un mal superior al que existe en la Tierra.
 
 
El Infierno del autor sueco es muy parecido al expuesto por Valentino en su evangelio aparentemente apócrifo. 
Lo más relevante en el averno de Swedenborg son los cotidianos golpes de estado, de allí que no sea gobernado por el Diablo como tal, sino por una infinita sucesión de espíritus malignos que van del cargo más elevado al de simples servidores. 
 
Swedenborg, meticuloso y verosímil en sus observaciones, nos detalla la apariencia de los Cielos e Infiernos, los ropajes de los ángeles, las distintas sociedades que los conforman, los diversos roles desempeñados por ángeles y demonios. Por ejemplo, nos relata que en el cielo no existen ancianos, porque las personas van rejuveneciéndose a medida que progresan.
 
 
 
Ralph Waldo Emerson nombra a Swedenborg como el "último Padre de la Iglesia", y lo elogia por las semejanzas esenciales que utiliza para referir las correspondencias de ambos mundos. 
 
En cambio, Inmanuel Kant, molesto por haber comprado los ocho volúmenes de la Arcana Caelestia, lo considera el "archifantasioso de todos los fantasiosos", crítica su "estilo vulgar" y lo acusa de lunático. 
 
Por su parte, William Blake, inicialmente seguidor desmedido del sueco, lo ataca por su prosa inflada, su convencionalismo y su escasa imaginación. En nuestro siglo, Jorge Luis Borges nos presenta al místico como un ser curioso y extraño, casi literario...
 
 
 
Más allá de creer o no en las visiones de este contemplativo, podría afirmarse que Emmanuel Swedenborg nos legó un detallado mapa psicológico por cuyos senderos, de voluntad e inteligencia trabajada, podemos arribar a regiones del todo consustanciales con las mudables exigencias de nuestro temperamento. 
 
Hijo de un obispo luterano, nació en Estocolmo en 1688. Doctor en teología por la Universidad de Upsala, a los 21 años, trabaja en Inglaterra con Newton, y después en Noruega. 
 
Se consagra al ocultismo desde el 7 de abril de 1744, a consecuencia de una visión nocturna de un mago que le dicta una misión, y se dice en contacto con los espíritus de Virgilio y de Lutero. 
 
En 1757, declara haber visto el juicio final, y desde 1759, pretendió poseer videncia bajo auto-hipnosis.
 
Escribió 17 tratados. Su “De Caelo” o “Sobre el cielo y sus maravillas”, y “Sobre el Infierno”, según cosas vistas y escuchadas, aparecido en Londres en 1758, es el antepasado del espiritismo, que él llama pneumatología. Sus teorías tuvieron un enorme éxito en Escandinavia y entre los Rosa-Cruz. 
 
Fue también uno de los precursores del hipnotismo puesto que recurría a la auto-hipnosis para facilitar sus videncias. 
 
Murió el 29 de marzo de 1772, en Londres, en la fecha anunciada por él.
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