INTUICIÓN

09.06.2013 12:59
Si sientes que lo que
no puede ser
explicado a través del
intelecto no existe,
quiere decir que eres
un «no-creyente».
Continuarás en esta
existencia inferior del
intelecto, apegado a
ella. De esa manera,
obstaculizas el
camino al misterio,
impides que la
intuición te hable.
 
La intuición no es algo que se pueda explicar científicamente porque el mismo fenómeno no es algo científico sino irracional. El
fenómeno mismo de la intuición es irracional. Al hablar, parece
adecuado preguntar: «¿Se puede explicar la intuición?» Sin embargo, esto quiere decir: «¿Se puede reducir la intuición al intelecto?»
Y la intuición es algo que va más allá del intelecto, algo que no pertenece al intelecto, algo que proviene de algún lugar donde el intelecto se encuentra totalmente desarmado. De modo que el intelecto puede sentirla, pero no la puede explicar.
El salto de la intuición se puede sentir porque existe un vacío.
La intuición se puede sentir a través del intelecto -se puede notar
que ha ocurrido algo- pero no se puede explicar porque la explicación necesita una causalidad. La explicación significa responder a
estas preguntas: dónde tiene lugar esta, por qué tiene lugar, cuál es
su causa. Proviene de otro lugar, no del intelecto; de modo que no
hay una causa intelectual. No existe una razón, un lazo, una continuidad con el intelecto.
La intuición es un nuevo territorio de acontecimientos que no
tiene ninguna relación con el intelecto a pesar de que pueda impregnar el intelecto. Hay que entender el hecho de que una realidad superior puede impregnar una realidad inferior pero lo inferior
no puede penetrar lo superior. Así, la intuición puede impregnar el
intelecto porque es algo superior, pero el intelecto no puede impregnar la intuición porque es inferior.
Al igual que tu mente puede impregnar tu cuerpo pero tu
cuerpo no puede impregnar tu mente, tu ser puede impregnar la mente pero la mente no puede impregnar el ser. Por eso, si te estás encauzando hacia el ser, te tienes que alejar tanto del cuerpo
como de la mente. Estos no pueden penetrar un fenómeno superior.
A medida que te diriges hacia una realidad superior, tienes que
abandonar el mundo inferior de sucesos. No hay explicación de lo
superior en lo inferior porque allí no existen siquiera los términos
de explicación; no tienen sentido. Sin embargo, el intelecto puede
sentir el vacío, puede conocer el vacío.
Puede llegar a sentir: «Ha ocurrido
algo que está más allá de mí.» El mero
hecho de que sea capaz de sentir esto,
será un gran paso para el intelecto.
Sin embargo, el intelecto también
puede rechazar lo que ha ocurrido.
Esto es lo que quiere decir tener fe o
no tener fe. Si sientes que lo que no
puede ser explicado a través del intelecto no existe, quiere decir que eres
un «no-creyente». Continuarás en esta
existencia inferior del intelecto, apegado a ella. De esa manera, obstaculizas
el camino al misterio, impides que la
intuición te hable.
Así es el racionalista El racionalista ni siquiera se dará cuenta de que ha
ocurrido algo del más allá. Si estás entrenado racionalmente, no dejarás paso a lo superior; lo negarás; dirás: «No puede ser. Debe ser mi imaginación; lo debo haber soñado.
No lo aceptaré a menos que pueda probarlo racionalmente.» La
mente racional se vuelve cerrada, confinada dentro de las fronteras
del razonamiento y la intuición no puede impregnarla.
Sin embargo, tú puedes usar el intelecto sin necesidad de estar
cerrado. Puedes usar la razón como instrumento y de ese modo permaneces abierto. Estás receptivo hacia lo superior; si ocurre algo, estás receptivo. Puedes usar tu intelecto como una ayuda. Este te
advierte: «Ha ocurrido algo que está más allá de mí.» Te puede ayudar a entender ese hueco.
Mas allá de esto, el intelecto se puede usar para la expresión; no para
la explicación sino solo para la expresión. Un Buda no «explica» nada.
Es expresivo pero no es explicativo. Los Upanishads son expresivos pero
no contienen ninguna explicación. Dicen: «Esto es de esta manera,
esto es de la otra; esto es lo que ocurre. Si quieres, entra. No te quedes fuera; no es posible ninguna explicación desde el interior hacia
el exterior. Así que entra; conviértete en uno que ha profundizado.»
Las cosas no te serán explicadas a pesar de que entres; llegarás a
conocerlas y a sentirlas. El intelecto puede intentar entenderlas pero
esta destinado a fracasar. Lo superior no se puede reducir a lo inferior.
La intuición viaja sin necesidad de vehículo; por eso se produce un
cambio; por eso se produce un salto. Es un salto desde un punto
hasta otro sin ninguna interconexión entre los dos. Si me acerco a
ti paso a paso no se produce ningún salto. Solo se produce un salto
si me acerco a ti sin dar ningún paso. Además un salto auténtico es
incluso más profundo. Significa que hay algo que existe en un punto A y que después existe en un punto B y que entre los dos no hay
existencia. Eso es un salto auténtico.
La intuición es un salto; no es algo que llegue a ti paso a paso.
Es algo que te ocurre no algo que te llega; algo que te ocurre sin
ninguna causalidad, sin ningún origen. Este suceso repentino significa intuición. Si no fuera repentino, completamente discontinuo
con lo que había antes, la razón te descubriría el camino. Llevaría
un tiempo pero sería posible. La razón sería capaz de conocerlo, entenderlo y controlarlo. De ese modo, llegaría un día en que fuera
posible un instrumento, como la radio o la televisión, en el que se
pudiera recibir la intuición.
Si la intuición se propagara a través de rayos u ondas podríamos
construir un instrumento para captarlas. Sin embargo, no hay instrumento que pueda captar la intuición porque no es un fenómeno que se transmita a través de ondas. No es siquiera un fenómeno; es
solo un salto de la nada al ser.
Intuición significa simplemente eso; por eso la razón la niega. La
razón la niega porque es incapaz de encontrarla. La razón solo puede encontrar los fenómenos que se pueden dividir en causa y efecto.
Para la razón hay dos tipos de existencia: lo conocido y lo desconocido. Lo desconocido es aquello que todavía no se conoce pero
que algún día se conocerá. Sin embargo, el misticismo afirma que
hay tres tipos de existencia: lo conocido, lo desconocido y lo incognoscible. El místico entiende por incognoscible aquello que nunca
podrá ser conocido.
El intelecto esta relacionado con lo
conocido y con lo desconocido, no con
lo incognoscible. La intuición, en cambio, trabaja con lo incognoscible, con
lo que no se puede conocer. No es algo
que para ser conocido requiera únicamente tiempo; la incognoscibilidad es
su cualidad intrínseca. No quiere decir
que tus instrumentos no sean lo suficientemente buenos o que tu lógica no
esté desarrollada, o que tus matemáticas sean anticuadas, esa no es la cuestión. La cualidad intrínseca de lo incognoscible es la incognoscibilidad;
siempre existirá como incognoscible.
Este es el reino de la intuición.
Cuando algo de lo incognoscible llega a ser conocido, se produce un salto; no hay unión, no hay ningún puente, no hay un ir de
un punto a otro punto: sin embargo, esto parece inconcebible,
de modo que cuando digo que lo puedes sentir pero no lo puedes
entender, cuando digo tales cosas sé perfectamente que estoy diciendo tonterías. «Tontería» quiere decir simplemente aquello que
no puede ser entendido a través de nuestros sentidos. Y la mente es
un sentido, el más sutil. El intelecto está
relacionado con
lo conocido y con
lo desconocido, no
con lo incognoscible.
La intuición, en
cambio, trabaja con
lo incognoscible, con
lo que no se puede
conocer.
 
