“Es el Alma quien estudia la Vida y la Historia.

06.12.2013 15:59

Por lo tanto, lo que percibe el Alma no puede ser sino el Alma de la Vida y el Alma de la Historia.

Al Alma de la Vida los filósofos le llamaron "Sabiduría"; y al Alma de la Historia "Destino".

Al oír estos murmullos de la vida y de la historia, buscamos sentir, aunque sea como un débil eco, la presencia de la sabiduría y de la voluntad en el Alma de la Naturaleza.”

Fragmento recogido en el blog “Rozando el Misterio”


Si lo deseas,
podrás conseguirlo

pero antes,
debes conocer tu deseo

y de verdad,
haberlo deseado.

dichos de los Hermanos de las Letras

Llevaba varios días sin leer el manuscrito de los Hermanos de las Letras, pero volví a tomar de nuevo su lectura y tras temas más o menos comprensibles, me encontré de nuevo otro fragmento de una Carta de la Orden Rosacruz que trata acerca de la Sabiduría y la Voluntad…

Transcribo el texto leído que sigo reflexionando para encontrar su verdadero sentido, aunque veo que desde que inicié la lectura del manuscrito, sutilmente, pero de forma profunda algo está cambiando en mi de forma íntima y progresiva.

Paso seguidamente a transcribir el texto leído

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Durante nuestra vida terrestre actual nos encontramos rodeados de peligros, y para defendernos nuestro poder es bien poco.

Nuestros cuerpos materiales nos mantienen encadenados al reino de lo sensual y un millar de tentaciones se lanzan sobre nosotros todos los días.

De hecho, sin la reacción del espíritu, la acción del principio animal en el hombre rápidamente lo arrastraría al cieno de la sensualidad, en donde su humanidad desaparecería en último resultado.

Sin embargo, este contacto con lo sensual es necesario para el hombre, pues le proporciona la fuerza sin la cual no sería capaz de elevarse.

El poder de la voluntad es el que permite al hombre elevarse, y aquel en quien la voluntad ha llegado a un tal estado de pureza que es una y la misma con la voluntad de Dios, puede, incluso durante su vida en la tierra, llegar a ser tan espiritual que contemple y comprenda en su unidad al reino de la inteligencia.

Un hombre tal puede llevar a cabo cualquier cosa; porque unido con el Dios universal, todos los poderes de la naturaleza son sus propios poderes, y en él se manifestarán la armonía y la unidad del todo.

Viviendo en lo eterno, no se halla sujeto a las condiciones de espacio y de tiempo, porque participa del poder de Dios sobre todos los elementos y poderes que en los mundos visible e invisible existen, y comparte y goza de la gloria (conciencia) de lo que es eterno.

Diríjanse todos tus esfuerzos a alimentar la tierna planta de virtud que en tu seno crece. Para facilitar su desarrollo purifica tu Voluntad y no permitas que las ilusiones de la sensualidad y del tiempo te tienten y te engañen; y cada uno de los pasos que des en el sendero que a la vida eterna conduce, te encontrarás con un aire más puro, con una vida nueva, con una luz más clara, y a medida que asciendas hacia lo alto aumentará la expansión de tu horizonte mental.

La inteligencia sola no conduce a la sabiduría.

El espíritu lo conoce todo, y sin embargo ningún hombre le conoce. La inteligencia sin Dios enloquece, empieza a adorarse a sí misma y rechaza la influencia del Espíritu Santo.

¡Ah, cuán poco satisfactoria y engañosa es una tal inteligencia sin espiritualidad! ¡Cuán pronto perecerá!

El espíritu es la causa de todo, ¡y cuán pronto cesará de brillar la luz de la más brillante de las inteligencias una vez abandonada por los rayos de vida del sol del espíritu!

Para comprender los secretos de la sabiduría no basta el especular y el inventar teorías acerca de los mismos. Lo que principalmente se necesita es sabiduría. Solamente aquel que se conduce sabiamente es en realidad sabio, aunque no haya recibido jamás la menor instrucción intelectual.

Para poder ver necesitamos tener ojos, y no podemos prescindir de los oídos si queremos oír. Para poder percibir las cosas del espíritu necesitamos el poder de la percepción espiritual.

Es el espíritu y no la inteligencia quien da la vida a todas las cosas, desde el ángel planetario hasta el molusco del fondo del océano.

Esta influencia espiritual siempre desciende de arriba abajo, y nunca asciende de abajo arriba, en otras palabras: siempre radia desde el centro a la periferia, pero jamás de la periferia al centro.

Esto explica por qué siendo tan sólo la inteligencia del hombre el producto o efecto de la luz del espíritu que brilla en la materia no puede nunca elevarse por encima de su propia esfera de la luz, que procede del espíritu.

La inteligencia del hombre será capaz de comprender las verdades espirituales, únicamente con la condición de que su conciencia entre en el reino de la luz espiritual. Esta es una verdad que la gran mayoría de las personas científicas e ilustradas no querrán comprender.

No pueden elevarse a un estado superior al de las esferas intelectuales creadas por ellas mismas, y consideran todo lo que se halla fuera de ellas como vaguedades y sueños ilusorios. Por lo tanto, su comprensión es oscura, en su corazón residen las pasiones, y no se les permite a ellos el contemplar la luz de la verdad.

