Lo apolíneo y lo dionisíaco según Jung en Nietzsche

09.05.2014 18:19
 
En su libro Tipos psicológicos, C.G. Jung cita las ideas desarrolladas por Nietzsche en El nacimiento de la tragedia, como introducción a su clasificación tipológica. 
 
En la obra citada, Nietzsche describe los impulsos antagónicos que se hallan presentes en el alma humana y denomina apolíneo-dionisíaco a su fundamental doble contrapuesto. 
 
Nietzsche utiliza las deidades del arte griego para describir la naturaleza de estos impulsos, explicando a través de las figuras de Apolo y Dionysos, que los mismos son distintos, contrapuestos, encontrándose casi siempre en abierta discordia. 
 
Una obra de arte -la tragedia ática- sería el resultado del apareamiento de estos dos impulsos, a partir de lo que Nietzsche denomina "un portentoso acto metafísico de la voluntad helénica". 
 
Para dar una idea más acabada de estos instintos, Nietzsche los compara con los estados del sueño y la embriaguez. 
 
El impulso apolíneo origina un estado psicológico comparable al sueño, considerándose a éste como "íntima visión", "instrospección", "contemplación hacia adentro". Apolo es considerado como la delimitación y dominio de todo lo salvaje e insumiso, la imagen del principio de individuación.
 
El impulso dionisíaco es la libertad del instinto que no reconoce límites, el estallido sin freno de la naturaleza animal. 
 
Representa la violación del principio de individuación, como ocurre en el estado de embriaguez, donde lo individual se disuelve en los instintos y contenidos colectivos. 
 
Jung interpreta que Nietzsche considera así al ser natural como obra de arte, donde la libido se expresa a través del individuo. Disiente con esta opinión, sosteniendo que Nietzsche tiende un engañoso velo estético sobre el problema. 
 
Según Nietzsche, la conciliación entre Apolo y Dionysos sería sólo una apariencia, nacida de la "necesidad sentida por la mitad civilizada del griego, en lucha con su lado bárbaro". 
 
Jung observa que se advierte en Nietzsche una tendencia a adjudicar al arte el papel mediador y redentor, provocando que el problema se inmovilice en lo estético, cuando en verdad la lucha entre Apolo y Dionysos y su reconciliación final era para los griegos una cuestión religiosa y no un problema estético. 
 
Sin embargo, reconoce que más allá de la concepción estética se hallaba en Nietzsche la idea de la verdadera solución del problema, ya que al afirmar que el contraste entre los impulsos antagónicos no se allanó por arte, sino por un "portentoso acto metafísico de la voluntad helénica", está admitiendo que se trató de un acto irracional e inconsciente, sin intervención del designio deliberado. 
 
A partir de aquí Jung hace hincapié en las cualidades psicológicas de los conceptos apolíneo-dionisíaco, tratando de relacionarlos con su descripción del par introversión-extroversión. 
 
Primeramente establece una analogía entre lo dionisíaco y la extroversión, donde la percepción participa en la máxima medida y se caracterizaría por el despliegue, la expansión, el fluir de los afectos que surgen instintivamente. 
 
Luego relaciona lo apolíneo con la introversión, explicando que tienen en común la introspección, la contemplación hacia adentro, la imagen de la medida y de los sentimientos controlados. 
 
Agrega Jung, sin embargo, que el estado de introversión debería originar una diferenciación de las relaciones con el mundo de las ideas, y la extroversión una diferenciación en las relaciones de objeto, lo que no coincidiría con las ideas expuestas por Nietzsche sobre lo apolíneo y lo dionisíaco. 
 
El sentimiento dionisíaco tiene el carácter de la percepción afectiva, sin lograr la pura abstracción de lo instintivo, que permitiría al individuo extrovertido obedecer las indicaciones de la razón. Por su parte, lo apolíneo es una intuición del mundo de las ideas, sin llegar a una pura y diferenciada relación de éstas, lo que facilitaría al individuo introvertido la constitución de formas abstractas y puras. 
 
De acuerdo con esto, en un sujeto preponderantemente reflexivo, del estado apolíneo de la intuición de imágenes íntimas nacerían las ideas. 
 
En un individuo preponderantemente sentimental, las imágenes serían penetradas por los sentimientos, originando la idea sentimental. 
 
Jung analiza luego este desarrollo bajo el punto de vista estético y dice que la introversión se detiene en la intuición de las ideas y la extroversión en la percepción, por lo que pensar y sentir son meros derivados de la intuición interna o de la percepción sensible. 
 
