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Cinco influencias de Gonzalo Rojas
Cinco influencias de Gonzalo Rojas
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Lo cierto es que llueve. Pensamiento o
liturgia, lo cierto es que llueve.
Gonzalo Rojas, El alumbrado
1ª. Corro el peligro de perderme,
madre, en un laberinto con-
céntrica ranura.
Corro el peligro, madre,
de verte desnuda de hijo
y andar boca
abajo, sin cuerpo, sin
dudas, sin pechos, sin
manos, sin
todo el azar de un abrazo.
Corro el peligro de perder-
me, y andar boca
abajo, sin cuerpo en lo oscuro
unitivo.
El centro es mi origen, la lucha
felina me impulsa al furor
desnacido.
¡Como me atrae, madre, lo
anterior a mi propio nacimiento!
2ª. Nacido el reniño se adelanta
y mira, ya
encantado el abismo, ya sesudo
de exactitud al asombrarse ahora.
Mira la oscuridad, como gravitan
los pies y la cintura
tuya después de mía, turbia
después de clara.
Mira y mira que miras
parado como el mulo de Lezama.
O te lanzas o
pudres el ardor, no hay testimonio
andante sino eso, o
te abisma el eléctrico
frenesí
despoblado
de músculos
ahora
o te quedas maldito en tu cuerpo podrido.
Quedarte ahí parado en la
higuera maldita, te
saldrá caro, anémona gaseada,
siempre espécimen, racimo
de estiércol
sin árbol
ni entraña.
Quedarte ahí es olvidar tu
origen, la límpida
manera de comenzar el día
y otro día
y otro camino cada orgasmo,
cada vez que te caes
de bruces en lo oscuro.
3ª. ¡No me dejes tensa-
do, maldita comezón que cabecea!
¡No me dejes podrido
mirarte en un
espejo! Rota y rota, traslada,
manumisa centella,
traslada de la cáscara al
meollo, de la médula
exacta al meridiano cero.
Y a empezar que te
empiezo a recorrer y a
comenzar de nuevo.
Que te empiezo a
querer y cabeceo
siluetas sin nombre.
Que te empiezo y
empieza el saboreo,
manumisa centella.
4ª. Rotación, traslación, sonámbula fijeza
que sabe a mar y sube
tu espinazo, semilla, de tuétanos desnuda
en constante trasiego, respira
y te atragantas
en el rítmico mármol de pétalos
deseoso.
Deseosa de arder, de acallar la rabieta
del psíquico desliz se abre
al macho tenue, al complejo titán
de sus sueños y teje
y desteje y contrae la expansiva tiniebla
dando paso al aullido, oh felino
el ahora.
Mismísimo dislate, abierta y encontrada
se traslada del mundo a la naturaleza,
¿otro mundo tu espalda? otro
zarpazo acaso zanjando la tiniebla.
Así hay que estar, que
ver, que vivir
perfumado, glorioso, telúrico, entregado,
así hay que arder, del
sudor al sopor de la
belleza, trasladando el placer de la nada
a la cosa, de la cosa a la nube.
Así fue y así sea, gast-
ando, regal-
ando, vaci-
ando el vacío.
5ª. Así pues Gonzalo
Rojas, si está es la contra-
danza, hijo del minero, si esta
es la otra historia
del carbón, su resplandor
hialino, si estuviste loco,
si te metiste en tiesto milenario,
en ánfora horadada
y te estriaste como
flor mapuche, si estuviste aquí,
y hendiste y liberaste numinoso
en algas y en raíces, la médula
ósea, el esqueleto,
el prana y el apana de Gonzalo
que explotó en poema y
en coito y en meteoro
fabuloso, ¿cómo no
hermano
hermanarse, como no
encontrarse, reflejo
tras reflejo, donde el verso diga?
Por eso se repite
el espejeo, la rota-
ción, el desarrollo,
la máscara y meollo
del tiempo a tientas de
su gran trabajo.
Por eso se contagia
el ritmo meretriz y el
meteoro, por eso se concilia
lo distante en un súbito fornicio.
Por eso, por eso, por Gonzalo.
"Según pasa la vida la mujer sabia se enfrenta a tres tareas: aprender a conocerse a sí misma, aprender a confiar en sí misma y aprender a asumir riesgos. Conociéndose a sí misma, aprende a conocer a los demás. Confiando en sí misma, aprende a confiar en los demás. Asumiendo riesgos, adquiere el coraje de dejar ir. La mujer sabia recibe los mejores regalos de sí misma". (El Tao de las Mujeres)
El Poder Espiritual de la Mujer
Soy agua, tierra, fuego y aire
Soy hija, hermana, niña, mujer, madre y abuela...
Soy todas mis ancestras y todas mis futuras generaciones
Soy mi sangre, soy vida
Soy el ciclo constante... nacer, crecer y morir...
y volver a nacer...
Soy la tierra que camino, soy la luna y sus ciclos.
(Carolyn Hodges Correa)
- Sentirte a nivel físico, mental y emocional.
- Ser parte de un círculo sagrado de mujeres.
- Expresar a tu diosa con libertad y confianza.
- Verte en cada una de las mujeres del círculo... y con una mirada dulce y profunda amarte.
- Ser tu propia maestra.
- Honrar a la madre naturaleza.
- Elevar tu vibración.
- Vivenciar un estado de meditación en movimiento.
- Activar la creatividad a través del movimiento libre e intuitivo.
- Armonizar tu cuerpo físico, mental y emocional.
- Conectarte con tu sensualidad, feminidad y belleza.
- A través de la danza sentir la energía Ying y Yang, la importancia de su equilibrio y conexión con el don de dar y recibir.
- Despertar el poder femenino a través del movimiento consiente de los 7 centros energéticos o chacras.
Danza Sagrada Femenina
Los 4 elementos: la tierra, el aire, el fuego y el agua, son los guías y guardianes de este maravilloso viaje viaje corporal.
Intención del círculo de Danza Sagrada Femenina:
• Equilibrar la actividad cerebral de ambos hemisferios cerebrales.
• Despertar amorosamete el cuerpo y poner tu mente al servicio de tu corazón, tu esencia.
• Renovar tú energía..., limpiarte, liberarte, centrarte y reunirte.
Intención del círculo de Danza Sagrada Lunar:
• Conectarte con tu propio ciclo y el ciclo de la naturaleza.
• Despertar la sabiduría de la mujer cíclica.
El taller de danza sagrada lunar es una iniciación corporal para comenzar a fluir con el ciclo menstrual.
• Recuperar tu sabiduría y poder.
bailan y aúllan a la luna.
Juntas y salvajes van por las montañas,
Van en libertad y son hermanas.
Recogiendo todos los logros de nuestras antepasadas,
continuando con conciencia y usando nuevas palabras.
es hora de regalarnos risas,
de esas que nacen de muy adentro
y que se expanden a toda prisa.
que se inventan, como nosotras, para poder andar juntos.
que es el cuerpo de la tierra misma.
En cada fase de nuestros ciclos
abrazamos con amor la vida.
De la Divina Humanidad del Señor es de donde el Cielo, como un todo y una parte, se refleja en el hombre
78. Que el cielo en su totalidad y en sus partes representa a un hombre, lo cual es por virtud de lo Divino-Humano del Señor, sigue como conclusión de todo cuanto en los artículos precedentes se ha expuesto y manifestado. En los precedentes artículos ha sido expuesto:
(i) que el Señor es el Dios del cielo;
(ii) que lo Divino del Señor hace el cielo;
(iii) que el cielo consta de innumerables sociedades;
(iv) que el cielo en su conjunto representa aun solo hombre;
(v) que cada sociedad en el cielo igualmente representa a un hombre;
(vi) que por ello todo ángel tiene perfecta forma humana.
Todo esto conduce ala conclusión que lo Divino, puesto que constituye el cielo, es Humano en su forma. Que esto es lo Divino-Humano del Señor puede verse aun más claro por las referencias a "Arcana Coelestia" que en el apéndice son consignadas y reunidas en compendio. Que lo Humano del Señor es Divino y no como se cree en la iglesia que lo humano del Señor no es Divino, puede también verse por estos extractos, así como por la Doctrina de la Santa Jerusalén, al final donde se trata del Señor.
79. Que así es me ha sido demostrado por múltiples experiencias; acerca de lo cual se dirá algo en lo que ahora sigue. Los ángeles que están en el cielo nunca perciben a lo Divino bajo otra forma que la humana; y—lo que es extraño—los que están en los cielos superiores no pueden pensar acerca de lo Divino de otra manera. La necesidad que tienen de pensar de esta manera les viene por lo Divino mismo que influye sobre ellos y también por la forma del cielo, con arreglo a lo cual sus pensamientos se extienden alrededor de ellos, porque todo pensamiento de los ángeles tiene su extensión en el cielo, y conforme esta extensión tienen inteligencia y sabiduría. De allí viene el que todos allí reconocen al Señor, puesto que lo Divino-Humano no existe sino en Él. Esto no solamente me ha sido manifestado por los ángeles, sino también me ha sido dado percibir al ser elevado a la esfera interior del cielo. Por esto es claro que cuanto más sabios son los ángeles tanto más distintamente perciben estas cosas; y de allí viene el que el Señor aparece a ellos; porque el Señor aparece en Divina forma angélica, que es la humana, a aquellos que reconocen y creen en una Divinidad visible, pero no a aquellos que creen en una Divinidad invisible. Los primeros pueden ver a su Divino; estos últimos no pueden verlo.
80. Siendo así que los ángeles no perciben un Divino invisible, cuyo Divino llaman un Divino sin forma, sino un Divino visible en forma humana, tienen por costumbre el decir que sólo el Señor es Hombre, y que ellos son hombres por Él, y que cada uno tanto es hombre cuanto recibe a Él. Por recibir a Él entienden recibir bien, y la verdad que emanan de Él, puesto que el Señor mora en Su bien y en Su verdad; a esto llaman también sabiduría é inteligencia; dicen que todos saben que la inteligencia y la sabiduría hacen el hombre, y no el rostro sin ellos; que esto es así consta también por los ángeles del cielo interior; por hallarse estos por el Señor en el bien y en la verdad, y por ello en sabiduría é inteligencia, tienen la más bella y más perfecta forma humana; y los ángeles de los cielos inferiores la tienen menos perfecta y bella, siendo lo contrario en el infierno; los que están allí, vistos en la luz del cielo, apenas parecen hombres, sino monstruos; porque se hallan en el mal y en el error, y no en el bien y en la verdad, por consiguiente en oposición a la sabiduría y a la inteligencia, por cuya razón la vida de ellos tampoco se llama vida sino muerte espiritual.
81. Puesto que el cielo en totalidad y en parte representa a un hombre debido a lo Divino-Humano del Señor, los ángeles dicen que están en el Señor, y algunos que están en su cuerpo, por lo cual entienden estar en el bien de su amor; como también el Señor enseña diciendo:
Estad en Mí y Yo en vosotros; como el pámpano no puede llevar fruto de sí mismo si no estuviere en la vid, así ni vosotros si no estuviereis en Mí... porque sin Mí nada podéis hacer... estad en Mi amor, si guardareis Mis mandamientos, estaréis en Mi amor (Juan 15: 4-10).
82. Por existir en el cielo tal percepción de lo Divino se halla implantado en todo hombre que recibe algún influjo del cielo el pensar de Dios bajo forma humana; así pensaban los hombres primitivos, así piensan también los actuales, tanto los de la iglesia cuanto los de fuera de ella. Los simples le ven a Él con el pensamiento como el anciano en resplandeciente luz; pero este sentimiento íntimo ha sido extinguido en aquellos que han rechazado el influjo del cielo por su propia inteligencia y por su mala vida; aquellos que lo han apagado mediante su propia inteligencia quieren un Dios invisible; los que por otra parte lo han hecho por su mala vida no quieren Dios alguno. Aquellos y estos últimos no saben que hay tal (percepción) implantada, puesto que no se halla en ellos, siendo, sin embargo, así que esta percepción es lo Divino celestial mismo, que del cielo influye en primer lugar en el hombre, puesto que el hombre ha nacido para el cielo, y nadie viene al cielo sin idea de lo Divino.
83. Por esta razón, el que no tiene idea del cielo, es decir idea de lo Divino de lo cual viene el cielo, no puede ser elevado (siquiera) al primer umbral del cielo; apenas llegue allí, experimenta resistencia y fuerte aprensión. La causa es que los interiores en él, que son receptáculo del cielo, están cerrados por no hallarse en la forma del cielo, y cuanto más se acerca al cielo tanto más fuerte se cierran.
Tal es la suerte de aquellos dentro de la iglesia ""que niegan al Señor y de los que, como los Socinianos, niegan Su Divinidad. Cual, por otra parte, es la suerte de los que han nacido fuera de la iglesia, por quienes el Señor no es conocido por no tener ellos el Verbo, se verá en lo que sigue.
84. Prueba de que los ancianos tenían la idea de lo Divino como siendo un Humano se ve en las apariciones de la Divinidad ante Abrahán, Lot, Josué, Gedeón, Manoach, su esposa y otros, quienes, por más que vieron a Dios como Hombre, sin embargo adoraron a Él como el Dios del Universo, llamándole el Dios del cielo y de la tierra, y también Jehová. Que era el Señor a quien vio Abrahán, enseña Él mismo según Juan (8: 56); que también era Él quien apareció a los otros es evidente por las palabras del Señor:
Que nadie vio al Padre, ni a su parecer ni oyó su voz (Juan 1: 18; 5: 37).
85. Pero aquellos que juzgan de todo por las cosas sensuales del hombre exterior pueden difícilmente comprender que Dios es hombre, porque el hombre sensual puede pensar de Dios únicamente según el mundo y las cosas que en el mismo hay; o sea que no pueden pensar del Hombre Divino y espiritual de otra manera que del hombre corporal y material. Concluye, por lo tanto, que si Dios fuese hombre habría, en cuanto a tamaño, de ser como el universo, y si gobernase el cielo y la tierra habría de ser por conducto de muchos como gobiernan los reyes en el mundo. Si se les dijese que en el cielo no. hay extensión de espacio como en el mundo no lo concebirían en manera alguna, porque el que piensa por la naturaleza, y tan sólo por la luz de ella, piensa siempre con respecto a extensión, de tal manera cual se manifiesta delante de los ojos. Pero se engañan en el más alto grado cuando piensan de igual manera acerca del cielo. La extensión que hay allí no es como la extensión que hay en el mundo; en el mundo la extensión es determinada y, por lo tanto, mensurable, pero en el cielo la extensión es indeterminada y, por lo tanto, inmensurable.
Pero de extensión en el cielo se verá más adelante, donde se tratará del espacio y del tiempo en el mundo espiritual. Además todos saben cuanto se extiende la vista de los ojos, es decir, hasta el sol y las estrellas, que tanto distan. Los que piensan más a fondo saben también que la vista interior, que es la del pensamiento, se extiende aun más lejos; ¿hasta dónde, pues, no se extiende la vista Divina, la más interior y la más suprema? Por tener los pensamientos tal extensión todo el cielo comunica con cada uno allí, por consiguiente todo lo Divino, que hace el cielo y que le llena, según queda manifestado en los artículos que preceden.
86. Los que están en el cielo se asombran de que se creen entendidos los hombres que, al pensar en Dios, piensan en una cosa invisible, o en una cosa que sería incomprensible si estuviera bajo cualquier forma, y de que estos hombres llaman no entendidos y también simples a los que piensan de otra manera, siendo sin embargo así que es todo lo contrario. Dicen que si aquellos, que por estas cosas se creen entendidos, se examinaran a sí mismos—¿en vez de Dios, acaso no verían la naturaleza?—algunos de ellos la que se halla delante de los ojos, otros, la que no se halla delante de los ojos—¿no se sentirían ciegos hasta el punto de ignorar lo que es un Dios, lo que es un ángel, un espíritu, y lo que es su alma que ha de vivir después de la muerte; lo que es la vida del cielo en el hombre y mil otras cosas pertenecientes al entendimiento?—mientras que los que califican de simples sin embargo saben todo esto a su manera, tienen la idea de su Dios de que Él es la Divinidad en forma Humana, la idea de un ángel de que es un hombre celestial, de su alma que ha de vivir después de la muerte, la idea de que es como un ángel y de la vida del cielo en el hombre de que es vivir conforme los Divinos mandamientos. A estos los ángeles llaman por lo mismo entendidos y aptos para el cielo, a los primeros, por el contrario, no inteligentes.
Hay una correspondencia de todas las cosas del Cielo con todas las cosas del hombre
87. Hoy día se ignora lo que es correspondencia; se ignora por varias causas; la principal es que el hombre se ha apartado del cielo por amor a sí mismo y al mundo; porque quien ama a sí mismo y al mundo sobre todas las cosas mira únicamente a lo mundano, puesto que esto halaga a los sentidos externos y alegra a su genio, y no (mira) a lo espiritual, porque esto halaga a los sentidos internos y alegra a la mente, por lo cual rechaza esto bajo pretexto de que es demasiado elevado para ser objeto del pensamiento. Los ancianos opinaban de otra manera, para ellos la ciencia de la correspondencia era la más excelente de todas las ciencias; por conducto de ella adquirieron también entendimiento y sabiduría, y los que eran de la iglesia tenían por medio de ella comunicación con el cielo, porque la ciencia de la correspondencia es ciencia angélica. Los primitivos ancianos, los cuales eran hombres celestiales, pensaban por la correspondencia misma como los ángeles; por ello hablaban también entre sí como los ángeles y por lo mismo el Señor apareció más a menudo a ellos, instruyéndoles. Pero actualmente esta ciencia se halla extinguida hasta el punto de que se ignora lo que es correspondencia.
88. En vista de que por falta de percepción de lo que es correspondencia, actualmente nada se puede saber con claridad acerca del mundo espiritual, del influjo de este en el mundo natural, de cosas espirituales con respecto a cosas naturales, y que tampoco puede saberse algo con claridad acerca del espíritu del hombre, que se llama alma, de su operación en el cuerpo ni del estado del hombre después de la muerte; se dirá lo que es correspondencia y cual es su carácter, preparando así la vía también para lo que luego ha de seguir.
89. Primero se dirá lo que es correspondencia. El mundo natural entero corresponde al mundo espiritual, y no tan solo al mundo espiritual en generalidad, sino también particularmente hasta en sus más mínimos detalles. Por lo tanto todo cuanto en el mundo natural nace por el mundo espiritual se llama correspondiente. Hay que saber que el mundo natural existe y subsiste por conducto del mundo espiritual, precisamente cómo el efecto por su causa eficiente. Mundo natural se llama cuanto se halla en la extensión debajo del sol, recibiendo de este (su) calor y luz, y a este mundo pertenecen todas las cosas que por el mismo subsisten; pero el mundo espiritual es el cielo y a ese mundo pertenece todo cuanto hay en el cielo.
90. Puesto que el hombre es cielo y también mundo en mínima forma al imagen del mayor (véase arriba n. 57), se encuentran por lo tanto en él el mundo espiritual y el mundo natural; las cosas interiores que son de su mente y que se refieren a la inteligencia y a la voluntad, forman su mundo espiritual; las cosas exteriores, por otra parte, que pertenecen a su cuerpo y que se refieren a sus sentidos y a su actividad, forman su mundo natural; y por lo cual todo cuanto en su mundo natural o sea su cuerpo (sus sentidos y actos) existe por medio de su mundo espiritual, es decir por su mente (su inteligencia y voluntad), se llama correspondiente.
91. De que naturaleza es la correspondencia se puede ver en el hombre por su rostro; en un rostro que no ha aprendido a disimular se manifiestan todas las inclinaciones de la mente visibles en forma natural como en su tipo; por esto mismo el rostro se llama el índice del alma, o sea su mundo espiritual en su mundo natural; del mismo modo (se vé) las cosas que pertenecen a la inteligencia en el habla, y las que son de la voluntad en los gestos del cuerpo; por lo tanto todo cuanto se efectúa en el cuerpo, sea en el rostro sea en el habla, sea en los gestos, se llama correspondencia.
92. Por esto puede también verse lo que es el hombre interior y lo que es el exterior; es decir que el interior es él que se llama el hombre espiritual, y el exterior el natural, y asimismo que el uno se distingue del otro como el cielo se distingue del mundo; así como que todo cuanto nace y acontece en el exterior, o sea en el hombre natural, nace y acontece por virtud del interior, o sea del espiritual.
93. Esto queda dicho con respecto a la correspondencia del hombre interior, o sea del hombre espiritual, con su hombre exterior, o sea con su hombre natural, pero en lo que sigue se tratará de la correspondencia de todo el cielo con las diversas cosas en el hombre.
94. Queda manifestado que el cielo entero representa a un solo hombre; que es Hombre en imagen y que por ello es llamado el Mayor Hombre. También se ha manifestado que en su consecuencia las sociedades de ángeles, de los cuales se compone el cielo, se hallan dispuestas como los miembros, órganos y vísceras en el hombre, es decir, que algunas se hallan en la cabeza, otras en el pecho, otras en los brazos y otras en sus más mínimas partes (véase arriba, n. 59-72). Así es que las sociedades que allí se hallan en algún miembro corresponden a similar miembro en el hombre; las que allí se hallan en la cabeza corresponden a la cabeza en el hombre, las que allí se hallan en el pecho corresponden al pecho en el hombre, las que allí se hallan en los brazos corresponden a los brazos en el hombre y así también en cuanto a lo demás; por esta correspondencia subsiste el hombre, porque el hombre no subsiste sino por virtud del cielo.
95. En su artículo más arriba se ha visto que el cielo se distingue en dos reinos, de los cuales el uno es llamado el reino celestial, el otro el reino espiritual. El reino celestial corresponde en general al corazón y a todo cuanto al corazón pertenece en todo el cuerpo, y el reino espiritual a los pulmones y a sus dependencias en todo el cuerpo; el corazón y los pulmones forman en efecto dos reinos en el hombre; el corazón reina allí por las arterias y las venas, el pulmón por las fibras nerviosas y motrices, ambos (juntos) en cada energía y acción. En todo hombre, en su mundo espiritual, que es llamado su hombre espiritual, hay también dos reinos; uno pertenece a la voluntad, el otro a la inteligencia; la voluntad reina por medio de las inclinaciones al bien, y la inteligencia por las inclinaciones a la verdad; estos reinos corresponden asimismo a los reinos del corazón y de los pulmones en el cuerpo. De igual manera en el cielo. El reino celestial es lo voluntario del cielo y allí reina el bien del amor; y el reino espiritual es lo intelectual del cielo y allí reina la verdad; estos son los que corresponden con las funciones del corazón y de los pulmones en el hombre. Es por esta correspondencia que "Corazón" en el Verbo significa la voluntad y también el bien del amor, y que el "Espíritu" (respiración de los pulmones) significa la inteligencia y la verdad de la fe; es también por esta misma correspondencia que al corazón se atribuyen las inclinaciones, por más que estas no se hallan en él ni vienen de él.
96. La correspondencia de los dos reinos del cielo, con el corazón y los pulmones, es la correspondencia común del cielo con el hombre; una menos común existe con sus diversos miembros, órganos y vísceras; de que naturaleza esta es se dirá también. Los que en el Mayor Hombre, que es el cielo, se hallan en la cabeza están en todo bien con preferencia de los demás; porque están en amor, paz, inocencia, sabiduría, inteligencia y por ello en goce y felicidad. Estos influyen en la cabeza y en las cosas que pertenecen a la cabeza en el hombre y corresponden con ellas. Los que en el Mayor Hombre, que es el cielo, se hallan en el pecho están en el bien de la caridad y de la fe, y estos influyen también en el pecho del hombre y corresponden con él. Por otra parte, los que en el Mayor Hombre, o sea el cielo, se hallan en los lomos y en los órganos allí dedicados a la engendración están en el amor conyugal; los que se hallan en los pies están en el bien del último cielo, el cual es llamado bien espiritual-natural; los que se hallan en los brazos y en las manos están en potencia de la verdad por el bien; los que se hallan en los ojos están en inteligencia; los que se hallan en los oídos están en atención y obediencia; los que están en las narices están en percepción; los que están en la boca y en la lengua tienen facultad oratoria por entendimiento y percepción; los que están en los riñones están en verdad escudriñadora, distinguidora y castigadora; los que se hallan en el hígado, el páncreas y el bazo están en varias clases de bien y verdad purificadora; y de varias maneras en las demás partes. Influyen en similares partes en el hombre y corresponden con ellas. El influjo del cielo tiene lugar en las funciones y usos de los miembros, y los usos (provechos), siendo del mundo espiritual, toman forma en aquellas cosas que se hallan en el mundo natural, y así se ultiman en el efecto: de allí viene la correspondencia.
97. Por esto es que estos mismos miembros, órganos y vísceras en el Verbo significan cosas semejantes, porque allí todo tiene significación conforme las correspondencias; allí por cabeza se significa inteligencia y sabiduría; por pecho, caridad; por lomo, amor conyugal; por brazos y manos, la potencia de la verdad; por pies, lo natural; por ojos, entendimiento; por narices, percepción; por oídos, obediencia; por riñones, el escrutar de la verdad, y así sucesivamente. De allí viene también la costumbre en el hombre de decir, cuando se trata de alguien que es inteligente y sabio, que este tiene cabeza; cuando se trata de uno que tiene caridad, que este es hombre de pecho; de uno que tiene percepción, que tiene nariz fina; de un entendido, que tiene penetrante vista; de él que tiene poder, que tiene el brazo largo; de él que quiere y hace algo por amor, que es todo corazón. Estas y varias otras expresiones del lenguaje del hombre vienen de las correspondencias, porque tales cosas proceden del mundo espiritual, por más que el hombre lo ignora.
98. El que existe tal correspondencia entre todas las cosas del cielo y todas las cosas del nombre me ha sido demostrado por mucha experiencia y por tanta que he llegado a convencerme de ella como de un hecho evidente y en ninguna manera dudoso. Pero no es necesario el referir aquí toda esta experiencia; tampoco sería posible a causa de su abundancia. Puede verse referida en "Arcana Coelestia," donde se trata de correspondencias, de representaciones, del influjo del mundo espiritual en el mundo natural y del comercio del alma con el cuerpo.
99. Pero por más que todas las cosas del hombre, con respecto al cuerpo, corresponden con todo en el cielo, el hombre no es, sin embargo, imagen del cielo con respecto a la forma exterior, sino con respecto a la interior; porque las cosas interiores del hombre reciben el cielo y sus cosas exteriores reciben el mundo; por lo tanto, en la medida en que sus cosas interiores reciben el cielo, en esta medida el nombre, con respecto a ellas, es cielo en mínima forma, según la imagen del mayor; por otra parte, tanto como sus cosas interiores no reciben (el cielo) tanto no es cielo é imagen del mayor; las cosas exteriores que reciben el mundo pueden, sin embargo, tener forma según el mundo, y por esto, variada hermosura, porque la hermosura externa, que es del cuerpo, lleva su causa de los padres y de la formación en las entrañas de la madre, siendo después mantenida por el influjo general del mundo; por esta razón la forma del hombre natural se distingue mucho de la forma de su hombre espiritual. Varias veces me ha sido manifestado como es el espíritu del hombre en cuanto a forma, y he visto que en algunos que de rostro eran hermosos y agraciados el espíritu era deforme, negro y monstruoso, pudiéndose llamar imagen del infierno más bien que del cielo; por otra parte, en algunos que no eran hermosos era de perfecta forma, blanco, resplandeciente y angelical. El espíritu del hombre aparece asimismo después de la muerte tal cual ha sido en el cuerpo mientras vivió en el mundo.
