"Patrones iniciáticos"III

05.04.2013 12:09

Como las ceremonias iniciáticas fueron establecidas por los seres divinos o los
antepasados míticos, el tiempo primordial se reintegra siempre que se llevan a cabo. Eso es
válido no sólo para los australianos, sino para todo el mundo primitivo. Porque lo que aquí se
halla implicado es una concepción fundamental de las religiones arcaicas: que la repetición de
un ritual establecido por seres divinos implica la reactualización del tiempo original en el que se
realizó por primera vez. Por eso un rito es eficaz, porque participa de la plenitud del tiempo
primordial sagrado. El rito manifiesta el mito. Todo lo que el mito explica del tiempo
primigenio, de los "tiempos bugari", es reactualizado, y lo muestra mientras tiene lugar, aquí y
ahora. Cuando los bád, una tribu de Kimberley occidental, se preparan para iniciar a los
jóvenes, los hombres mayores se retiran al bosque en busca del árbol gam-bor «bajo el cual
descansó Djamar -su ser supremo- en los tiempos ancestrales». Un hechicero que va por delante
«está encargado de descubrir el árbol». Cuando lo encuentran, los hombres lo rodean, cantando,
y luego lo cortan con sus dagas de sílex.10 El árbol mítico es manifestado.
Todos los gestos y operaciones que se suceden durante la iniciación sólo son la
repetición de modelos ejemplificantes; es decir, gestos y operaciones que realizaron en los
tiempos míticos quienes establecieron las ceremonias. Este hecho los convierte en sagrados, y
su reiteración periódica regenera toda la vida religiosa de la comunidad. A veces existen gestos
cuyo significado parece haberse olvidado, pero que siguen repitiéndose porque fueron
realizados por los seres míticos cuando se inauguró la ceremonia. Entre los arunta, en un
momento determinado de la ceremonia, una mujer carga con el novicio sobre sus hombros. La
explicación que se da de este hecho es que, al realizar este gesto, ella está imitando lo que las
mujeres unthippa hicieron en el tiempo mítico (alcheringa)."
Pero regresando a nuestro tema: el terreno sagrado desempeña un papel fundamental en
las ceremonias iniciáticas australianas porque representa la imagen del mundo primordial tal y
como era cuando el ser divino estuvo en la tierra. Las mujeres, niños y no iniciados son
mantenidos a distancia, e incluso los novicios tan sólo adquirirán un conocimiento superficial.
Sólo una vez iniciados, con motivo de la siguiente hora, podrán examinar imágenes dispuestas a
lo largo del sendero que comunica los A s círculos. Al conocer la mitología de la tribu, podrán
comprender los símbolos.
Separación de la madre
La separación de los novicios de sus madres tiene lugar de manera más o menos
dramática, de acuerdo con las costumbres de las diferentes tribus. El método menos dramático
es el utilizado por los kurnai, entre los que la ceremonia iniciática es bastante simple. Las
madres se sientan por detrás de los novicios, los hombres avanzan en una única fila caminando
entre los dos grupos, separándolos. Los instructores levantan por los aires a los novicios en
varias ocasiones, y éstos estiran los brazos tanto como pueden hacia el cielo. El significado de
este gesto es muy claro: los neófitos están siendo consagrados al dios del cielo. A continuación
se los conduce al recinto sagrado, donde, tendidos boca arriba con los brazos cruzados sobre el
pecho, son cubiertos con alfombras. A partir de entonces no ven ni escuchan nada. Tras una
monótona canción, se quedan dormidos. Algo después se retiran las mujeres. «Si una mujer», le
dijo un cacique kurnai a Howitt, «viese esas cosas, o escuchase lo que les decimos a los
muchachos, yo la mataría.»12
Entre los yuin -al igual que en otras tribus australianas-, al novicio se le pone bajo la
tutela de dos guardianes. A lo largo de la iniciación, esos guardianes le prepararán la comida, le
llevarán agua y le instruirán en los mitos y leyendas tradicionales, en los poderes del hechicero,
y acerca de sus deberes para con la tribu. Una noche se enciende una gran hoguera y los
guardianes transportan a los novicios a hombros hasta ella. A éstos se les dice que miren el
fuego y que no se muevan, pase lo que pase. Sus madres se reúnen tras ellos, totalmente
cubiertas de ramas. Durante diez o doce minutos, los muchachos son "asados" en la hoguera.13
Cuando el hechicero jefe considera que la primera prueba ha durado lo suficiente y que los
novicios se han asado suficiente, las zumbadoras suenan por detrás de la fila de las mujeres oír la señal, los guardianes hacen que los muchachos corran hacia el recinto sagrado, donde se
les ordena tenderse en el suelo boca abajo y se les cubre con pieles de zarigüeya y alfombras.
