La virtud como luz sutil alimento del alma

09.04.2013 14:33

 

La virtud está relacionada, por
un lado, con el conocimiento, puesto
que es un reflejo del conocimiento
en la Voluntad y, por otro lado, con
el Ser, puesto que es una forma de
respuesta a la Realidad divina. Por
otra parte, los sufíes afirman que,
para que un reflejo existencial del
conocimiento y una forma de ser
se consideren una virtud real, tienen
que llevar el sello de lo permanente.
Esto es, la virtud es un reflejo del co
-
nocimiento firmemente fijado en la
Voluntad y una forma de ser perma
-
nente. Por tanto, la virtud no puede
ser un pensamiento improvisado; por
el contrario, la virtud es una forma de
ser permanente que refleja las dife
-
rentes etapas y los diversos modos de
conocimiento en el viaje del hombre
hacia la realización de su naturaleza
y su propósito verdaderos. En este
sentido, actúan como apoyos nece
-
sarios para el conocimiento y como
indicadores fiables de los niveles
espirituales alcanzados (Burckhardt
1988, pp. 102-103).
En el sufismo, los niveles espiri
-
tuales se evalúan mediante los esta
-
dos (
ahwāl
) y las moradas (
maqāmāt
)
que experimenta la persona. Un esta
-
do,
hāl
, se define normalmente como
una condición espiritual temporal o
pasajera fruto de un favor o gracia
divina hacia la persona. Una morada,
maqām
, se define como una condi
-
ción espiritual permanente nacida del
empeño y de la perseverancia de la
persona en el camino espiritual (Nasr
1972, p. 74).
Existe una relación definida pero
compleja entre los distintos estados
y moradas y las virtudes. Esto ex
-
plica por qué en los textos sufíes la
enumeración y la explicación de los
estados y las moradas en un orden
jerárquico se relaciona siempre con
las correspondientes virtudes. Senci
-
llamente, un estado o morada como
la paciencia (
sabr
) es también una vir
-
tud en la medida en que el alma que
alcanza esta morada, es transformada
sustancialmente por la virtud de la
paciencia y se convierte de hecho en
esa virtud (Ibíd., p. 76).
Para los sufíes, la esencia o ar
-
quetipo de una virtud es un Atributo
divino. Las virtudes se consideran
reflejos de los Atributos divinos en el
microcosmos humano. Por ejemplo,
la virtud de la vigilancia tiene como
raíz el Poder divino. La virtud nace
de la consciencia de un aspecto o
cualidad de la Realidad divina que
penetra, ilumina y transforma gra
-
dualmente la voluntad y el alma del
individuo, hasta que su alma se iden
-
tifica completamente con la virtud
en cuestión. Cuando esto ocurre, se
considera que la persona ha adquiri
-
do permanentemente esa virtud y ha
alcanzado la morada correspondien
-
te. Si la persona continúa su progreso
a lo largo de la senda espiritual y al
-
canza una morada superior, continúa
poseyendo la virtud de la morada
inferior. A menudo, los sufíes des
-
criben la adquisición de una virtud y
de su correspondiente morada como
la muerte de su alma respecto a su
naturaleza secundaria y miserable
—mediante la desaparición de los
vicios que se oponen a la virtud en
cuestión— y la resurrección de su
alma en Dios (Ibíd., p. 70). El renom
-
brado sufí de origen persa Ŷoneid, la
máxima autoridad de la Escuela de
Bagdad en el siglo noveno, expresa
este punto de vista sucintamente de
la siguiente forma: «El sufismo es
que Dios te hace morir a ti mismo y
renacer en Él» (Ibíd., p. 69).
El papel de la virtud en la
espiritualidad y la ética
sufíes
L
a virtud juega varios papeles im
-
portantes en la vida de los sufíes.
Por encima de todo, están permitir la
manifestación metafísica de las verda
-
des en la voluntad y purificar el alma
humana de los vicios que se oponen
a estas manifestaciones. Ambos son
requerimientos necesarios para que
el hombre realice su verdadera natu
-
raleza y desarrolle su propósito en la
vida, y son aquello que le aportará la
felicidad que busca.
El sufismo considera la metafí
-
sica como una ciencia sagrada que
define los principios del Ser en térmi
-
nos intelectuales. La virtud es conco
-
mitante con esta ciencia sagrada. Las
verdades metafísicas comprendidas
por el Entendimiento deben reflejar
-
se en las actividades de la Voluntad
y ser asumidas por el Alma (Schuon
1987, p. 183). En otras palabras, para
que el conocimiento metafísico sea
eficaz espiritual y moralmente debe
llegar a tener efecto sobre las faculta
-
des volitivas y afectivas.
La consecuencia moral y espiri
-
tual del conocimiento es la confor
-
midad del ser con ese conocimiento.
El conocimiento debe transformar al
conocedor, y la coincidencia entre el
objeto del conocimiento y el sujeto
que conoce da lugar al estado de
felicidad y de bienaventuranza. La
posibilidad de unión del conocimien
-
to con el Ser existe en potencia en
todos los seres humanos; el hombre
es creado a imagen de Dios, y la iden
-
tidad completa entre el conocimiento
divino y el
 
Ser es la felicidad perfecta.
En árabe, estas relaciones están clara
-
mente identificadas por los términos
woŷud
para Ser,
woŷdan
para la Sabi
-
duría divina y
waŷd
para la Felicidad
divina. Las tres palabras derivan de la
raíz común
w-ŷ-d
.
La necesidad de la virtud para la
realización de la naturaleza y del pro
-
pósito del hombre se debe, en parte,
a las limitaciones de la misma mente
humana (Burckhardt 1988, pp.101).
La facultad racional, la mente, reduce
y define todo lo que conoce confor
-
me a sus propias categorías
 
 
Nematollahi

Contacto

María del Carmen

609458688 idrisazzahra@gmail.com