100. Pero la correspondencia se extiende más allá del hombre, porque hay correspondencia de los cielos entre sí; el tercer cielo, o sea el íntimo, corresponde con el segundo cielo, o sea el intermedio; y el segundo, o sea el intermedio corresponde con el primero, o sea el último, y este corresponde con las formas corporales en el hombre, llamadas sus miembros, órganos o vísceras; es pues sobre las cosas corporales del hombre, en las cuales ulteriormente termina el cielo, que este descansa como sobre su base; pero este secreto será más ampliamente desarrollado en otro lugar.
101. Es necesario saber que toda correspondencia que existe con el cielo tiene lugar con lo Divino-Humano del Señor, puesto que el cielo procede de Él y Él Mismo es el cielo, como queda manifestado en los artículos precedentes; porque si lo Divino-Humano no influyera en todas las cosas del cielo, y según la correspondencia en todas las cosas del mundo, no habría ángeles, ni habría hombre. Por esto es también claro el porque el Señor se hizo hombre, y revistió la Divinidad con la Humanidad desde lo primero hasta lo último, sea que fue porque lo Divino-Humano, de lo cual venía el cielo antes de la venida del Señor, no bastaba ya ampliamente para el mantenimiento de todo, puesto que el hombre, que es la base del cielo, había deshecho y destruido el orden. Acerca de cual y como era lo Divino-Humano que había antes de la venida del Señor y cual era entonces el estado del cielo, véase en las notas aplicadas al precedente capítulo.
102. Los ángeles quedan como estupefactos cuando oyen que hay hombres quienes atribuyen todas las cosas a la naturaleza y nada a lo Divino, que también hay quienes creen que sus cuerpos, en los cuales se hallan concentradas tantas cosas maravillosas del cielo, son formados por la naturaleza, y—lo que es más—que la racionalidad del hombre también procede de ella, cuando, sin embargo, con elevar algún tanto la mente, pueden ver que semejantes cosas vienen de lo Divino y no de la naturaleza, la cual es creada con el único fin de revestir el espíritu y representarlo en formas correspondientes en el último grado del orden; pero a tales hombres comparan con lechuzas, que ven en las tinieblas y no en la luz.
Hay una correspondencia del Cielo con todas las cosas de la Tierra
103. Lo que es correspondencia se ha dicho en el artículo precedente; asimismo se ha manifestado allí que todas las cosas del cuerpo animal, en general y en cada detalle, son correspondencias. Procede ahora manifestar que todas las cosas de la tierra y, en general, todas las cosas del mundo, son correspondencias.
104. Todo cuanto pertenece a la tierra se distingue en tres géneros, llamados reinos: el reino animal, el reino vegetal y el reino mineral. Las cosas que se hallan en el reino animal son correspondencias en el primer grado porque viven; las que se hallan en el reino vegetal son correspondencias en el segundo grado, puesto que solamente crecen; las que hay en el reino mineral son correspondencias en el tercer grado, puesto que ni viven ni crecen. Las correspondencias en el reino animal son seres vivientes de varias clases, tanto los que andan y se arrastran por la tierra cuanto los que vuelan por el aire, los cuales no nombraremos por sus especies, por ser conocidos. Las correspondencias en el reino vegetal son todos los vegetales que crecen y florecen en jardines, selvas, huertas y campos, los cuales tampoco nombraremos, siendo también conocidos. Las correspondencias en el reino mineral son metales ricos y pobres, piedras preciosas y comunes, varias clases de tierra y también agua. Además de estas cosas son también correspondencias las que por medio de la industria humana son manufacturadas de ellas para uso y provecho; como toda clase de alimentos, vestidos, casas, templos (aedes) y otros.
105. Las cosas que están encima de la tierra, tales como el sol, la luna, las estrellas y también las que hay en la atmósfera, como nubes, nieblas, lluvias, relámpagos, truenos, son asimismo correspondencias; las que provienen del sol, de su presencia y ausencia, como luz, oscuridad, calor y frío, son también correspondencias; igualmente las que por ellos siguen, como las estaciones del año, llamadas primavera, verano, otoño é invierno; y las divisiones del día: la mañana, el mediodía, la tarde y la noche.
106. En una palabra, todo cuanto existe en la naturaleza, desde lo más pequeño hasta lo más grande en ella, son correspondencias. La razón por la cual son correspondencias es que el mundo natural con todo lo suyo existe y subsiste por el mundo espiritual, y ambos por lo Divino. Digo que también subsiste, porque todo subsiste por aquello de lo cual nace (existe), puesto que la subsistencia es un perpetuo nacimiento (existencia), y porque nada puede nacer de y por sí mismo, sino de un anterior, así pues de un primero, y por lo tanto si es separado de este, al momento perece y desvanece.
107. Todo cuanto en la naturaleza existe y subsiste en virtud del Divino orden es una correspondencia. El Divino orden existe por el. Divino bien que sale del Señor; empieza en Él, procede de Él, pasando por los cielos sucesivamente al mundo y termina allí en las últimas cosas. Las cosas que allí se hallan en arreglo al Divino orden son correspondencias. En arreglo al orden se hallan allí todos los objetos que son buenos y perfectos al uso, porque todo bien es bien con arreglo al uso y al provecho; la forma se refiere a la verdad, puesto que la verdad es la forma del bien. Es por esto que todas las cosas que en el universo y en la naturaleza del mundo se hallan en arreglo al Divino orden se refieren al bien y a la verdad.
108. Que todas cosas que hay en el mundo nacen de lo Divino y se revisten de tales formas en la naturaleza mediante cuales pueden estar allí, prestar uso y así corresponder, consta claramente por las cosas singulares que se presentan tanto en el reino animal cuanto en el reino vegetal. En ambos hay cosas tales que toda persona, si piensa desde su interior, puede ver que son del cielo. Para ilustrar, se puede, entre innumerables otras, citar unas pocas; he aquí primero, algunas en, el reino animal. Que un especie de .saber se halla allí, por así decir implantado en cada animal, es conocido por varias personas. Las abejas saben recoger el miel de las flores, construir celdas de cera en las cuales guardan su miel, y de esta manera proporcionarse alimento a sí mismas y a los suyos, también para el venidero invierno. La hembra deposita huevos, las demás prestan sus servicios, cubriéndolos por todos lados, para que nazca de ellos una nueva prole. Viven bajo cierta forma de gobierno, la cual todas ellas conocen por (un saber) implantado; guardan las útiles, expulsan las inútiles y las despojan de sus alas; aparte de otras cosas maravillosas, que del cielo tienen a causa del provecho, porque la cera sirve al género humano para luz en todas partes del mundo, y la miel para agregar dulzor a los alimentos. ¿Qué no sucede con las orugas, que en el reino animal son los más inferiores? Saben nutrirse del jugo de sus hojas especiales y, transcurrido el plazo exacto, circundarse de un filamento, y por así decir meterse en útero, así empollando la prole de su género. Algunas se convierten en ninfas y crisálidas, produciendo hilos, siendo después de cumplido trabajo dotadas de otro cuerpo y adornadas con alas, vuelan por el aire como en su cielo, celebran nupcias, depositan huevos y se proporcionan su prole. Además de estos especialmente, todo volátil bajo el cielo, en general, conoce su alimento del cual se ha de nutrir, no tan solo cual es, sino también donde se encuentra; saben construir sus nidos, una especie diferentemente de otra especie, depositar en ellos huevos, empollar las crías, alimentarlas y echarlas del nido cuando pueden cuidarse ellas mismas. Nada diré de las maravillosas cosas en los mismos huevos, donde se hallan dispuestas por su orden cuantas cosas hacen falta para la formación y la nutrición de la naciente cría, aparte de innumerables otras cosas. ¿Quién, pensando algún tanto por sabiduría racional, diría jamás que estas cosas son de otra parte que del mundo espiritual, el cual al mundo natural sirve para revestir de cuerpo, aquello que es de allí, o sea para presentar en efecto lo que en la causa es espiritual? La causa de que los animales de la tierra y las aves del cielo nacen con este saber, y no así el hombre, el cual sin embargo es superior a ellos, es que los animales se hallan en el orden de su vida y no han podido destruir lo que del mundo espiritual se halla en ellos, puesto que no tienen sentido racional; no así el hombre, el cual piensa por medio del mundo espiritual; este, puesto que ha pervertido en sí aquello (que viene del mundo espiritual) por una vida contraria al orden, cuya vida su razón aprueba, no puede menos de nacer en completa ignorancia y luego por medios Divinos ser reconducido al orden del cielo.
109. De que modo corresponden las cosas que hay en el reino vegetal puede ser claro por muchas cosas, como estas, que las pequeñas simientes crecen hasta llegar a ser árboles, echan hojas, producen flores, y luego fruta, en la que otra vez depositan semillas, y que esto se verifica sucesivamente en tan admirable orden que no se puede describir con pocas palabras; resultarían volúmenes y aún así los secretos interiores más próximos a sus usos no podrían agotarse por medio del saber. Puesto que estos son del mundo espiritual, es decir del cielo, el cual se halla en forma de hombre, según se ha manifestado arriba en su artículo, las diversas cosas en este reino tienen por lo tanto también cierta relación con cosas parecidas, que se hallan en el hombre, lo cual es asimismo conocido por ciertos hombres de la clase erudita. Que son correspondencias también todas las cosas que hay en este reino me ha sido manifestado por mucha experiencia; estando en jardines y contemplando allí árboles, flores, frutas y hortalizas, he observado con frecuencia las correspondencias en el cielo y he hablado con aquellos en quienes se encontraban, siendo informado de donde eran y cual era su naturaleza.
110. Pero saber las cosas espirituales en el cielo a las cuales corresponden las naturales que hay en el mundo, no lo puede actualmente nadie, sino por el cielo, porque la ciencia de las correspondencias se halla en la actualidad completamente perdida. Cual y como es la correspondencia de las cosas espirituales con las naturales ilustraré sin embargo mediante algunos ejemplos. Los seres animados de la tierra, en su generalidad, corresponden a las inclinaciones; los mansos y útiles a las buenas inclinaciones, los fieros y nocivos a las malas inclinaciones; especialmente corresponden los carneros y los bueyes a las inclinaciones de la mente natural; las ovejas y los corderos a las inclinaciones de la mente espiritual; los volátiles, por otra parte, corresponden según su especie a lo intelectual de ambas mentes. Por esto es que en la iglesia israelita, la cual era una iglesia representativa, varios animales como (por ejemplo) los bueyes, los novillos, los carneros, las ovejas, las cabras, los machos cabríos y los corderos, así como también las palomas y las tórtolas, fueron ordenados para uso sagrado, haciéndose con ellos sacrificios y holocaustos, porque en este uso correspondían a las cosas espirituales, cuyas cosas se entendían en el cielo según las correspondencias. Que también los animales, según sus géneros y sus especies, son inclinaciones es porque viven y la vida de cada uno no viene sino de la inclinación y conforme esta; por esto tiene todo animal un saber innato con arreglo a la inclinación de su vida; el hombre es como ellos en cuanto a su hombre natural; por lo cual, también, hablando familiarmente, se compara con ellos; como por ejemplo, siendo manso, es llamado una oveja o un cordero; siendo fiero, un oso o un lobo; siendo astuto, una zorra o una serpiente, y así sucesivamente.
111. Una correspondencia parecida tiene lugar con las cosas que hay en el reino vegetal. Un jardín corresponde, en general, al cielo con respecto a la inteligencia y sabiduría, por lo cual el cielo se llama el jardín de Dios y un Paraíso, y por el hombre es llamado el Paraíso Celestial. Los árboles según sus especies corresponden a percepciones y conocimientos del bien y de la verdad, de los cuales vienen la inteligencia y la sabiduría. Por esto mismo, los antiguos, que poseían la ciencia de las correspondencias, celebraban sus cultos santos en boscajes; y por esto es que en el Verbo a menudo se hace mención de árboles, y con ellos se comparan el cielo, la iglesia y el hombre, como (por ejemplo) la vid, el olivo, el cedro y otros, y los bienes que proporcionan con la fruta. Los alimentos que vienen de ellos, en primer lugar el que viene de la simiente de los trigos del campo, corresponden también a las inclinaciones del bien y de la verdad, por la causa de que estas nutren la vida .espiritual como los alimentos terrestres la vida natural.1 Por la misma razón el pan corresponde en general a las inclinaciones de todo bien, puesto que este, con preferencia a los demás, sustenta la vida y que por el mismo se entiende toda clase de alimento. A causa de esta correspondencia se llama también el Señor el Pan de la Vida, y a causa de la misma estaban también los panes en sagrado uso en la iglesia israelita, porque se colocaban sobre la mesa en el Tabernáculo y llamaban los "los panes de los rostros"; también se llamaba "pan" a todo culto Divino, que se celebraba mediante sacrificios y holocaustos. A causa de esta correspondencia la Santa Cena, en la cual hay pan y vino, es asimismo lo más sagrado del culto en la iglesia cristiana. Por estos pocos ejemplos puede ser claro cual es el carácter de la correspondencia.
112. La manera en que se verifica la conjunción del cielo con el mundo por medio de la correspondencia se dirá también brevemente. El reino del Señor es un reino de fines que son usos, ó, lo que es lo mismo, un reino de usos que son fines. Por esto mismo el universo ha sido creado y formado por lo Divino de tal manera que los usos puedan en todas partes revestirse de cosas, mediante las cuales puedan presentarse en actos o sea en efectos, primero en el cielo, luego en el mundo, por grados y sucesivamente, hasta las últimas cosas de la naturaleza. Es por lo tanto evidente que la correspondencia de las cosas espirituales con las naturales, o sea la del mundo con el cielo, se verifica por medio de los usos y que los usos determinan la conjunción; así como que las formas, de las cuales se hallan revestidos los usos, tanto son correspondencias y tanto conjunción, cuanto son formas del uso. En la naturaleza del mundo, en su triple reino, todas las cosas que existen con arreglo al orden son formas de usos o sea efectos formados de usos al objeto de usos, por lo cual las cosas que allí hay son correspondencias. Cuanto más vive el hombre según el orden Divino, es decir, en amor al Señor y en amor al prójimo, tanto más sus actos son usos en forma y son correspondencias, por medio de las cuales entra en conjunción con el cielo. Amar al Señor y al prójimo es, en general, prestar usos. Conviene saber además que es mediante el hombre que el mundo natural tiene conjunción con el mundo espiritual; es decir, que él es el medio de conjunción, porque en él está el mundo natural y también el mundo espiritual (véase arriba, n. 57), por lo cual, tanto como el hombre es espiritual tanto es medio de conjunción; por otra parte, tanto como es natural, y no espiritual, tanto no es medio de conjunción. No obstante continua, sin el hombre como medio, el influjo de lo Divino en el mundo y también en aquellas cosas que del mundo están en el hombre, pero no en su sentido racional.
113. Así como corresponden al cielo todas las cosas que se hallan según el Divino orden, así corresponden al infierno todas aquellas que están en contra del Divino orden; las que corresponden al cielo se refieren todas al bien y a la verdad; las que corresponden al infierno, al mal y a la falsedad.
114. Ahora se dirá algo acerca de la ciencia de las correspondencias y de su utilidad. Arriba se ha dicho que el mundo espiritual, que es el cielo, está unido al mundo natural por correspondencias; por esto se da al hombre, mediante correspondencias, comunicación con el cielo; porque los ángeles del cielo no piensan por cosas naturales como el hombre; por lo cual, estando el hombre en la ciencia de las correspondencias, puede estar en compañía de los ángeles en cuanto a los pensamientos de su mente, y así unirse a ellos en cuanto a su hombre espiritual o interior. A fin de que haya conjunción entre el cielo y el hombre, el Verbo se halla escrito mediante correspondencias exclusivamente, porque todo y cada mínimo detalle que hay en él corresponde; por lo cual, si el hombre poseyera la ciencia de las correspondencias, entendería el Verbo con respecto a su sentido espiritual, y por ello le sería dado conocer secretos de los cuales nada ve en el sentido literal; porque en el Verbo hay un sentido literal y un sentido espiritual; el sentido literal consiste de tales cosas cuales hay en el mundo; el sentido espiritual, por el contrario, de tales cuales hay en el cielo, y viendo que la conjunción del cielo con el mundo tiene lugar por medio de correspondencias, por esto mismo es dado un Verbo en el cual todo y cada detalle, hasta la menor jota, corresponde.
115. Del cielo he sido informado que los antiguos, primitivos, en nuestra tierra, los cuales eran hombres celestiales, pensaban por virtud de la correspondencia misma; y que las cosas naturales que estaban delante de los ojos les servían de medios para pensar de esta manera, y que siendo tales, tenían trato con los ángeles y hablaban con ellos; que de este modo tenía el cielo por conducto de ellos conjunción con el mundo. La edad aquella fue por esto llamada la edad de oro; acerca de la cual se dice en las obras de los antiguos escritores que los habitantes celestes vivían con los hombres, teniendo trato con ellos como amigo con amigo; pero después de esa era siguieron hombres que no pensaban por virtud de las correspondencias mismas, sino por la ciencia de las correspondencias; y entonces también había conjunción entre el cielo y el hombre; pero no una conjunción tan íntima; la edad de estos nombres es la que se llama la edad de plata. Después siguieron hombres que ni conocían las correspondencias, ni pensaban por la ciencia de las mismas, a causa de hallarse en un bien natural, y no como los predecesores, en un (bien) espiritual; la edad esta fue llamada la edad de cobre; después del tiempo de estos hombres el hombre se volvió sucesivamente exterior y finalmente corporal, y entonces la ciencia de las correspondencias se extinguió completamente, y con ella el conocimiento del cielo y de varias cosas pertenecientes al cielo. El llamarse aquellas edades la edad de oro, de plata y de cobre, fue también a causa de la correspondencia, viendo que oro, por correspondencia, significa el bien celestial, en el cual se hallaban los primitivos hombres; plata, por correspondencia, el bien espiritual, en el cual se hallaban los antiguos después de aquellos; y cobre, el bien natural, en el cual se hallaba la inmediata posteridad; por otra parte, el hierro, del que tuvo su nombre la edad última, significa una verdad dura, sin bien.
El sol en el Cielo
116. En el cielo no aparece el sol del mundo ni cosa alguna (derivada) de este sol, porque todo esto es material, siendo así que la naturaleza empieza por este sol, y todo cuanto es producido por medio del mismo se llama natural; por otra parte, lo espiritual, en lo cual se halla el cielo, es superior a la naturaleza y completamente distinto de lo natural; tampoco hay entre ellos comunicación salvo por medio de correspondencias. Cual y como es la distinción se puede comprender por lo que en él (n. 38) se ha dicho del sujeto de los grados, y cual es la comunicación, por lo que en los dos precedentes artículos se ha dicho acerca de las correspondencias.
117. Pero por más que en el cielo no aparezca el sol del mundo ni cosa alguna que de este sol viene, hay sin embargo allí un sol, hay luz y hay calor; hay cuantas cosas existen en el mundo é innumerables cosas más, aunque no de igual origen, viendo que las que hay en el cielo son espirituales, y las que hay en el mundo son naturales. El sol del cielo es el Señor; la luz allí es la Divina verdad, y el calor allí es el Divino bien, que proceden del Señor como sol. De este origen son todas las cosas que existen y aparecen en el cielo. Pero acerca de la luz y del calor y de las cosas que mediante ellos existen en el cielo, se hablará en los artículos que siguen; aquí solamente del sol allí. La razón por la cual el Señor aparece en el cielo como un sol es que Él es el Divino amor, por virtud del cual existen todas las cosas espirituales, como mediante el sol natural todas las cosas naturales. Aquel amor es lo que brilla como el sol.
118. Que efectivamente el Señor aparece en el cielo como un sol, no tan solo me lo han dicho los ángeles, sino que también me ha sido dado ver algunas veces; por lo cual referiré aquí en pocas palabras lo que he oído y visto con respecto al Señor como sol. El Señor aparece como un sol, no en el cielo, sino en lo alto por encima de los cielos; no por encima de la cabeza, o en el zenit, sino delante del rostro de los ángeles, a una altura media; aparece en dos lugares; en uno por delante del ojo derecho, en otro por delante del ojo izquierdo, a una notable distancia. Por delante del ojo derecho aparece exactamente como un sol de igual fuego, por así decir, y de igual magnitud que el sol del mundo. Por delante del ojo izquierdo, por otra parte, no aparece como un sol, sino como una luna, de igual reluciente claridad, pero más resplandeciente, y de igual magnitud que la luna de la tierra; pero aquella aparece rodeada de varias lunas diminutas, por decirlo así, cada una de las cuales reluce y resplandece. Que el Señor aparece en dos lugares, de diferente aspecto, es porque aparece a cada uno según la cualidad de su recibimiento del Señor, y por lo tanto de cierta manera a aquellos que reciben a Él en el bien del amor, y de otra manera a los que reciben a Él en el bien de la fe; a aquellos que reciben a Él en el bien del amor aparece como un sol, ardiente y fulguroso según el recibimiento; estos están en su Reino Celestial; pero a los que reciben a Él en el bien de la fe aparece como una luna, reluciente y resplandeciente según el recibimiento; estos están en su reino espiritual. La causa es que el bien del amor corresponde al fuego; por esto, fuego, en sentido espiritual, es amor, y el bien de la fe corresponde a la luz, y luz, igualmente, en sentido espiritual, es fe. La razón porque aparece delante de los ojos es que las cosas interiores, que son de la mente, ven por los ojos; las del bien del amor por el ojo derecho y las del bien de la fe por el ojo izquierdo; por qué todas las cosas que están en la parte derecha del ángel, y asimismo del hombre, corresponden al bien, del cual procede la verdad, y las que están a la parte izquierda, a la verdad, que procede del bien. El bien de la fe es en su esencia la verdad del bien.
119. Por esto es que en el Verbo se compara al Señor con el sol con respecto al amor, y con la luna con respecto a la fe; por eso es también que por sol se significa amor al Señor (procedente) del Señor, y por luna, fe del Señor en el Señor, como en los siguientes lugares:
Y la luz de la luna será como la luz del sol; y la luz del sol será siete veces mayor, como la luz de siete días (Isaías 30: 26).
Y cuando te habré extinguido, cubriré los cielos y haré oscurecer las estrellas; el sol cubriré con nublado y la luna no hará resplandecer su luz; todas las lumbreras de luz en los cielos haré entenebrecer encima de ti y pondré tinieblas sobre tu tierra(Ezequiel 32. 7, 8).
El sol se oscurecerá en naciendo, y la luna no dará su resplandor (Isaías 13: 10).
El sol y la luna se oscurecerán y las estrellas retraerán su resplandor el sol se tornará en tinieblas y la luna en sangre (Joel 2: 2, 10, 31; 3; 15).
El sol se puso negro como un saco de cilicio y la luna se puso toda como sangre y las estrellas cayeron sobre la tierra (Apocalipsis 6: 12, 13).
Y luego después de la aflicción de aquellos días el sol se oscurecerá y la luna no dará su lumbre y las estrellas caerán del cielo (Mateo 24: 29).
Y en otros lugares. En estos pasajes por el sol se significa el amor, por la luna la fe, y por las estrellas los conocimientos del bien y de la verdad; de los cuales se dice, que se entenebrecen, pierden la luz, y caen del cielo, cuando cesan de existir; que el Señor aparece como un sol en el cielo es claro también por Su transfiguración delante de Pedro, Jacobo y Juan,
Que Su rostro resplandeció como el sol (Mateo 17: 2).
Así apareció el Señor a estos discípulos, apartados del cuerpo y en la luz del cielo. Era por esta causa que los antiguos, entre quienes la iglesia era representativa, al celebrar culto Divino, volvían los rostros hacia el sol en oriente. Por ellos vino la costumbre de edificar los templos con vista hacia el oriente.
120. La cantidad y cualidad del Divino amor puede constar por una comparación con el sol del mundo, es decir que es sobremanera ardiente, y si lo queréis creer, muchísimo más ardiente (que este sol); por cuya razón el Señor como sol no influye directamente en los cielos, sino que el ardor de Su amor es gradualmente moderado durante su descenso. La moderación se manifiesta en forma de radiantes círculos alrededor del sol, y además los ángeles se hallan convenientemente envueltos en una ligera nube para no sufrir perjuicio por el influjo; por la misma razón los cielos se hallan a distancias según el recibimiento; los cielos superiores, puesto que están en el bien del amor, se hallan mas próximos al Señor como sol; por otra parte, los cielos inferiores, que están en el bien de la fe, se hallan más remotos; mientras que los que no están en bien alguno, como aquellos que están en el infierno, se hallan inmensamente remotos, y allí tanto más remotos cuanto más se hallan en oposición al bien.
121. Pero cuando el Señor aparece en el cielo, lo que acontece a menudo, no aparece rodeado del sol, sino en forma de ángel, distinguiéndose de los ángeles por lo Divino que trasluce por el rostro; no está allí en persona; porque el Señor en persona se halla siempre rodeado del sol, pero está presente por vista, porque en el cielo es común el aparecer presente en el lugar en que se fija la vista, o sea en donde termina, aunque este punto esté muy distante del lugar en que efectivamente se halla. Esta presencia se llama presencia por vista interior, de la cual se tratará más adelante. El Señor ha aparecido también a mí fuera del sol en forma de ángel, un poco por debajo del sol en lo alto, y también cerca de mí en la misma forma con rostro radiante, una vez también en medio de los ángeles como flamante aureola.
122. El sol del mundo aparece a los ángeles comió una cosa tenebrosa, intensamente negra, directamente opuesta al sol del cielo; y la luna como una cosa oscura directamente opuesta a la luna del cielo, y esto continuamente. La causa es que el fuego del mundo corresponde al amor a sí mismo, y la luz del mismo a la falsedad de este amor, siendo el amor a sí mismo directamente opuesto al amor Divino, y la falsedad que viene de ese amor es directamente opuesta a la Divina verdad; y lo que es opuesto al Divino amor y a la Divina verdad es negro para los ángeles. Esta es la razón por la cual, por adorar el sol del mundo y la luna, e inclinarse ante ellos, se significa en el Verbo amarse a sí mismo, y la mentira que procede del amor a sí mismo y que serán exterminados los que así hacen (Deuteronomio 4:19; 17: 3-5; Jeremías 8:1, 2; Ezequiel 8: 15, 16, 18; Apocalipsis 16: 8; Mateo 13: 6).
