“El bebé no es mi enemigo“

20.05.2013 10:00

“Otra diferencia importante entre las sociedades industrializadas y las tradicionales es que la independencia que los adultos tienen que demostrar en nuestra cultura también se la imponen a los niños desde temprana edad, incluso desde que son bebés.

Si una mujer alimenta al bebé cada vez que este quiere mamar, si el bebé duerme en la cama con ella o si continúa dándole el pecho pasados nueve meses, la pueden criticar por “hacer lo que el bebé quiere” y le advierten que está criando cuervos. Le dicen que nunca a poder sacar al bebé de la cama, que el niño va a crecer “pegado y miedoso”, y que, en caso de ser varón, estará “colgado de las faldas de su madre”, lo que implica que será afeminado e incapaz de tener relaciones heterosexuales.

En nuestra cultura se insiste mucho en inculcar la independencia en nuestros hijos. Se considera una responsabilidad moral. Dormir toda la noche, comer sólidos, aprender a ir al baño, no son solo cosas para comodidad de los padres, sino indicaciones de este desarrollo hacia la independencia social; es un mojón en el camino.

Es exactamente lo opuesto a la relación entre la madre campesina y su hijo, al que acomoda dentro del chal o del poncho, o lo ata pegado a su piel. Quizás no deberíamos sorprendernos cuando los bebés protestan porque se los separa a la fuerza del olor tranquilizador, de la firmeza, de la suavidad y de la seguridad del cuerpo de su madre, del sonido de su voz y del ritmo del latido del corazón materno.

Las mujeres también se pierden algo en nuestra cultura….”

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María del Carmen

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