La realidad del aliento en el sufismo y más allá

04.04.2013 09:40

 
in duda el aliento constituye uno de los factores
más importantes en el desarrollo de la espiritualidad
en cualquier camino que uno pueda seguir en su vida. El
aliento es la razón principal de nuestra existencia continua
en este mundo. El aliento de vida y de existencia
nos lo da Dios y nos lo quita Dios. Es uno de los medios
fundamentales por los que podemos realizar al Amado
a través de Sus Atributos. El aliento es el torrente sanguíneo
que da vida, sin el cual uno claramente dejaría de
existir. Es un tema tan importante que ha sido el centro
de muchos escritos de poetas místicos y maestros sufíes,
entre otros, Rumi, Sanāi, Jayyām, Shabestari, Sultān Bāhu
y el Dr. Javad Nurbakhsh, maestro actual de la orden sufí
Nematollāhi. El aliento también ha sido el punto central
de referencia de diversos libros sagrados, como la Biblia
y los Upanishads. El alcance de este artículo es analizar
cómo ha sido presentado el aliento en varias tradiciones
espirituales y particularmente en el sufismo.
«La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo
os envío». Dicho esto, echó su aliento sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados,
les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan
retenidos». (Jn 20,21-23)
Se puede decir que la referencia en este pasaje a Jesús
echando su aliento sobre sus discípulos significa que
otorga la Atención divina o la Presencia de Dios a sus
discípulos, para que puedan recorrer con éxito el camino
espiritual.
El siguiente libro sagrado que hace referencia al
aliento es el Qorán. En la sura III titulada La familia de
Imran, cuando el ángel dice a María que dará a luz un niño
llamado Jesús, está escrito:
Dijo ella: «¡Señor! ¿Cómo puedo tener un hijo, si no me ha
tocado mortal?» Dijo [el ángel]: «Así será. Dios crea lo que
Él quiere. Cuando decide algo, le dice tan sólo: “¡Sé!” y es. Él
le enseñará la Escritura, la Sabiduría, la Torah y el Evangelio
». (Qo 3, 47-48)
Y luego continua por boca de
Jesús:
Y como enviado a los Hijos de Israel:
«Os he traído un signo que viene de
vuestro Señor. Voy a crear para vosotros,
de la arcilla, a modo de pájaros.
Entonces, soplaré en ellos y, con permiso
de Dios, se convertirán en pájaros».
(Qo 3,49)
La referencia directa al aliento
está claramente enunciada en la última
frase de este pasaje. Hay otra referencia
más indirecta al aliento al comienzo
del pasaje cuando Dios dice
Sé y es —que es una frase común citada
en todo el Qorán. Este Sé, es similar
a un aliento de Dios por el que
todas las cosas son creadas o traídas
a la existencia. En el mismo capítulo
del Qorán hallamos un ejemplo de
esto, cuando dice:
Esto te recitamos de las aleyas y de la
sabia Amonestación. Para Dios, Jesús
es semejante a Adán, a quien creó de
tierra y a quien dijo: «¡Sé!» y fue. (Qo
3,58-59)
En el Avesta, el libro sagrado
de los zoroastrianos, la creación del
ser humano no tiene relación con
el barro y el aliento de Ahurāmazdā
(Dios), sin embargo, el ser y la existencia
de los seres humanos y los
animales depende del «viento», que
es un ser divino. Zoroastro, en diferentes
oraciones, se dirige también a
Dios como «el Aliento de la vida».
En el Avesta, wāt es el nombre del
dios del viento que acompaña al dios
del amor. En el Zād-seperm figura:
El Espiritu bueno del viento se manifestó
sobre la tierra bajo la imagen de
un hombre joven, luminoso y de estatura
alta… Es como el alma que mueve
al cuerpo y el cuerpo cobra movilidad
gracias a él… El soplo es lo que da
origen a los alientos y a la respiración
de los hombres y de los animales.
También en el libro Rawāyat-e
pahlawi, viene:
Ahurāmazdā, para resucitar a los
muertos, toma de la tierra los huesos,
del agua la sangre, de los vegetales el
pelo y del viento el alma. Luego los
mezcla y les otorga su propia imagen.
(Avesta, Jalil Dustjāh, p. 941)
Se encuentran también referencias
al aliento en las antiguas escrituras
chinas.
cada
miembro de las familias nobles de
China posee dos espíritus que a la
hora de la muerte se separan. Uno,
llamado Hun, contiene la personalidad
espiritual de la persona y pertenece
al Yang y después de la muerte
va al paraíso. Y el otro, conocido
como P'o, es un aliento vivificador y
