un sueño sobre la publicación del libro rojo de Jung

08.06.2014 21:19
 
Sarah Corbett es una periodista del New York Times que ha sido la encargada de documentar todo el asunto de la publicación del Libro Rojo. Ella estuvo en Suiza acompañando al analista junguiano Stephen Martin y al experto en historia junguiana y editor Sonu Shamdasani (creadores de la Fundación Filemón), en el proceso de sacar el egregio libro del banco y torturarlo con la semana de intensivo escaneo que los técnicos contratados por la editorial Norton precisaron para crear el facsímil a partir del cual se harían todas las publicaciones.
 
 
Consciente de haber tenido la gran oportunidad de participar en un importante hecho histórico, y notoriamente impactada por su vivencia, a su regreso comienza a preparar un muy inspirado artículo para su periódico, que se publica dos años después, el 16 de septiembre de 2009 [1], en vísperas del lanzamiento editorial. Este artículo se ha hecho ya muy famoso y va a quedar ligado para la posteridad a la historia del Libro Rojo.
 
No disponemos de traducción al castellano, y no me puedo tomar la molestia de realizar ese ingente trabajo para el blog. Es un artículo muy largo, que contrasta además demasiado con mi corto bilingüismo, como para ponerme con eso ahora. Pero como, de todos modos, el Libro Rojo parece que lo primero que viene a hacer es revolver el asunto de la Torre de Babel, y sólo desde el inglés y, por supuesto, el alemán, tendrá la comunidad de junguianos acceso a él (de momento, al menos), voy a poner aquí el link del artículo para todos aquellos que quieran y lo puedan leer:
 
The Holy Grail of the Unconscious
(NOTA: ya está traducido AQUÍ)
 
 
 
Los sueños alrededor
 
La última parte del artículo, donde Corbett se detiene a documentar los sueños que ella misma y la gente en contacto con el proceso han tenido al respecto, me resulta especialmente interesante. Vamos a tratar el asunto un poco. El sueño de Sarah, que tuvo en Zurich dentro de la semana de escaneos, es el siguiente:
 
“Este sueño era sobre un elefante. Un elefante muerto con la cabeza cortada. La cabeza estaba en una parrilla en mitad de una barbacoa estilo suburbano, y estaba ocupándome de ella con la espátula. Yo estaba enojada con la maestra de guardería de mi hija, porque se suponía que ella iba a ser la encargada de asar la cabeza en la barbacoa, pero no se había molestado en aparecer. Y así, el trabajo recayó en mí. Entonces me desperté”.
 
Sarah obviamente no dudó en plantear el análisis en el desayuno a Martin y a otra analista junguiana, Nancy Furlotti, perteneciente a la Fundación. Como leemos en su relato, los dos divagan sobre el elefante como símbolo maternal y el elefante como símbolo sagrado, yendo a la obvia relación con Ganesha, el dios con cabeza de elefante del panteón hindú. El relato de Sarah mal oculta la insatisfacción con la interpretación de estos dos analistas, y nos cuenta que estuvo durante varios meses cuestionando con el tema a otros profesionales junguianos, los cuales seguían amplificando, difusamente, en las direcciones de la feminidad y la sabiduría. Entonces ocurrió que cierto día, mientras hablaba con Murray Stein (presidente de la International School of Analytical Psychology) sobre la preocupación que tenían algunos junguianos alrededor de la publicación de algo tan íntimo, tan comprometido y tan fácilmente malentendible, sintió que por ahí iban realmente los tiros del significado de su sueño. Se lo contó al analista, confesándole al mismo tiempo que en verdad sentía algo grotesco, embarazoso y preocupantemente morboso en el hecho de verse comiendo un elefante masacrado. Stein concluyó: “No te preocupes. Es horrible al nivel natural (literal), pero simbólicamente es bueno”.
 
Es en verdad un gran sueño. Salta a la vista antes que otra cosa el hecho de que está escenificando una comida ritual, eucarística, en último término, una ceremonia caníbal, como reflejo onírico de la publicación del libro. El arcaico simbolismo de aprehender, de integrar el mana de las personificaciones sagradas a través de su deglución lo seguimos conservando, hace muchos siglos que no más que por mero costumbrismo insustancial, en la comunión católica. Esto nos hace comprender que es un tema absolutamente vigente en el mundo arquetípico, y los sueños como los de Sarah nos lo ratifican. Pero el canibalismo siempre ha presentado serias dificultades morales a la sensibilidad humana. Por un lado es un acto soez y bárbaro, por otro un excelso motivo espiritual. En realidad, plantea en el fondo un problema que va más allá de la herida en las sensibilidades: plantea el problema de Prometeo. Con el canibalismo el Hombre, a la fuerza, mediante un acto violento, se apropia de materia sagrada. Caza ángeles. Este sueño, que es un sueño cuyo entorno es la sombra (de ahí lo de barbacoa suburbana), lo primero que quiere decirle a su protagonista es que existe dentro de ella un rincón donde la alegría de ser cómplice de sacar material tan espiritual a la superficie, integrándolo en la conciencia, “regalándolo al populacho”, se convierte en cierta culpa moral, prometeica. Esa culpa compensa la gloria consciente heroica.
 
Conocemos muchos grandes sueños que escenifican el hecho de que cuando sacas a la luz material muy profundo y muy mágico del Inconsciente Colectivo, el oro que esto es se transforma en barro al contacto con el aire de la conciencia, del mundo. Esta devaluación de lo sagrado la representa muy bien este sueño emparentando la mistérica ceremonia con una trivial barbacoa de barrio. Bien, esto es un tema central en la cuestión del Red Book, como todos sabemos. Se va a negociar con él, se va a manosear, se va a malinterpretar desde críticos con la profundidad de entendederas de una lata de sardinas. Este tema no está resuelto, y el inconsciente de una “simple periodista”, lo sabe bien.
 