123. Siendo así que el Señor aparece en el cielo como un sol, a causa del Divino amor que mora en Él y que procede de Él, se vuelven por ello continuamente hacia El todos los que están en el cielo; los que están en el reino celestial hacia Él como un sol, los que están en el reino espiritual hacia Él como una luna; pero aquellos que están en el infierno se vuelven hacia el punto tenebroso y el punto oscuro, que se hallan opuestos, de consiguiente en dirección opuesta al Señor, por la causa de que todos los que están en el infierno se hallan en amor a sí mismo y al mundo, es decir opuestos al Señor. Los que se vuelven hacia el punto tenebroso, que está en lugar del sol del mundo, se hallan en la región posterior del infierno y se llaman genios, pero los que se vuelven hacia el punto oscuro, que está en lugar de la luna, se hallan en la región anterior de los infiernos, y se llaman espíritus; es por esto que se dice de los que están en los infiernos, que están en las tinieblas, y de los que están en el cielo, que están en la luz; tinieblas significan la mentira que viene del mal, y luz, la verdad que procede del bien. La causa de que así se vuelven es que en la otra vida todos miran hacia aquello que reina en su interior, por consiguiente hacia sus amores; también es porque las cosas interiores forman los rostros de los ángeles y de los espíritus y que en el mundo espiritual no hay puntos cardinales, determinados como en el mundo, sino que son determinados por el rostro. El hombre, en cuanto a su espíritu, se vuelve igualmente así; en dirección opuesta al Señor si está en amor a sí mismo y al mundo, y hacia el Señor si está en amor a Él y al prójimo; pero el hombre ignora esto, porque se halla en el mundo natural, donde los puntos cardinales son determinados por la salida y la puesta del sol; pero viendo que el hombre puede difícilmente comprender esto, se explicará más adelante, donde se tratará de los puntos cardinales, de espacio y de tiempo en el cielo.
124. Por ser el Señor el sol del cielo, y por mirar hacia Él todo cuanto es de Él, es también el centro común, del cual viene toda dirección y determinación; y por esto se halla asimismo en presencia Suya y bajo Su auspicio, todo cuanto hay por debajo, tanto en los cielos cuanto en la tierra.
125. Por lo aquí expuesto puede verse en una luz más clara, lo que en los anteriores artículos se ha dicho y manifestado, es decir: que el Señor es el Dios del cielo (n. 2-6); que Su Divino hace el cielo (n. 7-12); que lo Divino del Señor en el cielo es amor a Él y amor al prójimo (n. 13-19); que hay correspondencia de todas las cosas en el mundo con todas las cosas en el cielo y por conducto del cielo con el Señor (n. 87-115); y que el sol del mundo y la luna corresponden (n. 105).
La luz y el calor en el Cielo
126. El haber luz en los cielos no pueden comprender los que piensan solamente por la naturaleza, siendo sin embargo así que en el cielo hay luz, y tanta que en muchos grados excede la luz de mediodía en el mundo. La he visto muy a menudo y también en sus fases la tarde y la noche. Al principio me asombraba el oír decir a los ángeles que la luz del mundo es apenas más que sombra en comparación con la luz del cielo, pero habiéndolo visto puedo testificarlo. Su fulgor y resplandor son tales que no se pueden expresar. Las cosas que han sido vistas por mí en los cielos me han aparecido en esa luz, y por consiguiente más clara y distintamente que en el mundo.
127. La luz del cielo no es natural como la luz del mundo, sino espiritual, porque procede del Señor como sol, y el sol es el Divino amor, según queda manifestado en el precedente artículo. Lo que procede del Señor como sol se llama en los cielos Divina verdad, por más que en su esencia es el Divino bien unido a la Divina verdad; por ello tienen los ángeles luz y calor; por la Divina verdad tienen luz y por el Divino bien, calor; puede por esto ser claro que la luz en el cielo, siendo de tal origen, es espiritual y no natural; igualmente el calor.
128. La razón por la cual la Divina verdad es luz para los ángeles es que son espirituales, y no naturales; los seres espirituales ven por su sol espiritual, y los naturales por su sol natural. Por la Divina verdad tienen los ángeles entendimiento y el entendimiento es su vista interior, que influye en su vista exterior, produciéndola. Por eso las cosas que aparecen en el cielo procedentes del Señor como sol aparecen en luz. Siendo tal el origen de la luz en el cielo, varia por lo mismo allí con arreglo a la recepción de la Divina verdad (que viene) del Señor, o lo que es lo mismo, con arreglo a la inteligencia y sabiduría, en las que se hallan los ángeles; es pues otra en el reino celestial que en el reino espiritual, y diferente en cada sociedad. La luz en el reino celestial aparece flamante, puesto que reciben la luz del Señor como sol; pero la luz en el reino espiritual es reluciente, porque allí los ángeles reciben la luz del Señor como luna (véase arriba, n. 118). La luz tampoco es la misma en una sociedad y en otra; también dentro de cada sociedad varia: están en más luz los que allí están en el medio, y en menos los que allí están a los lados (véase n. 43). En una palabra, en la medida en que los ángeles reciben la Divina verdad, es decir, cuanto están en inteligencia y sabiduría por el Señor (en esta medida), tienen la luz. Por esta razón los ángeles del cielo se llaman ángeles de luz.
129. Puesto que en los cielos el Señor es la Divina verdad y que la Divina verdad es allí luz, se llama el Señor en el Verbo Luz, así también toda verdad que de Él procede; como en los siguientes lugares:
Jesús dijo: yo soy la luz del mundo; él que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida (Juan 8: 12).
Mientras estoy en el mundo soy la luz del mundo (Juan 9: 5).
Jesús... dijo... aún por un poco tendréis luz; andad entretanto que tenéis luz a fin de que no os sorprendan las tinieblas… mientras tenéis la luz creed en la luz a fin de que seas hijos de la luz... Yo, la luz, he venido al mundo para que todo aquel que cree en mi no permanezca en tinieblas (Juan 12: 35, 36, 46).
La luz vino al mundo pero los hombres amaron las tinieblas más que la luz (Juan 3:19).
Juan, del Señor:
Aquel es la verdadera luz, que ilumina a todo hombre (Juan 1: 9).
El pueblo, asentado en tinieblas, vio una gran luz, y a los sentados en.... sombra de muerte apareció luz (Mateo 4: 16).
Te daré por alianza del pueblo, por luz de las gentes (Isaías 42: 6).
Te he dado por luz de las gentes a fin de que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra (Isaías 49: 6).
Las gentes que estuvieren preservadas andarán en su luz (Apocalipsis. 21: 24).
Envía tu luz y tu verdad, ellas me guiarán (Salmo 43: 3).
En estos y otros lugares el Señor es llamado la luz a causa de la Divina verdad, que procede de Él; de igual manera la verdad misma se llama luz. Puesto que la luz en los cielos viene del Señor como sol, por esto mismo, al ser transfigurado delante de Pedro, Jacobo y Juan:
Su rostro resplandeció como el sol y sus vestidos como la luz, blancos y relucientes como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos(Marco 9: 3; Mateo 17: 2).
La causa de que los vestidos del Señor aparecieron así era que representaban la Divina verdad que procede de Él en los cielos. "Vestidos" en el Verbo significan verdades; por eso se dice en David:
Jehová, te cubres de luz como de vestidura (Salmo 109: 2).
130. Que la luz en los cielos es espiritual y que esta luz es la Divina verdad puede deducirse también del hecho que el hombre asimismo tiene una luz espiritual, y que por esta luz tiene ilustración tanto como se halle en entendimiento y sabiduría por la Divina verdad: la luz espiritual del hombre es la luz de su entendimiento, cuyos objetos son verdades, las cuales arregla analíticamente por orden, formando de ellas razonamientos, y deduciendo de estos, en series, conclusión sobre asuntos. Que la luz, mediante la cual el entendimiento ve tales cosas, es una luz real y verdadera lo ignora el hombre natural, porque no la ve con los ojos ni la percibe con el pensamiento: muchos lo saben sin embargo, y la distinguen también de la luz natural, en la que se hallan los que piensan naturalmente y no espiritualmente. Naturalmente piensan los que no miran más que al mundo, y que atribuyen todas las cosas a la naturaleza; pero espiritualmente piensan los que miran al cielo, atribuyendo todas las cosas a lo Divino. Que la luz que ilumina la mente es una verdadera luz, del todo distinta de la luz que se llama luz natural, me ha sido dado percibir varias veces y también efectivamente verlo. He sido elevado interiormente por grados a aquella luz, y en la medida en que fui elevado el entendimiento fue ilustrado, hasta que percibí cosas que antes no percibía, y finalmente cosas, que ni entender hubiera podido por el pensamiento de la luz natural. A veces he sentido enojo por no haberlas podido entender, cuando sin embargo las percibía clara y distintamente en la luz celestial. Puesto que para la inteligencia existe (una) luz, se dice del sujeto de ella, como del ojo, que ve, y que se halla uno en luz cuando percibe; que se halla uno en oscuridad y en la sombra cuando no percibe, y otras locuciones parecidas.
131. Por ser la luz del cielo la Divina verdad es esa luz asimismo la Divina sabiduría einteligencia, por cuya razón lo mismo se entiende por ser elevado a la luz del cielo que por ser elevado a la inteligencia y sabiduría, e ilustrado. La luz en los ángeles está por lo tanto en exacta proporción a su inteligencia y sabiduría. En la luz del cielo se conocen todos, cuales y como son; las cosas interiores se manifiestan allí en los rostros exactamente cuales son, ni lo más mínimo falta. Los ángeles interiores aman también lo que se les manifiesta claramente cuantas cosas hay en ellos, porque no quieren más que el bien; otra cosa sucede con los que se hallan debajo del cielo, y que no quieren el bien; estos tienen, por lo mismo, grande temor de que se les vea en la luz del cielo; y, lo que es asombroso, aquellos que están en el infierno parecen unos a otros como hombres, pero en la luz del cielo como monstruos, con caras horribles y cuerpos atroz, siendo formas exactas de su mal. De igual manera aparece el hombre, en cuanto a su espíritu, cuando está observado por los ángeles; si es bueno presenta aspecto de hombre hermoso, según su bien; si es malo aparece como monstruo, deforme, según su mal. Por esto es evidente que todas las cosas se manifiestan en la luz del cielo; son reveladas porque la luz del cielo es la Divina verdad.
132. Por ser la Divina verdad la luz en el cielo, resplandecen todas las verdades en donde se hallan, sea en el interior del ángel, sea fuera de él, sea dentro de los cielos, sea fuera de ellos. Las verdades fuera de los cielos no resplandecen, sin embargo, como las verdades dentro de los cielos; las verdades fuera de los cielos relucen frías, como la nieve, sin calor, siendo así que no sacan su esencia del bien como las verdades dentro del cielo; por cuya razón esta luz también desaparece con el influjo de la luz del cielo, y si hay mal por debajo, se convierte en tinieblas. Esto he visto varias veces y también otras cosas dignas de memoria relativas a verdades relucientes, cuyas cosas dejamos de referir aquí.
133. Ahora se dirá algo con respecto al calor en el cielo. El calor del cielo es en su esencia amor; procede del Señor como sol, y que este calor es el Divino amor en el Señor, procedente del Señor, se puede ver en el precedente artículo. Por esto es evidente que el calor del cielo es tan espiritual como la luz del cielo, siendo del mismo origen. Hay dos cosas que salen del Señor como sol: la Divina verdad y el Divino bien; la Divina verdad se presenta en los cielos como luz y el Divino bien como calor; pero la Divina verdad y el Divino bien se hallan unidos de tal manera que no son dos, sino una sola cosa; se hallan, sin embargo, separados en los ángeles; porque hay ángeles que reciben el Divino bien en más alto grado que la Divina verdad y hay ángeles que reciben la Divina verdad en más alto grado que el Divino bien. Los que reciben más del Divino bien están en el reino celestial del Señor; los que reciben mas de la Divina verdad están en el reino espiritual del Señor. Los ángeles más perfectos son los que reciben ambos en igual grado.
134. El calor del cielo es, como la luz del cielo, en todas partes diferente; otro en el reino celestial, otro en el reino espiritual, y otro en cada una de las sociedades; allí varia no solamente en grado sino también en calidad; más intenso y más puro es en el reino celestial del Señor; puesto que allí los ángeles perciben más el Divino bien; menos intenso y puro en el reino espiritual, porque allí los ángeles reciben más la Divina verdad; varia también en cada sociedad según el recibimiento. En los infiernos hay asimismo calor pero un calor inmundo. Es el calor del cielo que se entiende por fuego santo y celestial, y es el calor del infierno que se entiende por fuego profano e infernal; y por ambos se entiende amor: por el fuego celestial el amor al Señor y el amor al prójimo, y todas las inclinaciones que nacen de estos amores; y por el fuego infernal amor a sí mismo y amor al mundo, y toda concupiscencia, que viene de estos amores. Que el amor es calor de origen espiritual es evidente por la calefacción que tiene lugar con arreglo al amor, porque el hombre se enciende y enardece, según la intensidad y calidad del mismo, y su fuego se manifiesta al ser contrariado. De aquí viene también la costumbre universal de decir encender, quemar, hervir, arder, cuando se trata de las inclinaciones, que pertenecen al amor del bien, así como cuando se trata de las concupiscencias, que pertenecen al amor del mal.
135. La causa de que el amor, procedente del Señor como sol, en el cielo se siente como calor, es que las cosas interiores de los ángeles se hallan en amor por el Divino bien que viene del Señor, hallándose por ello en calor las cosas exteriores calentadas por aquellas. Es por esto que en el cielo el amor y el calor corresponden de tal manera, que allí cada uno se halla en calor cuanto se halla en amor, según más arriba se ha dicho. El calor del mundo no entra en manera alguna en los cielos, siendo demasiado crudo, y además natural y no espiritual; pero en los hombres es diferente, porque los hombres están en el mundo espiritual tanto como en el mundo natural; estos, con respecto a su espíritu, son calentados exactamente con arreglo a sus amores, pero, con respecto al cuerpo, por ambos calores; tanto por el del espíritu cuanto por el del mundo; aquel influye en este", porque se corresponden. La naturaleza de ambos calores puede conocerse por los animales; porque sus amores, de los cuales el predominante es el de la procreación de su género, despiertan y obran con la presencia y la afluencia del calor del sol del mundo, cuyo calor tan solo existe en las estaciones de primavera y verano. Se equivocan en el más alto grado los que piensan que el calor del mundo, que influye, excita el amor, porque no hay influjo de las cosas naturales en las espirituales, sino de las espirituales en las naturales: este último influjo viene por el Divino orden, pero el primero es contrario al Divino orden.
136. Los ángeles tienen, como los hombres, inteligencia y voluntad; la vida de su inteligencia viene de la luz del cielo; porque la luz del cielo es la Divina verdad y por lo tanto la Divina sabiduría; la vida de su voluntad viene del calor del cielo, porque el calor del cielo es el Divino bien, y por consiguiente el Divino amor. La vida misma de los ángeles viene del calor y no de la luz, sino en la medida en que hay en ella calor; que la vida viene del amor es evidente, porque separado este, perece aquella. Lo mismo sucede con la fe separada del amor, o sea con la verdad separada del bien, porque la verdad, llamada la verdad de la fe, es luz, y el bien, llamado el bien del amor, es calor. Esto se ve aun más claro por el calor y la luz del mundo, a los cuales corresponden el calor y la luz del cielo; por el calor del mundo, unido a la luz, se vivifica y florece todo cuanto hay en los campos; unidos se hallan en las estaciones de la primavera y del verano; y por la luz separada del calor nada se vivifica ni florece, sino que todo yace entorpecido y muere; separados se hallan en la estación de invierno, estando entonces presente la luz y ausente el calor; a causa de esta correspondencia el cielo se llama un paraíso, porque allí la verdad se halla unida al bien, o sea la fe al amor, como la luz al calor en la estación del verano en la tierra. Por lo aquí expuesto resulta más clara la verdad, de la que se ha tratado en su artículo más arriba (n. 13-19); es decir, que lo Divino del Señor en el cielo es amor a Él y amor al prójimo.
137. Se dice en Juan:
En el principio era el Verbo y el Verbo era con Dios y Dios era el Verbo... todas las cosas por Él fueron hechas... en Él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres... en el mundo estaba y el mundo fue hecho por El; y el Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros y vimos su gloria (1: 1-14).
Que es el Señor el que se entiende por el Verbo es evidente, porque se dice que el Verbo fue hecho carne; pero lo que especialmente se entiende por el Verbo no es aún conocido; por lo cual se dirá. En el citado pasaje, "el Verbo" es la Divina verdad que se halla en el Señor y que procede del Señor; por cuya razón se llama allí también la luz; y que esta es la Divina verdad queda explicado en lo que antecede del presente artículo. Que todas las cosas son hechas y creadas por la Divina verdad se explicará ahora. En el cielo toda potencia es de la Divina verdad, y fuera de ella no hay absolutamente ninguna. A causa de la Divina verdad todos los ángeles son llamados potencias, y en la medida en que son recipientes o receptáculos de ella son también potencias; por ella prevalecen contra los infiernos y contra todo cuanto se opone; y mil enemigos no pueden allí resistir un solo rayo de la luz del cielo, que es la Divina verdad; puesto que los ángeles son ángeles por recibir la Divina verdad, sigue de sí mismo que el cielo entero no viene de otra cosa, porque el cielo consiste de los ángeles. El haber tal potencia en la Divina verdad no lo pueden creer los que de la verdad no tienen otro concepto que de un pensamiento o de un discurso, los cuales en y por sí no tienen potencia más que en la medida en que otros, por obediencia, los hacen; pero la Divina verdad tiene potencia en y por sí misma, y tanta que mediante ella son creados el mundo y el cielo, con todas las cosas que en ellos hay; la existencia de tal potencia en la Divina verdad puede ilustrarse mediante dos comparaciones. Por la potencia de la verdad y del bien en el hombre: todo cuanto el hombre obra lo obra por la inteligencia y por la voluntad; por la voluntad mediante el bien y por la inteligencia mediante la verdad, porque todo cuanto hay en la voluntad se refiere al bien, y todo cuanto hay en la inteligencia se refiere a la verdad; por estos obra por lo tanto el hombre con todo el cuerpo, y mil cosas a la vez se ponen en este espontáneamente en movimiento al señal y antojo de aquellos. Es pues evidente que todo en el cuerpo está formado al obsequio del bien y de la verdad, por consiguiente por virtud del bien y de la verdad. Por la potencia del calor y de la luz del sol del mundo: todo cuanto crece en el mundo, sea árboles, cereales, flores, hierba, fruta y simiente, existen sencillamente por el calor y la luz del sol; es pues claro, cuan grande potencia de producir tienen estos en sí, cuanta no debe tener la Divina luz que es la Divina verdad, y el Divino calor que es el Divino bien; por los cuales, siendo por ellos formado el cielo, también lo es el mundo, porque por el cielo es formado el mundo, según se ha manifestado en lo que antecede. Puede por esto ser claro de que modo ha de entenderse aquello de que por el Verbo fueron hechas todas las cosas y sin él nada fue hecho de lo que es hecho, y que también el mundo fue hecho por Él Mismo, es decir que fue hecho por la Divina verdad del Señor; de ahí viene asimismo que en el libro de la creación se habla primeramente de la luz y luego de aquello que viene de la luz (Génesis. 1: 3,4), y también es por esto que todas las cosas en el universo, tanto en el cielo cuanto en el mundo, se refieren al bien y a la verdad y a la unión de estos para poder ser algo.
[Este número no existe en el escrito original.]
139. Hay que saber que el Divino bien y la Divina verdad, que proceden del Señor como sol, se hallan en el cielo, pero no existen dentro del Señor, sino que existen por el Señor. En el Señor está solamente el Divino amor, que es el SER por el cual existen aquellos; existir por el SER es lo que se entiende por proceder. Esto puede también ilustrarse por una comparación con el sol del mundo: el calor y la luz que existen en el mundo no se hallan dentro del sol, sino que existen por el sol; en el sol hay únicamente fuego, y de este nacen y proceden aquellos.
140. Puesto que el Señor como sol es el Divino amor, y que el Divino amor es el Divino bien en sí mismo, se llama, para distinguir, Divina verdad lo Divino que procede de Él yque es su Divino en el cielo, por más que es el Divino bien unido a la Divina verdad. Esta Divina verdad es lo que se llama lo Santo que procede de Él.
Las cuatro partes del Cielo o los cuatro puntos cardinales
141. En el cielo hay como en el mundo cuatro puntos cardinales, oriente, mediodía, occidente y septentrión, en ambos determinados por su sol; en el cielo por el sol del cielo, que es el Señor, en el mundo por el sol del mundo; pero hay, sin embargo, entre ellos mucha diferencia; la primera diferencia es que en el mundo llaman mediodía donde el sol se halla a mayor altura sobre la tierra, y norte donde en posición opuesta se halla por debajo de la tierra; oriente donde sale en el equinoccio y occidente donde entonces se pone: en el mundo se determinan, pues, todos los puntos cardinales por el mediodía; pero en el cielo se llama oriente donde aparece el Señor cómo sol; directamente opuesto es el occidente; a la derecha en el cielo es el mediodía, y a la izquierda, el septentrión, y esto en cada vuelta de los rostros y cuerpos; en el cielo todo punto cardinal se determina por lo tanto por el oriente. La causa de que llaman oriente, donde el Señor aparece como sol, es que todo origen de vida sale de Él como sol, y cuanto los ángeles reciben de Él calor y luz, o sea amor e inteligencia, tanto se dice que el Señor se levanta en ellos; por la misma causa es también que el Señor en el Verbo se llama el Oriente.
142. La segunda diferencia es que los ángeles tienen siempre el oriente delante de sus rostros, el occidente a sus espaldas, el mediodía a la derecha, y el septentrión a la izquierda; pero viendo que esto puede difícilmente comprenderse en el mundo, por la causa de que el hombre vuelve su rostro hacia todos puntos cardinales, .se explicará. El cielo entero se vuelve hacia el Señor como hacia su centro común; por eso se vuelven todos los ángeles hacia este centro; que toda dirección tiende hacia el centro común es conocido también en la tierra; pero la dirección en el cielo difiere de la dirección en el mundo, en que en el cielo son las fronteras los que se vuelven hacia su centro común, pero en el mundo son las partes inferiores; la dirección en el mundo es lo que se llama centrípeta y también gravitación: en efecto, las cosas interiores de los ángeles miran también hacia delante; y puesto que las cosas interiores se presentan visibles en los rostros, es por lo tanto el rostro que determina los puntos.
143. Pero esto de que los ángeles tienen delante de sí el levante en cada vuelta del rostro y cuerpo es más difícil de comprender en el mundo, por la causa de que el hombre tiene delante de sí los puntos cardinales según vuelva el rostro; por lo tanto será también explicado. Los ángeles, igualmente que los hombres, vuelven y tornan sus rostros y sus cuerpos en todas direcciones, y, sin embargo, tienen siempre ante los ojos el oriente; pero estos movimientos de los ángeles no son como los de los hombres, porque son de otro origen; parecen, por cierto, idénticos, pero no lo son. El origen es el amor reinante; de este viene toda determinación en los ángeles y en los espíritus, porque, según más arriba se ha dicho, sus cosas interiores se hallan en efecto mirando hacia su centro común, así pues en el cielo hacia el Señor como sol; por lo cual, hallándose el amor reinante siempre ante sus cosas interiores, y siendo el rostro derivación de las cosas interiores por ser la forma extrema de ellas, se halla siempre delante del rostro este amor reinante. Así también es el Señor como sol en el cielo, puesto que Él es el origen de su amor, y puesto que el Señor mismo habita en Su amor en los ángeles; es por lo tanto el Señor quien hace que miran hacia Él, por doquiera que se vuelvan. Estas cosas no pueden aún explicarse más claramente, pero en artículos siguientes, especialmente donde se tratará de Representaciones y Apariencias, así como de tiempo y espacio en el cielo, se explicarán más claramente. Que los ángeles tienen al Señor delante del rostro constantemente me ha sido dado saber por mucha experiencia y asimismo percibir; porque siempre, cuando he estado en compañía de los ángeles, he podido notar la presencia del Señor delante de mi rostro; por más que no le he visto se ha dejado percibir en la luz; que así es, han asegurado a menudo también los ángeles. Por hallarse el Señor constantemente delante de los rostros de los ángeles, se dice en el mundo, con respecto a los que creen en el Señor y que aman a Él, que tienen a Él delante de sus ojos y rostros, que miran a Él y que ven a Él. El hablar así el hombre es por el mundo espiritual porque de allí proceden varias cosas en el habla humana por más que el hombre ignora el que son de allí.
144. Esa manera de volverse hacia el Señor es una de las cosas maravillosas del cielo, pudiendo allí varios hallarse en un mismo sitio y volver los rostros y cuerpos en diferentes direcciones sin dejar de ver todos al Señor delante de sí; teniendo cada uno de ellos a su derecha el mediodía, a la izquierda el septentrión y a sus espaldas el poniente. Entre las cosas maravillosas es también esta, que los ángeles, a pesar de ser su mirar hacia el oriente, sin embargo, tienen un mirar hacia los tres demás puntos cardinales, pero hacia estos su mirar se verifica desde su vista interior, que es la de su pensamiento. Otra cosa maravillosa es que en el cielo a nadie es permitido colocarse detrás de alguien y mirarle la parte posterior de la cabeza, porque haciendo esto se introduce confusión en el bien y la verdad, que son del Señor.
145. Los ángeles ven al Señor de una manera, y el Señor ve a los ángeles de otra manera; los ángeles ven al Señor con los ojos; pero el Señor ve a los ángeles en la frente; la causa de que sea en la frente es que la frente corresponde al amor y el Señor influye por el amor en su voluntad, haciendo que le vean a Él por la inteligencia, que corresponde a los ojos.
146. Los puntos cardinales en los cielos que constituyen el reino celestial del Señor difieren de los puntos cardinales en los cielos que constituyen el reino espiritual del Señor, por la causa de que el Señor aparece a los ángeles que están en el reino celestial como un sol, pero a los ángeles que están en su reino espiritual como una luna, y porque el oriente es donde se divisa al Señor. La distancia entre el sol y la luna es allí de treinta grados; entre los puntos cardinales igualmente. Que el cielo se distingue en dos reinos, que se llaman el reino celestial y el reino espiritual, puede verse en su artículo (n. 20-28); y el aparecer el Señor en el reino celestial como un sol y en el reino espiritual como una luna (n. 118) no causa, sin embargo, confusión en los puntos cardinales, viendo que los ángeles espirituales no pueden subir a los ángeles celestiales ni estos descender entre aquellos (véase arriba, n. 35).
147. Por esto se ve claramente cual y como es la presencia del Señor en los cielos, sea que en todas partes y en cada uno se halla en el bien y en la verdad, que procede de Él: por consiguiente que se halla en lo Suyo en los ángeles, según se ha dicho antes (n. 12). La percepción de la presencia del Señor está en las interiores de ellos; por virtud de estas ven los ojos; viendo por consiguiente a Él al exterior de ellos, puesto que existe una continuidad. Puede por ello ser claro que el Señor está en ellos y ellos en el Señor, según las palabras del Señor:
Permaneced en mí y yo en vosotros (Juan 15: 4).