fortificador perteneciente al Yin, que
después de la muerte regresa a un
mundo intermedio conocido como
«los ríos amarillos». Según la sabiduría
Ch'i, el aliento es un ser celestial
que mora entre el cielo y la tierra, y
la vida es la encarnación de una parte
del Ch'i en el cuerpo humano, la cual,
después de la muerte de la persona,
vuelve a su fuente celestial (como la
gota que vuelve al océano). (Dictionary
of Religions)
Otro libro sagrado que contiene
algunos puntos de referencia sobre
el tema del aliento son los Upanishads.
Se reconoce generalmente este
libro como las Escrituras centrales del
hinduismo. Se dice en el Katha Upanishad
en la parte 5:
Los poderes de la vida adoran a ese
Dios que está en el corazón y Él regula
el aliento de la vida, inspirando y espirando.
(Mascaro, p. 63)
Una vez más, podemos inferir de
este pasaje que el mismo aliento que
respiramos proviene de Dios. Otra
cita del Mundaka Upanishad, parte 2,
capítulo 1, también parece confirmar
esto:
Su aliento es el viento que sopla y el
universo, en su totalidad, es Su corazón.
Esta tierra es la huella de Sus
pies. Él es el Espíritu que está en todas
las cosas. (Mascaro, p. 78)
Los Upanishads también contienen
algunas palabras sabias y de
sentido común relativas al uso del
aliento. Por ejemplo, el Svetasvatara
Upanishad en su parte 2 enuncia:
Y cuando el cuerpo está en silenciosa
calma, respira rítmicamente a través de
las ventanas de la nariz con un pacífico
ir y venir del aliento. Tiran de los carros
de la mente caballos salvajes y esos
caballos salvajes deben ser domados.
(Mascaro, p. 88)
Este pasaje se refiere al uso del
aliento, particularmente en el momento
de la meditación, porque es
entonces cuando el cuerpo está en
calma silenciosa, y es también el momento
concreto en el que tienen que
ser domados esos caballos salvajes
de la mente (que a menudo incluyen
todas las formas de imaginación, las
sombras del ego, del yo propio). Esto
no suele ser fácil y requiere una disciplina
considerable, que depende de
la capacidad y de la aptitud de cada
persona.
Por supuesto, es obvio señalar
que una persona no puede mantenerse
respirando [de esta manera] indefinidamente,
a lo largo de todo el día.
El aliento debe asumir un cierto nivel
de sacrificio para hablar, hecho que
señala un extracto de los Kaushitaki
Upanishads:
Cuando alguien está hablando, no puede
estar respirando: éste es el sacrificio
del aliento al habla. Y cuando alguien
está respirando no puede estar hablando:
este es el sacrificio del habla al
aliento. Son las dos inacabables ofrendas
inmortales del hombre, ya esté despierto
o dormido. (Mascaro, p. 105)
Inayat Khan (1882-1927), el gran
músico y maestro sufí indio, en su libro
titulado The Mysticism of Sound and
Music, dice que los grandes místicos
siempre han cultivado el aliento y que
la fuente de su capacidad sanadora y
de su evolución espiritual reside en el
aliento. Va incluso más allá al afirmar
también que el poder del aliento del
hombre santo está tan equilibrado,
purificado y desarrollado que atrae a
todos los elementos y que, como tal,
su aliento puede hacer mil veces más
de lo que puede la medicina (Hazrat
Inayat Khan, p. 104). El misterio de
la vida yace en el aliento y la pulsación
de este aliento es como un ritmo
que mantiene al cuerpo funcionando.
Hay, por supuesto, mucho más en el
aliento de lo que la persona ordinaria
puede ver y la siguiente cita del libro
de Inayat Khan puede ser indicativa a
este respecto:
El aliento no llega sólo hasta donde
conoce el hombre de la ciencia material.
Él sólo conoce las vibraciones
del aire, que va y viene, y no ve más
allá. Más allá de esto hay una pulsación:
el latido del corazón y de la cabeza,
cuyo pulso mantiene un ritmo.
El hombre muy rara vez piensa acerca
de todo lo que depende de este
ritmo. ¡La vida depende toda ella de
él! El aliento con el que se respira es
ciertamente un secreto en sí mismo;
no sólo un secreto sino la expresión
de todo misterio, algo de lo que depende
la psicología de la vida. (Hazrat
Inayat Khan, p. 254)
Y ahora, en este punto, vuelvo al
contexto espiritual en el que se usa el
término «aliento>>

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María del Carmen

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