EL AMOR, EXPRESIÓN DEL SER por Antonio Medrano
El Amor es una tendencia, fuerza o impulso que brota del Ser. Es una pura expresión, aparición o epifanía del Ser. Viene del Ser y va hacia el Ser. Por eso da vida, anima, alienta y sostiene a todo lo que es, a toda realidad, a todo lo que vive y existe. El Amor está en la esencia de todo ser, en su núcleo esencial, en su meollo constitutivo. De ahí que sea también fuerza afirmadora y potenciadora del ser. El Amor nutre y alimenta al ser, lo protege y cobija, lo cuida con cariño, lo cubre y arropa, lo ampara y envuelve con su caricia. El hombre está llamado a ser “el pastor del Ser” (según Heidegger); es decir, su destino no es otro que actuar como cultivador, cuidador o curador del Ser, ser su guía, vigilante y protector, porque esa es la función que le señala la llamada del Amor. Esa es su vocación innata y connatural, en la cual se realiza como persona. Pero hace falta mucha capacidad amorosa para ser un buen pastor. Allí donde hay una huida del Ser se da también una caída o pérdida del Amor. Y viceversa: donde encontremos degeneración, apagamiento o ruina del Amor, comprobaremos que ello es consecuencia del olvido o huida del Ser. Y no puede dejar de señalarse que en este olvido o huida del Ser, como han diagnosticado destacados pensadores, está precisamente la raíz última de la crisis que sufrimos. El Amor nos hace arraigar en el Ser. Hace que nuestras raíces vitales penetren hasta el mundo del Ser de donde extraerán toda su sustancia nutricia, trascendiendo el mundo del devenir. Nos hace ser en verdad y a fondo. Afianza, aumenta, fortalece y acendra nuestro ser. Nos ayuda a comprender lo que significa “ser” (en el sentido fuerte de la palabra). Nos lleva a conocernos y sernos en plenitud. Gracias al Amor nos hacemos esenciales, contactamos con nuestro ser esencial, que puede así manifestarse, crecer y expandirse.
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