Él que come mí carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él (Juan 6: 56).
La carne del Señor significa el Divino bien y la sangre la Divina verdad.
148. En los cielos todos habitan con distinción según los puntos cardinales; al oriente y occidente habitan los que se hallan en el bien del amor; al oriente los que se hallan en percepción clara, al occidente los que se hallan en percepción oscura del mismo. Al mediodía y al septentrión habitan los que se hallan en sabiduría procedente del bien del amor; al mediodía los que están en la clara luz de la sabiduría, al septentrión los que están en una débil luz de la misma. Los ángeles que están en el reino espiritual del Señor habitan de la misma manera que los que están en Su reino celestial; con distinción, sin embargo, según el bien del amor, y la luz de la verdad, que procede del bien; porque el amor en el reino celestial es amoral Señor, y la luz de la verdad, que del mismo procede, es sabiduría; pero en el reino espiritual hay amor al prójimo, que se llama caridad, y la luz de la verdad, que de este amor viene, es inteligencia, también llamada fe (véase arriba, n. 23). Además difieren con respecto a los puntos cardinales, porque los puntos cardinales distan entre sí de treinta grados, como se acaba de decir arriba (n. 146).
149. Dé la misma manera habitan los ángeles entre sí en cada sociedad del cielo; al oriente los que se hallan en mayor grado de amor y caridad, al occidente los que se hallan en menor grado, al mediodía los que se hallan en mayor grado de luz de la sabiduría é inteligencia, al septentrión los que se hallan en menor grado. La causa de que habitan con esta distinción es que cada sociedad representa el cielo y es también cielo en menor forma (véase arriba, n. 51-58). Cosa idéntica tiene lugar en las reuniones. Son inducidos a observar este orden por la forma del cielo, por la cual cada uno conoce su lugar. El Señor dispone también que en cada sociedad haya ángeles de todo género, por la causa de que el cielo en cuanto a forma debe ser igual en todas partes; pero a pesar de esto, la disposición del cielo en conjunto difiere de la de una sociedad como lo común de lo particular, porque las sociedades que están al oriente sobresalen a las sociedades que están al occidente, y las que están al mediodía sobresalen a las que están al septentrión.
150. De aquí viene el que todos puntos cardinales en los cielos significan tales cosas, cuales hay en los que viven allí; es decir, oriente, amor y su bien en clara percepción; occidente, lo mismo en oscura percepción; mediodía, sabiduría y entendimiento en clara luz, y septentrión lo mismo en débil luz; y puesto que por esos puntos cardinales se entienden semejantes cosas, se entienden por ellos en el sentido interior o espiritual del Verbo cosas parecidas; porque el sentido interior o espiritual del Verbo es exactamente conforme a las cosas que hay en el cielo.
151. Lo contrario acontece con los que se hallan en los infiernos; los que están allí no miran al Señor como sol o como luna, sino en dirección opuesta al Señor, hacia el punto intensamente negro, que se halla en lugar del sol del mundo, y hacia el punto oscuro, que está en lugar de la luna de la tierra; los llamados genios, hacia el punto negro, que está en lugar del sol del mundo, y los llamados espíritus, hacia el punto oscuro, que está en lugar de la luna de la tierra. Que el sol del mundo y la luna de la tierra no aparecen en el mundo espiritual, sino, en lugar de este sol, un punto intensamente negro opuesto al sol del cielo, y en lugar de esta luna, un punto oscuro opuesto a la luna del cielo, puede verse más arriba (n. 122). Por esto los puntos cardinales para ellos son opuestos a los puntos cardinales del cielo; levante para ellos es donde se hallan el punto negro y el punto oscuro mencionados; poniente para ellos es donde está el sol del cielo, mediodía a la derecha, y septentrión a la izquierda; y esto en toda vuelta de sus cuerpos; no puede resultar otra cosa, por la causa de que toda dirección interior en ellos, y por consiguiente toda determinación de la misma, miran y tienden hacia estos puntos; que en la otra vida toda dirección interior y por consiguiente toda dirección efectiva es con arreglo al amor se puede ver en el n. 143; el amor de los que están en los infiernos es amor a sí mismo y al mundo, y estos amores son los que se significan por el sol del mundo y la luna de la tierra (véase n. 122); estos amores son además opuestos al amor al Señor y al prójimo. Por esto es que se vuelven hacia aquellas negras tinieblas en dirección opuesta al Señor. Los que están en los infiernos habitan igualmente con arreglo a sus puntos cardinales; los que están en el mal del amor a sí mismo, de oriente a occidente; los que están en las falsedades del mal, del mediodía al septentrión, pero de esto se dirá más cuando trataremos de los infiernos.
152. Cuando entre los buenos viene algún espíritu malo suelen confundirse los puntos cardinales de tal manera que los buenos no saben donde es su oriente; lo cual he sentido ocurrir varias veces y también lo he oído decir a espíritus que se han lamentado de ello.
153. A veces malos espíritus aparecen vueltos hacia los puntos cardinales del cielo, y entonces tienen entendimiento y percepción de la verdad, pero ninguna inclinación al bien, por lo cual tan pronto como de nuevo se vuelven hacia sus propios puntos cardinales, no tienen ya entendimiento ni percepción alguna de la verdad; dicen entonces que las verdades que oyeron y percibieron no son verdades sino mentiras; también quieren que las mentiras sean verdades. Acerca de esta conversión se me hainformado que en los malos lo intelectual puede convertirse de esta manera pero no así lo voluntario, y que esto es así dispuesto por el Señor a fin de que cada uno pueda ver las verdades y reconocerlas, pero que nadie las recibe, si no está en el bien, puesto que es el bien que recibe las verdades y nunca el mal. Que lo mismo tiene lugar en el hombre a fin de que mediante las verdades pueda mejorarse, pero que no se mejora más que en la medida en que está en el bien; siendo esto la causa de que el hombre puede igualmente volverse hacia el Señor, pero si está en el mal con respecto al vivir, en seguida se retira y confirma en sí mismo las mentiras de su mal en contra de las verdades que concebía y veía, y que esto tiene lugar cuando piensa por sí mismo desde su interior.
Las formas, así como las energías que en ellas o a través de ellas se manifiestan, se hallan fuera del hombre y en el hombre en el sentido de que éste puede recibirlas y transmitirlas. En un determinado nivel primigenio para nosotros está la constelación de las formas geométricas primeras o arquetipales, de las cuales descienden, como en oleadas que pasan, las formas innombrables. Digo que descienden, que son descendientes de las primeras porque su conformación sucesiva a través de las generaciones tendría lugar siempre según los órdenes o energías que en aquéllas se contienen y de las cuales manan como de una fuente.
P. Palazuelo
Geometría, del griego gh = tierra y metron = medir, significa etimológicamente «medición de la tierra». Y, como me explicó un día Pablo Palazuelo, en sánscrito la palabra matra quiere decir medida (metro) y además es equivalente etimológico de materia; es decir «medida de la materia». La experiencia de la «materia medida» ( matra ) es, pues, la geometría.
Sobre el origen de la geometría tenemos básicamente dos fuentes, Heródoto y Aristóteles, que coinciden en situarlo en la civilización egipcia, aunque pensando posiblemente en unas raíces mucho más antiguas. Heródoto afirma que la geometría se originó en Egipto, fruto de la necesidad práctica de medir los límites de las parcelas de terreno periódicamente inundadas por las aguas del Nilo. Aristóteles argumenta —pienso que irónicamente— que fue la existencia en Egipto de una casta sacerdotal ociosa la que promovió la investigación geométrica. Tenemos, por una parte, el argumento de la necesidad práctica, y, por otra, un sacerdocio ocioso y ritual.
Las inundaciones periódicas del valle del Nilo podían haber obligado, por cuestiones catastrales, a determinar de nuevo la extensión efectiva de las parcelas después de cada inundación. Intervenían entonces los harpedonaptas, nombre que se daba a los antiguos agrimensores, que, operando con una cuerda, la señalaban con trozos proporcionales a los números 3, 4, 5, la tensaban con dos estacas y juntaban los extremos formando un triángulo rectángulo (se procedía dividiendo una cuerda en doce partes por medio de nudos; se dejaba libre la extremidad de longitud 3; se fijaba mediante dos estacas la longitud 4, quedando libre también la longitud 5; los extremos 3 y 5 se unían formando inevitablemente un triángulo rectángulo).
Figura 22
Geometría como agrimensura: un sistema de medición de la tierra que supone el conocimiento de los fundamentos de la trigonometría o cálculo de triángulos.
Pero en el Antiguo Egipto la acción de «tender la cuerda» entre dos piquetes era una de las más importantes operaciones sagradas de la fundación de un templo: después de observar las estrellas circumpolares, después de medir el tiempo con la clepsidra a fin de fijar la orientación del templo, se tensaba la cuerda sobre el emplazamiento de los muros y se determinaban cuatro ángulos picando el rey sobre las estacas con un mazo de oro, mientras se recitaban los textos sagrados. En una tumba de Tebas, los harpedonaptas están representados con la cuerda en las manos, una extremidad de la cual está enrollada y dominada por una cabeza de carnero que lleva la serpiente con el disco solar (emblema del faraón) subrayando su carácter divino.
También en la India existía la regla de las cuerdas o Sulvasutras, es decir, el conjunto de conocimientos requeridos para erigir los templos y altares (Sulva alude a las cuerdas que se usaban para efectuar mediciones y sutra significa conjunto de reglas). Los Sulvasutras, totalmente escritos en verso, exponen las reglas de construcción de ángulos rectos mediante tripletes de cuerdas cuyas longitudes forman tripletes pitagóricos. Esta coincidencia hace pensar que la geometría egipcia, tanto como la india derivaban de una fuente común: una protogeometría relacionada con ritos primitivos en un período en que la magia, la ciencia y la religión eran inseparables, como parte de un cuerpo de conocimientos dominado por la casta sacerdotal.
Figura 23
La técnica de los harpedonaptas egipcios implicaba el conocimiento empírico de las propiedades del triángulo 3, 4, 5, el triángulo de Pitágoras, de quien se dice que celebró el hallazgo de la fórmula con una hecatombe. Para los egipcios, éste era el triángulo sagrado, porque era el secreto de todas las medidas. Sus lados se relacionan entre sí con los números 3, 4, 5, que sumados dan 12, el circuito zodiacal o ciclo fundamental formado por tres veces cuatro. En la entrada de la tumba de Ramsés IX, en el Valle de Tebas, hay una figura curiosa. Se trata de una momia real que levanta el brazo sobrepasando la cabeza la longitud de un codo; la momia está situada como hipotenusa de un triángulo rectángulo cuyos catetos delinea una serpiente. Más que una figura geométrica es el trazado de un principio. El triángulo representa efectivamente el triángulo sagrado 3, 4, 5.
Triángulo escaleno, consta de tres lados desiguales, un ángulo recto y dos agudos: el ángulo recto indica la ley inmutable y constante de la naturaleza; el ángulo agudo más grande representa el movimiento del aumento; el otro indica la razón de la disminución.
En su tratado sobre los misterios del Antiguo Egipto, Plutarco se refiere a esa figura estableciendo una analogía con la divina Trinidad egipcia: «En el triángulo rectángulo el número tres representa uno de los lados del ángulo recto; el cuatro, la base; el cinco, la hipotenusa, y el cuadrado de ésta es igual a la suma de los cuadrados de los lados que contienen el ángulo recto.
Figura 24. Bajorrelieve pintado, tumba Ramsés IX (XX dinastía). Tebas. El triángulo sagrado y la función Φ. Esquema de R. A. Schwaller de Lubicz
Precisa, pues, representarse el lado del ángulo recto como figuración del macho, la base del triángulo como figuración de la hembra, y la hipotenusa como producto de ambos. De la misma manera, debemos considerar a Osiris como primer principio, a Isis como la substancia que recibe sus influencias, y a Horus como efecto resultante de la unión del uno y del otro».
El triángulo constituye el símbolo capital del ternario; se dice que 3 es un número triangular porque tres puntos dispuestos al azar forman naturalmente un triángulo y sólo uno. El 3 es considerado un número perfecto porque es el primer impar, porque es igual a la suma de los números que lo preceden, y porque es necesario para establecer cualquier relación o proporción. Es símbolo de todo proceso dinámico. Con tres lados, tres vértices, tres ángulos, tres mediatrices y tres bisectrices, el triángulo es la primera figura perfecta, el polígono más simple. Y puesto que contiene la recta, el ángulo y la superficie es como una síntesis de la geometría.
Y es, también, la imagen más sencilla capaz de hacer visible que la dualidad se resuelve en la unidad; por eso se ha convertido en el símbolo de esa famosa Trinidad-Una que la iglesia ha querido convertir en un misterio impenetrable. Además, geométricamente tiene una propiedad remarcable que insiste en la misma idea: por los tres vértices se puede hacer pasar sólo un círculo, lo que expresa las relaciones del ternario con la unidad que el círculo representa. En Egipto la forma triangular es inspiradora de un símbolo de primer orden como las pirámides, justamente tres (las más importantes) en el Valle del Nilo.
Figura 25
El triángulo se encuentra en casi todas las civilizaciones con una significación simbólica. En la escritura china, por ejemplo, el triángulo equilátero significa la reunión, la armonía, el bien supremo del hombre. Y desde el último período del paleolítico superior se da la persistente tradición de grabar la vulva como triángulo sexual sobre figuras femeninas casi naturalistas, como puede observarse en cierta «figura de mujer de la cultura badariense», en la cual el triángulo sexual, la parte más trabajada de la escultura, se ha acentuado mediante un rayado en cuadrícula. O en el «ídolo femenino de mármol» de las islas Cícladas, una estatuilla sobre la que destaca el triángulo con claridad. Giedion ha puesto de relieve que estas figuras, fruto de una tradición que persistió a lo largo de milenios y en muchos centros de cultura, no pretendían ser simples representaciones del cuerpo femenino sino objetos de culto.
En cuanto a su significado, puede afirmarse que todas ellas eran manifestaciones de la fecundidad, matriz y fuente de toda vida. Otro ejemplo, más insistente aún, es la «Artemisa de Éfeso», probablemente del siglo V a. C.; una pista sobre el significado de las siete hileras de pechos viene dada por su disposición triangular: la Artemisa efesia compartía con otras diosas mediterráneas el atributo esencial de la fertilidad.
Figura 26. Figura canónica de la variedad dokathísmata, cultura de Ceros-Siros. Islas Cícladas, ca. 2400 a. C., mármol.
Pero posiblemente ninguna manifestación cultural ha ponderado tanto la figura del triángulo como el tantrismo, un culto indio continuamente desarrollado desde la antigüedad y no limitado a ninguna religión particular de la India. Aun reconociendo explícitamente la dificultad en hallar definiciones adecuadas, Philip S. Rawson escribe: «El Tantra constituye una manifestación del sentimiento, del arte y de la religión indios. Sólo puede comprenderlo realmente la gente que está dispuesta a emprender una acción interior de meditación. (…) Hay muchísimas variantes de práctica y de creencia, pero hay un hilo que nos puede guiar a través del laberinto y en este hilo pueden ensartarse todas las distintas manifestaciones del Tantra.
Figura 27. Artemisa de Éfeso, s. V a. C., mármol.
Dicho hilo es la idea de que el Tantra es un culto del éxtasis, concentrado y enfocado hacia una visión de la sexualidad cósmica.
En esta visión convergen los estilos de vida, el ritual, la magia, los mitos, la filosofía y todo un complejo de signos y de símbolos emotivos. Los textos básicos en que todas estas cosas se explican también se llaman Tantras».
Para el tantrismo, todas las formas de energía del universo están presentes en cualquier lugar en el cosmos; éste es un animal viviente, toda conciencia y energía, cada célula dotada de psiquismo. La vida es un proceso continuo en el tiempo y el espacio sin solución de continuidad.
Figura 28. El acto básico tántrico a nivel humano. Kangra, s. XVIII, gouache s/p.
En cuanto a la creación, el tantrismo la explica no como un acto único que se produjo al principio de los tiempos, sino como un proceso permanente, un nacimiento ininterrumpido, que se expresa tomando como modelo la actividad sexual: la instilación constante del semen del principio masculino en el yoni (o vulva) del principio femenino. Un proceso que simbolizan los iconos utilizados en el ritual y que se denominan yantras , diagramas simbólicos y mágicos, el más importante de los cuales es el Shri yantra (o Shri-Chakra, considerado como el Chakra-Raja o «Rey de los Chakras»: Chakra significa rueda, círculo). Hay muchos textos concernientes exclusivamente a los yantras. Además, hay buen número de comentarios en unos cuantos lenguajes seculares distintos del sánscrito, como el bengalí, el tamil y el assamés, donde los yantras son comentados.
Aunque su práctica ha sobrevivido, los últimos remanentes de la tradición viva sólo se encuentran en áreas aisladas de la India. Se han transmitido a través de grupos familiares, discípulos de gurus y grupos esotéricos tántricos como los Natha Saints de Bengala, los Siddhais Tamil en el sur de la India y los Kaulas en Cachemira. Su uso ritual y su significado esotérico se han mantenido secretos para los no iniciados; su aprendizaje se adquiere mediante un preceptor espiritual y bajo la estricta disciplina que exige un régimen de yoga.
Yantra significa instrumento, soporte, emblema, y, como otras imágenes del arte tántrico, no sirve sólo para ser mirado sino para ser usado, pues fue hecho para estimular un cierto tipo de actividad mental y para evocar fuerzas psicosomáticas por medio de rituales que incluyen el yoga, la meditación y las relaciones sexuales. En el yantra la abstracción trasciende el nivel representativo anecdótico, tendiendo hacia lo universal.
Figura 29. Shri yantra
Allí se ha aislado el triángulo sexual y, vértice abajo, simboliza la potencia creativa, la fecundidad, la matriz cósmica, ya que una de las funciones del yantra es organizar, estructurar el espacio, y el triángulo determina un espacio con el mínimo de trazos; se ha dicho ya anteriormente: el triángulo es la primera figura bidimensional cerrada que hace nacer a todas las demás; por eso el tantrismo ha asimilado la figura triangular, punta abajo y generalmente roja, a Shakti, la gran diosa, el eterno principio dinámico de donde surge para siempre toda la creación. Pero Shakti necesita el principio masculino, Shiva, que provea la simiente; ésta está representada por un punto central denominado bindu, es decir, esperma, el punto de energía original que tiene localización pero no magnitud, generalmente de color blanco. Pero tanto si está evidenciado como si no, el yantra se organiza y se estructura en torno a un punto central que, evolutivo, se despliega hacia la periferia, o involutivo, se pliega sobre sí mismo. A partir de esta pareja original, del primer triángulo rojo y del punto, se desarrollan una serie de triángulos entrelazados, cuatro masculinos (con el vértice hacia arriba), otros cuatro femeninos (con el vértice hacia abajo). La interpenetración de unos y otros da lugar a treinta y cuatro triángulos suplementarios que, en combinación con los nueve originales, forman un mandala de cuarenta y tres triángulos dispuestos alrededor del punto central. Este diagrama se inscribe dentro del primer anillo con ocho pétalos de loto, y de un segundo anillo con dieciséis pétalos de loto. Alrededor, está el triple círculo denominado Trailokya-Mohana («hechizo de los tres mundos»), y un triple cuadrado, Bhupura («la tierra considerada como ciudad»), se abre a los cuatro puntos cardinales a través de cuatro puertas en forma de T. Los círculos y la anilla de pétalos de loto, la flor tántrica por excelencia, significan el mundo sutil. Finalmente el cuadrado es la figura geométrica exterior que envuelve al yantra como representación del mundo corporal; el cuadrado es aquí un cierre sagrado abierto al mundo exterior a través cuatro umbrales iniciáticos.
Figura 30. Planta y alzado de la Estupa Barabudur. Java, ca. 800 d. C.
La construcción de un yantra obedece a leyes muy precisas que, a lo largo de los siglos, se han convertido en una ciencia y un arte. Se le ha denominado también mandala, que en sánscrito significa círculo, haciendo referencia clara a la geometría, a las figuras de triángulos, círculos y cuadrados que se agrupan jerárquicamente y con un centro común evocando la organización y la solidez de los elementos universales. Cada uno de los trazos que lo forman: el punto, el triángulo, el círculo, el cuadrado, es un yantra por sí mismo, pero la combinación de todas estas raíces elementales, que conservan su propio simbolismo, aumenta el potencial del conjunto. Además, un yantra incluye una cosmogonía completa, pues en cada ángulo del triángulo, en cada pétalo de loto, reside una divinidad, esté o no representada, una energía propia, una Shakti. Los yantras se visualizan no sólo como superficies planas sino también tridimensionalmente (en realidad, cualquier templo indio visto desde arriba, o proyectado sobre un plano es un mandala); en este caso, los triángulos forman una pirámide cuyo punto central es el vértice y el punto de origen. La pirámide está en el centro del loto con los pétalos apuntando hacia el cielo. El cuadrado exterior forma una base sólida, un zócalo abierto al mundo exterior a través de cuatro puertas.
En general, la sintaxis simbólica de un yantra puede ser dividida en dos dimensiones específicas: la cósmica y la psíquica (esto es, la macrocósmica y la microcósmica). La dimensión cósmica puede ser luego dividida en el motivo de la divinidad y el elemento mantra. Aunque el motivo de la divinidad es el centro alrededor del cual el simbolismo del yantra gira, sólo llega a ser completamente significativo con el conocimiento de los principios metafísicos y las leyes y procesos que rigen el cosmos que las divinidades particulares denotan. Por ejemplo, la diosa Kali representa las actividades cósmicas de la creación y destrucción, y el Kali Yantra es no sólo el receptáculo de Kali sino una proyección simbólica de las verdades metafísicas que ella personifica. El segundo aspecto de la sintaxis del yantra es el elemento mantra, las sutiles vibraciones que ayudan a intensificar su poder. Esos sonidos elementales son a menudo representados por letras inscritas en el yantra, pues casi todos los yantras están asociados con combinaciones místicas de letras sánscritas: los mantras. Estas sílabas sánscritas son esencialmente «formas-pensamiento» representando divinidades o poderes cósmicos que ejercen su influencia por medio de vibraciones de sonido. Un mantra simple consiste en sonidos monosilábicos atómicos como Om, Krim, Hrim, mientras que los más complejos están compuestos por una secuencia de tales sílabas.
Figura 31. Omkara Yantra, representación gráfica del sonido-semilla primordial Om, que simboliza el cosmos.
La energía mántrica condensada en las letras se considera investida de un poder espiritual más allá de la comprensión humana. Pronunciado correctamente, es decir, con la actitud mental, la entonación y el acento correctos, un mantra se convierte en el «alma» del yantra y en fuerza vivificadora de la mente. Yantra y mantra se encuentran siempre en conjunción: el sonido es considerado tan importante, si no más, que la forma, pues ésta en su esencia es sonido condensado como materia.
El tercer aspecto de la sintaxis del yantra es el simbolismo psico-cósmico. Además de su significación cósmica, un yantra es una realidad vivida. A causa de la relación que existe en el tantrismo entre el mundo exterior (el macrocosmos) y el mundo interior del hombre (el microcosmos), en un yantra cada símbolo es ambivalentemente resonante en síntesis exterior-interior, y está asociado con el cuerpo sutil y aspectos de la conciencia humana. Por ejemplo, el bindu en un yantra es cósmico cuando se ve como el emblema del Principio Absoluto, pero es psicológico cuando se relaciona con el centro espiritual del adepto. Alineando estos dos planos de conocimiento, el yantra traslada las realidades psíquicas a términos cósmicos y el cosmos a niveles psíquicos.
Cada una de estas dimensiones de la sintaxis del yantra equivale a todas las otras. Así, el motivo de la divinidad puede ser asumido en el mantra —en algunos casos el símbolo de la divinidad es el sonido-semilla (bija mantra) inscrito en el centro del yantra—; o un mantra puede relacionarse simultáneamente con una divinidad, o con el paralelo cosmos-cuerpo; o el cuerpo humano con sus identidades cósmicas puede convertirse en instrumento yantra durante el proceso yógico.
En el yantra la imagen es un signo manifiesto de lo incognoscible, delante del cual uno se abandona a una meditación que, por caminos de un conocimiento más intuitivo que intelectual, pretende alcanzar la psique insondable. Al concentrar la atención se multiplica la potencia mental y psíquica capaz de hacer percibir las relaciones aparentes y ocultas entre las fuerzas que animan al ser humano. La meditación comporta unas fases sucesivas que van desde la concentración sobre un punto determinado (y a través de la atención sostenida) hasta la contemplación mental que produce una visión interior. En esta fase última cede cualquier distinción entre objeto y sujeto, con lo que se identifica la conciencia con la visión interior.
La psicología moderna defiende la hipótesis de que la búsqueda del orden, de la proporción y de la armonía es casi consubstancial a la naturaleza humana. Ahí es donde hago intervenir a Carl-Gustav Jung, porque una de sus aportaciones más valiosas fue la definición del inconsciente colectivo, un inconsciente que tiene contenidos y modos de comportamiento que son universales, es decir, los mismos en todas partes y en todos los individuos. A los contenidos del inconsciente colectivo Jung los denominó arquetipos, del griego arch = principio, origen; y tupos = imagen impresa, figura; es decir, imágenes primordiales impresas en la psique humana, formas mentales cuya presencia no se explica con nada relacionado con la propia vida del individuo, sino que son formas innatas, heredadas por la mente. Estas formas se manifiestan a través de los sueños y la imaginación y se expresan en los mitos, en las formas artísticas, en las ideas religiosas.
Figura 32. Figura realizada por un paciente de C. G. Jung en el curso de su tratamiento, publicado en El Secreto de la flor de oro, 1931.
Jung reunió una serie de 400 sueños relacionados entre sí que denominó sueños mandala, así como figuras mandálicas que fueron realizadas espontáneamente por sus pacientes en el curso del tratamiento, y que para Jung podían servir como ejemplo del paralelo entre la filosofía oriental y la formación de las ideas inconscientes europeas. Según Jung, los mandalas orientales no fueron inventados sino que eran resultado de sueños y visiones. Escribió:
El dibujo mandálico más antiguo que conozco es el denominado rueda solar paleolítica, que fue descubierto en Rodesia. Está basada en el número cuatro. Cosas que llegan tan hacia atrás en la historia de la humanidad tocan, naturalmente, las capas más profundas del inconsciente, y posibilitan asirlas allí donde el lenguaje consciente se muestra totalmente impotente. Tales cosas no pueden ser creadas por el pensamiento, sino que deben crecer de nuevo hacia arriba desde la oscura profundidad del olvido, para expresar los presentimientos supremos de la conciencia y la intuición más alta del espíritu y, así, fundir en uno la unicidad de la conciencia actual con el primitivo pasado de la vida .