Poco después se da permiso a las mujeres para que se pongan en pie, retirándose a varios
kilómetros de distancia, donde instalan un nuevo campamento. Así se completa la primera
ceremonia ini-ciática, que comprende la separación de las mujeres y la prueba del fuego. A
partir de esa noche, los novicios sólo comparten la vida de los hombres.14
Entre los murring, la separación es más abrupta y dramática. Las mujeres se sientan en
el suelo cubiertas con mantas, con sus hijos frente a ellas. En un momento dado, los novicios
son asidos por los hombres, que aparecen corriendo, y hombres y novicios se alejan corriendo
juntos.15
Los wiradjuri llaman guringal -"pertenecer al desierto"- a las ceremonias iniciáticas. El
escenario es el mismo. Según Howitt, a las mujeres se las cubre con ramas y mantas; los
guardianes se incautan de los novicios y los llevan al bosque, donde son embadurnados con
arcilla rojiza.1" Mathews ofrece una descripción más completa y animada: llega un grupo de
hombres provenientes del terreno sagrado haciendo sonar las zumbadoras, golpeando el suelo
con palos, y arrojando palos ardientes. Mientras tanto, otros hombres se hacen con los
muchachos y los conducen a cierta distancia. Cuando a las mujeres y los niños se les permite
mirar, no ven nada a su alrededor excepto cenizas y palos ardientes, y se les dice que
Daramulun trató de quemarlos cuando llegó para llevarse a los novicios.17
El significado de la primera parte de la ceremonia, la separación de los neófitos de sus
madres, parece bastante claro. Lo que aquí tenemos es una ruptura, a veces bastante violenta,
con el mundo de la infancia, que es, a la vez, un mundo maternal y femenino y el estado infantil
de irresponsabilidad y felicidad, ignorante y asexuado. Esta ruptura se hace de un modo que
produzca una fuerte impresión, tanto en las madres como en los novicios. De hecho, en casi
todas las tribus australianas las madres están convencidas de que sus hijos serán asesinados y
devorados por una divinidad hostil y misteriosa, cuyo nombre desconocen, pero cuya voz han
escuchado a través del aterrador sonido de las zumbadoras. Se les asegura, claro está, que la
divinidad pronto resucitará a los novicios en forma de hombres crecidos, es decir, de iniciados.
Pero en cualquier caso, los novicios mueren a la niñez, y las madres tienen el presentimiento de
que los muchachos nunca volverán a ser lo que fueron antes de la iniciación: sus hijos. Cuando
los muchachos regresan finalmente al campamento, las madres les tocan para asegurarse de que
realmente son sus hijos. Entre algunas tribus australianas -y también entre otros pueblos-, las
madres lloran sobre los iniciados al igual que podrían hacerlo sobre los muertos.
En cuanto a los novicios, su experiencia es todavía más decisiva. Por primera vez
sienten miedo y terror religioso, porque se les ha dicho de antemano que serían capturados y
muertos por seres divinos. Mientras eran considerados niños, no tomaron parte en la vida
religiosa de la tribu. Si por casualidad escucharon referencias acerca de los seres misteriosos, y
retazos de mitos y leyendas, no comprendieron de qué trataban. Tal vez vieron a personas
muertas, pero no se les ocurrió que la muerte fuese algo que tuviese que ver con ellos. Para
ellos, era una "cosa" externa, un misterioso acontecimiento que le sucedía a otras personas, sobre
todo a los ancianos. Ahora, de repente, se les arrebata su gozosa inconsciencia infantil, y se
les dice que ellos también morirán, que la divinidad les dará muerte. El acto de la separación de
sus madres en sí mismo les llena de presagios de muerte, pues son arrebatados por hombres
desconocidos, a menudo enmascarados, les llevan lejos de su entorno familiar, les tienden en el
suelo y son cubiertos de ramas.
Por primera vez se enfrentan a una experiencia de oscuridad que les es desconocida. No
se trata de la oscuridad que conocían hasta entonces, del fenómeno natural de la noche -de una
noche que nunca acababa de ser totalmente oscura, pues estaban las estrellas, la luna, las
hogueras-, sino de una oscuridad absoluta y amenazadora, poblada de seres misteriosos y, por
encima de todo, aterradora debido a la proximidad de la divinidad anunciada por las
zumbadoras. Esta experiencia de oscuridad, de muerte, de la proximidad de seres divinos, se
repetirá continuamente y será profundizada a lo largo de toda la iniciación. Como veremos, un
número considerable de ritos y ordalías iniciáticas reac-tualizan el motivo de la muerte en la
oscuridad y a manos de seres divinos. Pero es importante subrayar que el primer acto de la
ceremonia ya implica la experiencia de la muerte,

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María del Carmen

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