Aquel cuyo juicio es determinado por lo que percibe con sus sentidos extremos no puede realizar las verdades espirituales. Un hombre dominado por los sentidos se mantiene adherido a su yo individual, el cual es una ilusión, y naturalmente, odia la verdad, porque el conocimiento de la misma destruye su personalidad.

El instinto natural del yo inferior del hombre le impulsa a considerarse a sí mismo como un ser aislado, distinto del Dios universal. El conocimiento de la verdad destruye aquella ilusión, y por lo tanto, el hombre sensual odia la verdad.

El hombre espiritual es un hijo de la Luz. La regeneración del hombre y su restauración a su primer estado de perfección, en el cual sobrepasa a todos los demás seres del universo, depende de la destrucción y remoción de todo cuanto oscurece o vela su verdadera naturaleza interna.

El hombre es, por decirlo así un fuego concentrado en el interior de una cáscara material y grosera.

Es su destino el disolver en este fuego las porciones materiales y groseras (del alma) y unirse de nuevo con el flamígero centro, del cual es a manera de centella durante su vida terrestre.

Si la conciencia y la actividad del hombre hállanse continuamente concentradas en las cosas externas, la luz que radia de la centella divina desde el interior del corazón van debilitándose poco a poco, y desaparece finalmente.

Pero si el fuego interno se cultiva y alimenta, destruye los elementos groseros, atrae otros principios más etéreos, hace al hombre más y más espiritual y le concede poderes divinos.

No sólo cambia el estado del alma (la actividad interna), cambia también el estado receptivo más perfecto para las influencias puras y divinas, y ennoblece por completo la constitución del hombre hasta que se convierte en el verdadero Señor de la creación.

La Sabiduría Divina o «Teosofía» no consiste en conocer intelectualmente muchas cosas, en ser sabio en pensamientos, palabras y acciones.

No puede existir ninguna Teosofía especial ni cristiana. La Sabiduría en absoluto (Sabiduría Divina) no posee calificaciones. Es el reconocimiento práctico de la verdad absoluta, y esta verdad es sólo UNA.

Fragmentos de la carta I
de las “Cartas rosacruces” de autor Anónimo

Me levanto muy temprano y escucho el gorjeo y los cantos de los pájaros, entre ellos los amados mirlos, los pájaros de la noche que saludan al alba, que nos despiertan de nuestros sueños con una música celeste que beben y destilan en sus vuelos, dulces como las frutas que comen de nuestros huertos y jardines, alegres y cantarinas como el agua de nuestras fuentes y estanques, suaves como la brisa y el aire fresco bajo la higuera, solaz y descanso después de la dura labor del hortelano y jardinero al fin del día…

Pero qué hablo, qué digo, qué tiene que ver todo esto con la “Sabiduría divina”, el Hermano M. me invita a terminar esta carta y me siento incapaz de esbozar una explicación o un comentario a la parte de manuscrito que queda y realmente si la virtud que habla el texto estuviera teñida o sumida en la contemplación de la realidad y la asunción del Universo, ayer hablando con un Hermano me preguntó acerca de mis creencias y ajeno al escándalo de la “fuga” o salida de muchos Hermanos en la búsqueda incierta e irracional de “Nadie”, me doy cuenta que mis creencias, que la síntesis de mis conocimientos y desvelos se pueden reducir a una sola práctica y método:

“La contemplación de la realidad y asumir el Universo”

Tuve que repetir varias veces la frase antes de que nuestro Hermano la entendiera y la rechazara, simplemente por ser poesía, simplemente por ser una idea vaga y peregrina y entonces, solo entonces me di cuenta que ya estaba en camino hacia la ansiada virtud y la preciada Sabiduría, la única y verdadera Sabiduría que colma al hombre y a la mujer, a los ancianos y a los niños, contemplar con los ojos abiertos a la luz del día y asumir los sueños y utopías en la calma y recogimiento del fuego antes de acabar el día o en el hogar antes de comenzar el sueño de la noche, prepararnos en cada hora, en cada instante al gran acontecimiento de la “consciencia” y de la vida, si de la Vida.

Igual que un grano de trigo germina y crece en el campo acariciado por los rayos del Sol, cada día y se sumerge en la oscuridad de la noche para nutrirse con sus raíces en la materia nutricia de la tierra, soñando en la espiga de dorados granos que multiplicará la vida y a su especie, así en nosotros germina el conocimiento y la experiencia de la vida, para a la vez que crecemos y maduramos por las experiencias, podamos tomar un día el Camino del sabio, encomendarnos a la sabiduría soñando con la “espiga” y una vez espigados, una vez visitados y fortalecidos por la Sabiduría, asumamos el Universo, la Realidad y la Vida, permitiendo el fruto del Ser Humano, dispersando la semilla del grano maduro que se hundirá en tierra para generar nueva Vida.

Y la planta que constituía el grano de trigo sembrado o germinado en la tierra, se transforma y convierte en decenas o cientos de granos y semillas para el despertar, para el único “Sueño”, para la gran Utopía, el Universo, la Realidad y la Vida, un gran campo de trigo con las espigas doradas, iluminadas por el Sol origen de la Vida y acariciadas por el viento, mensajero y soplo del Espíritu del Universo…


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