Jung afirma que encontró la clave interpretativa de los sueños y de los dibujos mandala en una conversación con un rimpoche lamaísta con quien habló en un convento cerca de Darjeeling. Éste le dijo que los mandalas que se pueden ver en conventos y templos no tienen ninguna significación especial, pues son representaciones exteriores; el mandala auténtico siempre es una imagen interior que sólo se construye gradualmente mediante la imaginación activa, y sólo cuando existe una perturbación del equilibro anímico o no se puede encontrar un pensamiento que no está contenido en la doctrina sagrada y por eso mismo ha de ser buscado. Sobre estos dibujos Jung escribió:
Cuando mis pacientes esbozan tales imágenes, ello no ocurre naturalmente por sugestión, pues esas imágenes fueron hechas antes de que me fuera conocido su significado o su relación con las prácticas del Este, que entonces ignoraba por completo. Nacían en forma enteramente espontánea, y de dos fuentes. Una fuente es lo inconsciente, que engendra tales fantasías espontáneamente; la otra fuente es la vida, que, vivida con la devoción más plena, da un presentimiento del sí mismo, de la esencia individual.
Figura 33. Mago invocando a un demonio, grabado de la edición de 1636 del Doctor Faustus de Christopher Marlowe.
La percepción de la última fuente se expresa en el dibujo; la primera fuente obliga a un darse a la vida. Pues, totalmente en concordancia con la concepción oriental, el símbolo mandálico no sólo es expresión sino que también tiene efectos. Reacciona sobre su autor. Antiquísimos efectos mágicos se asocian con ese símbolo, pues desciende originalmente del «círculo protector», del «círculo encantado» cuya magia se ha conservado en innumerables usos populares. La imagen tiene el objeto manifiesto de trazar un sulcus primigenius, un surco mágico alrededor del centro, el templum o el temenos (recinto sacro) de la personalidad más íntima para rechazar apotropéyicamente la distracción por lo externo. Las prácticas mágicas no son otra cosa que proyecciones del acontecer anímico, que hallan aquí su reaplicación sobre el alma, obrando como una especie de encantamiento de la propia personalidad; es decir, un retrotraer, sostenido y facilitado por medio del proceder gráfico, de la atención a un recinto sacro interno que es origen y meta del alma y que contiene esa unidad de vida y conciencia primero tenida, perdida luego, y que ha de encontrarse nuevamente.
El mandala es, básicamente, una superficie consagrada y una salvaguardia de la invasión de las fuerzas disgregadoras. Pero también es, en palabras de Giuseppe Tucci, «un cosmograma, es el universo entero en su esquema esencial, en su proceso de emanación y reabsorción, no sólo el universo en su inerte amplitud espacial, sino como revolución temporal, la una y la otra como proceso vital que parte de un principio esencial y gira alrededor de un eje central, la montaña de Sumeru, axis mundi sobre el que descansa el cielo y que hunde su base en el subsuelo misterioso. Ésta es una concepción panasiática que ha contribuido a aclarar y precisar las ideas cosmográficas manifestadas en el zigurat asirio-babilónico, y reflejadas después en el trazado de la ciudad imperial de los reyes iraníes y más tarde en la imagen ideal del palacio real del chakravartin, monarca universal de las tradiciones indias. Tales equivalencias y teorías cosmográficas de origen asirio-babilónico se acomodaron, con todo, a intuiciones primitivas según las cuales el sacerdote o el mago fija sobre el terreno los límites de una superficie sagrada, que, protegida por la línea que la delimita, no sólo representa una proyección de las fuerzas ocultas que amenazan la pureza del lugar o la integridad física de quien oficia la ceremonia, sino que es también, por transposición mágica, el mundo, en cuyo centro el mistagogo se identifica con las fuerzas que regulan el universo y cobra para sí su taumatúrgico poder».
Ese mismo sentido tiene el relato de Plutarco acerca de la fundación de Roma: Rómulo envió a buscar constructores a Etruria con el fin de que le instruyeran en las costumbres sacras y escribieran las normas relativas a las ceremonias que deberían observarse de igual manera que en los misterios. Primero, cavaron un hoyo circular, donde está hoy el Comitium o Tribunal de la Asamblea, y en ese hoyo arrojaron ofrendas simbólicas de frutos de la tierra. Después, cada hombre cogió un puñado de tierra del campo de donde procedía y los echaron mezclados en el hoyo, al que se denominó mundus. Alrededor de él Rómulo trazó en círculo los límites de la ciudad con un arado arrastrado por un toro y una vaca. Allí donde se proyectaba una puerta, levantaba la reja del arado y éste pasaba de largo. Esta configuración de la ciudad supone algo más que una forma externa, que no responde a consideraciones de carácter estético o económico; su significado puede explicarse a partir del ritual que preside su trazado: el lugar de emplazamiento de la ciudad se transforma en un lugar sagrado, en un cosmos ordenado como proyección de una imagen arquetípica inconsciente. «La ciudad, la fortaleza y el templo se convierten en símbolos del completamiento psíquico, y de ese modo ejercen una influencia específica en el ser humano que entra o vive en ellos».
En la prehistoria de la construcción están los stone cercles, círculos de piedras erectas, construidos por los habitantes de las islas Británicas entre mediados de la Época Neolítica y finales de la Edad de Bronce. Uno de los más imponentes, aunque no el más típico, es sin duda Stonehenge (Wiltshire, al sur de Inglaterra). En lo que fue inicialmente una gran plataforma circular de tierra de 98 metros de diámetro, con algunas fosas de incineración, se construyó, alrededor del 2.200 a. C., un doble círculo concéntrico de piedras y una avenida que conducía hacia la entrada nordeste, que estaba alineada con la salida del sol del solsticio de verano.
Figura 34. The Standing Stones of Stenness, Orkney Mainland, Islas Órcadas. (Foto C. Bonell)
Posteriormente, fue levantado un círculo de 30 piedras de 4 metros de alto, dominado por 30 dinteles formando un círculo elevado. Un aspecto astronómico de Stonehenge surge de la propia localización: no sólo está situado en la confluencia de diversas corrientes subterráneas, sino también dispuesto según un rectángulo, señalado por 4 piedras denominadas the four stations , porque proveen orientaciones de las posiciones extremas del sol y de la luna en los solsticios y equinoccios. Lo que hace suponer que Stonehenge servía como observatorio lunar y solar que, al prever los solsticios, los equinoccios y los eclipses, era un elemento esencial de un orden social basado en los ritmos cósmicos. Los stone cercles que se encuentran en las Islas Británicas, como Castlerigg (Cumberland, Inglaterra), Dromberg (Cork, Irlanda), Loanhead of Daviot (Aberdeenshire, Escocia), o The Standing Stones of Stenness (Orkney Mainland) fueron construidos a lo largo de un milenio: en parajes solitarios y yermos donde sólo crece el brezo, los pobladores prehistóricos señalaron y tomaron posesión de un trozo de tierra, rodeándolo con grandes piedras, sabiamente colocadas, que trazan sobre el suelo una figura geométrica, un círculo. Aubrey Burl, autor de un extenso libro sobre los stone cercles, confirma que es imposible aún hoy explicar con certeza el origen de la costumbre de erigir círculos megalíticos, pero se puede afirmar que los grandes círculos de piedras abiertos son autóctonos de las islas Británicas y se iniciaron durante el tercer milenio a. C. En cuanto a su aspecto funcional, se barajan múltiples posibilidades: observatorios astronómicos; cultos de fertilidad, del fuego, de sacrificios; enterramientos, incineraciones; focos para grupos dispersos, para reuniones estacionales…, pero Burl sostiene que «estos cercamientos rituales… contienen evidencia de prácticas superficialmente sin sentido que revelan la intención de esa gente de obtener seguridad en su vida y en su mundo amenazantes».
Mandala significa círculo, en especial círculo mágico. Según la regla que rige para los mandalas exigidos en las iniciaciones a los diversos ciclos tántricos, dibujar un mandala supone un ritual en el que el individuo debe participar con el mayor grado de concentración: se dibuja en el suelo sobre una superficie consagrada mediante ritos adecuados; se emplean polvos de varios colores para trazar las líneas y las figuras; la elección de los colores, así como el trazado de las figuras en cada sector, se hace en virtud de ciertas correspondencias… Cualquier error, descuido u omisión invalidan toda la tarea, ya que como acto mágico y ritual que es, requiere la perfección como garantía del éxito, pero también porque las deficiencias evidencian un fallo en las condiciones psicológicas en virtud de las cuales se produce en el espíritu del individuo el proceso de redención. Ésa es la razón de que entre los maestros budistas se haya discutido con todo detalle acerca de las reglas a seguir en el dibujo de un mandala. Los tratados señalan las medidas, la calidad de la cuerda que se debe usar para el trazado, precisando que esté formada por 5 hilos cada uno de un color. Después se tiñe la cuerda con los polvos de color, se coloca sobre la superficie donde debe dibujarse el mandala y se tensa bien clavando sus extremos; entonces, cogiéndola con dos dedos, se estira hacia arriba y se suelta bruscamente, desprendiendo los polvos de que está impregnada. Así se obtiene el trazado principal en el que se van introduciendo los demás. Según Tucci, el mandala deriva de premisas complejas: «Es proyección geométrica del mundo, es el mundo reducido a su esquema esencial; pero implícitamente, al realizarse la transformación del mistagogo gracias a la identificación con el centro del mundo y quedar así determinadas las razones primeras de la eficacia de la obra que aquél pretende realizar, el mandala asume un significado más profundo. Queda, pues, como paradigma de la evolución y de la involución cósmicas, pero quien lo utilizaba no lo hacía deseoso tanto de un retorno al centro del universo como de un refluir de las experiencias de la psique a la concentración, a fin de hallar la unidad de la conciencia, concentrada en sí y no distraída, y de descubrir el inicio ideal de las cosas». El principio que regula la construcción de un mandala es el mismo que el de la construcción de los templos, puesto que todo templo es un mandala (aun si no se advierte fácilmente, éste configura la planta de edificios sagrados en muchas civilizaciones). Por eso, el acceso al templo es acceso a un misterio para aquél que, con recto conocimiento, realiza el rito de circunvolución que prescriben las reglas, visita hasta los últimos rincones del templo, recorriendo el mecanismo del mundo hasta que, al llegar al centro del edificio sagrado, se identifica con la unidad primordial.
Jung resaltó la importancia del centro en el mandala oriental que, generalmente, contiene una figura del máximo valor religioso y profano (Shiva abrazando a Shakti, o el mismo Buda; también en el mandala occidental medieval cristiano la divinidad está en el centro en la imagen de Cristo triunfante rodeado por las cuatro figuras simbólicas de los evangelistas, imagen que está emparentada con la del padre Horus con sus cuatro hijos); una valoración que concuerda con el significado central de los símbolos individuales de los mandalas realizados por sus pacientes: en este caso significan, según Jung, un centro psíquico de la personalidad. Más aún, porque Jung considera que la imagen simbólica del mandala es el equivalente psíquico del unus mundus, y constituye al mismo tiempo una tentativa de representación del arquetipo del sí mismo (self) como centro regulador del campo de los arquetipos y de los números. Jung designó con el término unus mundus la realidad unitaria que, trascendiendo la conciencia, parece estar detrás del dualismo psique-materia. La idea de una unidad tal se basa en la hipótesis de que la multiplicidad del mundo empírico tiene por fundamento una unidad de este último y la no existencia de dos o más universos distintos en su principio o mezclados uno con el otro. La expresión unus mundus proviene de la filosofía natural de la Edad Media y designa el proyecto de cosmos intemporal, potencialmente preexistente en el espíritu de Dios y a partir del cual Dios realizó la creación efectiva. Según Juan Escoto Erígena, el mundo puede ser considerado como eternamente creado en las Ideas de Dios; ahora bien, las Ideas empiezan a existir porque Dios comienza a existir en ellas, es decir, que la naturaleza divina se crea en las Ideas: «Sea cual fuere el grado en el que se la considere, la producción de los seres por Dios no pasa de ser una teofanía. Para Dios, crear es revelarse. De donde resulta que, como la creación es revelación, la revelación es creación. Por eso llega a decir Escoto Erígena que Dios se crea a Sí mismo al crear a los seres». Tres siglos más tarde, Hugo de San Víctor denomina archetypus mundus al modelo del universo en el Espíritu de Dios a partir del cual el mundo sensible ha sido creado. (Esta misma idea es compartida por algunos alquimistas, quienes no sólo consideraban al unus mundus como un proyecto del universo preexistente en el Espíritu de Dios, sino que lo identificaban a la piedra filosofal. Según uno de los discípulos de Paracelso, el mayor grado de la conjunctio alquímica consiste en la unificación del hombre total con el unus mundus). Un fragmento del Antiguo Testamento, en donde se afirma que Dios creó el mundo con el número, la medida y el peso, facilitó la identificación del archetypus mundus a un orden matemático.
Las especulaciones acerca del unus mundus a lo largo de la Edad Media proporcionaron numerosos modelos en forma de mandala. Jung explica, por ejemplo, el mandala del reloj celeste de Guillaume de Digulleville, prior del monasterio cisterciense de Châlis y poeta normando que compuso entre 1330 y 1355 Les pèlerinages de la vie humaine, de l'âme et de Jésus-Christ, en donde describe una visión del paraíso en la que contempla el cielo formado por 49 esferas, 7 grandes que contienen cada una 7 pequeñas, en rotación; estas esferas representan los siglos celestiales prototipos de los siglos terrenales y son al mismo tiempo lugar de morada de los santos; estas esferas están rodeadas por un único círculo de oro, cortado por un segundo círculo que, a su vez, está cortado por otro círculo azul de 3 pies de diámetro que representa el calendario eclesiástico. Jung analiza la estructura triple del mandala ligada al pensamiento trinitario medieval y compara esta visión del paraíso con su paralelo moderno, «la visión del reloj del mundo», el sueño de un joven científico: «un círculo vertical y uno horizontal con centro común; es el reloj del mundo, sostenido por cuatro aves negras… (…) El círculo horizontal consta de cuatro colores... El 'reloj' tiene tres ritmos o pulsaciones…». Según expresión del propio sujeto, esta visión le provocó una impresión honda y persistente de «armonía máxima»; impresión que Jung trata de explicar con la hipótesis de que ésta es «una imagen en donde se reúnen de la manera más feliz elementos disparatados e incongruentes y que, al mismo tiempo, crean una figura que realiza en alta medida las 'intenciones' del inconsciente. (…) Posiblemente no fallaremos al suponer que este mandala aspira a una unión lo más completa posible de los contrastes; de aquí, por tanto, también la trinidad masculina y la cuaternidad femenina, en analogía con lo hermafrodita de la alquimia. Dado que la imagen presenta un aspecto cósmico (reloj del mundo), se ha de suponer que significa una reducción o, quizás, hasta un origen del espacio-tiempo; en todo caso, una sustancia del espacio-tiempo; o sea, de carácter cuatridimensional en el aspecto matemático y una proyección tridimensional en el puramente intuitivo».
En el Renacimiento, con la mezcla de corrientes —neoplatonismo, neopitagorismo, hermetismo, cábala, alquimia, etc.…—, que confluyen en el pensamiento humanista, se produce una notable proliferación de estructuras tipo mandala: desde las figura mundi, los talismanes que cultivaron Marsilio Ficino, Pico della Mirandola y Agrippa de Nettesheim entre otros, a los sellos de Giordano Bruno. Bruno creía que todo hombre lleva la imagen del universo en su alma y, por tanto el proceso de construcción de modelos de esa imagen era un proceso de «reconocimiento», de reforma positiva, que provocaba un desarrollo de la personalidad. Pero los mandalas de Bruno eran al mismo tiempo un método mnemotécnico, «la indicación del proceso que apunta a la unificación mágica del entendimiento y a su confusión con la Mens». En un libro publicado en Praga, en 1588, Bruno presenta una colección de mandalas curiosos cuyos títulos son: figura mentis, figura intellectus, figura amoris.
Figura 35. Figura mentis, figura intellectus y figura amoris
Los tres están formados por variaciones de círculos intersecantes y, según Bruno, son extraordinariamente fecundos no sólo para la geometría sino para todas las ciencias y para la contemplación; esas imágenes deben imprimirse en la memoria de forma que ésta se unifique estructuralmente y así el alma entre en contacto directo con la realidad superior. Bruno intentaba descubrir medios empíricos de experimentar la unidad del mundo; a partir de sus mandalas, trató de construir un artilugio mediante el cual pensaba ponerse en conexión con la luz del inconsciente. La idea que subyace a iniciativas como ésta es que en la base de nuestros procesos mentales se encuentra en definitiva una estructura matemática que coincide con la estructura del cosmos. Estos mandalas son instrumentos de meditación orientados hacia una concentración interior y una unificación de la personalidad; conforman la imagen de un orden superior cuya contemplación crea el orden en el propio hombre. En Bruno, como antes en las especulaciones del gnóstico Zósimo, aparece la idea, aún más sutil, de una influencia mágica que proviene del centro.
El centro es un punto, que geométricamente tiene un sentido estático, pero también es intensidad, origen, punto de partida y, como tal, dinámico; el primer movimiento crea la línea; el segundo comienza a marcar unos límites que constituyen el círculo y se cierran en la circunferencia. Centro y circunferencia van siempre asociados, incluso si el punto en el centro no está representado. Pues también en este último caso, la presencia del centro se deja sentir.
Proclo escribió que todos los puntos de la circunferencia se encuentran en el centro, que es su principio y su final. Y Plotino dijo que el centro es el padre del círculo. Los dos son testimonios de una aspiración tendente hacia la unidad que representa el punto central.
Figura 36. Robert Fludd, Utriusque cosmi historia II (1619). Compás místico
Porque éste es el punto de partida: de él por irradiación son producidas todas las cosas, de la misma manera que la unidad genera todos los números sin que ello afecte ni modifique su esencia: así se establece una correspondencia tal entre el simbolismo geométrico y el simbolismo aritmético que pueden ser usados indistintamente. «No hay que olvidar, por lo demás, que en uno como en otro caso se trata siempre de simbolismo: la unidad aritmética no es la Unidad metafísica; no es sino una figura de ella, pero una figura en la cual no hay nada de arbitrario, pues existe entre una y otra una relación analógica real, y esta relación es lo que permite transponer la idea de Unidad más allá del dominio cuantitativo al orden trascendental. Lo mismo ocurre con la idea de Centro; éste es capaz de una transposición semejante, por la cual se despoja de su carácter espacial, el cual ya no se evoca sino a título de símbolo: el punto central es el Principio, el Ser puro; y el espacio que colma con su irradiación y que no es sino esa irradiación misma (el Fiat Lux del Génesis), sin la cual tal espacio no sería sino «privación» y nada, es el Mundo en el sentido más amplio del término, el conjunto de todos los seres y todos los estados de Existencia que constituyen la manifestación universal».
Figura 37.
La circunferencia está formada por una sucesión de puntos que equidistan del centro; si trazamos los radios correspondientes, éstos formarán una malla infinita que, desde el límite de la circunferencia, convergirán en el centro. La relación entre los dos es bien clara: la circunferencia no podría existir sin su centro, mientras que éste es absolutamente independiente. La uniformidad, la perfección, la homogeneidad, la integridad, la inmutabilidad…, son propiedades atribuibles a la imagen del círculo, un signo por excelencia de la unidad principal. La diversidad del ser se representa mediante múltiples círculos concéntricos que se disponen jerárquicamente según el grado de alejamiento del principio primordial.
La representación más sencilla de la idea de centro es el punto en el centro del círculo, una representación ancestral que se encuentra a menudo en multitud de objetos prehistóricos. Se ha explicado como la imagen del sol, y, como tal, signo solar astrológico y astronómico.
Se puede considerar también la circunferencia moviéndose alrededor de su centro, único punto que no participa del movimiento; en este caso, la circunferencia representa el tiempo que, como ella, no tiene ni principio ni final. Dibujada con un número determinado de radios, 4, 6, 8, se convierte en «rueda», una figura que se encuentra tanto en Oriente como en Occidente. Un ejemplo: el caballo con la «rueda solar» del arte céltico español del primer milenio a. C. representa el carro del sol y el pilar del universo en el centro del mundo en revolución.
Figura 38. Laberinto con Teseo y el Minotauro. Mosaico romano descubierto en Cremona en 1957
La rueda en este caso no es sólo un signo solar sino un símbolo del mundo, «rueda de la vida»; la rotación de la circunferencia es la sucesión, la temporalidad, mientras que la fijeza y la inmovilidad del centro es la imagen de la eternidad. A la representación de la circunferencia en rotación se añade, sin variar el simbolismo, el de la esfera rotando alrededor de un eje fijo, el eje del mundo, tan frecuente en todas las tradiciones antiguas encarnado en tres apariencias distintas y una gran variedad de formas: el obelisco-columna-pilar, el árbol y la montaña.
Otra imagen muy potente de la idea de centro está vinculada a las representaciones laberínticas, que desde Egipto se transmiten al área mediterránea insular y se convierten en uno de los temas principales del arte megalítico atlántico, desde Galicia a Bretaña y a Irlanda. Se trata de dibujos espiraliformes, los más antiguos de los cuales pueden datarse hacia el 2000 a. C. Estas representaciones tenían probablemente un carácter sagrado y estaban ligadas a antiguas ceremonias fúnebres, ritos solares y a creencias adivinatorias y geománticas. El laberinto tiene una doble razón: permite o dificulta el acceso al centro a través de esta línea sin solución de continuidad que es su trazado, símbolo de las pruebas de iniciación que hay que superar para llegar ahí.
Figura 39. Laberinto. Catedral de Chartres, s. XIII
Tal como lo ha puesto en evidencia Paolo Santarcangeli, el hecho de que un mito como el del laberinto y el Minotauro haya atravesado intacto 3.000 años de historia indica que su efecto es de un alcance y de una resonancia universales, mezcla de angustia y de esperanza, capaz de nutrir una especie de pesadilla intelectual próxima a la locura y, en otro plano, a la meditación de los sabios: los símbolos esenciales del hombre y los mitos antiguos que los expresan tienen una fuerza que está arraigada en lo más profundo del alma humana y no cesan de conmoverla, incluso cuando su significación parece olvidada, o más bien cuando estos mitos no tienen ya, aparentemente, la carga sacra, la energía religiosa que acompañó su nacimiento. La madeja de hilo que Ariadna entregó a Teseo es el símbolo de la unión de los diferentes estadios que se presentan en el complicado recorrido del camino iniciático, y es el salvoconducto que hace posible el retorno. Un simbolismo equivalente relacionado con el laberinto es el del peregrinaje: en algunas iglesias medievales y catedrales hay trazado un laberinto sobre el suelo, cuyo recorrido se consideraba como un sustituto del viaje a Tierra Santa. Uno de los ejemplos más notables es el de la catedral de Chartres.
Efectivamente, cuando los cambios de las condiciones políticas en el Mediterráneo dificultaron o impidieron el viaje a Jerusalén, se «inventaron» otros lugares de peregrinación: Compostela, Roma, etc.…, pero incluso esto no era siempre posible. Aplicando de la forma más concreta la acepción simbólica de la peregrinación impedida, se pensó construir sobre el suelo de las catedrales un camino metafóricamente largo y engañoso; este camino fue denominado «camino de Jerusalén», en un doble sentido puesto que el centro era estimado, como todo lugar de iniciación, efectivamente una «tierra santa», un centro espiritual, y de ahí las denominaciones «cielo», o «Jerusalén celeste».
Figura 40. Kali Yantra, Rajasthan, s. XVIII, gouache, s/p.
El centro es un lugar sagrado, es omphalos, axis mundi, eje de la rueda cósmica; es el lugar donde las tradiciones sitúan la «montaña sagrada», el «vértice», la «cumbre», el «árbol»… Mircea Eliade ha escrito:
Todo ser humano, incluso inconscientemente, tiende hacia el Centro y hacia su propio Centro, el cual le confiere realidad integral, sacralidad. (...) Todo un conjunto de mitos, de símbolos y de rituales concuerdan en subrayar la dificultad que existe para penetrar en un Centro; y, por otra parte, una serie de mitos y de ritos establecen concurrentemente que este Centro es accesible. (…) El itinerario que conduce al Centro se halla sembrado de obstáculos y, no obstante, cada ciudad, cada templo, cada habitación, se halla en el Centro del Universo. Los sufrimientos y las pruebas padecidas por Ulises son fabulosos y, sin embargo, cualquier regreso al hogar 'vale' el de Ulises a Ithaca.
Eliade, que coincide con Jung en resaltar el mandala como ejemplo notable del simbolismo del centro, equipara su función a la del laberinto, ya que, en primer lugar, tanto en uno como en otro la inserción dentro de su espacio cerrado equivale a un ritual iniciático y, en segundo lugar, el recinto protegido defiende al neófito de cualquier fuerza externa perniciosa y la ayuda a concentrarse y encontrar el propio centro.
La estructura básica del yantra o mandala se concreta, además del triángulo, en la asociación del círculo y el cuadrado exterior concéntricos, símbolos respectivos de la unidad y de la cuaternidad; el mandala es, por tanto, símbolo de la alianza entre la unidad del círculo y la del cuaternario del cuadrado. Y puesto que el cuadrado está ligado a la idea de materia, de multiplicidad, mientras que el círculo lo está a la idea de espíritu, de totalidad, el mandala puede considerarse como una proyección geométrica del cosmos que realiza en sí mismo la unión de los contrarios.
Figura 41
Como lo refiere Aniela Jaffé, muchos mitos reflejan simbólicamente la asociación círculo-cuadrado; por ejemplo, un mito indio de la creación cuenta que el dios Brahma, estando en un gigantesco loto de mil pétalos, volvió los ojos a los cuatro puntos cardinales; según Jaffé, «esta revisión cuádruple desde el círculo del loto fue una especie de orientación preliminar, una indispensable toma de posición que debía efectuar antes de disponerse a comenzar su obra creadora».
El concepto de cuaternidad es inherente a la naturaleza humana y ha sido representado desde épocas remotas con formas tan simples como el cuadrado, el rectángulo y la cruz; a todos ellos les corresponde el número 4. Estas figuras se prestan a la localización de posiciones en un espacio plano. Un ejemplo inmejorable son las coordenadas cartesianas.
El cuadrado es una figura cerrada que limita una área igual en las dos dimensiones; comporta la idea de estabilidad, de solidificación, de estancamiento; todas ellas ideas conectadas con las propiedades de la materia, de los cuerpos y, por eso, se ha convertido en el símbolo del universo creado, símbolo de un mundo estabilizado. A una escala cósmica, el concepto cuaternario se ha fijado a todo lo que es terrestre, humano, corporal; es decir, a todo lo que no es celeste.