La intuición es posible porque lo incognoscible está ahí. La
ciencia niega la existencia de lo divino porque dice: «Solo hay una
división: lo conocido y lo desconocido. Si existe algún Dios lo descubriremos a través de métodos de laboratorio. Si existe, la ciencia
lo descubrirá.»
El místico, en cambio, dice: «Hagas lo que hagas, hay algo en
la misma base de la existencia que seguirá siendo incognoscible;
un misterio.» Si el místico está equivocado creo que la ciencia va
a destruir todo el sentido de la vida. Si no hay misterio se destruye
el sentido de la vida y toda su belleza.
Lo incognoscible es la belleza, el
sentido, la aspiración, el fin. La vida
cobra significado gracias a lo incognoscible. Cuando todo se conoce, todo
se vuelve plano. Te sentirás hastiado,
aburrido.
Lo incognoscible es el secreto; es la
vida misma.
Añadiré una cosa más:
La razón es el esfuerzo por conocer
lo desconocido, la intuición es el acontecer de lo incognoscible. Es posible
penetrar en lo incognoscible pero no
es posible explicarlo.
El sentimiento es posible; la explicación no. Cuanto más intentas explicarlo más te cierras, así que no lo intentes. Deja que la razón
trabaje siempre en su propio campo pero recuerda continuamente que existen reinos más profundos. Existen razones más profundas que la razón no puede entender. Existen razones más elevadas
que la razón es incapaz de concebir.
 
Cuando el cuerpo funciona espontáneamente,
se le llama instinto.
Cuando el alma funciona espontáneamente,
se le llama intuición.
Son dos cosas semejantes y a la vez
alejadas entre sí.
El instinto pertenece al cuerpo, lo burdo;
la intuición pertenece al alma, lo sutil.
Entre las dos cosas se encuentra la mente, la experta,
que nunca funciona espontáneamente.
La mente significa conocimiento.
El conocimiento nunca puede ser espontáneo.
El instinto es más profundo que el intelecto y
la intuición está por encima del intelecto.
Ambos trascienden el intelecto y ambos son buenos.
 
El intelecto posee
una gran habilidad
para crear preguntas
y respuestas y tras
esas respuestas, más
preguntas y más
respuestas. Puede
construir palacios
de palabras, sistemas
teóricos, pero no son
más que castillos
de arena
OSHO

 

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María del Carmen

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