A partir de los conceptos de Nietzsche, Jung agrega a los tipos "racionales" (reflexivo y sentimental), un tercer y cuarto tipo, que denomina "estético", e incluiría el tipo "intuitivo" y el "sensible o perceptivo". 
 
El "intuitivo" se adapta al mundo obedeciendo directivas inconscientes, ya que en él la percepción inconsciente se eleva a la categoría de función diferenciada. 
 
El "perceptivo", a la inversa, se basa exclusivamente en elementos de la percepción sensible y en el estímulo real. 
 
Opina Jung que no es casual que Nietzsche haga hincapié en la función psicológica de la intuición y de la percepción por una parte y del instinto por otra, ya que esto se relaciona íntimamente con la psicología personal del filósofo, al que incluye dentro del tipo intuitivo, con tendencia al aspecto introvertido. 
 
Se basa en el modo intuitivo-artístico de su producción, sobre todo respecto de algunas obras (por ejemplo El nacimiento de la tragedia). El aspecto introvertido-intelectual es característico de sus escritos aforísticos. 
 
Según Jung, la disposición intuitiva de Nietzsche facilita el logro de la profunda videncia de las cualidades dionisíacas de su inconsciente. 
 
 
Nietzsche y el inconsciente
 
Algunos autores como P. Lersch o K. Jaspers señalan que Nietzsche tuvo el mérito de descubrir las conexiones motivacionales inconscientes, la importancia de los sueños, los conceptos luego conocidos como arquetipos, la sublimación, la conversión, la transformación, un estudio profundo sobre los instintos, y además la importancia de la comunicación en la terapéutica. Y que todo ello ha sido fuente inspiradora de los psicólogos posteriores. 
 
Transcribimos a continuación algunos fragmentos: 
 
Realmente la mayoría de los cultos practicados por los fieles de las religiones oficiales de occidente caen dentro de las manifestaciones de tipo apolíneo, es decir, racionales, armoniosas y no dentro de las de tipo orgiástico, irracionales y con signos de éxtasis. Esta dicotomía fue introducida por Nietzsche en El origen de la tragedia, en 1872. Desde la perspectiva actual, las manifestaciones apolíneas pueden atribuirse al campo del consciente, mientras que las dionisíacas pertenecen al inconsciente. (Freedman y Kaplan, pág. 24). 
 
"Esto lo he hecho, dice mi memoria, esto no lo pude haber hecho, dice mi orgullo. Finalmente cede mi memoria" (represión psicológica). Esto luego fue expresado por Freud en Psicopatología de la vida cotidiana con sus olvidos, lapsus y otros actos fallidos. (Alonso Fernández). 
 
La tesis de que las relaciones anímicas en su surgir y producirse unas de otras son aprehendidas  
desde el interior y en forma inmediata, no queda limitada en su vigencia por el hecho de que en ocasiones la relación motivacional no aparezca en modo alguno en la conciencia, en la que no obstante es efectivamente operante. Corresponde a Nietzsche el extraordinario mérito de haber descubierto estas conexiones motivacionales inconscientes, lo cual dio lugar a que se aplicara a su investigación psicológica el calificativo poco feliz de "psicología desenmascarante". (P. Lersch, pág. 70). 
 
Lo que experimentamos en los sueños pertenece muchas veces al patrimonio de nuestra vida tanto como lo realmente vivido; gracias a ellos somos más pobres o más ricos, tenemos mayores o menores necesidades. Somos dirigidos incluso en el día claro y brillante y en los más alegres momentos de nuestra vida vigil por los hábitos procedentes de ellos. (Nietzsche, citado por Lersch, pág. 506). 
 
"En los sueños repetimos el pensamiento de la primitiva humanidad". Esta idea de Nietzsche reaparece metamorfoseada en la teoría de los arquetipos de Jung. (Lersch, pág. 512). 
 
Desde que Descartes resumió la fórmula del hombre en la frase "cogito, ergo sum", nos inclinamos por admitir que el mundo que nos rodea y lo que somos nosotros mismos se reduce a aquello que vemos reflejado en el espejo de nuestra conciencia, contra lo que se alzó antes que nadie Nietzsche. Sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral:
 
"¿Qué es lo que sabe propiamente el hombre de sí mismo? ¡La naturaleza le oculta la mayor parte de las cosas, incluso de su propio cuerpo, para mantenerlo desterrado y encarcelado en una conciencia orgullosa y malabarista, insensible a las sinuosidades viscerales, al rápido flujo de la corriente sanguínea, y a los complicados estremecimientos de las fibras!...
 
