Símbolos de un mundo inconsciente

06.12.2013 04:41

Imágenes en piedra. Raccoon Creek, Georgia (Estados Unidos), 1200-1600 d. C.. Foto: Gza.editorial

Imagen del mito es una obra valiosa por su contenido y muy cuidada en su presentación. Volumen de lujo, con excelentes ilustraciones y con prólogo, sucinto pero sustancial, del helenista y estudioso de las religiones Leandro Pinkler. Su autor, Joseph Campbell (1904-1987), fue, junto con el rumano Mircea Eliade, uno de los más destacados especialistas en mitología comparada y gran difusor de estos saberes. Su vasta formación le permitió entrever, mediante la comparación de culturas asaz diversas, dos cuestiones fundamentales: primero, la intuición de un mundo diferente del material e inaprehensible desde la esfera de la razón y, segundo, la búsqueda de un nexo que permita religar ambos mundos.

Mediante un significativo conjunto de imágenes, Campbell nos habla de la existencia de esa otredad llamada Dios, lo divino, la fuente originaria, lo sagrado o como guste denominársela, entrevista y difundida por religiones y creencias variadas. Para la exégesis de tales imágenes -muchas de ellas de naturaleza onírica-, echa mano de la interpretación psicoanalítica de Carl Jung.

El volumen integra la colección Catena Aurea, denominación que, simbólicamente, alude al "hilo" que enhebra cielo y tierra, materia y espíritu, hombre y dios; es también el ligamen por medio del cual se transmite la Sophia perennis, "el saber primordial" a lo largo de la historia humana.

Campbell, cuya obra presenta sólida unidad, saltó a la fama con la publicación de El héroe de las mil caras . En este trabajo, al demostrar la universalidad de este "monomito" descriptivo de los tres momentos del héroe -exilio, iniciación, retorno-, sentó las bases de la mitología comparada, desarrollada luego enLas máscaras de Dios. En esta obra nos habla de una realidad trascendente (das Heilige, "lo sagrado", en palabras de Rudolf Otto) que, en un juego de aparición y ocultamiento, gusta presentarse a través de rostros múltiples.

En Imagen del mito destaca que esta forma expresiva tiene como función "reconciliar a la conciencia que despierta con el misterio del mundo tal cual es", y de esa operación de naturaleza simbólica ofrece algo más de 400 imágenes tradicionales. Así, la del mundo como sueño, con Vishnú, el gran soñador, junto a "la idea de que este mundo, con los cielos, infiernos y todo lo que contiene, es un gigantesco sueño de un solo ser cuyos personajes sueñan a su vez"; o las que se refieren al orden cósmico -con el tópico de "la montaña del mundo"-, al loto y la rosa, a la luz interior, al sacrificio o, entre otras, al despertar, tras la iniciación, a una nueva vida.

Con ellas pretende hacer visibles realidades invisibles y, a las ordinariamente inefables, expresarlas mediante el lenguaje de imágenes para mostrar cómo las diferentes culturas pensaron los misterios y de qué modo dieron respuesta a los grandes interrogantes: el misterio de la creación, el porqué de la vida, la posible vidapost mortem. En ese cometido ve los sueños como "una puerta abierta a los mitos" a la vez que explica de qué modo lo onírico nos permite penetrar en un mundo interior que ignoramos, por más vigilante que esté nuestra conciencia. Siguiendo a Jung y a los intelectuales del Círculo Eranos del que formó parte, Campbell insiste en que los temas míticos, a manera de arquetipos, están en el alma en forma innata y que afloran en nuestros sueños.

Frente allógos, que propone un saber racional basado en la lógica, elmýthos, en cambio, se interesa por un conocimiento fundado en otras razones, por lo que avanza en un terreno donde la razón se detiene al no hallar una explicación fundada en criterios lógicos. Campbell subraya también el valor de las imágenes y los mitos como mediadores entre lo consciente y lo inconsciente, lo lógico y lo aparentemente arbitrario, la lucidez diurna y la ensoñación nocturnal, con lo que insiste en la necesidad de articular la función lógica con la imaginativa para evitar en el hombre una esquizofrenia entre el mundo de su intelecto y el de sus afectos.

Al referir que uno de los límites de la ciencia es haber pensado que todo podía ser explicado racionalmente -para lo cual utilizó de modo exclusivo los métodos de las ciencias exactas-, el autor insta, en cambio, a la búsqueda de un procedimiento más abarcativo -que incluya mitos, sueños y otras formas de saber tradicional-, capaz de adecuarse a las estructuras complejas que presenta lo viviente. Los estudios sobre "lo imaginario" como el que intenta Campbell proponen una renovación epistemológica de alcances insospechados. En ellos mitos, imágenes, símbolos tradicionales y sueños articulan un pensamiento plurivalente capaz de introducirnos en un mundo interior desconocido por nuestra conciencia.

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María del Carmen

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