Todo lo demás en el sueño se interpreta solo. La cabeza del elefante en la parrilla, un animal que, en efecto, muy a menudo representa contenidos sublimes y hasta el mismísimo Self en los sueños y la mitología, es el mamútico Libro Rojo “asado” por el escáner. También puede haber un tema personal, no arquetípico, de Corbett con la responsabilidad por su trabajo periodístico. Ese día parece que estaba muy cansada, quizás con ganas de divertirse con su pareja y sus amigos en Nueva York, y le hubiese gustado que otra profesional se hiciera cargo de la noticia, de su hija creativa. Habría que preguntárselo, indagar también en esa línea convergente. Sin embargo, quizás el motivo del enfado con la “guardera cocinera” se refiera al hecho de que, un poco al estilo Poncio Pilatos, ella quiere participar en la celebración… mientras sea otro el que haga el trabajo sucio (una sombra suya). El Libro Rojo torturado por los escáneres difícilmente puede escapar de constelizar subliminalmente la imagen de una crucifixión.
 
Es cierto que no hay que descartar a priori alguna cosa con el tema maternidad, pues el elefante, como la ballena, también es usado alguna vez por los tejedores del sueño para personificar complejo materno y asuntos con Deméter. Este tema también precisa contrastarse directamente con la soñante. Sin embargo, la actitud de Sarah a lo largo de los meses, que parece no haber sentido nada especial en esta dirección interpretativa, avala no tomarla demasiado en serio.
 
En definitiva, vivimos en una era donde todo lo que sea informar, sacar a la luz, se contempla per se bueno. Pero Jung le dice a un paciente (citado en el artículo de Sarah):
 
“Te aconsejo plasmar [tus fantasías] del modo más bello que puedas, quizás en algún libro bellamente encuadernado. Parecerá que estás convirtiendo en banales las visiones, pero necesitas hacer esto, pues así te liberas del poder de ellas… Entonces cuando estas cosas estén en un precioso libro puedes ir a él y hojearlo y ésta será tu iglesia, tu catedral. El lugar silencioso de tu espíritu donde encontrarás la renovación. Si alguien te dice que esto es morboso o neurótico y le escuchas, perderás el alma. Porque este libro es tu alma”
 
Y en los comentarios al precioso artículo de la periodista, el tercero reza:
 
[...] Aunque no tengo dudas de que existen fenómenos inconscientes y probablemente desempeñan un papel central en nuestra experiencia consciente, es un error hablar del inconsciente como si se tratara de algún tipo de contenedor psíquico que existe en algún momento en el tiempo y el espacio. Esto es lo que ocurre cuando se materializan conceptos que simplemente pretenden representar determinados procesos mentales. Los procesos psíquicos inconscientes se refieren a los sentimientos, deseos, imágenes, fantasías, etc., que se producen fuera de la conciencia, y probablemente tienen una influencia determinante en nuestra mentalidad y conducta. No es algo seguro, y está esperando ser descubierto.
 
David Epstein, Psy.D. 
Psicólogo Clínico 
Richmond, Virginia 
 
Ahí tenemos el problema desde el minuto uno…
 
Otros sueños
 
Nancy Furlotti soñó la misma semana que todos estaban sentados alrededor de una mesa bebiendo un líquido ámbar en esferas de cristal y departiendo sobre la muerte. Continúa como vemos el motivo del Libro Rojo como fuente de alimentación sagrada, como mana nutritivo, en este sueño representado en su forma de ambrosía. La conversación, por este impulso espiritual, se torna trascendente (la muerte es uno de esos Grandes Temas). No conozco la edad de la Furlotti pero no descarto una asociación hacia su propio final de trayecto en la vida. Tampoco hacia la cuestión que también está claro que circula alrededor de esta publicación en estos importantes momentos históricos: ¿es una señal más del fin de un ciclo, de la muerte de una era?
Sonu Shamdasani soñó que llegaba hasta Hoerni (sobrino de Jung), el cual estaba durmiendo en el jardín de un museo. Probablemente tenga relación directa con el hecho de que poco después el Libro Rojo y el Negro se estuvieran exponiendo en el Rubin Museum of Art de Nueva York. El sobrino durmiente, inconsciente, en el jardín del Museo puede aludir a la postura de la familia Jung con respecto a la joya: son inconscientes y actúan con desidia con respecto a algo que debería estar mostrado para la Humanidad en un museo. Pero también puede significar cómo él se acercó a la familia subrepticiamente, engatusándola en un momento de descuido, de guardia baja, como cuidadores de la valiosa pieza de museo, para convencerlos de que le entregaran el Libro.
Stephen Martin sintió que una mano invisible le tocaba la espalda mientras dormía. Fenómeno propio de un momento y un lugar extraordinariamente cargados de energía psíquica transpersonal, arquetípica.
Hugh Milstein, uno de los técnicos del escáner, pasó una tormentosa noche soñando que la cara fantasmalmente blanca de un niño aparecía de repente en el monitor del ordenador. Fantasmas en la máquina. Los contenidos visionarios de la intuición se abren paso entre la perfecta y ordenada, pero inerte, técnica de sus contenidos intelectuales. El Libro hace de las suyas.
Ulrich Hoerni soñó que el libro estaba ardiendo. Como cuidador y guardián del Santo Grial, la peor pesadilla para él en esta historia es que el Libro de sus antepasados salga herido.
 

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