CINCO INFLUENCIAS DE GONZALO ROJAS

27.05.2013 17:04

 

 

 

Cinco influencias de Gonzalo Rojas

Cinco influencias de Gonzalo Rojas

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Lo cierto es que llueve. Pensamiento o 
liturgia, lo cierto es que llueve. 
Gonzalo Rojas, El alumbrado

 
1ª. Corro el peligro de perderme,
madre, en un laberinto con-
céntrica ranura.

Corro el peligro, madre,
de verte desnuda de hijo
y andar boca
abajo, sin cuerpo, sin
dudas, sin pechos, sin
manos, sin
todo el azar de un abrazo.

Corro el peligro de perder-
me, y andar boca
abajo, sin cuerpo en lo oscuro
unitivo.

El centro es mi origen, la lucha
felina me impulsa al furor
desnacido.

¡Como me atrae, madre, lo
anterior a mi propio nacimiento!

2ª. Nacido el reniño se adelanta
y mira, ya
encantado el abismo, ya sesudo
de exactitud al asombrarse ahora.

Mira la oscuridad, como gravitan
los pies y la cintura
tuya después de mía, turbia
después de clara.

Mira y mira que miras
parado como el mulo de Lezama.

O te lanzas o
pudres el ardor, no hay testimonio
andante sino eso, o
te abisma el eléctrico
frenesí
despoblado
de músculos
ahora
o te quedas maldito en tu cuerpo podrido.

Quedarte ahí parado en la
higuera maldita, te
saldrá caro, anémona gaseada,
siempre espécimen, racimo
de estiércol
sin árbol
ni entraña.

Quedarte ahí es olvidar tu
origen, la límpida
manera de comenzar el día
y otro día
y otro camino cada orgasmo,
cada vez que te caes
de bruces en lo oscuro.

3ª. ¡No me dejes tensa-
do, maldita comezón que cabecea!
¡No me dejes podrido
mirarte en un
espejo! Rota y rota, traslada,
manumisa centella,
traslada de la cáscara al
meollo, de la médula
exacta al meridiano cero.

Y a empezar que te
empiezo a recorrer y a
comenzar de nuevo.

Que te empiezo a
querer y cabeceo
siluetas sin nombre.

Que te empiezo y
empieza el saboreo,
manumisa centella.

4ª. Rotación, traslación, sonámbula fijeza
que sabe a mar y sube
tu espinazo, semilla, de tuétanos desnuda
en constante trasiego, respira
y te atragantas
en el rítmico mármol de pétalos
deseoso.

Deseosa de arder, de acallar la rabieta
del psíquico desliz se abre
al macho tenue, al complejo titán
de sus sueños y teje
y desteje y contrae la expansiva tiniebla
dando paso al aullido, oh felino
el ahora.

Mismísimo dislate, abierta y encontrada
se traslada del mundo a la naturaleza,
¿otro mundo tu espalda? otro
zarpazo acaso zanjando la tiniebla.

Así hay que estar, que
ver, que vivir
perfumado, glorioso, telúrico, entregado,
así hay que arder, del
sudor al sopor de la
belleza, trasladando el placer de la nada
a la cosa, de la cosa a la nube.

Así fue y así sea, gast-
ando, regal-
ando, vaci-
ando el vacío.

5ª. Así pues Gonzalo
Rojas, si está es la contra-
danza, hijo del minero, si esta
es la otra historia
del carbón, su resplandor
hialino, si estuviste loco,
si te metiste en tiesto milenario,
en ánfora horadada
y te estriaste como
flor mapuche, si estuviste aquí,
y hendiste y liberaste numinoso
en algas y en raíces, la médula
ósea, el esqueleto,
el prana y el apana de Gonzalo
que explotó en poema y
en coito y en meteoro
fabuloso, ¿cómo no
hermano
hermanarse, como no
encontrarse, reflejo
tras reflejo, donde el verso diga?

Por eso se repite
el espejeo, la rota-
ción, el desarrollo,
la máscara y meollo
del tiempo a tientas de
su gran trabajo.

Por eso se contagia
el ritmo meretriz y el
meteoro, por eso se concilia
lo distante en un súbito fornicio.

Por eso, por eso, por Gonzalo.

 
 

 

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