Según la tradición hindú la tierra es cuadrada y dividida en cuatro regiones ocupadas por cuatro castas. En la tradición china, el espacio es cuadrado y cada oriente está dominado por una montaña. Según las tradiciones indias de América del Sur el número cuatro define un principio de organización: hay cuatro partes del espacio, cuatro unidades de tiempo (día, noche, luna, año); cuatro partes en las plantas, cuatro especies de animales, cuatro vientos, cuatro seres celestes (cielo, sol, luna y estrellas)… En la tradición islámica, su símbolo fundamental, la Kaaba de La Meca, es una construcción de forma cúbica: la Kaaba tiene cuatro muros, cuatro líneas que van desde el centro a los cuatro lados; está orientada sobre el eje de los cuatro puntos cardinales; los cuatro ángulos de la Kaaba tienen nombres diferentes… (El ritual de circunvolución de la Kaaba es un símbolo relacionado con el concepto de la cuadratura del círculo).
Pitágoras y los pitagóricos denominaban al cuaternario tetractys y lo preferían a todas las virtudes de los otros números. Veían en el cuatro la fuente perpetua de la naturaleza: hay cuatro elementos bajo el cielo: el fuego, el aire, el agua y la tierra; el aire se divide en cuatro vientos: Eurus, Zéphir, Auster y Boreal. Hay cuatro cualidades primeras: frío, caliente, seco y húmedo; cuatro humores en el cuerpo humano: sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra; el año se divide en cuatro partes: primavera, verano, otoño e invierno… Pero la clave del simbolismo eran las propias cualidades matemáticas del número cuatro. El principio fundamental de la filosofía pitagórica era que todas las cosas son números o están formadas por números. Aristóteles, al referirse en la Metafísica a los sistemas de los filósofos que le precedieron, comenta que «los llamados pitagóricos se dedicaron a las matemáticas, e hicieron progresar esta ciencia.
Figura 42. Athanasius Kircher, Arithmología, 1665, fragmento del frontispicio. Pitágoras con su teorema
Embebidos en este estudio, creyeron que los principios de las matemáticas eran los principios de todos los seres. Los números son, por su naturaleza, anteriores a las cosas, y los pitagóricos creían percibir en los números más bien que en el fuego, la tierra y el agua, una multitud de analogías con lo que existe y lo que se produce. (…) Pareciéndoles que estaban formadas todas las cosas a semejanza de los números, y siendo por otra parte los números anteriores a todas las cosas, creyeron que los elementos de los números eran los elementos de todos los seres, y que el cielo en su conjunto era una armonía y un número. Todas las concordancias que podían descubrir en los números y en la música, junto con los fenómenos del cielo y sus partes y con el orden del Universo, las reunían y de esta manera formaban un sistema».
Decir que todas las cosas son números significaría que todos los cuerpos consisten en puntos o unidades en el espacio que cuando se los toma juntos constituyen un número. Esta manera de considerar los números se explica a través de sus representaciones: «El número diez lo representaban mediante 10 puntos o alfas dispuestas bajo la forma de un triángulo equilátero. A este diagrama… le denominaron la Tetractys de la Década…».
Figura 43
Los Partiendo del uno, el dos, el tres y el cuatro, de tal manera que la figura constituye un triángulo que evidencia que la suma de estos cuatro números, los cuatro primeros números enteros, es diez, número perfecto por excelencia ya que representa todos los principios de la divinidad evolucionados y reunidos en una nueva unidad. «(Los pitagóricos) dicen que el diez es un número perfecto, más bien, el más perfecto de todos, porque comprende en sí toda diferencia numérica, toda clase de razonamiento y toda proporción. Porque si la naturaleza universal se circunscribe en las razones y proporciones numéricas y todo lo engendrado se regula, en su crecimiento y perfeccionamiento, de acuerdo con unas razones numéricas, y si, además, todo razonamiento, toda proporción y toda forma numérica los contiene la "década", ¿cómo no se la puede llamar número perfecto?».
Una práctica pitagórica regular —probablemente la práctica más antigua y no sólo entre los griegos— era la representación de los números en forma visible mediante el uso de guijarros, o piedras, y por este procedimiento obtenían los números «cuadrados» y los números «oblongos». En efecto, si partimos de la unidad y le añadimos los números impares siguiendo el gnomon, obtendremos los números «cuadrados», mientras que si partimos del 2 y le añadimos los números pares, obtendremos los números «oblongos»:
Figura 44
Esta costumbre de representar los números o relacionarlos con la geometría facilita la comprensión de por qué los pitagóricos consideraban las cosas como números y no sólo como numerables. Transportaron su concepción matemática al orden de la realidad material. Así, por la yuxtaposición de puntos se engendraba la línea, no sólo en la imaginación científica del matemático sino en la realidad material; por la yuxtaposición de líneas se engendraba la superficie, y por la yuxtaposición de superficies se engendraba el cuerpo. Puntos, líneas, superficies, eran, por tanto, las unidades reales que componían todos los cuerpos de la naturaleza y, en este sentido, todos los cuerpos habían de ser considerados como números. Cada cuerpo material era, en definitiva, expresión del número cuatro, la tetractys sagrada, puesto que era el resultado de tres clases de elementos constitutivos: puntos, líneas y superficies.
Figura 45
Para Pitágoras, los principios esenciales estaban contenidos en los cuatro primeros números, pues por adición o multiplicación se encontraban todos los otros: «Afirma (Pitágoras) que el poder interno del número diez radica en el número cuatro, la tétrada y su razón es la siguiente: si se parte de la unidad y se le añaden los números sucesivos hasta cuatro, se forma el número diez; si se excede la tétrada, se excede también el diez. Si, por ejemplo, se toma la unidad y se añade el dos, después el tres y luego el cuatro, completan el número diez. De manera que el número por su unidad radica en el número diez, pero en lo referente a su potencialidad en el número cuatro. Por esta razón solían invocar los pitagóricos a la tétrada como su juramento más solemne:
Por el que transmitió a nuestra generación la tetractys, que contiene la fuente y la raíz de la naturaleza eterna».
Pitágoras denominaba mathematici a sus discípulos porque su enseñanza superior comenzaba con la doctrina de los números. La matemática ( matematici ) abarcaba la totalidad del conocimiento o gnosis, la base del espíritu científico siguiendo el camino de la filosofía ( filo sofia = amor a la sabiduría). La ciencia de los principios o matemática sagrada era al mismo tiempo trascendente y viva comparada con la matemática que conocemos nosotros. El número no era considerado como una cantidad abstracta sino como la virtud intrínseca y activa del Uno supremo, fuente de la armonía universal. El Uno imponía límites a lo Ilimitado: Uno (Limitado = peras ) y Díada (Ilimitado = apeiron ) eran los contrarios (asociaban lo ilimitado con lo femenino y la unidad con el esperma) cuya unión constituía el cosmos. Los números procedían del Uno, principio del límite y el orden, que era par e impar a la vez. La ciencia de los números era la ciencia de las cualidades, de las fuerzas vivas en acción en el mundo y en el hombre, en el macrocosmos y en el microcosmos. Para Pitágoras la matemática era una clave para resolver el enigma del universo y, al mismo tiempo, un instrumento para la purificación del alma. Él fue el iniciador de una actitud reverencial respecto a todo lo matemático, pero sin menospreciar su aplicación práctica. Además del teorema que lleva su nombre, se atribuyen también a Pitágoras otros descubrimientos; por ejemplo, el de un irracional como √2. La generalización del teorema del triángulo rectángulo fue la causa del descubrimiento: al aplicarlo al triángulo rectángulo isósceles de catetos iguales a la unidad, llegaron a la conclusión de que la hipotenusa tenía que ser par e impar a la vez, lo cual produjo tal asombro que fue considerado «una excepción escandalosa». Uno puede imaginar el impacto que tuvo para quien concibió el universo fundado sobre números, pero números conmensurables, el descubrimiento de un inconmensurable, lo que explica el secreto con que fue guardado. Se le atribuye también la construcción de los cinco poliedros regulares, a los que confirió significados muy precisos con la finalidad de consumar la relación entre el mundo físico y los números; para ello, asignó a cada uno de los cuatro elementos la figura de un sólido: a la tierra, el cubo; al fuego, el tetraedro o pirámide; al aire, el octaedro; al agua, el icosaedro. Al dodecaedro, con sus 12 caras pentagonales aludiendo a los 12 signos del zodíaco, se le asignó el símbolo del cosmos. Pero la construcción del dodecaedro exige la del pentágono, polígono central de la estrella de cinco puntas, pentalfa o pentagrama, una figura con propiedades notables:
- su unicursalidad, que parece que fascinó tanto a Pitágoras que la adoptó como signo de reconocimiento de los afiliados a la secta;
- su asociación al número de oro, que hizo que fuera a su vez asimilada a la imagen del hombre físico y astral, completando así el juego simbólico del microcosmos y del macrocosmos.
Finalmente, se atribuye a Pitágoras el descubrimiento de los intervalos fijos de la escala musical, un primer triunfo del método de observación y experimentación. Jámblico cuenta que Pitágoras pasó delante de una herrería y oyó la cadencia producida por los martillazos de unos esclavos que trabajaban sobre el yunque un trozo de hierro; comparó luego los pesos relativos de los martillos y trató después de producir tensiones diferentes a unas cuerdas a las cuales aplicó pesos distintos. El resultado fue descubrir que las consonancias musicales se producían al dividir una cuerda (el instrumento musical al que Pitágoras aplicó el experimento era el monocordio o kanon con una sola cuerda cuyo registro era un puente móvil) en las proporciones siguientes: 1/2, para obtener la octava o dia pason ; 2/3, para obtener una quinta o dia pente ; 3/4, para obtener una cuarta o dia tessapon . Ya que todo el sistema armónico griego podía circunscribirse a las razones 1/2/3/4 = la sagrada tetractys, Pitágoras dedujo que ésta, fuente de la eterna naturaleza, era también la fuente de la armonía universal. Rupert Sheldrake analiza así este descubrimiento: «Constituía una sorprendente síntesis de calidad y cantidad, tono y número, complementada por la síntesis entre aritmética y geometría, en la que las razones numéricas y las proporciones podían verse y comprenderse en figuras geométricas. Por lo tanto, la razón y la proporción podían experimentarse directamente a través de los sentidos y al mismo tiempo comprenderse como principios fundamentales y eternos.
Figura 46. F. Gafurio, Theorica musice, 1492
El mismo cosmos se consideraba como un sistema armónico de razones. Se dice que Pitágoras afirmaba haber escuchado esta música cósmica, la armonía de las esferas, aunque no con el oído normal». Al aplicar los intervalos musicales a las distancias de los planetas, que creían aproximadas, los pitagóricos pensaron que cada astro emitía una nota y todas juntas componían la harmonía de las esferas o música celestial. El concepto harmonía es esencial porque constituye un vínculo entre los aspectos religioso y físico del sistema pitagórico y conduce a su explicación numérica del universo; el primer significado de harmonía era «conjunción» o «ajuste» de las partes de un compuesto; después pasó a designar el «afinamiento» de un instrumento y, por extensión, la «escala musical» que resultó de él.
(Los pitagóricos) también decían que la totalidad del universo está construida con arreglo a una escala musical…, ya que no sólo está compuesto de números sino también organizado numérica y musicalmente, porque
- las distancias entre los cuerpos que giran alrededor del centro son matemáticamente proporcionales;
- unos se mueven más rápidos y otros más lentos;
- el sonido que realizan los cuerpos de movimiento más lento es de tonalidad más baja y el que producen los de movimiento más rápido, de tono más alto; debido a ello,
- estas notas separadas, en correspondencia con las proporciones de las distancias, forman un sonido resultante armonioso. Ahora bien, el número, dijeron, es la fuente de esta armonía y, de este modo, postularon naturalmente el número como el principio del que dependían el cielo y la totalidad del universo.
En reconocimiento del orden que evidenciaba, Pitágoras aplicó al mundo el nombre de kósmos, una palabra de difícil traducción que para el espíritu griego implicaba tanto orden y perfección estructural como belleza. La contemplación ( teoria ) de la belleza armónica del universo, y especialmente de los movimientos regulares de los cuerpos celestes, que era para los griegos el ejemplo perfecto de la regularidad eterna, tiene un lugar de privilegio en el sistema filosófico-religioso de Pitágoras, porque ése es el primer paso hacia la purificación ( katarsis ). Con la contemplación de las verdades matemáticas, el alma inicia un camino catártico de despojamiento del mundo sensible, que ha de conducirla al seno de la divinidad. Porque los números comparten con los dioses su inmaterialidad y su pureza, meditar acerca de su esencia es hacerse cada vez más parecido a ellos:
Mas tú, cobra ánimos, pues que sabes que la raza de los hombres es divina y que la sagrada Naturaleza les revela francamente las cosas todas. Si a ti te las descubre, conseguirás cuanto te he prescrito: habiendo curado tu alma, la libertarás de esos males. Y si después de haber abandonado tu cuerpo, llegas al libre éter serás Dios inmortal, incorruptible, y para siempre emancipado de la muerte
Un siglo más tarde, Platón recogería el contenido fundamental de la filosofía pitagórica en uno de sus diálogos de la vejez, el Timeo, donde se dice que la influencia socrática dejó paso al verdadero pensamiento platónico. Platón sigue el ejemplo de los pitagóricos tanto cuando ve en el número y en la proporción una condición de la belleza y el bien como cuando les atribuye un valor intrínseco y un significado misterioso. En el Timeo expresa su admiración por el número, por la medida y la proporción con absoluta claridad
FORMAS: CLAVES PARA COMPRENDER EL MUNDO
A nuestro alrededor, el mundo toma forma. Partiendo por nosotros mismos, las moléculas de los elementos de nuestro planeta se reúnen en estructuras para dar origen a materiales, a espacios, a paisajes, a la vida. El mundo, tal como lo conocemos, existe porque existen las formas. Y nosotros, los seres humanos, también hemos aprendido a ver el mundo a través de sus formas, y a reconocerlas en estos "amasijos" de moléculas. La capacidad del ser humano de mirar más allá e intentar descubrir formas en la naturaleza o en las cosas que ve, ha sido muy provechosa para la ciencia y la matemática. Los primeros geómetras, probablemente de Egipto, Sumeria y Babilonia, observaron la realidad que los rodeaba, desarrollando conocimiento que les permitiera realizar efectivamente sus tareas, tal vez muy relacionadas con la arquitectura, de dar forma a construcciones humanas. Posteriormente, los griegos añadieron y sistematizaron este conocimiento empírico. Euclides (365-300 AC), en su libro Los Elementos, dio forma definitiva a este acervo. En los 13 capítulos de su obra, escribió sobre rectas, círculos, proporciones, magnitudes, figuras semejantes, números, y geometría plana y del espacio, recopilando los fundamentos de la matemática de su época. Estos principios reciben el nombre de Geometría Euclidiana. Tan importante fue el trabajo de Euclides, que su obra marcaría el estándar que rigió la enseñanza y el rigor matemático por más de 2000 años. Recién a principios del siglo 18, los matemáticos dieron los primeros pasos para construir una geometría no euclidiana. Círculos, triángulos, cuadrados y espirales, y su familia de tres dimensiones, han sido desde entonces formas presentes no sólo en la teoría matemática, sino también en la naturaleza y en las construcciones humanas. |
Cadena de ADN |
ES ASÍ... ¿PORQUE SÍ? |
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¿Por qué los animales, los insectos, las plantas, los minerales, adoptan la forma que tienen? No todas las causas son explicables por la ciencia. Algunas preguntas sobre la forma han obtenido respuesta. Por ejemplo, ¿por qué hay mamíferos de todos los tamaños, pero los insectos siempre son pequeños? Porque los insectos, pese a ser los seres vivos más exitosos de la Tierra, tienen en la forma de su organismo una limitante para su crecimiento. Su esqueleto externo, su sistema circulatorio abierto, las características de sus sistemas nervioso y respiratorio, no le permiten a su estructura sobrevivir con un mayor tamaño. En cambio, los mamíferos contamos con un "diseño" interno más eficaz a la hora de definir nuestros tamaños, los cuales no dependen ya de las formas de nuestros sistemas. Sin embargo, hay otras preguntas que no han encontrado respuesta. ¿Por qué abundan en la naturaleza los espirales, o las formas pentagonales? Son interrogantes que plantean problemas no resueltos a los científicos, pese a que algunos han dado importantes pasos para su solución. El naturalista, biólogo y matemático escocés D’Arcy Thompson (1860-1948) publicó en 1917 el libro "Sobre el Crecimiento y la Forma". En él, planteó que las formas de los seres vivos y de algunos fenómenos se deben a aspectos físicos de los procesos biológicos: las fuerzas que intervienen en ellos, y las propiedades físicas de la materia en cuestión. |
De acuerdo a la teoría de Thompson, las fuerzas físicas son las que forman directamente a los organismos, y los ideales de la geometría euclidiana predominan en las formas naturales, simplemente porque las "leyes naturales" favorecen la simplicidad como una óptima representación de esas fuerzas. Las formas ideales de la geometría ofrecen soluciones eficaces a problemas morfológicos. Así, el espiral que se repite en moluscos, cuernos de mamíferos y semillas de flores, es la manera más eficaz de agrupar, manteniendo la misma forma a medida que el tamaño aumenta. Bien podemos decir entonces que las formas naturales no son caprichosas, sino que buscan también la eficiencia. Las estrategias evolutivas favorecidas por las especies, se han basado en la adopción o preferencia de algunas formas funcionales: ciertas formas son más eficaces que otras para algunas funciones. |
ECUACIONES Y FORMAS |
D’Arcy Thompson es considerado por muchos científicos como el primero en realizar, desde un punto de vista integrador, un trabajo de unión entre disciplinas entonces tan apartadas como la matemática y la biología. Del mismo modo en que los primeros geómetras se basaron en observaciones de la naturaleza para desarrollar una teoría, así también la matemática ha contribuido a la comprensión de los por qué de las formas de seres vivos y de entidades no animadas, desde los mamíferos hasta el paisaje. No es extraño: la palabra "matemática" deriva del griego mathema, que significa conocimiento, comprensión, percepción. He aquí un hecho sorprendente: en el ordenamiento de las semillas del girasol, y en el patrón de crecimiento de las hojas de una lechuga, pueden subyacer los mismos principios matemáticos. Por ejemplo, la sucesión de Fibonacci. En 1202, el matemático italiano Leonardo Pisani, llamado Fibonacci, describió una sucesión numérica en la cual cada término es igual a la suma de los dos anteriores: 1,1,2,3,5,8,13,21... y así. Encontramos la sucesión de Fibonacci al analizar el espiral de crecimiento de una concha, el ordenamiento espiral de un cono de pino, el orden de crecimiento de las ramas de un árbol, la disposición de los pétalos de una flor... Los espirales organizados de acuerdo a la sucesión de Fibonacci han demostrado representar una excelente forma de llenar el espacio en sistemas en constante crecimiento. También hay ecuaciones matemáticas que, expresadas en la realidad, dan origen a formas visuales comunes para nosotros, como las dunas de arena o el doblez de una plancha de acero. Cuando una placa de acero se encuentra sometida a una fuerza mayor a la que puede soportar, se dobla. Los físicos llaman a este fenómeno "pandeo". Pero las placas no sufren un pandeo "desordenado"; al contrario, se puede observar la formación de una estructura regular compuesta por rombos. |
CAÓTICAS, PERO ORDENADAS |
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Algunos científicos han señalado que los tres grandes legados de la matemática del siglo pasado fueron la Teoría de la Relatividad, la Mecánica Cuántica y la Teoría del Caos. La Teoría del Caos surgió cuando los científicos comenzaron a preguntarse por el posible orden en las cosas que a primera vista resultaban desordenadas. ¿Podría encontrarse algún patrón de desarrollo en estructuras aparentemente tan desordenadas como la línea costera de un país, o el sistema circulatorio humano, o las dendritas de una neurona? La ciencia ha respondido afirmativamente. Un fenómeno aparentemente desordenado puede responder a una estructura interna. El desorden aparente en los sistemas caóticos, se debe a que, ante unas condiciones iniciales similares, una pequeña diferencia o perturbación inicial da origen a comportamientos completamente distintos. De ahí que se les llame también sistemas dinámicos no lineales. |
Fractal: El Conjunto de Mandelbrot es la primera figura fractal, creada por este científico |
Una de las expresiones más bellas de la dinámica no lineal son los fractales, aparentemente complejas formas matemáticas que pueden construirse de manera muy simple. La geometría fractal fue descrita por primera vez por el matemático Benoit Mandelbrot, en su libro "Los Objetos Fractales. Forma, azar y dimensión", de 1975. Esta geometría ha sido capaz de describir las formas de la naturaleza de manera más eficaz que la geometría euclidiana, la cual no alcanzaba a represenar a aquéllas adecuadamente. El curso de un río, ¿es una recta?, ¿un rectángulo?, ¿un espiral? La forma de una coliflor, ¿son esferas y cilindros? Ninguna de las anteriores parece ser la respuesta, pero si las figuras fractales. Una de las características de las estructuras fractales, es uqe son autosimilares: cada pequeña porción de un fractal se ve como una réplica a escala reducida de la totalidad de la figura. Esta característica se encuentra en las formas de distintos sistemas anatómicos: el sistema circulatorio, los bronquios, las neuronas. Incluso, la red de tejidos que conduce los impulsos eléctricos al corazón es fractal. Los fractales también están presentes en la geología (la línea costera de un país, las cadenas montañosas), en el mundo vegetal (las ramas de un árbol, las coliflores), en un copo de nieve, en los desarrollos de poblaciones. Recién en el siglo pasado, Mandelbrot nos abrió la posibilidad de comprender las formas en la naturaleza desde otra perspectiva. Gracias a la creatividad y a la capacidad de observación de muchos hombres y mujeres como él, a través de los siglos la ciencia nos ha acercado a la comprensión de nuestro mundo. Las formas, simples o complejas, geométricas o fractales, múltiples o únicas, han sido también el detonante y la llave del desarrollo del conocimiento científico de los seres humanos, que las admiramos diariamente. |
¿UN EGIPCIO EN MARTE? |
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Caras de Marte: A la izquierda, la fotografía obtenida por la nave Viking en 1976. A la derecha, la fotografía de 2001. |
Tan habituados estamos a ver o dar forma a lo que percibimos, que nuestra observación tiende a "reconocer" formas en todo. Así, por ejemplo, cuando miramos las nubes, solemos relacionar sus formas con otras conocidas, como animales o personas. En 1976, mientras exploraba zonas de Marte aptas para el posible aterrizaje de naves terrestres en un área llamada Cidonia, la nave espacial Viking I captó la imagen de una extraña formación rocosa con la apariencia de un rostro humano, muy similar a las representaciones que los antiguos egipcios hacían de sus faraones. La polémica no se hizo esperar: ¿podía existir vida inteligente en Marte, capaz de construir edificaciones tan extensas? (la formación mide cerca de 3 kilometros de largo). Los científicos señalaron que la supuesta cara correspondía a una meseta, relieve geográfico muy abundante en Cidonia. La fotografia, dijeron, no era sino el resultado de la unión de una iluminación y ángulo de toma muy particulares. |
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Pese a las explicaciones oficiales de la NASA, la "cara de Marte" rápidamente se transformó en un ícono de la cultura popular: apareció en revistas, programas de radio y ¡hasta en una película! Fue necesario otro viaje, esta vez de la nave Mars Global Surveyor, en abril de 1998, para que se descartaran las hipótesis extrañas. Una nueva fotografía, un año después, reconfirmó que en Cidonia había sólo rocas, arena y un imponente paisaje de relieves, sin relación con un rostro humano. |
LOS COLORES DE LA MÚSICA |
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Las formas no sólo tienen una naturaleza visual: el ser humano no sólo reconoce formas a través de los ojos. El oído, por ejemplo, también es un reconocedor. Más de alguna vez nos sucede que podemos adivinar el final de una melodía sin haber escuchado antes la canción, porque ella tiene una forma reconocible. La forma reconocible de la música está en su estructura. |
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Distintos compositores en distintas épocas han creado obras que tienen la misma estructura, si las analizamos en términos de frecuencias. La música tiene una propiedad, su potencia de audio, que es la cantidad de energía que se emite en forma de ondas sonoras, por cada segundo que se toca esa música. Al medir cómo se estructura esa cantidad, en términos de la frecuencia, se obtiene el llamado espectro de la música. Los especialistas han definido tres espectros musicales: el blanco, el café y el rosa. En la música de espectro blanco, las notas están puestas completamente al azar y no dependen unas de otras. Si escucháramos este tipo de música, la encontraríamos desorganizada y sorprendente, sin ningún patrón o forma. En el otro extremo, la música de espectro café, cada nota y su duración dependen altamente de las notas anteriores. Luego de escuchar un poco de esta música, el resto nos parecerá previsible: adivinaremos su forma. Entre estos dos extremos está la música de espectro rosa: las notas y su duración nos sorprenden, pero también podemos "vislubrar" su forma. La gran mayoría de las composiciones musicales históricamente exitosas, interesantes para el público y que han trascendido a sus épocas y creadores, es de espectro rosa. Y todas comparten la cantidad de su potencia de audio por frecuencias. |
Escuchando el Pasado - Jaime Hernández, UACH |
PARA ENTRENAR EL OJO |
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Pese a que todos los días estamos mirando a nuestro alrededor, son pocas las veces en que nos fijamos realmente en las formas que nos rodean. El científico basa su trabajo en la observación de su entorno. ¿Podríamos comenzar "afinando" nuestra mirada sobre él? EXPLORA les propone dos actividades, sencillas pero de resultados sorprendentes. 1. A la caza de letras o de números en la naturaleza. Las letras y los números son formas caprichosas creadas por el ser humano, pero podemos encontrarlas en la naturaleza: en ramas de árboles, en flores, en insectos. Es un buen tema para un concurso de fotografía.
2. El ser humano es un creador de formas. Su inspiración muchas veces estuvo en la naturaleza. Un ejemplo son las hermosas catedrales góticas del medioevo europeo, que se inspiraron en la figura del árbol para la construcción de sus grandiosos pilares, que sujetan las altísimas bóvedas de este estilo arquitectónico. ¿Pueden buscar en su entorno formas creadas por la Humanidad, y asociarlas a sus inspiradores naturales? |
BIBLIOGRAFÍA |
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El cuerpo humano es una sinfonía perfecta que se ajusta casi en su totalidad a los criterios establecidos por la proporción dorada, entre otros. En él podemos ver representados de forma tangible los simbolismos e implicaciones que tiene el uso de Geometría Sagrada. Si obtuviéramos el corte dorado de la altura total de un ser humano, lo encontraríamos en el ombligo, justo en el lugar de conexión, de distribución, en la vida intrauterina, entre la madre y el feto. También es el lugar de conexión entre nuestro cuerpo electromagnético y el cuerpo electromagnético de la madre tierra, como la sabiduría de las artes marciales o el chamanismo lo indican de forma correcta. Por ejemplo, cuando se inicia un combate o se hace un trabajo chamánico lo primero que se cubre la persona es el ombligo, porque al ser un punto muy importante de entrada y salida de energía/materia, es también un punto de suma delicadeza y cuidado en la calidad de ondas que ingresan o salen de nuestro cuerpo. En la mano, la primera falange, a razón de la segunda falange, están espaciadas en una proporción de 1.618033… (la segunda falange a razón de la tercera, la tercera a razón de la palma, etc. ) y continúan en ésta hasta llegar al hombro.
