«El rey de los gnósticos»,del sufismo y de la gnosis de Dios,

04.04.2013 11:24

 

Bāyazid Bastātmi
El rey de los gnósticos
el sufismo amoroso
y la ebriedad interior
Existen en el sufismo dos tendencia o
escuelas principales: La de serenidad
(shaw), conocida también como la
escuela de Bagdad (en Irak), y la escuela
de la ebriedad (sokr), llamada también
la escuela de Jor -as -an (en Persia). Prácticamente
todas las órdenes y maestros
sufíes apuntan como fundador de la
primera escuela, la de Bagdad, a ^ Yoneid,
uno de los maestros más grandes
del sufismo, originario de la ciudad de
Nah - awand (Irán). Para la escuela de
Jor -as -an no se conoce un fundador, ya
que, en realidad, suponía la continuidad
de la tradición y^aw
a-nmardi
(la caballería)
y de la antigua Teosofía
de los
Persas (Hekmat Josrawa
-ni) en el seno de
la religión islámica. No obstante, como
personaje más relevante de la segunda
escuela se cita a B - ayazid. Serí Saqati
(siglo IX), tío y maestro de ^ Yoneid, y
uno de los maestros más respetados de
Bagdad, refiriéndose a la escuela del
Jor -as -an decía: «Mientras esta sabiduría
exista en el Jor -as -an, existirá en todos los
demás lugares. Cuando desaparezca de
allí, desaparecerá en todos los lugares».
Como principal diferencia entre estas dos
escuelas (aunque la fuente de ambas es la
misma) podemos destacar que la primera
-la escuela de Bagdad-, a causa de estar
directamente bajo el dominio y la presión
de los califas y las autoridades de la Ley,
se inclinaba más hacia la serenidad,
la estricta observancia de los cánones
de la ley, la vida ascética (aunque el
mismo ^ Yoneid rechazaba esta forma de
vida) y a hablar sobre los misterios de la
Senda de una forma indirecta. Por lo que
se refiere a la escuela de Jor -as -an, al estar
más lejos del dominio y el control de los
gobernadores y los doctores de la ley, se
inclinaba más hacia la ebriedad (en el
amor de Dios), las reuniones musicales
(Sama -’), las palabras extáticas y el amor
divino. El Dr. Javad Nurbakhsh en su
conferencia sobre el sufismo pronunciada
en la universidad de Londres, dijo acerca
de la diferencia entre las dos escuelas:
En el dintel de los centros sufíes de
Bagdad se leía: «A quien entra, primero pregúntale sobre su religión,
luego dale de comer». Y en el dintel
de los centros sufíes en Jorasan estaba
escrito: «A quien entra, no le preguntes
por su religión, dale de comer».
El sufismo de B - ayazid, es un sufismo
amoroso y apasionado, que lejos de las
prácticas ascéticas, de la mayoría de los
sufíes de los primeros siglos del Islam,
se apoya más en la gracia divina que en
los propios actos devocionales. Cuando
preguntaron a B -ayazid acerca del ascetismo,
contestó:
Para mí el ascetismo no tiene valor. Yo
fui asceta durante tres días, el primer
día, rechacé este mundo; el segundo
día, rechacé el otro mundo; y, el tercer
día, rechacé todo cuanto
no era Dios. Y
preguntó: ¿Qué valor tiene este mundo
para que uno lo rechace?4
En una época en
que toda virtud y bienaventuranza
del hombre
se resumía, según las
autoridades religiosas,
en la estricta observancia
de la Ley, en el número
de las oraciones,
ayunos y peregrinaciones
y, en un permanente
y absoluto temor a
un Dios trascendente,
B -ayazid aclara:
En las oraciones y en
los ayunos no vi sino
el cansancio del cuerpo y
el hambre del estómago.5
E insistiendo en que:
La perfección del gnóstico es su ardor
y aniquilación en el amor del Amigo.
Los peregrinos giran con sus cuerpos
alrededor de su Casa en busca de la
vida futura; sin embargo, los enamorados,
giran con sus corazones
alrededor de su Trono en busca de su
encuentro. (Ibid)
Para B -ayazid lo esencial es el amor,
amor hacia el Amado y hacia sus criaturas,
ya que cada una de ellas es reflejo
del Ser absoluto; por ello, no duda en
cambiar lo aparentemente valioso a
cambio de la nobleza de la compasión y
el acto del servir a las criaturas de Dios.
Sin embargo, esta compasión y servir, al
que B -ayazid apunta, no es un servir en
el sentido que nosotros conocemos (es
decir, un acto en el que nuestro propio
«yo» juega un papel central, sea por
convicciones religiosas y la búsqueda de
la recompensa de un paraíso prometido,
sea como algo en lo que uno saborea el
gozo y la satisfacción personal), es un
acto mucho más sutil y difícil de realizar,
en el que el «yo» no encuentra cabida.
Como ejemplo de dicha actitud,
Afl -aki escribe:
Cuentan que el maestro B - ayazid, en
su viaje de peregrinación a La Meca,
llegó a un pozo en el desierto, donde
un grupo de gente se amontonaba para
beber agua. A pocos metros del pozo
vio a un perro sediento sentado en un
rincón. El maestro gritó: «¡Oh gente!
¿Existe alguien entre vosotros que me
dé un poco de agua y acepte a cambio
la recompensa de las oraciones, los
actos buenos, los ayunos y las peregrinaciones
que he realizado durante
mis cincuenta años de edad?». Uno de
los presentes, que conocía al maestro,
aceptó y le ofreció su cuenco de agua.
B - ayazid, orgulloso por su acto, cogió
el agua y se lo puso delante del perro,
pero el perro se negó a beber el agua
y se apartó de él. En ese momento
Dios dijo a B - ayazid: «¿Acaso todavía
te enorgulleces de tus actos de haber
hecho esto y de haber hecho aquello?
¿No ves que ni siquiera este perro les
da valor alguno?» B - ayazid se tiró al
suelo y llorando pidió el perdón de
Dios por haberse mirado a sí mismo.
En ese momento, el perro se acercó al
cuenco y bebió el agua.
La compasiñón y el servir en este
sentido llevan a la liberación de su
propio «yo», de su propio ego; pues no
hay otro obstáculo en el camino del sufí
hacia Dios que su propio «yo» relativo.
B -ayazid cuenta:
Vi al Señor en mi sueño y le pregunté:
«¿Cuál es el camino hacia Ti?» Me
contestó: «Abandónate a ti mismo y
habrás llegado a Mí».6
Y por eso B -ayazid aclara:
La recompensa del gnóstico es de
Dios a Dios.7
En la senda de Bayazid todo lo ritual,
vacío del amor y presencia del corazón,
carece de valor y no conduce a la experiencia
de Dios. Por ello insiste:
Recordar a Dios con la lengua, es
signo
de estar
desatento
de Él.8
Y añade:
Esto es obra de la
pena [del corazón]
y no de la pluma
[de los exégetas].
9
Para finalmente
recordarnos que:
Dios posee en este
mundo siervos que
si se les oculta por
un solo instante,
ellos serán aniquilados,
y él aniquilado ¿cómo puede
rezar

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María del Carmen

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