LA LEYENDA DEL GRIAL. Desde una perspectiva psicológica. Emma Jung y Marie-Louise Von Franz

27.04.2014 18:30
 
Marie´Louise Von Franz y Emma Jung, en su libro "LA LEYENDA DEL GRIAL"* nos transmiten esta profunda e iluminadora comprensión a cerca del problema de la conciencia en el hombre moderno a la luz del análisis de la Trinidad cristiana.
 
 Marie-Louse Von Franz y Carl Gustav Jung
 
 
"... La imagen del  padre que aparece en el Antiguo Testamento es la del autor y creador de todas las cosas, que muestra a los seres humanos tanto un lado bondadoso como uno destructor.  Los seres humanos que establecen con él una relación infantil que no reflexiona sobre la naturaleza de este Dios Padre unitario y claroscuro, incapz de ejercer ninguna crítica contra él.  Ser humano, mundo y divinidad constituyen originariamente un todo, una unidad inmune a toda crítica.  Este es el mundo del padre por una parte y del ser humano en estado infantil por otra.  Lejos del juicio crítico y del conflicto  moral, el sentimiento de unidad humano tampoco atenta contra la patris auctoritas.
 
           También es un estado de unidad total con toda la naturaleza.  Sin embargo en la época en la que aparece la figura del Hijo de Dios, el estado de la conciencia humana ha ccambiado.  La unidad originaria queda fracturada en oposiciones, por eso mismo la figura arquetípica del Hijo de Dios es, en la mayoría de las religiones una figura sufriente; cae víctima, por ejemplo, de las fuerzas de la oscuridad y ha de ser liberado de nuevo para salvar el mundo.     La figura del hijo acostumbra a estar incluída en un drama de la salvación narrado y celebrado periódicamente.
 
         La vida del ser humano de Dios descubre entonces cosas que no podrían ser reconocidas en el Padre como unidad, puesto que en su condición de uno originario, no era nada determinado ni determinable y en realidad no podía ser llamado, ni ser `padre', pero a través de su reencarnación en Hijo se convierte en `Padre` y, de esa manera, en algo determinado y determinable.  A través de su conversión en Padre y ser humano revela en el ámbito humano el misterio de su divinidad.
 
          Mientras que la imagen del padre se correspponda a nivel humano con un estado de consciencia infantil en el que la forma de vida hallada posee un carácter legal aceptado acríticamente, en la siguiente etapa, la época del Hijo de Dios, comienza la reflexión consciente, sobre lo hallado y con ello también la crítica, el juicio y la desición moral.  El estado del Hijo es, por tanto un estado de conflicto (...)  La vida ejemplar de Cristo representa en sí un tránsito y significa por eso algo así como puente y transformación hacia la tercera fase en la cuál en cierto sentido, el estado inicial paterno quedará restituído.
 
          Esta tercera fase de la época del Espíritu Santo se corresponde del lado humano con una posición que aspira a quedar suspendida en el conflicto mediante el reconocimiento de la función directriz, inspiradora e iluminadora del inconsciente.
 
            Ahora bien, esto no implica un retroceso a la primera fase, a pesar de que naturalmente siempre exista la amenaza de un extravío de estas características, sino la sumisión al espíritu de la propia autonomía, es decir, la reubicación de la conciencia del yo en una totalidad superior.  De esta manera, se produce una liberación conjunta de una fe pura en la autoridad, ya sea sólo a nivel psicológico o frente a una organización colectiva".
 

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María del Carmen

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