Número áureo en el cuerpo humano, el latido cardiaco y las falanges |
Cada latido del corazón lleva consigo una secuencia de eventos que en conjunto forman el ciclo cardíaco. Éste consta principalmente de tres etapas: sístole auricular, sístole ventricular y diástole. Este ciclo no está en una secuencia que gráficamente se pudiera ver como un cuadrado sino que se ajusta, por entero, a la proporción áurea, en una orquestación que obedece al ritmo natural del universo. Esta proporción sólo ocurre cuando la persona resuena con el ciclo de embonación fractal y con el tiempo cósmico.
El corazón humano funciona como un toroide que le imprime giro a la sangre, le da la secuencia y el ritmo exacto para que mediante la circulación en espiral de la sangre en las venas pueda nutrir a todo el organismo. Un corazón fractal es un corazón sano, como lo ilustra el profesor Ary Goldberger de la Universidad de Harvard. La música creada con la proporción áurea y otras secuencias es capaz de ordenar el espectro emocional de un ser humano, creándole mayor inclusividad armónica de las contradicciones emocionales que se viven en el torbellino de la vida.
Medir la coherencia interna de la onda electromagnética en los interlatidos del corazón nos permite conocer la asociación de cada frecuencia a determinada emoción. Yendo más allá de esto, también nos permite asociar ciertas proporciones a ciertos estados emocionales.
Manfred Clynes es un concertista de piano que ha estudiado la relación entre la música y las emociones. Se dio cuenta que en sus presentaciones había ciertas partes de la obra que tocaban a las personas emocionalmente, así que se dedicó a estudiar las formas de onda relacionadas a las emociones humanas. Mas allá de los condicionamientos culturales, religiosos o raciales, las emociones humanas seguían un patrón especifico para expresar el enojo, el odio o el amor. Manfred desarrolló una serie de ciclos llamados sentics, donde a las personas le daban ejercicios de visualización para expresar sus emociones. Simplemente se mide el cambio de presión en el tiempo expresando un sentimiento.
La geometría de presión considera tres eventos: el inicio del contacto, el punto máximo de presión y el final del contacto. Mediante un análisis de onda de la presión con la que se ejerce un contacto, pudo determinar el significado de la calidad de onda. Por ejemplo, descubrió que a 1/7 de presión, se manifestaba el enojo de una persona; que a 1/6 de presión sobre el tiempo, la felicidad; a 1/3 el odio y a 1/1.618, el amor. Éste último como expresión suprema de individuos en libertad y geométricamente como la proporción perfecta de traslación de vorticidad de una línea a un círculo, pasar de la energía a la materia y volverse phísico, volver a los ciclos de phi (haciendo un juego de palabras, phi-cycle, o los ciclos de phi).
Se requiere la interferencia no destructiva de estructuras fractales y geometrías sustentables para que las ondas, los eventos y las emociones creen vida. Los armónicos más altos en la secuencia Fibonacci están basados en una onda áurea larga llamada onda portadora. Las ondas de la cascada electromagnética se trenzan en la misma proporción para embonar la vida entera. El amor es la emoción que inicia este fantástico proceso. Sabemos del poder destructivo del odio y el enojo porque sus ondas se auto-cancelan, por eso, sólo el amor crea y construye un mundo material armónico. La luz cuando viaja en línea recta, es energía y por efecto del amor, esa luz se dobla para crear un punto cero que implota la energía y la vuelve materia, permitiéndole girar en torno a ese centro. Los textos sagrados, por ejemplo la Biblia, siempre lo han dicho: el Absoluto es amor porque es fractal.
La medición de la curva respiratoria y los patrones geométricos asociados a ella nos da una clave de cómo se vive la frecuencia de onda del corazón, el ritmo y amplitud respiratoria. Cuando amamos ,nuestro cuerpo reproduce el mismo patrón, tanto en la respiración como en la coherencia interna del corazón y en las ondas cerebrales. Esto puede ser medido con equipos de bio-retroalimentación
Arturo Ponce y Ninón fregoso
El significado más común de Pachamama es “Madre Tierra”. “Pacha” para los pueblos quechua y aymara equivale a tierra, universo, mundo o cosmos, tiempo y espacio. Usualmente se emplea como significado de: “TIERRA”. Por otra parte, “mama” significa madre que origina, que concibe la vida (“Paqarina”).
Pachamama, “Madre Tierra” o del “Cosmos”, es el todo en su conjunto. El todo en estas tradiciones es más que la suma de las partes (similar a la Teoría Gestáltica Psicológica). Lo que afecta a las partes afecta al todo y viceversa (Teoría Sistémica). Pachamama según la cosmovisión andina está presente en todo y en todas partes (espacio/tiempo), de allí que su visión es holística (Teoría Holística), porque en el mundo-hombre lo que incide en uno de sus elementos, afecta necesariamente al resto. Como los órganos son indispensables en el organismo vivo, el organismo está presente en cada uno de los órganos (interdependencia). Se trata de un mundo comunitario y solidario en el que no cabe exclusión alguna. Cada quién (ya sea un hombre, un árbol, una piedra) es tan importante como cualquier otro. El holismo de la pachamama es propio de un mundo colectivista, afectado de un sentimiento de pertenencia: uno sabe siempre que es miembro de una comunidad con cuya pertenencia se siente íntimamente comprometido. Esta comunidad vive en nosotros (“Ayllu”). Es así como se vive la experiencia de unidad de la vida propia con la vida toda del mundo-humano andino.
La pachamama es definida también como divinidad, una diosa mujer por excelencia (esposa de Tata Inti “Padre Sol”), protectora y a la vez proveedora, la que concede la fertilidad y favorece la fecundidad, con la cual se dialoga permanentemente por que está presente en la naturaleza y en todo aquello que nos rodea. Para profundizar un poco más en el significado de pachamama tenemos que revisar algunos aspectos de la cosmovisión del problador andino.
Cosmovisión Andina y Pachamama.
Pachamama puede concebirse como una práctica ritualística y milenaria (“una religión cultural paralela a la oficial”) que subsiste en los Andes peruanos, bolivianos y el norte de Argentina. La forma y contenido de sus práctica varía según el entorno geográfico y social. No hay una única puesta en escena de las tradiciones y rituales de pachamama, pero hay elementos comúnes que se conservan aún la distancia y el lugar, la colectividad (Inclusión Social) y bienestar comunitario (“Ayllu”), la reciprocidad con la tierra (“Ayni”, cuyo tributo principal a la tierra son las ofrendas, “pago” o “challa”); El agradecimiento y el permiso por el uso de la tierra y las aguas (como una forma de reconciliación con la naturaleza). La armonía con la naturaleza se evidencia con la estrecha relación y respeto con los espíritus de la pachamama.
Parte de la reciprocidad en el intercambio con la pachamama implica que ésta tiene necesidades, que requiere de ciertos elementos simbólicos que nutran su apetito, algunos de los cuales son similares a los gustos humanos (hojas de coca, tabaco, bebidas, dulces, etc.). Según la tradición aymara, durante el mes de agosto la Pachamama se encuentra con la boca abierta porque tiene “hambre”, en esta época se prepara la tierra para el tiempo de cosecha, y es preciso agradecer a la Madre Tierra por su fertilidad.
El mes de agosto se considera como mes de la pachamama, siendo el primero de agosto en muchos lugares el día central de su festividad. En otros lugares, la ceremonia de la pachamama se celebra cada primer viernes de cada mes o en ocasiones particularmente especiales (“matrimonios”, “nacimientos”, “inauguraciones”, etc.).
Con la presencia hispánica en el continente y la llamada “época de extirpación de idolatrías”, las creencias animistas altoandinas e indígenas fueron prácticamente extintas. El ritual de la pachamama es uno de los pocos paradigmas arcaicos pre-hispánicos, que sobrevive a pesar de los intentos de clausurarla. En Perú, han contribuido también a su desaparición las migraciones internas, de parte del poblador andino hacia la costa peruana y hacia las ciudades en general. Este fenómeno de las migraciones trajo como consecuencia la pérdida paulatina de los patrimonios culturales y de lenguas quechuas/aymaras, dejando en el recuerdo prácticas ritualísticas como de la pachamama. Por otra parte, muchos probladores migrantes en el proceso de adaptación socio-cultural asumen como propio el idioma español y la religión oficial católica. En el mejor de los casos, por medio del sincretismo cultural, se asumen ambas prácticas como una forma de simbiosis o fusión propio del mestizaje y del mosaico etnológico. Es común encontrarnos en ceremonias de pachamama –en los apukunas-, con imágenes de santos, empleo de la cruz y de la virgen María (“Vírgen de la Candelaria”). Entre estos elementos no existe confrontación, pugnas de poder o egocentrismos. No existen confrontaciones sino una forma de simbiosis pacífica (el problador andino es pacifista por excelencia). Existe una suerte de adaptamiento cultural que asimila y emplea dos o varios elementos como uno solo.
La pachamama tiene un rol muy importante dentro de la Cosmovisión Andina, su presencia en el cosmos se realiza a través de tres instancias:, el Kaypacha el presente, el Ukupacha el pasado y el Jananpacha el futuro, la correspondencia psicoanalítica sería: consciente, subconsciente y sopraconsciente.
1) El Jananpacha es la tierra de arriba, lo superior, el cielo, es el ámbito de Inti (sol), Quilla (luna), Coyllur (estrellas), Illapa (rayo), Huayra (viento), Kuychi (arcoiris), Chakana (Cruz del sur) y Paras (lluvia) que es la que fecunda. La Hatun Colca (gran almacén de granos) es la Vía Láctea. Mallqui (árbol) comparte los tres mundo (raíz, tronco y frutos). Sede de los dioses ancestrales (Achachilas y Ñawpas), vinculado al mundo espiritual, el futuro y la energía vital refinada (sami). El cóndor es el animal emblemático del Jananpacha. Se alimenta de carroña para luego volar por las alturas máximas del corazón de los Andes. Es el símbolo del maestro que transmuta sus defectos en virtudes.
2) Kaypacha: Es la tierra del medio, aquí mora temporalmente la Pachamama que pasa por los tres planos. Los Apus y los “wamanis” (espíritus de las montañas) son considerados sus portavoces y guardianes. Es en este canal donde el poblador andino realiza sus diálogos con los espíritus, previa ofrenda a la madre tierra. A las vicuñas se les dice ganadito del Apu, porque pertenecen a la montaña. El puma es el animal que representa al Kaypacha.
3) Ukupacha: Corresponde a las profundidades de la tierra, el inframundo, el pasado. Se encuentran aquí la Yacu (agua) en todos sus formas. Hatuncocha es el mar. El río es mayu que siempre está en constante movimiento. La cocha es la laguna. El puquio (es el manantial donde brota el agua). El animal principal del Ukupacha es la serpiente.
Las tradiciones quechuas cuentan que los Apukunas (“cerros”) albergan los espíritus de los dioses que vivieron antes de un gran diluvio y que tuvieron el atrevimiento de darle el conocimiento a los primeros humanos para construir civilizaciones. Como castigo, los demás dioses encerraron a estos “Prometeos andinos” (Salvadores) en las montañas. Se les llama Ñawpa (los primeros ancianos), llamados también Wamanís y están alojados en la parte más alta de la montaña. Dicen los andinos que “cuando baja el nublado… los Wamanis descienden de las alturas, vienen a hablarnos… a susurrarnos al oído e inspirarnos”.
Así como en Oriente existe el concepto de los opuestos-complementarios, Yin/Yang, en la Cultura Andina éstos se manifiestan como Tatainti, el Padre Wiracocha, (Padre-Cosmos) y su opuesto complementario la Pachamama (Madre-Cosmos). Representados en el mundo de las formas por un cuadrado (macho, padre) y por el círculo (hembra, madre), así, las montañas pueden diferenciarse como machos o hembras, según la predominancia de sus formas. En el perfil o silueta de una montaña, podemos observar la representación de las Serpientes sagradas que transitan desde el Ukupacha (inframundo de la montaña) hacia Jananpacha (mundo superior – cúspide). La serpiente llamada Sachamama, recorre el camino desde la base a la cúspide en un trayecto lineal recto, en líneas verticales, transformándose al llegar al Janampacha, en el Arco Iris, representando la vitalidad de las cosas y la fecundidad. La Serpiente llamada Yacumama recorre el camino en forma ondulante, transfigurándose al llegar al Jananpacha, en el Rayo y la Lluvia. Los tres mundos se hallan unidos por estas dos serpientes, diosas del agua y de la fecundidad. La armonía cósmica andina de la pachamama se denomina Yanantin, los responsables de éste órden armónico son los habitantes sagrados de las montañas (“Apukunas” que son los cerros): Los Achachilas, y Los Ñawpas (Wamanís).
Para los andinos el mundo es una totalidad viva. El todo es más que la suma de las partes, por ende no se comprende a las partes separadas del todo, cualquier evento se entiende inmerso dentro de los demás y donde cada parte refleja el todo (holografía andina). Este mundo íntegro y vivo es conceptuado como si fuera un animal, semejante a un puma capaz de reaccionar con inusitada fiereza cuando se le agrede. La totalidad es la colectividad natural o Pacha; comprende al conjunto de comunidades vivas, diversas y variables, cada una de las cuales a su vez representa al Todo.
Esta totalidad está conformada por la comunidad natural pluriecológica constituida por el suelo, clima, agua, animales, plantas y todo el paisaje en general, por la comunidad humana multiétnica que comprende a los diferentes pueblos que viven en los Andes y por la comunidad de deidades telúricas y celestes, a quienes se les concede el carácter de “Waca” (“lugar sagrado”), en el sentido de tenerles mayor respeto, por haber vivido y visto mucho más y por haber acompañado a nuestros ancestros, porque nos acompaña y acompañará a los hijos de nuestros hijos. Estas comunidades se encuentran relacionadas a través de un continuo y activo diálogo, reciprocidad y efectiva redistribución. Cada comunidad es equivalente a cualquier otra; todas tienen el mismo valor, ninguna vale más y por lo tanto todas son importantes, merecen respeto y consideración, en la concepción andina esto se expresa cuando se reconoce que todo es sagrado, es sagrada la tierra, los cerros, (Apus, Achachilas, Wamanís, Auquis), las estrellas, el sol, la luna, el rayo, las piedras, nuestros muertos, los ríos, manantiales (“puquios”), lagunas, los seres humanos vivos, los animales y las plantas, no sólo las cultivadas sino también las silvestres.
Todos quienes existen en el mundo andino son como somos nosotros mismos y son nuestros amigos. Con ellos nos acompañamos, con ellos conversamos e interactuamos. Les contamos lo que nos pasa y nos dan consejos; y también ellos nos cuentan lo suyo y confían en nosotros. Tratamos con cada uno de ellos de persona a persona, conversamos con ellos cara a cara.
Todo cuanto existe en el mundo andino es vivo. No sólo el hombre, los animales y las plantas sino también las piedras, los ríos, los cerros y todo lo demás. En el mundo andino no existe algo inerte: todo tiene vida. Igual que nosotros todos participan en la gran fiesta de la vida: todos comen, todos duermen, todos danzan, todos cantan: todos viven a plenitud.
En el mundo andino no hay poderosos ni autosuficientes. Todos nos necesitamos los unos a los otros para vivir. En los Andes no existe el mundo como totalidad íntegra diferente y diferenciada de sus componentes. Aquí no existen «todos» ni «partes», que tan sólo son abstracciones. Aquí hay simbiosis que es lo inmediato a la vida. La simbiosis se vive en los Andes en forma de experiencia mútua.
La ceremonia de la pachamama comienza con la víspera o “el día anterior”, mediante sus preparativos, en el cual, la noche previa se prepara la comida y bebida especial (chicha de maíz) que se va a ofrecer a la pachamama. Además se deja las instrucciones a los participantes del ritual sobre que traer y como vestirse. Se deja dispuesto los materiales a utilizar, el lugar donde cavar el hoyo y todo lo necesario para el día central. Normalmente se enciende sahumerio desde el día anterior como una forma de anunciación, limpieza o alerta a los espíritus.
El mejor momento para las ofrendas a la Pachamama es al caer la tarde, en pleno ocaso de Sol. La luz natural termina, comienza la noche, en este intervalo esta “pachachaka energética” (nuestra ceremonia) está abierta y pachamama junto a los demás espíritus están más presentes. El fuego sagrado del ritual iluminará el espacio cuando la luz del sol se haya apartado del horizonte. Sin la luz hay oscuridad (vacío universal). La oscuridad es importante como la luz, es más grande que ésta. Pero es la luz con su inteligencia y propósito, la que nos conducirá por el sendero del calor y del amor. Por ello, debemos conservar la fogata en nuestro ritual. En otras poblaciones se acostumbra dar inicio a las ceremonias al alba, al mediodía o a medianoche.
Es importante la puntualidad, una vez comenzada la ceremonia se cierra el círculo sagrado de participantes y no se podrá participar del ritual, sino hasta que el hoyo sea cubierto con piedras y pétalos de flóres. El recibimiento de los participantes se lleva a cabo con la mayor hospitalidad, con presentaciones y saludos cordiales. No se permiten tomar fotografías, ni grabar videos a menos que se cuente con el permiso del oferente.
Según el amauta (sabio) Antonio Espinoza de la Organización “Proyecto Cultural Wiñay Marka (ciudad eterna)” existen tres formas de realizar estas ceremonias, “la primera y la más sencilla es la q’uwachada o el saumerio en la que se quema incienso en la brasa para Jananpacha (mundo de arriba), el viento lo sube y se lo lleva, después se pone a la misma braza el copal (resina vegetal), y el “palo santo”, que es para la Pachamama.
Otra ceremonia es la wajt’a, que consiste en quemar mesas llenas de objetos simbólicos, preparadas de acuerdo al pedido que se haga. La wilancha es la tercera forma, ésta únicamente se la practica cuando se trata de grandes organizaciones o instituciones, porque aquí ya se habla de un sacrificio animal”.
En la actualidad, los sacrificios de animales como ovejas, llamas u otros auquénidos se ha ido perdiendo entre los tiempos, la sangre de éstos animales debía ser derramada en la tierra. Era común también en las prácticas del ritual sacrificar por ejemplo el fetos de llama o chancho, que no debia faltar en época de cosecha.
Las ofrendas (llamado comúnmente “despacho” o “corpachada” que quiere decir dar de comer a la tierra en el Norte de Argentina), se colocan alrededor del hoyo o en el manto multicolor dispuesto por el oferente que dirige el ritual, semejante a un altar o mesa de trabajo de curanderismo. Bebidas (Coca Cola, chicha, cerveza, licor, vino tinto); agua bendita, dulces, hojas de coca (planta sagrada andina, mediadora con los espíritus), diversos objetos (dinero, monedas, amuletos, piedras de colores); comida (pan, galletas, frutas). Flóres, perfumes, semillas y otras cosas provenientes de la tierra de las que tenemos en casa (sésamo, lino, trigo, lentejas, porotos, garbanzos, arroz, huayruros, etc), las semillas las colocamos en un cuenco o tazón de arcilla; Incienso o sahumerio adicionalmente. La ceremonia puede estar acompañada de velas blancas o de colores y diversos objetos que simbolizan el contexto social, fotos, amuletos, conchas marinas (“mullu”), dinero, ekekos, toritos de pucará, excremento de vaca, etc.
Según la tradición los rituales estaban a cargo de las personas sabias y de gran solvencia moral dentro de la comunidad, eran sacerdotes propios de ésta religión andina. Para los quechuas las ceremonias están a cargo del “Paqo” o “Altomisayoc”, para los aymaras son los “yatiris” los encargados de realizar estas ceremonias. Nosotros empleamos particularmente el término oferente.
Los participantes son invitados, por lo general no hay ingreso libre, el que asiste aunque si se presenta el mismo día de la ceremonia debe ser invitado por el oferente. El ritual de la pachamama es un acto voluntario en el cual el único requisito para estar presente es pedir permiso para su ingreso y ponerse de acuerdo con los organizadores sobre los detalles del ritual (horario, vestimenta, ofrenda, etc.). No hay límite de asistencia. El día de la celebración los participantes se colocarán cintas de colores en ciertas partes del cuerpo: tobillos, muñecas y cuello, según las creencias es para ser del agrado de la pachamama y evitar alguna reprimenda. Otros emplean cordones de hilo blanco y negro, confeccionados con lana de llama en lo posible.
El hoyo representa en sí una forma de altar y una “waca” a la vez (un lugar sagrado), una “paqarina” (un útero simbólico” en la tierra) y “pachachaka” (un puente o contacto con las instancias superiores), al mismo tiempo. Este se cava de manera circular a una profundidad de medio metro aproximadamente por un metro de diámetro (como si se preparase una “pachamanka” en la tierra), que por lo general debe localizarse a un punto abierto y expuesto al sol, ideal si es cercano a un árbol o una ladera de montaña (“apu”). En la actualidad ciertas ceremonias de pachamama se realizan en parques urbanos, wacas o en la playa. Si el hoyo no es circular no hay problema. Los importante es la intención de hacer lo mejor posible. Hay muchas maneras de realizar el ritual, particularmente proponemos una con la cual nos hemos familiarizado:
1) Activar el fuego. Encender dos hogueras, una pequeña dentro del hoyo y otra grande fuera de él. El fuego sagrado permite que la tierra se eleve a las montañas, al cielo. En la hoguera pequeña colocar leña, palo santo, ramas de laurel, romero, olivo, eucalipto y tabaco. La hoguera grande es solo de leña. Esta debe ubicarse a por lo menos cinco metros del hoyo cavado. La hoguera grande es opcional y puede servir para depositar pequeños escritos en papel blanco de cosas de las cuales debemos desprendernos, nuestros errores y defectos. Sirve y para el perdón con las instancias superiores, pachamama que está presente debe interceder con éstas peticiones.
2) Activar el aire. Por medio del fuego mediador. Encender el incienso, gracias a los olores la tierra se sensibiliza al recordar sus maravillas. Los participantes pueden fumar primero y luego dar de fumar a la tierra (esto es parte del ritual). Los cigarros por lo general son sin filtro. La ceniza del tabaco debe conservarse para observar sus características, luego servirá para pintar la cara de cada participante. Las cenizas de color blanco indicarán que la pachamama está alegre y bendice sus ofrendas.
3) Activar el agua. Primer brindis con la tierra. Rociar un poco de las bebidas en la tierra. Chicha (licor de maíz), cerveza o “aguardiente”, luego cada uno debe brindar con la con la tierra. Ella vive y siente como nosotros y debemos brindar con ella.
4) Activar la tierra. Es el momento de comenzar a masticar sin tragar (“chaqchar”) un poco de hojas de coca y mientras tanto esperar el turno para poder ofrendar a la tierra. Las ofrendas se inician uno por uno o de a dos, generalmente en actitud compasiva y sumisión al cosmos. De rodillas frente al hoyo comenzamos a entregar lo que previamente hemos ofrendado. En este momento el participante puede realizar alguna pleglaria, pedido, canto, oración, rezo, pensamiento, namasté o meditación (“el silencio o vacío es muy bien apreciado por ella”) para con la pachamama, según sea su credo o religión. Estas ofrendas deben realizarse con ambas manos. Se comienza con la hoja de coca y el agua bendita si hubiera. Luego las comidas, dulces y demás ofrendas. Este momento es pertinente para nuestras peticiones para este nuevo año, éstas deben ser escritas previamente en papelitos multicolores y ser soltadas en la fogata pequeña al interior del hoyo. Al final de este acto el participante debe realizar el brindis final con chicha de maiz con la pachamama. Hay que prestar atención a las señales que la pachamama nos envía a través de las brasas del fuego, las cenizas, ruidos, movimientos o sucesos imprevisibles que suelen ocurrir.
5) Cerrar es abrir. Activar los elementos de la pachamama con el cierre del ritual. Cuando todos los participantes han finalizado su tributo, cada uno debe colaborar en cubrir el hoyo, a éstas alturas la tierra está bien alimentada y satisfecha con nuestras ofrendas. Opcionalmente se puede rezar un Padre Nuestro (considerando el sincretismo religioso presente). La ceremonia termina tapando el hoyo con piedras pequeñas de diferente forma o color, cubiertas con pétalos de flores.
Cabe agregar, que la celebración y la ofrenda a la pachamama no mantiene grandes reglas o mayores secretos, lo antes dicho es solo una propuesta que pretende dar un cierto órden e desmitificar su ceremonia. Su importancia principal radica en reactualizar el valor de la tierra y la profunda identidad de los pueblos que conviven con ella.
Adicionalmente la ceremonia puede estar acompañada por cantos o icaros, por música suave o relajante, por el sonido de tambores (percusión), por abrazos fraternos entre todos y cada uno de los participantes y danzas tribales alrededor del fuego (danzas arquetípicas libres pluriétnicas que corresponden a todos los elementos: agua, aire, viento y tierra; Pueden incluirse los elementos metal y madera de la medicina tradicional china). Es una celebración y todos podemos festejar. Al final, podemos agregar a éste acontecimiento una CENA como punto final en su honor y compartir la gastronomía andina que nos brinda Pachamama, al compás de la música de quenas y zampoñas, del cóndor pasa y la valicha.
Los rituales en honor a la pachamama dan cuenta de un tipo de espiritualidad andina que no es ajena a la materia. Espíritu y materia confluyen, convergen y se complementan. Al igual que todas las religiones basadas en el culto a la Madre, las celebraciones a la Pachamama se basan en el respeto por todos los seres vivientes, por cuanto ellos no solamente son el fruto de Su Creación sino que forman parte de Ella misma. Nosotros sus seguidores no pretendemos “dominar” a la Naturaleza sino protegerla y cuidarla, como una manera de devolver a la Madre todo lo que la Madre nos brinda con generosidad.
Entre las plegarias comunes que se escucha: “Pachamama, santa tierra no me comas, todavía soy joven y puedo dejar semilla”, “Pachamama, devuélveme el doble de lo que te doy!”, “Pachamama, santa tierra Kusiya, kusiya! Vicuña cuay, Amá mi naicho, Kusiya, kuisya!”. Antiguo verso quechua-castellano, que se traduce literalmente: “Pachamama, santa tierra ¡Haz que nos vaya bien! Danos vicuñas y no nos las mezquines. Danos fortuna y no nos hagas enfermar. ¡Haz que nos vaya bien!”.
Otra muestra de plegaria: “Pachamama, deidad inmortal y bien amada, que tienes tu refugio en las grutas ignotas de la sierra, entre música de quenas invisibles y tibiezas inefables; para Pachamama dueña y señora de los picachos y de los pastos, de las bestias y de los hombres, la que se enoja en los temblores, la que protesta en el rodar de los truenos, la que extravía al hurgador que ofende la tierra buscando oro, estaño y plomo”.
