Para una mejor Relación Vincular

12.11.2013 18:00

Para una mejor Relación Vincular

 
Ilustración de Ferran Esteve
 
“En casa el bebé que ya tiene 1 año y 7 meses duerme con mamá y toma teta cada vez que él quiere durante la noche.  En la mañana revolotea por doquier jugando con una almohada, jugando con una cuchara de palo o con una muñequita,  intenta subirse a una silla y de repente se acuerda de mamá y corre a tomar teta, luego le da teta a la almohada, a la cuchara de palo y a la muñequita, vuelve a tomar él y sigue su juego.  Por la tarde se duerme la siesta con la teta de mamá y cuando despierta se levanta a jugar y toma teta cuando quiere.  Mamá tranquilamente cada vez que el bebé lo necesita deja alguna cosa que hacer y le ofrece el pecho sin molestia alguna. Por la noche toda la familia duerme tranquilamente, y mamá casi ya ni se entera si el bebé toma o no toma teta, duerme con un pijama abierto por delante. 
 
Un buen día mamá lleva a bebé a la visita de rutina con su pediatra. Lo pesan, lo miden, lo revisan.  Todo en orden.  Mientras lo visten, bebé se ha molestado porque le da un poco de frío y se pone a llorar.  Mientras tanto la pediatra le da algunas recomendaciones a mamá.  Mamá con el llanto no puede escuchar muy bien, así que saca el pecho y se lo ofrece a bebé y así él se calma y ahora puede escuchar.  La pediatra (que es mujer, ojo) observa este acto e inmediatamente saca un cuestionario de preguntas.  Todavía toma pecho? Cuántas veces al día? Cuánto rato se pega en cada pecho? En qué momento del día es cuando toma más leche? Cuándo llora toma pecho? Se queda dormido con la teta en la boca? Soluciona todos sus problemas con tomar teta? etc.  Mamá con tanta pregunta comienza a sentirse algo avergonzada, y responde con temor tratando de no errar en alguna respuesta o de no responder algo inadecuado.  “Qué el niño solucione toda su vida con la teta en la boca no es apropiado para su desarrollo, esto puede dañar su ‘relación vincular’, usted debe cuidar que este proceso sea lo más sano posible y ya está grandecito y va siendo hora de que deje de tomar teta para que adquiera autonomía” ha sido el veredicto que sale de la boca de la pediatra quien mira a mamá con cara de usted tiene una dependencia poco sana y le crea una dependencia poco sana a su hijo.
 
Mamá apesadumbrada porque está dañando la ‘relación vincular’ de bebé, empieza a pensar en el buen desarrollo de bebé, de ella y de toda la familia.  Comienza cambiando su pijama abierto por delante, y hace una cama aparte para bebé, a quien acuesta a dormir solo.  Bebé llora y no quiere dormir en esa cama. Mamá piensa que es lo mejor para su relación vincular y lo deja llorar.  Luego de un buen rato, bebé se duerme rendido.   Al pasar otro rato, bebé despierta y busca a mamá. Mamá también se angustia, pero debe luchar por el bienestar de relación vincular de ambos. No acude. Llanto.  Despierta papá, despierta hermano mayor.  Todos se angustian. Papá carga a bebé, mamá se grita a papá que no dañe la relación vincular de bebé, hermano mayor pide a mamá que tome a bebé para que se calme.  Todos se enojan con mamá y mamá siente culpa, pero sigue luchando por la relación vincular.  La noche sigue en llanto, enojo, angustia para toda la familia,  pero es lo que se debe hacer para el bienestar de la relación vincular.  Y mamá con el corazón apretado, pero obediente, ya diseña el día siguiente en su mente para que bebé siga con su desarrollo sano y para que no solucione sus problemas con la teta en la boca.  Así salva la relación vincular de su bebé, quien ya se acostumbrará y dejará de llorar.”
 
Hay historias como estas que se viven diariamente en los hogares, y estoy segura que la realidad supera a la ficción.  Siento que es hora ya de abrir los ojos y comenzar los cuestionamientos serios de todos los mandatos que nos regalan por doquier, ya sean los pediatras – especialmente de aquellos que trabajan desde la eminencia y no desde la evidencia y los que se paran desde un podio y dictan hacia abajo consejos de moralidad-  los abuelos, los amigos, la familia, pues no siempre se ajustan con la realidad de nuestra familia ni con la realidad de nuestros sentimientos, y más que nada responden a una tradición de crianza algo obsoleta.  Muchas veces nos dejamos llevar por palabras que no tienen sentido ni para las mismas personas que las dicen ya que solo las repiten de forma autómata, sin pensarlas y sin sentirlas. Como dice una amiga mía, las recomendaciones en la crianza te las hacen gratis y a domicilio y cualquiera siente que tienen la autoridad profesional para hacerlo.  La conexión real con nuestros hijos siempre está mediada por el cariño y el afecto y estos componentes no deben inhibirse jamás por “órdenes” que no le hacen a uno sentido o van en contra de los sentimientos de la mamá, los hijos y la familia completa. 
 
 
Siento que es necesario que los padres siempre observemos y sintamos los ritmos de nuestros hijos, que la conexión primordial esté en esa comunicación única y amorosa con ellos. Cuando esta conexión está fortalecida por nuestro instinto, ahí podemos escuchar de forma responsable consejos y recomendaciones, sopesando y contrastándolos con nuestra realidad, con nuestros sentimientos y sobre todo con lo que nosotros consideramos como bienestar para nuestros hijos.   
fuente;sermamaserconcienciablogspot.com.es

 

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