Y ¡ay! del nuevo deseo, que pudo asomarse por un resquicio fuera de la morada de la conciencia y pudo presentir que sobre lo despiadado, lo codicioso, lo insaciable o lo criminal, el hombre descansa en la indiferencia de su ignorancia, y como si se encontrara abandonado a sus sueños sobre el lomo de un tigre!". (Lersch, pág. 561). 
 
Enteramente únicos y los más grandes de todos los psicólogos comprensivos son Kierkegaard y Nietzsche. (K. Jaspers, pág. 368). 
 
Como fenómeno histórico cultural, el psicoanálisis es psicología popular. Lo que en las alturas de la verdadera historia del espíritu hicieron Kierkegaard y Nietzsche, es vuelto aquí más tosco en los puntos más bajos y desviado nuevamente, correspondiendo al bajo nivel de la mediocridad y de la civilización de las grandes ciudades. Frente a la verdadera psicología es un fenómeno de masas, en consecuencia se ofrece en una literatura de masas. 
 
Cuando se dice que Freud "ha introducido la comprensividad de los extravíos psíquicos primera y decididamente en la terapéutica frente a una psicología y a una psiquiatría que se había vuelto sin alma", esto es equivocado. Primeramente esa comprensión existía ya antes, si bien hacia 1900 quedó en el fondo; en segundo lugar fue explotada por el psicoanálisis de una manera errónea, y finalmente ha imposibilitado la repercusión inmediata en psicopatología de lo propiamente grande (Kierkegaard y Nietzsche) y es culpable de la reducción del nivel intelectual de toda la psicopatología. (Jaspers, pág. 419). 
 
...Un ejemplo son las observaciones de Nietzsche sobre tales mecanismos: 
 
"Los instintos se manifiestan, cuando es posible, simplemente, sin resistencia. Si a esta manifestación se oponen 'resistencias', todos los instintos que no se descargan hacia afuera, se vuelven hacia adentro... Todo el mundo interior, originariamente tendido tenuemente entre dos membranas, se ha desarrollado y ha prosperado, ha adquirido profundidad, amplitud, altura, y se ha desenvuelto, así que la descarga hacia afuera fue inhibida. Tal inhibición viene de la situación real o por represión activa. En ambos casos se expresan los instintos inhibidos en forma alterada, por ejemplo: 
 
1) Por la búsqueda de un contenido inadecuado, en todo caso distinto, por la satisfacción de "disfraces y símbolos". 
 
"La mayoría de los instintos -con excepción del hambre- se dan por contentos con materiales soñados". 
 
2) Por la "descarga" de tensiones de mal humor por vías inadecuadas. También el alma debe tener sus cloacas determinadas por donde deje fluir sus suciedades: para ello sirven personas, relaciones, puestos o la patria o el mundo, "las maledicencias de los otros sobre nosotros no se aplican a menudo propiamente a nosotros, sino que son manifestaciones de una cólera, de un mal humor por motivos muy distintos". "El que está descontento consigo mismo está constantemente dispuesto a vengarse de ello; nosotros seremos su víctima". "Una manera especial de la descarga es la confesión: el hombre que se comunica, se libera de sí mismo; y el que ha confesado, olvida". 
 
3) No hay en términos estrictos, una acción no egoísta, ni una contemplación plenamente desinteresada: ambas son sublimaciones, en las que el elemento fundamental aparece volatilizado y sólo se muestra existente todavía para la observación más sutil. 
 
Nietzsche habla de "personas de sexualidad sublimada". "Algunos instintos, por ejemplo el instinto sexual, son capaces de gran refinamiento por el intelecto (amor al prójimo, adoración de María y los santos, entusiasmo artístico; Platón sostiene que el amor al conocimiento y a la filosofía es un instinto sexual sublimado). Pero junto a eso queda en pie su viejo afecto directo". 
 
"El grado y la naturaleza de la sexualidad de una persona alcanza hasta la última cima de su espíritu". 
 
Freud ha vuelto más toscos esos pensamientos y los hizo populares. La expresión "sublimación" la ha tomado para la transposición de la energía sexual instintiva en actuación en favor de rendimientos en los dominios artísticos, científicos, caricativos y otros. Denomina "conversión" a la aparición de manifestaciones corporales debidas a causas psíquicas, y denomina "transformación" a la aparición de fenómenos psíquicos de otra especie, por ejemplo la angustia ante el instinto sexual. (Jaspers, Pág. 424). 
 

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María del Carmen

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