Cada uno vivencia una forma distinta su paso por el útero

09.05.2013 10:51

 

 

¿Cómo vivimos nuestro paso por el útero materno?

Para responder  a esta pregunta es necesario comprender cómo percibe y codifica sus experiencias el bebé in utero. Ahora ya sabemos que algunos circuitos neuronales están suficientemente maduros muy pronto, y que el cerebro del feto fluctúa en una pulsación de 4 a 8 ciclos por segundo (banda theta). Esa frecuencia está asociada al  hemisferio derecho, al universo límbico, irracional, analógico, emocional. Un cosmos en el que el tiempo no existe, todo sucede en un continuo aquí y ahora.

            Las vivencias emocionales del bebé intrauterino se construyen a partir del cruce de dos variables: 1. las emociones experimentadas por la madre durante la gestación; 2. la sensibilidad propia del bebé. No se trata tanto de los hechos objetivos, sino de las vivencias particulares. Por ejemplo, una mujer se queda sin trabajo mientras está embarazada. Si recibe la noticia con alegría porque esto le permitirá descansar y finalizar la gestación sin estrés, el feto recibirá su alivio,  aunque objetivamente se trate de una mala noticia. Del mismo modo, algunos bebés son especialmente sensibles a la rabia de mamá, mientras que a otros les daña más la tristeza de ésta.

Cuando el feto vive una experiencia con una carga de intensidad alta, esto deja una capa de sedimento emocional. Si ese mismo feto o bebé recibe impactos simlares, añade capas a esta “bolsa” de sedimentos. Lo que habitualmente hemos considerado como traumas básicos en la infancia no son más que repeticiones, analogías que por proximidad a la bolsa de sedimentos emocionales se convierten en una torreta derramando petróleo por todas partes. Pero el crudo ya estaba  ahí desde hace tiempo, el trauma básico de la infancia simplemente lo desentierra.

 

Nuevas herramientas de trabajo terapéutico.

Lapregunta ahora es cómo acceder a todo ese material inconsciente que forma parte de nuestra memoria implícita y que, al no estar codificada como “recuerdos”, resulta más difícil de recuperar.   Las experiencias fetales quedan grabadas de forma arquetípica, onírica, y ese lenguaje ha de ser desencriptado

 Un adulto en vigilia fluctúa entre los 33 y los 14 ciclos por segundo (banda beta). Es el ritmo del pensamiento racional, del lenguaje, de lo digital y, en definitiva,  del hemisferio cerebral izquierdo. Entre 14 y 8 ciclos por segundo tenemos la banda alfa, que corresponde al estado de relajación, y con la que se trabaja en Sofrología. Entre 8 y 4 ciclos por segundo está la banda theta, en la que se centró Ericksson  por tratarse de un estado de relajación profunda sin pérdida de conciencia. Si no olvidamos que es el estado perceptivo natural en el bebé intrauterino, y que en esta frecuencia cerebral todo ocurre en un continuo presente, trabajar entheta permite acceder a las vivencias uterinas con una facilidad sorprendente.

 

Cuando trabajamos con una embarazada  la terapia está enfocada a proporcionar al bebé un entorno uterino y perinatal física y emocionalmente saludable para prevenir la formación de bloqueos  primales  significativos.

Una vez más, hemos de repetir que lo importante no son los hechos objetivos, sino la gestión emocional de lo que ocurre. Por ejemplo, una mujer que pierde a un ser querido mientras está embarazada inevitablemente vivirá intensos y dolorosos sentimientos. En la medida en que sea consciente de lo que le ocurre y pueda establecer una vía de comunicación congruente con su bebé en gestación, esté no será afectado negativamente por esas emociones. Durante el embarazo, la construcción de un vínculo sólido y un diálogo honesto son la mejor garantía para proporcionar al bebé un entorno sano para su desarrollo.

Aunque el parto es una transición fundamental, en realidad no puede concebirse separado de la gestación, sino como una continuación de la misma. En palabras de Joaquín Grau, “un útero hostil (enfermedad de la madre, hijo no deseado, peligro de aborto y otras muchas emociones tóxicas) son origen de un mal tránsito vaginal y de un difícil nacimiento”. Para quien desee profundizar más en el tema del parto,  su relevancia particular fue descrita en el artículo “Nacimiento y neurosis”, también disponible en www.musicaysalud.org.

 Sólo apuntar que el nacimiento es ya la primera repetición de los traumas uterinos. Puede fijar de forma profunda daños prenatales o puede abrir nuevas “bolsas” de sedimentos emocionales traumáticos. Requiere una dedicación específica (también en theta) de preparación al parto en el trabajo preventivo con mujeres embarazadas.

 

            Conclusiones.

Como dice la Teoría del Caos, si conocemos las condiciones iniciales podemos predecir/comprender todo el desarrollo posterior. Tal vez la clave está en el punto en que situamos el comienzo. Si nos limitamos al más puro aquí y ahora (es decir, sin tener en cuenta teorías reencarnacionistas),  nuestra vida empieza en la concepción. Pondría mucha luz para la comprensión de nuestra biografía sumar nueve meses cuando nos preguntan nuestra edad.

 Hay mucho trabajo por hacer. Porque todos estos descubrimientos son muy recientes y casi todos estamos profundamente heridos. Porque consideramos la maternidad como un asunto de mujeres sin comprender que el vientre materno es el origen de nuestra vida presente, pasada  y futura, como individuos y como sociedad. Porque esa falta de conciencia nos hace pasar por alto la importancia de acompañar a las gestantes y de proporcionarles todo el apoyo y bienestar que necesiten.

 La buena noticia es que, como un inteligente delfín, el niño pez se ha comunicado a través del agua y hemos recogido su mensaje. En el continuo presente de theta no hay pasado ni futuro: podemos reparar, podemos prevenir.

 

 

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María del Carmen

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