JUNG SERMÓN A LOS SIETE MUERTOS parte1

02.12.2013 12:33

muertos levantaron un gran tumulto, pues eran cristianos. Los muertos avanzaron como niebla a través de los pantanos y gritaron: Háblanos más sobre el supremo Dios. Abraxas es el Dios difícilmente reconocible. Su poder es el supremo, pues el Hombre no lo ve. Del Sol ve el summum bonum, del Diablo el infimum malum, de Abraxas, sin embargo, la VIDA indeterminada en todos los aspectos que es la madre del bien y del mal. La Vida parece ser más pequeña y más débil que el summum bonum, razón por la cual resulta difícil pensar que Abraxas supere en poder incluso al Sol, que es, sin embargo, la fuente iluminante de toda fuerza de vida misma. Abraxas es el Sol y a la vez el abismo eternamente arrollador del Vacío, del empequeñecedor y disgregador, del Diablo. El poder de Abraxas es ambivalente. Vosotros no lo veis pues en vuestros ojos lo opuestamente orientado de este poder deja de ser. Lo que Dios Sol dice es vida. Lo que dice el Diablo es muerte. Abraxas, sin embargo, dice la palabra digna y condenada, que es a la vez vida y muerte. Abraxas produce verdad y mentira, bien y mal, luz y tinieblas en la misma palabra y en el mismo acto. Por ello es Abraxas temible. Es soberbio como el león en el instante en que vence a su víctima. Es bello como un día de primavera. Sí, es el gran Pan mismo y el pequeño. Es Príapo. Es el monstruo del averno, un pólipo con mil brazos, serpiente alada, furia. Es el Hermafrodita del principio más inferior. Es el Señor de las ranas y los sapos, que viven en el agua y suben a la tierra, que cantan al mediodía y a medianoche. Es el Lleno que se une con el Vacío. Es la cópula sagrada, es el amor y su homicidio, es el santo y su traidor. Es la más clara luz del día y la más profunda noche del absurdo. Verle significa ceguera, conocerle significa enfermedad, rezarle significa muerte, temerle significa sabiduría, no oponerse a Él significa salvación. Dios vive detrás del sol, el Diablo vive detrás de la noche. Lo que Dios engendra a partir de la luz, el Diablo lo arrastra a la noche. Pero Abraxas es el mundo, su devenir y dejar de ser mismo. A cada ofrenda del Dios Sol el Diablo presenta su maldición. Todo cuanto solicitáis de Dios Sol, produce un acto del Diablo. Todo cuanto creáis con Dios da al Diablo poder de actuación. Esto es el terrible Abraxas. Es la Creatur más poderosa y en él la Creatur se horroriza a sí misma. Es la colisión patente de la Creatur contra el Pleroma y su nada. Es el horror del hijo ante la madre. Es el amor de la madre por el hijo. Es el encanto de la tierra y la crueldad del cielo. El Hombre queda paralizado ante su semblante. Ante él no hay preguntas ni respuestas. Es la vida de la Creatur. Es la acción de la diferenciación. Es el amor de los hombres. Es el habla de los hombres. Es la claridad y la sombra del hombre. Es la realidad cambiante. Aquí los muertos aullaron y se enfurecieron, pues eran imperfectos. Los muertos llenaron el

yo les enseñé: Oíd: yo comienzo en la nada. La Nada es lo mismo que la Plenitud. En la infinitud hay tanto lleno como vacío. La Nada es vacía y llena. Vosotros podríais igualmente decir otra cosa de la nada, por ejemplo que es blanca o negra, o que no existe o que existe. Lo infinito y eterno no tiene propiedades porque tiene todas las propiedades. La Nada o lo Pleno lo llamamos nosotros PLEROMA. Ahí dentro se deja de pensar y de existir, pues lo infinito y eterno no tiene propiedad alguna. En él no existe nadie, pues entonces se distinguiría del Pleroma y tendría propiedades que le diferenciarían como algo del Pleroma. En el Pleroma es nada y todo: no es posible pensar sobre el Pleroma, pues ello

