geocromoterapia

29.11.2013 20:29

El Sistema Geocrom considera a la 'geometría' como el lenguaje del alma, sus pautas arquetípicas armónicas, y a la 'luz' como un fluido de transmisión y activación de los arquetipos geométricos universales. Cada ser humano posee una estructura geométrica esencial y es resonante o reactivo a las pautas ordenadas de la geometría y a las frecuencias del color.

El descubrimiento de la propia naturaleza esencial, estructural, geométrica, lumínica y cromática de cada individuo, y la reactividad a esos principios, convierten al Sistema Geocrom en un nuevo paradigma para comprender y activar la evolución y el proceso perfectivo de cada ser humano.

En la investigación realizada hasta ahora, se observa que la teoría científica que tal vez más apoye la efectividad de la Geometría sobre la salud y el comportamiento humano es la Teoría de los Campos Morfogénicos o Resonancia Mórfica, del bioquímico Rupert Sheldrake. Respecto a la efectividad de la luz y el color, es la reciente investigación sobre los biofotones.

La aplicación práctica del Sistema Geocrom es la Geocromoterapia, una nueva manera de entender la salud, más allá del bienestar, con una acción evolutiva y espiritual, además de la terapéutica. Esta nueva visión es aplicable tanto al terreno de la medicina, la psicología y el desarrollo de la conciencia, como a la medicina del hábitat y a la lectura energética del entorno.

Desde 1997 se fue creando un colectivo humano de diferentes países que, de forma natural e independiente, ha ido estructurando una dinámica de investigación (Instituto Geocrom) y un cuerpo de estudio de la Geocromoterapia, grupal y a la vez autónomo, con la finalidad de constatar y ampliar este nuevo sistema terapéutico y evolutivo.
Su material de observación, experimentación y recogida de datos es principalmente sobre los efectos que tienen las formas geométricas, la luz, los colores, y otros campos de energía o de estructura, sobre el ser humano en cualquier edad y situación vivencial. Todos esos parámetros son contemplados como principios activos y ondas inteligentes, como fuerzas que modifican muchos comportamientos celulares, psicológicos, anímicos y ambientales, e impulsan a la lucidez y al desarrollo espiritual.
Estos factores energéticos geométricos y lumínicos se pueden explorar tanto desde la medicina, la psicología, la genética y la física cuántica, como desde el arte, el amplio campo de las humanidades, la metafísica y la espiritualidad.  Se observa, analiza y estudia el tipo de influencia y efectividad de estos tres principios activos, empleados consciente y voluntariamente como herramientas para el trabajo pedagógico, terapéutico, psicológico, lúdico, expansivo, metafísico y de desarrollo espiritual.
Por el momento el grupo de investigación carece de los medios ortodoxos, apoyos o subvenciones, por lo tanto, todos los proyectos, en cualquier campo, se realizan de forma individual e independiente. Mientras se elaboran los trabajos, o cuando se ha llegado a cierto punto de observación/conclusión, el investigador normalmente comparte sus apreciaciones por escrito, para el enriquecimiento del resto de terapeutas, para la evolución, desarrollo y constatación del propio Sistema Geocrom, y para el beneficio de los pacientes o usuarios de los filtros de la Geocromoterapia.
La plataforma de investigación está abierta a la colaboración de cualquier persona, previamente formada en Geocromoterapia, y a la contribución de todo ser que esté interesado profundamente en estos nuevos criterios y visiones de la medicina integrada, mientras conozca las bases del Sistema Geocrom.

1/ Imágenes de la cristalización del agua, tratada o programada con distintos filtros Geocrom, mediante un microscopio de contraste de fases con platina criogénica. Ver galería de imágenes.
• 2/ Relación de las funciones de los 74 arquetipos, respecto a las propiedades de cada punto de Acupuntura.
• 3/ Los efectos de los filtros Geocrom en el campo áurico del ser humano mediante fotografías de la cámara Kirlian. Ver galería de imágenes.
• 4/ Estudio de la relación entre los filtros Geocrom con las geometrías y colores de las Flores de Bach.
• 5/ El diagnóstico de los arquetipos Geocrom según el test de intolerancias/tolerancias, realizado mediante un Organómetro de biorresonancia.
• 6/ La relación de cada polígono y cada color respecto a la astrología médica.
• 7/ Creación de programas informáticos específicos para el trabajo con la Geocromoterapia.
• 8/ Relación entre cerebro, felicidad y Geocrom.
• 9/ El sonido, los arquetipos y la pedagogía.
•10/ Observación de las sesiones de Geocromoterapia, mediante personas con facultades cognitivas desarro-lladas. Dibujos, comentarios y grabaciones de vídeo con sus apreciaciones. Ver galería de imágenes.

