Principio de Unidad. Ibn Arabí

08.04.2013 18:03

 

 

La visión de Ibn Arabi apunta precisamente a esta toma directa de Dios, sobre la que existe unanimidad a través de todas las tradiciones. En Occidente, esto a veces se ha mencionado como la tradición de Abraham, ya que es de la revelación dada al profeta Abraham de la que surgen las tres religiones del mundo occidental. (Nota: Se hace referencia a la familia de Abraham tanto históricamente como espiritualmente; el Profeta Muhammad dijo que él había venido para purificar la religión de Abraham, y Jesús dijo " Antes de que Abraham estuviera, estoy yo"). El punto principal de la perspectiva abrahámica es el significado del monoteísmo, que ha sido muy mal entendido y al cual se ha prestado muy poca atención. En esta tradición, no se entiende a Dios como un Ser, ni siquiera como el Ser Supremo más allá del universo, ya que ambas concepciones implican que hay otros seres fuera de Él.

 

Lo que se entiende por Dios es simplemente el Ser como tal. Esto nunca puede convertirse en un objeto de conocimiento, contemplación o pensamiento; sólo puede conocerse como incognoscible, pero al mismo tiempo se presenta como el conocedor y el conocido, el que contempla y el contemplado, el amante y el amado. Como dice Ibn Arabi:

 

 

... la existencia atribuida a lo creado es el Ser de Dios, ya que lo posible no tiene existencia.

Sin embargo, las esencias de lo posible son receptáculos para la manifestación de este Ser...

Los verificadores consideran como algo establecido que no hay nada en el Ser excepto Dios.

 

Al-futûhât II. 69. Trad. por W. Chittick.

 

 

De este modo, la idea fundamental de la mentalidad semítica es que la causa última de todo, en cualquier ámbito, es una. Y las cosas, ya sea la masa más grande o la partícula subatómica más diminuta, son un perpetuo estado de transformación de ese Uno. Existe un contacto directo entre cada cosa y su realidad, de forma que cada uno recibe el Ser según su grado de preparación. Por lo tanto, una abeja determina su propia creación como una abeja. Esto no sólo es un hecho ontológico, intelectualmente aceptable como premisa pero sin aplicación, sino que también hay una larga tradición de experiencias en el ser humano, y quizás esto sea lo más importante, de descubrir que esto es cierto. Cada vida, sea consciente de ello o no, es un viaje de descubrimiento de lo que realmente significa esta unicidad del ser.

 

Como diría Ibn Arabi, la totalidad de la vida espiritual comienza con la comprensión de este hecho, y termina con él. Lo que queda en medio es el descubrimiento de cómo es así en cada instante, en la intimidad del corazón de cada individuo.

 

Entonces, el descubrimiento de Dios es al mismo tiempo el incesante autodescubrimiento del individuo. El mundo ya no es estático, sino el teatro dinámico de la manifestación Divina, y cada movimiento en él es esencialmente un movimiento por amor a Dios. Sucede simultáneamente que “es Él y no es Él” como dice Ibn Arabi, justo como sucede con la imagen de una persona ante un espejo.

 

La característica que emplea a menudo en sus escrituras es la de la interacción constante de la paradoja, similar al “koan” en la tradición Zen, para forzar la mente hasta alcanzar su límite, de modo que la verdad se pueda ver sin restricciones.

 

Es difícil transmitir algo más que unas pinceladas de las enseñanzas de  Ibn Arabi, porque sea cual sea el punto de entrada desde el que se parta, sea cual sea el punto de vista que se sostenga como verdadero, es como adentrarse en un océano. Como en el caso de Bach, incluso la cantidad de su producción literaria asombra, con aproximadamente 700 libros, tratados y colecciones de poesía, de las cuales quizás se conserven todavía 400  (una de ellas, Al-futûhât al-Makkiyya (Las iluminaciones de La Meca), ¡se estima que llegará a las 17.000 páginas en su nueva edición!). Sin embargo, en realidad el problema no es el volumen total de trabajo, que requeriría toda una vida o más de estudio, sino la extraordinaria calidad del material, que exige mucho al lector.

 

La primera página del “Futuhat Al-Makkiyah”.Manuscrito de Konya, escrito amano por Ibn  Arabí.

A pesar de todo, se nos da una clave para comprender: la visión triple de los tres grandes profetas del mundo occidental, que para Ibn Arabí transmiten el mismo mensaje, esto es, la misma religión esencial del amor. Considera a todos los profetas y santos como maestros de esta religión fundamental.

 

 

 

 

No hay más conocimiento que el tomado de Dios, ya que solo Él es el Omnisciente…. los profetas, a pesar de su gran número y de los largos períodos de tiempo que los separan, no tenían ningún desacuerdo en el conocimiento de Dios, ya que lo tomaron de Dios.

 

Al-futûhât al-Makkiyya (Las iluminaciones de La Meca) II. 290. Trad. al inglés por W. Chittick, “The Sufi Path of Knowledge”.

 

 

 

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