significaría diluirse a sí mismo. La CREATUR no es en el Pleroma sino en sí. El Pleroma es principio y fin de la Creatur. Atraviesa por ella y por entre ella, como la luz del sol penetra el aire por todas partes. Aunque el Pleroma la penetra totalmente, la Creatur no tiene, sin embargo, parte alguna en ello, del mismo modo que un cuerpo completamente transparente no deviene claro ni oscuro por la luz que le atraviesa. Pero nosotros mismos somos el Pleroma, pues somos parte de lo eterno e infinito. Pero no tenemos participación en ello sino que estamos distanciados del Pleroma infinitamente, no espacial o temporalmente sino ESENCIALMENTE, en cuanto nos diferenciamos en esencia del Pleroma como Creatur, que está limitada en el espacio y en el tiempo. Sin embargo, en cuanto somos parte del Pleroma, también el Pleroma está en nosotros. Incluso en el punto más pequeño el Pleroma es infinito, eterno y completo, pues pequeño y grande son propiedades que están contenidas en él. Es la Nada que es en todas partes total e inevitable. Por ello hablo yo de la Creatur como una parte del Pleroma sólo a modo de imagen, pues el Pleroma no está realmente dividido en ningún aspecto, pues es la Nada. Nosotros somos también todo el Pleroma, pues, a modo de imagen, el Pleroma es el punto más pequeño sólo apuntado, no existente, en nosotros y la infinita bóveda del mundo que está a nuestro alrededor. ¿Por qué, sin embargo, hablamos del Pleroma en general, si es todo y nada? Hablo de ello por empezar en algún sitio, y para desengañaros de que en algún sitio, fuera o dentro, exista algo determinado de antemano fijamente o de algún modo. Todo lo denominado fijo o determinado es sólo relativo. Sólo lo que está arrojado al cambio es fijo y determinado. Pero lo cambiable es la Creatur; es, pues, ella lo único fijo y determinado, pues tiene propiedades, ella misma es Propiedad.

Planteamos la cuestión: ¿Cómo surgió la Creatur? Las creaturas han surgido, pero no la Creatur, pues es la propiedad del Pleroma mismo, como también la no-creación, la muerte eterna. Creatur existe siempre y en todas partes, Muerte existe siempre y en todas partes. El Pleroma lo tiene todo, diferenciación e indiferenciación. La diferenciación es la Creatur. Es diferenciada. Diferenciación es su esencia, por ello se diferencia ella también. Por ello se diferencia el Hombre, pues su esencia es diferenciable. Por ello diferencia él también las propiedades del Pleroma que no existen. Las diferencia a partir de su esencia. Por ello el Hombre debe hablar de las propiedades del Pleroma, que no existen. Los muertos seguían por la noche a lo largo de los muros y gritaban: Sobre Dios queremos saber. ¿Dónde está Dios? ¿Está muerto Dios? Dios no está muerto, es tan vivo como siempre. Dios es Creatur, pues es algo determinado y por ello diferenciado del Pleroma. Dios es propiedad del Pleroma y todo cuanto digo de la Creatur, vale también para Él. Sin embargo, se distingue de la Creatur en que es mucho menos claro y más indeterminado que la Creatur. Es menos diferenciado que la Creatur, pues el principio de su esencia es plenitud verdadera y sólo en cuanto es determinado y diferenciado es Creatur y en cuanto es la patentización de la verdadera plenitud del Pleroma. Todo cuanto no diferenciamos cae en el Pleroma y se anula con su oposición. Por ello cuando no diferenciamos a Dios, la verdadera plenitud deja de existir para nosotros. Dios es también el Pleroma mismo, del mismo modo que cada punto ~o en lo creado y en lo increado es el Pleroma mismo. El vacío actuante es la esencia del Diablo. Dios y Diablo son las primeras patentizaciones de la Nada, que nosotros llamamos Pleroma. Es indiferente si el Pleroma existe o no existe, pues se anula a sí mismo en todo. No es así con la Creatur. Dios y Diablo, en cuanto son Creaturas, no se anulan, sino que existen opuestamente como contra ríos actuantes. No necesitamos prueba alguna de su existencia, basta que debemos siempre hablar de ellos de nuevo. Incluso aunque ambos no existieran, la Creatur, a partir de su naturaleza de diferenciación, los diferenciaría de nuevo M Pleroma. Todo lo que adquiere su diferenciación a partir M Pleroma es antinomia, por ello siempre a Dios le corresponde el Diablo. Esta mutua pertenencia es tan íntima y, como vosotros habéis experimentado, también tan indisoluble en vuestra vida como el Pleroma mismo. Ello proviene de que ambos están muy próximos al Pleroma, en el que todos los contrarios dejan de existir y son uno. Dios y Diablo son distintos por el lleno y el vacío, engendramiento y destrucción. Lo ACTUANTE les es común. Lo Actuante les une. Por ello lo Actuante está por encima de ellos y es un Dios por encima de Dios, pues unifica lo Pleno y el Vacío en su acción. Éste es un Dios del que vosotros nada sabíais, pues los hombres lo olvidaron. Nosotros le denominamos por su nombre: ABRAXAS. Es todavía más indeterminado que Dios y Diablo. Para diferenciar a Dios de él, llamamos a Dios HELIOS o Sol. Abraxas es acción, frente a él no hay nada sino lo irreal, por ello su naturaleza activa se despliega libre. Lo irreal no existe y no se opone. Abraxas está por encima del Sol y por encima del Diablo. Es, lo improbable, probable; lo irreal, activo. Si el Pleroma tuviera una esencia, Abraxas sería su manifestación. Es ciertamente lo activo mismo, pero ninguna acción determinada, sino acción en general. Es irreal activo, porque no tiene acción determinada alguna. Es también Creatur, puesto que se diferencia del Pleroma. El Sol tiene una acción determinada, al igual que el Diablo; por ello nos parecen mucho más actuantes que el Abraxas indeterminable. Es Fuerza, Duración, Transformación. Aquí los