 

EGO Y ESPÍRITU  

Si contemplamos la psicología humana desde una visión simple, directa, gráfica y didáctica, veremos que el ser humano posee un alma y ego compuesto de tres vehículos de aprendizaje. La antigua metáfora del jinete y los caballos nos ayuda enormemente a comprender esos mecanismos sutiles que componen nuestra persona, integrada en un solo pack que llamamos 'existencia' o vida humana.
Imaginemos un jinete que conduce un carro (como el de la película BenHur…) tirado por dos caballos. Tanto el carro de madera como los dos caballos y sus riendas, son los 'vehículos' que emplea este individuo para moverse y realizar su viaje o exploración en la vida. El jinete en cuestión se dirige a algún sitio, tiene un camino que recorrer, tiene un foco, dirección o propósito. Los caballos y el carro también tienen una función y características diferenciadas. Vamos a revisar la simbología de cada uno de los elementos que componen esta imagen.
El caballo de la derecha simboliza nuestra mente, los pensamientos, la lógica, las ideas. El caballo de la izquierda simboliza nuestro vehículo emocional, nuestro cuerpo de deseos, nuestras sensaciones e instintos. El pequeño carro de madera es nuestro cuerpo físico, el cascarón donde se asienta el conductor. El jinete simboliza nuestra esencia, nuestro ser espiritual. Finalmente, las riendas que unen los caballos con el conductor, simbolizan nuestra voluntad, la Voluntad de nuestro espíritu; y eso será una gran clave que también explicaremos en adelante.
Existe un 'camino', un lugar a donde se dirige el jinete. Es el propio programa de nuestra esencia, su misión, el terreno que quiere recorrer, el paisaje que quiere ver en esta vida, lo que tiene que aprender, a dónde quiere ir… Ese dato es importante pues como veremos en la realidad los hombres perdemos a menudo ese foco o direccionalidad, perdemos el sentido de nuestro viaje en la vida.
Los tres vehículos de expresión, los dos caballos y el carro, simbolizan nuestra personalidad, nuestro ego mental, nuestro ego emocional y nuestro ego corporal, respectivamente. Son los tres vehículos dinámicos de comprensión, de expresión y de relación del Ser, es decir, las herramientas que emplea nuestra esencia espiritual para realizar su camino, su viaje, su desarrollo o proceso perfectivo.
No obstante ¿qué es lo que ocurre en nuestra vida real? A pesar de la complejidad de todo lo que ocurre entre nuestro ego y nuestro espíritu, con esta metáfora podríamos simplificar y decir que lo que nos ocurre simplemente es que 'nos identificamos' exclusivamente con la personalidad… pero no tanto con nuestro espíritu.
Nos identificamos con el caballo de la derecha, la mente; creemos que somos lo que pensamos, nuestras creencias, las ideas, los pequeños propósitos de nuestra mente intelectual. También nos identificamos con nuestras emociones, el otro caballo, vivimos absortos en nuestros deseos, en lo que nos apetece o no, en la constante emocionalidad que crean nuestras propias sensaciones. Y desde luego nos identificamos mucho con el cuerpo (el carro de madera), nuestro vehículo físico, nuestro peso y nuestras arrugas, con los músculos y con los dolores, con la indumentaria y los embellecedores que le ponemos a este carro, etc. Estamos convencidos de que somos esos vehículos que transportan a nuestro Ser, no obstante… pocas veces estamos identificados con el Ser en si mismo, con nuestra esencia más sutil, con la voz de 'quien' dirige el viaje, con el que realmente sabe de antemano a donde va y porqué.
Los caballos en sí no saben donde van, solamente reciben ordenes e intenciones de 'alguien'. El carro… aún menos sabe lo que tiene que hacer ni hasta donde llegar. Nuestros vehículos no son exactamente 'nosotros', no son nuestra identidad genuina, son tan solo la expresión, el 'medio' a través del cual se realiza el aprendizaje. Pero nos identificamos una y otra vez con esas partes de nuestra persona, la mente, las emociones, la biología, la energía. Esa falsa identificación es precisamente la raíz del sufrimiento humano.
Es evidente que estos caballos deben estar bien alimentados, con el fin de que nuestra esencia pueda realizar su proyecto vital. Es decir, no podemos leer cualquier cosa y apuntarnos a cualquier partido o ideología; ni tampoco podemos ver demasiadas telenovelas que alteren o codifiquen nuestro campo emocional. También con el vehículo físico, el carro que nos lleva, debemos cuidar de su salud (igual que debemos cuidar la salud mental y la salud emocional) y tenemos que engrasar las ruedas, restaurarlo constantemente y mantenerlo fuerte para que no se rompa a mitad de trayecto y nos deje tirados antes de completar el viaje o exploración.
Por tanto, es indiscutible que el ego es importante… es respetable, es imprescindible. Además, el ego es digno de ser bien empleado, nos es útil y es quien nos proporciona, en definitiva, la 'oportunidad' de vivir, de conocernos y de transformarnos. Sin el ego, si nuestra Esencia no tuviera este 'medio vital', seríamos sencillamente una entidad incorpórea. Y no estaríamos realizando esta experiencia, este aprendizaje evolutivo, al menos, no en este plano.
Respetar todos los factores de nuestra personalidad no significa que debamos 'identificarnos' con ella. Nuestra verdadera identidad no es temporal sino eterna. Cada uno de los individuos de la Tierra es un ser, un ente, una porción de Dios que emplea temporalmente unos medios de expresión. El ego es una herramienta que emplea nuestro espíritu temporalmente y que nos resulta útil e imprescindible para expandirnos, expresarnos y perfeccionarnos. Yo a menudo empleo la palabra Presencia para definir a nuestra esencia espiritual, puesto que este término significa… nuestra Esencia Presente, aquí y ahora, nuestro espíritu encarnado, la presencia de nuestro yo completo, vivo y completamente presente y activo en esta oportunidad de vida, desarrollo e iluminación.
Definitivamente, al ego hay que respetarlo y honrarlo como medio, como una simple herramienta útil. Si el carpintero despreciara la sierra, el torno y la escarpa, poco trabajo haría, o poco bello sería. Por una cuestión de deformación cultural y complacencia (que Ken Wilber lo llamaría el 'meme verde' o el narcisista) hoy se tiende a pensar que el ego es 'el malo de la película' y que debemos despreciarlo, ignorarlo, luchar en contra de él.
Esa parece hoy una enfermedad del alma, una prepotencia, una confusión que en definitiva nos conduce al estancamiento. El gran trabajo es iluminar la sombra, es decir, verla, reconocerla, observar lo oscuro y confuso que hay en nosotros, para precisamente transformarlo. Ignorándolo, jamás lo trascenderemos. En la cómoda complacencia y el narcisismo espiritual no se avanza ni un paso.

