IBN ‘ARABÎ: EL VIAJE EXTERIOR Y EL VIAJE INTERIOR

04.04.2013 11:57

 
l viaje exterior
 
Murciano de nacimiento y sevillano de adopción —puesto que en esta última ciudad vivió desde los siete años hasta que abandonó, a la edad de treinta y seis, definitivamente al-Ándalus—, Muhammad ibn ‘Alî ibn al-‘Arabî al-Tâ’î al-Hâtimî, también conocido generalmente como al-Saykh al-Akbar («El más grande maestro») y Muhyaîddîn («Vivificador de la religión»), vino al mundo el 17 de Ramadán del año 560 de la era islámica, correspondiente al 28 de julio del año 1165 de la cristiana. Siempre firmaba sus obras con el sobrenombre de «el Andalusí», poniendo de relieve el profundo respeto que le producía su ascendencia cultural. El motivo de su temprano traslado a Sevilla fue que el padre comenzó a trabajar en la administración del floreciente régimen almohade que, por aquel entonces, gobernaba buena parte de al-Ándalus y del norte de África. Es precisamente el año del traslado a Sevilla de la familia de Ibn ‘Arabî (es decir, el 568/1172), el elegido por el sultán almohade Abû Yaqûb Yûsuf para convertir a la ciudad hispalense en capital de su imperio.
De este modo, su infancia transcurre felizmente, dedicada principalmente a los estudios y otras actividades —como cacerías, fiestas, etcétera— propias de las clases acomodadas de la época, hasta que, cierta noche, mientras se encuentra en una fiesta con sus amigos, escucha de pronto una voz procedente de su interior, que le espeta: «¡Muhammad, no es para esto para lo que te he creado!» Siente en ese mismo instante el impulso irresistible de abandonar la vida superficial que ha llevado hasta entonces y, sin mediar palabra con sus compañeros, abandona el lugar para dirigirse a uno de los muchos cementerios que entonces rodeaban la capital sevillana. Todavía es objeto de debate si es, en este primer retiro, cuando disfruta de una importante visión en la que se le aparecen Jesús, Moisés y Muhammad —las tres principales figuras del monoteísmo—, dándole cada uno de ellos un mensaje, especialmente dirigido a él, al que se atendrá durante el resto de su vida. Jesús le aconseja que renuncie a todas sus posesiones materiales, Moisés le entrega un disco solar y le vaticina la plus.google.com/101324160249998018800/posts

 

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María del Carmen

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