muertos levantaron un gran tumulto, pues eran cristianos. Los muertos avanzaron como niebla a través de los pantanos y gritaron: Háblanos más sobre el supremo Dios. Abraxas es el Dios difícilmente reconocible. Su poder es el supremo, pues el Hombre no lo ve. Del Sol ve el summum bonum, del Diablo el infimum malum, de Abraxas, sin embargo, la VIDA indeterminada en todos los aspectos que es la madre del bien y del mal. La Vida parece ser más pequeña y más débil que el summum bonum, razón por la cual resulta difícil pensar que Abraxas supere en poder incluso al Sol, que es, sin embargo, la fuente iluminante de toda fuerza de vida misma. Abraxas es el Sol y a la vez el abismo eternamente arrollador del Vacío, del empequeñecedor y disgregador, del Diablo. El poder de Abraxas es ambivalente. Vosotros no lo veis pues en vuestros ojos lo opuestamente orientado de este poder deja de ser. Lo que Dios Sol dice es vida. Lo que dice el Diablo es muerte. Abraxas, sin embargo, dice la palabra digna y condenada, que es a la vez vida y muerte. Abraxas produce verdad y mentira, bien y mal, luz y tinieblas en la misma palabra y en el mismo acto. Por ello es Abraxas temible. Es soberbio como el león en el instante en que vence a su víctima. Es bello como un día de primavera. Sí, es el gran Pan mismo y el pequeño. Es Príapo. Es el monstruo del averno, un pólipo con mil brazos, serpiente alada, furia. Es el Hermafrodita del principio más inferior. Es el Señor de las ranas y los sapos, que viven en el agua y suben a la tierra, que cantan al mediodía y a medianoche. Es el Lleno que se une con el Vacío. Es la cópula sagrada, es el amor y su homicidio, es el santo y su traidor. Es la más clara luz del día y la más profunda noche del absurdo. Verle significa ceguera, conocerle significa enfermedad, rezarle significa muerte, temerle significa sabiduría, no oponerse a Él significa salvación. Dios vive detrás del sol, el Diablo vive detrás de la noche. Lo que Dios engendra a partir de la luz, el Diablo lo arrastra a la noche. Pero Abraxas es el mundo, su devenir y dejar de ser mismo. A cada ofrenda del Dios Sol el Diablo presenta su maldición. Todo cuanto solicitáis de Dios Sol, produce un acto del Diablo. Todo cuanto creáis con Dios da al Diablo poder de actuación. Esto es el terrible Abraxas. Es la Creatur más poderosa y en él la Creatur se horroriza a sí misma. Es la colisión patente de la Creatur contra el Pleroma y su nada. Es el horror del hijo ante la madre. Es el amor de la madre por el hijo. Es el encanto de la tierra y la crueldad del cielo. El Hombre queda paralizado ante su semblante. Ante él no hay preguntas ni respuestas. Es la vida de la Creatur. Es la acción de la diferenciación. Es el amor de los hombres. Es el habla de los hombres. Es la claridad y la sombra del hombre. Es la realidad cambiante. Aquí los muertos aullaron y se enfurecieron, pues eran imperfectos.

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María del Carmen

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