Desde el punto de vista terapéutico he podido comprobar una y mil veces que cuando la persona desprecia a su personalidad (consecuentemente, también desprecia o critica el ego de los demás) sencillamente empieza a desestructurarse, se desmorona, se pierde, se ve a él mismo parcialmente o se autoengaña, y finalmente ya no sabe ni quién es. Cuando niega su ego, las partes que componen su ser completo encarnado, activa en todo su Ser una especie de energía de desamor, una falta de transparencia y de autenticidad, que le hace perder su entereza, su estructura, su coherencia y sensatez, pierde de vista la estructura compleja y completa del yo encarnado, Esencia y Personalidad simultáneas, ego y espíritu unificados temporalmente con un fin. Esa división, esa desunión de sí mismo, al hombre le aporta crisis y psicosis a veces muy peligrosas.
Lo que es cierto es que al ego no hay que amplificarlo ni sobrealimentarlo. Ni tampoco confundir ego con egoísmo, sino sencillamente como el 'yo'. Simplemente hay que conocer su utilidad, siempre teniendo en cuenta que es como un servidor del Ser interior, el catalizador del espíritu, su gran ayudante, sin el cual no podría realizar nada. Pero sobretodo, hay que 'mantener' el foco de identificación con esa sutil pero poderosa fuerza existente dentro de cada uno. Tenemos que saber, conocer y reconocer, la peculiaridad única y el tono exacto de nuestra Esencia, la calidad de chispa divina que hay dentro de uno, la gota de agua minúsculapreciosa y única dentro del océano; ver, contemplar y reconocer la naturaleza especial y peculiar de nuestra porción espiritual dentro de esa especie de malla invisible pero unificadora llamada también vacuidad o Campo Unificado.
La verdad es que no es fácil reconocer quién somos. Requiere mucha atención y mucho silencio. Si permitimos el discurso imparable de la mente y las emociones, la voz de nuestra esencia ni siquiera la podemos oír; hay alguien dentro nuestro que no para de hablar, de desear, de analizar, de esperar, de opinar. A veces digo que lo único realmente importante es tan solo aprender a subir el volumen de nuestra Esencia y, a la vez,  bajar el volumen de nuestro ego.
Tan solo hay que permitir que nuestra fuerza genuina hable, que se manifieste, que pueda mostrarse y expresarse… más allá de todo lo aprendido y procesado, más allá de lo que pensamos y sentimos. La esencia o espíritu, nuestro testigo interno, posee una voz muy sutil, suave, discreta, paciente. Puede estar días y años esperando pacientemente a que nuestro ego se calle, a que los vehículos permitan ser dirigidos por ella. Es como si el jinete permitiera jugar a los caballos, como una buena madre, puesto que no tiene ninguna prisa en llegar a la meta. Así es de discreta la esencia de cada ser humano.
Vamos a hablar de las 'riendas' del jinete, en la misma metáfora empleada. Sabemos que simbolizan la Voluntad del Ser que nos habita. Son la dirección, la fuerza del propósito divino interno; las riendas dan el foco, el camino, el sentido de nuestro viaje, de nuestra exploración. Que nuestra personalidad se deje dirigir por nuestra Esencia… es una gran clave para avanzar y explorar el camino vital de verdad.

El trabajo interesante es tener la disciplina diaria de mantener las riendas tersas, ajustadas, en definitiva, útiles! Sin ellas, el jinete o nuestro espíritu no tiene poder, no puede avanzar. Sin las riendas, los caballos o personalidad se vuelven anarquistas, hacen lo que quieren, van dando tumbos entre los proyectos mentales y los placeres emocionales; pero los caballos en sí mismos, no saben donde van. El ego no tiene una dirección, no posee foco, ni sabe cuál es el mejor camino, la mejor experiencia, tan solo va probando atajos y senderos para ir… no sabe dónde.
¿Cuales son esos mecanismos o disciplinas que pueden conseguir que los caballos sientan la direccionalidad de las riendas o la voluntad del jinete? A lo largo de la vida ha habido muchas clases de disciplina, herramientas como la meditación (la gran herramienta… que hasta que no se practica con una cierta asiduidad, no se aprecian sus magníficos resultados evolutivos) o algunos tipos de yoga, las prácticas de silencio, la meditación contemplativa, la meditación mántrica… Saber escuchar la voz de nuestra Esencia es algo que realmente no es tan difícil de conseguir; tan solo hay que ponerse a ello y practicar. Tan solo hay que escuchar, pero para poder escuchar necesitamos del silencio. Ese es el primer paso. Y… aunque haya ruido, aunque haya la voz de la mente… siempre hay un silencio interior al que podemos acceder.
Lo interesante es observar que la dificultad principal (y la raíz de muchos problemas) se debe tan solo a un fenómeno de falsa identificación. Estamos convencidos de que somos 'lo que pensamos y creemos', convencidos de que somos 'lo que sentimos', y completamente convencidos de que somos un cuerpo. Estamos identificados con 'lo que nos muestra el espejo' (o con lo que piensan los demás, que es lo mismo que un espejo) o identificados con nuestra tristeza o nuestro miedo; vivimos identificados con nuestras ideas, que en realidad no son 'nuestras' sino adquiridas, importadas, adaptadas a lo que 'creemos' que nos conviene.
Pero un Ser Humano no es exactamente lo que piensa o lo que siente. En realidad esos tres vehículos o medios de expresión no son su espíritu, son tan solo eso… medios, vehículos temporales, herramientas útiles, empleadas por esa fuerza genuina y esencial que nos habita, una fuerza espiritual que no es temporal sino intemporal. Y nuestro espíritu tiene un intermediario: el alma. El alma es el acceso que posee nuestra Esencia para contactar con el plano denso del ego y el cuerpo.

© Marta Povo, abril 2007

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