Oración a la Pachamama: “Madre tierra, Diosa de la Naturaleza, que creas cada cosa y siempre haces que el Sol reaparezca como un regalo para las personas, protectora del cielo, del mar y de todos los espíritus; En ti que fluye toda la naturaleza, que nos brindas la alegría de la luz de los días y que mantienes tu promesa de darnos los nutrientes. Nosotros retornamos a ti en forma de espíritus, al final de nuestra vida, que es el comienzo en ti. Te damos los agradecimientos por tu benevolencia. Yo me inclino ante tu divino nombre y con la mayor dignidad imploro que nos concedas los donos de tu misericordia. Te agradezco por todo lo que haces por nosostros, quiénes tenemos fé en tus divinos deseos”.
Autor: Arnaldo Quispe.
Nunca es tarde para aprender que no se debe empujar de forma programada cuando das a luz. Seguro que te has sorprendido al igual que hice yo cuando lo escuché, especialmente si has visto esas películas donde un doctor o cualquier otro viandante le dice a la parturienta “EMPUJA, EMPUJA, EMPUJAAAA”.
Resulta que el mecanismo de un parto es parecido al de los esfínteres: uno no empuja cuando le dicen, es muy difícil hacerlo cuando te dicen. Sin embargo si vas al cuarto de baño cuando sientes la necesidad sólo tienes que relajarte y dejar salir todo lo que llevas dentro… Siento hablar de cuartos de baños y compararlo con un parto, pero es lo mismo. Recuerda que somos animales, educados algunos, otros no, pero animales. Si esperas el momento no te cuestionarás si debes empujar o no. Lo harás mecánicamente: sólo relajarás y dejarás salir al bebé. Tenemos un reflejo de expulsión del bebé cuando llega el momento. Pero para que llegue hay que esperar.
El porqué se hace de otra manera, el porqué no se espera a ese momento de forma generalizada en hospitales e incluso en partos en casa es un misterio sin resolver. He llegado a ver un vídeo en Internet que muestra un parto en casa, como ejemplo de parto natural, donde uno de estos “entrenadores” le chillaba a la pobre mamá que es lo que debía hacer. Me espantó sobremanera. Si quiero ver un parto natural quiero ver a la madre y a su bebé. A nadie más chupando cámara y protagonismo. Me imagino que, como tantas otras cosas, es consecuencia de la baja autoestima de algunos profesionales de la salud que alimentan esa carencia robando protagonismo a los demás. Además es una forma de asegurarse que para dar a luz necesitas a un profesional cerca que te anime como si fuera un entrenador de boxeo “DALE, VENGA, EMPUJA, VENGA, PARA, EMPUJA”. Es muy triste que las primeras voces que escuche tu pequeño a la entrada a este mundo sea la de tu entrenador.
Hay dos formas de manejo de parto: la que participa de forma activa, monitorizando, controlando e interviniendo para que “todo vaya bien” y la expectante, que espera y protege el medio para que el parto se desarrolle de forma natural y sólo interviene si hay problemas.
La primera, la participación activa, es la más común desgraciadamente. No quiero entrar a describir en este artículo la cascada de intervenciones (digo cascada porque si intervienes una vez en el proceso natural de un parto, las demás se suceden irremediablemente) que se produce bajo esta forma de manejo. Ya tendremos tiempo. Ahora vamos a ver que pasa desde el punto de vista del usuario. Y el usuario eres tú y tu bebé.
La forma de manejo “activa”, cuando las intervenciones son rutinarias y no por una causa, es perjudicial para tí y para tu bebé, y te deja heridas físicas y mentales, te quita el poder y el protagonismo de tu propio parto. El lema es “tu vas a hacer lo que nosotros te digamos, cuando te lo digamos sin motivo aparente, sólo porque nosotros lo decimos”. Tras un parto lleno de intervenciones rutinarias (no porque haya habido ninguna emergencia) la madre encima no puede quejarse si los dos, el bebé y ella, están sanos (aunque estén machacados moralmente). A la hora de empujar, empujarás cuándo el entrenador te diga, cuando y cómo quiera. A sus ojos tú no sabes de esto y encima tus facultades están mermadas por la intensidad del parto.
El manejo “expectante” sin embargo es mucho más sano para todos y mucho más respetuoso. El profesional de la salud que te acompaña sólo observa y te deja hacer. Eres tú y tu bebé quienes deben elegir posturas, quien debe tomar el tiempo y el espacio necesario. Un manejo expectante vigilará que todo va bien, te aconsejará y te dejará hacer. He tenido la fortuna de asistir a una conferencia de Mary Cronk el año pasado. Mary Cronk es una comadrona británica que ha atendido el parto de más de 1600 bebés y que es especialista en partos con bebés mal posicionados y partos en casa. Ella y las mujeres que trabajaban con ella únicamente ponían sus brazos para recoger al bebé que caía, sin intervenir ni una sola vez si no era necesario. Sólo usaban un fetoscopio (como un estetoscopio pero para tripas embarazadas) para vigilar que el bebé estuviera contento durante el parto. Nada más. Nada menos. Si todo marchaba en orden sólo esperaban, dando cariño a la parturienta. Las primeras voces que escuchaba el recién nacido eran las de sus felices padres, en un tono suave, dándole la bienvenida a este mundo.
El manejo “expectante” está avalado por millones de años de humanidad y por la OMS.
Respecto a la fase del “empuje” Mary Cronk decía que siempre había que respetar los tiempos de la parturienta, que cada mujer es distinta, que en ausencia de problemas, las comadronas o profesionales de la salud deben esperar y no intervenir, ni tocar la zona, ni limpiar la zona, ni nada. Respecto a las Episiotomías rutinarias nos animó a todas a querellar a nuestros hospitales si nuestro bebé no había sufrido estrés, si no había habido una emergencia y aún así se había practicado el corte. Incluso cuando el desgarro natural llega a la zona anal, el daño es preferible al corte quirúrgico provocado. Por supuesto que no es agradable un desgarro así y que además debe suturarse en quirófano, pero la recuperación es más rápida y las secuelas no son tan devastadoras. Algunas mujeres me han dicho que antiguamente sufrían de incontinencia porque no les practicaban Episiotomías. Eso no es correcto. La incontinencia depende de lo fortalecido que tengas el suelo pélvico, y normalmente es el peso del embarazo, y no el parto, lo que hace que la zona pélvica quede dañada.
Tu cuerpo está diseñado para dar a luz. No te hace falta un tijeretazo de un profesional de la tijera, en ausencia de complicaciones.
Quiero volver al tema de los esfínteres aunque te parezca escatológico. Imagina que alguien te hace ir al baño y empujar cuando no quieres. No sólo te harás daño físicamente, sino que mentalmente pensarás que eres incapaz de hacerlo y que menos mal que tienes a toda esa gente tan preparada delante que puede sacarte todo con fórceps o cesáreas.
Y ahora piensa que alguien está a tu lado esperando a que tengas ganas. Que te sujeta la mano y te admira por lo que haces. Que sabe que eres única y que cada persona va al baño cuando quiere. Que cuando llega el momento sólo observa y te felicita.
Y ahora piensa en tus otros esfínteres, en esas vísceras que están preparadas desde el comienzo de la historia de la humanidad para que tú, como mujer, des a luz a tu bebé. Piensa cómo se ha estirado tu piel para albergar a tu bebé en la tripa durante nueve meses, cómo todos tus órganos se han acomodado para dejarle sitio, como tu cuerpo ha sido y es sabio. Deja que el proceso siga, tu bebé encontrará su camino, con tu ayuda. Y sólo tu bebé puede decirte cuándo y cómo. Si tienes la desgracia de ser una de esas pocas mujeres que tiene algún problema durante el parto un profesional experimentado sabrá aconsejarte que hacer y podrá intervenir cuando la necesidad apremie (NO ANTES). Mientras eso no ocurra, el profesional de la salud será respetuoso y asistirá deslumbrado, como espectador de lujo, al espectáculo inigualable del comienzo de la vida.
A los entrenadores/as les diría que no hay que hacerse notar o estar por encima de nadie, que el poder se gana, no se impone, y que, si no se saben controlar, deberían trabajar en un gimnasio para hacerle un verdadero favor a la humanidad.
La cabeza del bebé pasando por la apertura vaginal no duele
Alguien me comentaba esta semana que no creía que al estirar tanto la piel del perineo al dar a luz no doliera, me decía “si estiras así cualquier otra parte de piel del cuerpo la rompes”.
- Las hormonas actúan (si la madre está relajada) para que esa parte de tu cuerpo se estire de manera milagrosa, no hay en tu cuerpo ningún proceso parecido al del parto.
- La presión de la cabeza del feto en la zona adormece la zona pélvica. El mecanismo es el mismo que cuando una que se queda dormida sobre un brazo y a la mañana siguiente nota que no siente el brazo, que se toca y es como si no existiera. Es el mismo principio: la cabeza del feto presiona y “anestesia” de forma natural.
Lo importante: estar tranquila, seguir el proceso natural (en ausencia de complicaciones médicas, esto es, en un 95% de los partos, no dejar que nadie nos intervenga innecesariamente, ni nos haga empujar) y respirar.
El parto natural no duele. Enriquece, da poder, hace un mundo
durante el parto no debías empujar cuando te lo dijeran sino cuando tú tuvieras ganas y que no tendrías dudas sobre esas ganas. Pues bien, no te preocupes si das a luz sola en una isla desierta, o en el coche camino al hospital, o en el medio de un campo… No sólo puedes hacerlo sola sino que además nadie tiene que cortarte el cordón umbilical. Como siempre, hablo de partos normales en mujeres normales (de un 80 a un 90% de las mujeres).
El Lotus Birth se basa en el hecho de que el recién nacido expulsa su placenta a los 2 ó 3 días del parto sin necesidad de que nadie se la corte. De hecho, cortar el cordón umbilical antes de que éste deje de pulsar, esto es, de trasmitir sangre al bebé, puede poner en riesgo la salud del recién nacido, dejarle no sólo anémico sino con problemas hormonales de por vida, además de otras enfermedades y dolencias.
La placenta es un órgano, como puede serlo tu hígado o tu pulmón. Ese órgano ha servido de alimento y sustento a tu bebé durante nueve meses. La sangre que contiene ese órgano es rica en células madre y hormonas. Las células madre pueden generar hasta neuronas. De hecho ahora está de moda el extraer sangre del cordón umbilical para conservarlo y poder usarlo en caso de enfermedad. Sin embargo, somos tan incoherentes que cortamos el cordón umbilical muchas veces antes de que el bebé haya recibido de vuelta todo lo que fluye entre su placenta y él. Se lo arrebatamos y lo tiramos o hacemos cremas para la cara, con el consiguiente daño irreversible para el bebé (pérdida de oxígeno, pérdida de sangre, pérdida de nutrientes).
Normalmente el cordón umbilical suele seguir pulsando bastantes minutos. Cortarlo antes debería estar penado por la ley. La expulsión de la placenta es un proceso natural que sucede tras el parto del bebé. La mujer vuelve a tener contracciones y expulsa la misma. Con un delicado examen externo una experimentada comadrona puede verificar que toda la placenta ha sido expulsada. El tiempo transcurrido entre el parto del bebé y el de su placenta varía. Hay mujeres que pueden hacerlo a los 20 minutos mientras que otras pueden tardar 28 horas. Hasta que la placenta no ha sido expulsada el bebé debería seguir conectado a ella. Y luego, tras la expulsión, debería seguir con ella hasta que su cuerpo, naturalmente, se deshiciera de la misma, de 2 a 3 días después del parto.
Sin embargo, comenta esto en tu hospital y probablemente se rían a carcajadas de ti. Lo normal es que, inmediatamente tras el parto, a tu bebé se le ponga una pinza en el cordón, una pinza que bloquea toda entrada de células madre y hormonas valiosas a tu bebé. Luego, como no hay tiempo para esperar a que tu placenta salga por sí misma, te pondrán una inyección de drogas que faciliten el desprendimiento artificial de la misma, con los riesgos que esto supone. Si alguien te dice que necesita la placenta fuera para que no sangres miente. Las hemorragias suceden tras la expulsión de la placenta, nunca antes. Como he comentado antes, en caso de emergencia (como la denominada placenta previa o cuando hay problemas con el cordón umbilical) sí se justifica lo anterior. Pero si tu parto es normal y tu eres normal, vamos, lo normal, esto no sólo no tiene justificación. Es una agresión a tu bebé. Una agresión que le perseguirá toda una vida. Si decides seguir el proceso natural y seguir el Lotus Birth adelante. No tengas miedo. Comenta a tu profesional de la salud competente cómo quieres hacerlo. Por supuesto, como siempre, en caso de emergencia tus deseos deben ser adaptados, pero si todo va bien, como debe ir, tu bebé será el indicado de decir “ya no quiero más placenta, me quedo en este otro mundo”.
Piensa en cómo vas a proteger la placenta y tu bebé si decides llevarlo a cabo (envolviéndola en un pañal para que no sangre, teniendo cuidado que nadie tire del cordón, no recibiendo visitas durante esos primeros 2 o 3 días, teniendo en cuenta que es un órgano y que puede oler al secarse, que es normal, etc).
Si empiezas el proceso y luego te arrepientes no pasa nada. Se corta el cordón y listos. Además si ha pasado tiempo suficiente a lo mejor ya está seco y no tienen que ponerle una pinza.
Lo importante es que no corten el cordón de inmediato, que os dejen tiempo para el tránsito a la nueva vida y para que tu bebé recupere lo que es suyo y de nadie más. Como en anteriores ocasiones tienes que ser firme y hacerte oír. Ya eres mamá o papá. No vale “dejarse hacer”si no hay emergencia. Sé responsable. Infórmate y sobre todo pide explicaciones de todo lo que te hagan. La Organización Mundial de la Salud recomienda no cortar el cordón en absoluto o esperar el máximo tiempo posible, nunca antes de que deje de pulsar.
El parto es tuyo.
El Alma de la Placenta
Los Navajo de la zona suroeste de América entierran la placenta de sus hijos dentro de lo que denominan las Cuatro Esquinas sagradas para ligar a su nuev@ hij@ con su tierra y sus ancestros.
Los Maoríes de Nueva Zelanda entierran la placenta en tierra nativa por la misma razón. De hecho tierra y placenta comparten la misma palabra: whenua.
En ciertas zonas de Siberia se piensa que se ha enterrado mal o en un mal sitio la placenta si el bebé enferma. Entonces se desentierra y se le busca un lugar mejor para que el niño o la niña sanen.
Los Ibo de Nigeria y Ghana consideran la placenta como la gemela del bebé. Los Aymara y Quechua de Bolivia dicen que la placenta tiene su propio espíritu.
La gente de Malasia consideran la placenta como hermana mayor de sus hij@s. Los Parigi en Celebes Islands la reservan en algodón blanco hasta que la madre la entierra con un ritual. Parecidos rituales se encuentran en Java y Bali.
Los Toba-Bataks de Sumatra creen que la placenta contiene una de las 7 almas que cada persona posee. En Islandia se piensa que el espíritu guardián del bebé reside en la placenta, de hecho la llaman “fylgia” que significa “angel de la guarda”.
En el oeste de Australia la placenta es la compañera del bebé y se guarda durante 3 días antes de ser enterrada en silencio.
Los Baganda de Uganda consideran la placenta como un segund@ hij@, que posee su propio espíritu. Si el niñ@ tiene sangre real la placenta puede ser incluso llevada en procesión.
Los indios araucanos de Chile y Argentina atribuyen a la placenta poderes mágicos. Dicen que si se arroja a un campo de cultivo lo tornará estéril. Es por eso que hay que enterrarla profundamente.
Los antiguos egipcios creían en la dualidad de almas: un alma habitaba el cuerpo, la otra la placenta. Templos han sido construidos para enterrar las reales placentas de los faraones.
El mundo “civilizado”
En nuestras sociedades la práctica habitual es que los padres apenas vean la placenta cuando nace, cuanto menos honrarla. De hecho cuando nace el bebé parece que lo que queda de nacimiento son ya “los desechos” que cuanto antes se limpien y eliminen mejor.
Tras la expulsión de la placenta (muchas veces forzada, a fuerza de inyección) el hospital la vende a una farmacéutica y/o cosmética. O incinera todas juntas junto al resto de residuos orgánicos.
Tratamos nuestras placentas como si no tuvieran alma y el nacimiento como si no fuera sagrado.
Como debería ser
Deberíamos honrar este órgano que da vida y respetarlo como tal, ser capaces de admirar nuestros cuerpos en su perfección y magia, agradecer a la Naturaleza el milagro de la gestación y el nacimiento.
Deberíamos ser capaces de mirar más allá de una masa sanguinolenta: la placenta es fuente de vida, un órgano mágico que aparece sólo para albergar y proteger a tu bebé y a ti. Cada nacimiento tendrá su placenta y cada vida estará ligada a la misma.
Tras el nacimiento del bebé deberíamos esperar a que el útero expulsara este órgano mágico, con el mismo cariño y paciencia con el que hemos dado a luz a nuestro bebé. Y agradecer a la vida el regalo de haber tenido semejante placenta.
Si honras tu placenta honras tu vida.
El Cuerpo de la Placenta
América y Europa
En determinadas zonas de América y Europa se come la placenta tras el nacimiento porque se cree que tiene propiedades nutritivas inigualables para la madre y su bebé, y el comerla es tan natural como la propia lactancia. En zonas del norte de California y el Reino Unido tras el nacimiento se celebra la “Placental Party” donde la placenta es compartida y cocinada para familiares y amigos.
La mayoría de los mamíferos comen la placenta tras el nacimiento de sus crías, curiosamente incluso herbívoros.
Sociedad “avanzada”
En nuestra sociedad la creencia generalizada es que la placenta es un órgano inútil y desechable (no tanto para las farmacéuticas que se las rifan por su capacidad regeneradora) y que con una buena alimentación no es necesario comer placenta tras el nacimiento.
La ingesta de placenta proporciona altos niveles de hierro, vitaminas, hormonas…(algunos defienden que evita las depresiones posparto), estimula la contracción del útero, la lactancia y previene hemorragias
“La ingesta de placenta tras el parto estimula la lactancia y previene el riesgo de hemorragia”
Incongruencias
En nuestra sociedad la ingesta de placenta puede ser considerada canibalismo. Es curioso: degustamos con placer carne procedente de provocar la muerte a animales pero nos da asco y tenemos infinidad de prejuicios hacia la carne propia que da vida.
Afortunadamente el ser humano tiene la libertad de elección, aunque algun@s la pierdan en el camino, y han aparecido incluso empresas que encapsulan placenta para que pueda digerirse en forma de pastillas. Algunas de estas empresas recomiendan guardar cápsulas para la menopausia.
La medicina tradicional china usa la placenta seca, en polvo. Parece ser que se puede secar de forma casera en el horno y luego hacer polvo en un mortero y guardarla y usarla como si fuera una especia. Hay mamás que lo han hecho.
Algunas matronas y ginecólogos ofrecen a las mamás y papás la posibilidad de preparar un trocito de placenta cruda tras el nacimiento (nosotr@s la tomamos en forma de zumo, mezclada con frutas y estaba buenísima).
También puede tomarse cocinada como he comentado arriba, en las Placental Parties. Hay muchas recetas disponibles en la red.
Otros alternativas
Del mismo modo se puede hacer patrones en papel con la placenta, imprimir su silueta para la posteridad, enmarcar, darle un toque artístico.
Si decides enterrarla no plantes nada encima hasta que no pase por lo menos un año ya que la placenta es tan rica en nutrientes que puedes quemar el árbol o planta que plantes.
Nosotr@s elegimos un árbol que ya existía, que era milenario, y además enterramos lejos, por si acaso.
Hicimos del acto una ceremonia preciosa.
Tierra y cielo unidos.
Dos caminos, dos nacimientos
Ha llegado el momento de escribir sobre el nacimiento de Maya, nuestra segunda hija, pero no se por dónde empezar. Son tantas las emociones, tanta la felicidad, tanto el placer de haber dado a luz en casa… creo que tengo para más de un artículo.
Haber tenido un primer parto en un centro hospitalario hace además las comparaciones casi obligatorias. Voy a empezar por eso. Aunque el final de los dos caminos fue el mismo: dos niñas preciosas que son el centro de nuestro universo, el camino en si fue distinto, y eso que Iris, nuestra primera hija tuvo un nacimiento bastante respetado. Ahí va mi análisis personal de lo que ha sido mi experiencia.
Fecha posible de nacimiento
- En el primer nacimiento nos pasamos 7 días la fecha prevista. En cada visita al hospital nos recordaban que si no llegaba pronto tendrían que intervenirnos. Nos llegaron a hacer una maniobra para separar las bolsas de aguas que no dio resultado.
- En el segundo nacimiento se contempló la posibilidad de un retraso, o de un adelanto, como algo natural y fuera de toda preocupación. A partir de la semana 42 estaría muy bien revisar que todo va bien pero nada más. Afortunadamente, Maya nació el día que estaba previsto.
Contracciones de calentamiento
- Las llamadas Braxton Hicks. La primera vez, cada vez que tenía movimientos uterinos antes del nacimiento me recomendaban que me hiciera una eco para saber que todo estaba bien.
- Esta segunda vez he llegado a tener precalentamientos uterinos que duraban casi un día, pero al ser irregulares sabíamos que no eran sensaciones de parto. Al final desaparecían. No eran motivo de preocupación.
Exámenes vaginales
- En el primer nacimiento nos examinaban cada hora para ver cuánto habíamos dilatado. Los exámenes son molestos, especialmente hacia el final de la dilatación. Además conllevan riesgo de infección.
- En el segundo nacimiento no hubo ni un sólo examen. Nadie me puso ni una mano encima, mi cuerpo y mi vagina eran tan sagrados como siempre. Por mi forma de actuar las matronas sabían en qué fase estaba y hacia donde me dirigía.
Primeras contracciones. Dilatación
- En el primer nacimiento fueron muy intensas, casi lo más difícil de llevar, y duraron casi 12 horas. El ambiente hospitalario, la gente por los pasillos, los ruidos, los exámenes vaginales… Difícil concentrarse y dejar que el útero se abriera. Cada vez que tenía una sensación, sin saberlo, luchaba contra ella. Sabía que no quería drogas, ni epidurales, pero agarraba con fuerza todo lo que pillaba, como si estuviera trepando para escapar.
- En el segundo nacimiento, con la información y la tranquilidad, me concentré, con ayuda de hipnosis, en que cada ola, cada contracción, fuera todo menos eso, una contracción: abría mi cuerpo, visualizaba flores que se abrían, relajaba todo lo que podía: entregaba. Las matronas también depositaban una confianza absoluta en el poder de mi cuerpo.
En este caso la dilatación duró unas 2 horas. Además me ayudé del agua caliente, de mi bañera, donde me sentía oculta, ágil, ligera. El “aguadural” resultó ser un placer sin efectos secundarios. Esta vez no agarré. Me dejé llevar por esas fuerzas, por los movimientos de Maya, por las pulsaciones de mi cuerpo.
Liberación de las aguas
- Durante el primer nacimiento Luis y yo tuvimos que luchar para que no nos rompieran las aguas “para ver qué color tenían”. Ya sabrás que la rotura de aguas sin motivo acelera el proceso de parto, obliga al bebé a bajar bruscamente y puede acarrear numerosas complicaciones graves. A pesar de nuestra firmeza nos preguntaban cada media hora y nos decían que la decisión pesaba sobre nuestra responsabilidad, ¿sobre la de quién si no? ¿no es este nuestro parto, nuestro cuerpo, nuestro bebé? Estábamos tan convencidos de que en ausencia de complicaciones no hay que romper ninguna bolsa, que nos negamos una y otra vez. “¿Hay alguna razón por la que debas romper la bolsa?¿No? Pues no, gracias”. Así una y otra vez con la consiguiente pérdida de energía, tiempo.
- En el segundo nacimiento las aguas se liberaron cuando se tenían que liberar, allá por el final de la dilatación y se mezclaron con el agua de la bañera. Yo fuí la encargada de decírselo a las matronas para que pudieran apuntarlo en sus libros. Nadie en ningún momento intentó intervenir, ya que el corazón de mi bebé estaba estupendo
Nacimiento o expulsivo
- En el primer nacimiento la matrona que me atendía tenía prisa. Cuando terminó la dilatación todo paró, de repente. Ella me hizo empujar. El resultado fue que todas mis fuerzas se iban en cada pujo, que no había contracciones que acompañaran esos pujos, por lo que estaba obligando a mi cuerpo y a mi bebé a salir sin venir al caso, que mi cara se llenó de marcas, que mi bebé estuvo a punto de entrar en estrés, que mi periné no dilataba y tuvo que practicarme una episiotomía que casi me lleva al quirófano “por mi bien”… Esa episiotomía tardó más de un mes en sanar. Los puntos tiraban y dolían, no tenía ningún control sobre mis esfínteres, tardé meses en disfrutar mis relaciones sexuales…
- En este segundo nacimiento tras la dilatación volvió a haber un descanso. Es normal: el útero descansa, el bebé ha descendido y se ha encajado y el útero se amolda primero a la nueva forma para tener más fuerza al empujar el bebé fuera. En la bañera había silencio y respeto hacía ese periodo. Pude charlar durante esos minutos y retomar energía. Tras el debido descanso mi cuerpo comenzó a tener de nuevo contracciones (olas), que volví a navegar, hasta que llegó una muy intensa que me hizo cambiar de postura y aullar a la luna: nadie me dijo cuando o cómo, el respeto a mi cuerpo me indicó que había llegado el momento de dejar salir a Maya, y así lo hice. Mi periné se abrió sin necesidad de tijeretazo. Mientras que hay mujeres que ni siquiera desgarran, el mío lo hizo, pero he aquí sorpresa: se fue desgarrando sin ningún dolor. Maya venía con una manita en su cabeza, es ahí donde noté como si me arañaran y ese desgarro sí molestó. No me suturaron porque preferimos todos que la herida cerrara sola. Es cierto que el pequeño desgarro de la mano me molestó durante 5 días, mucho, cuando iba al cuarto de baño, pero el gran desgarro entre vagina y ano ni lo sentí cerrar. El cuerpo es sabio. Tras 5 días mi periné estaba listo y en forma, como si nada hubiera pasado. Vida normal.
Primeras palabras
- En el primer nacimiento la matrona dijo “empuja… bien… así… tú mira hacía otro lado (refiriéndose a Luis cuando iba a cortar la episiotomía)…ya está” y luego “es una niña grande”.
- En el segundo nacimiento nuestra hija mayor, Iris, fue la encargada de dar la bienvenida. En una sala en silencio, exclamó “mira Maya!!” y todos nos echamos o a reir o a llorar.
Expulsión de la placenta
- En el primer nacimiento, tras el mismo se me inyectó algo sin ni siquiera consultarme e inmediatamente la placenta salió. Supongo que al ser una pareja informada las que nos atendían decidieron no seguir preguntando sobre intervenciones y decidieron intervenir sin más. El cordón umbilical fue cortado. Gracias a nuestra insistencia, eso sí, se cortó cuando dejó de pulsar.
- En el segundo nacimiento esperamos con alegría a que la placenta se liberara. Volví a tener contracciones, olas, y en una de esas parí ese órgano. Cuando nos acordamos y nos pareció cortamos el cordón, aunque podíamos no haberlo cortado. No había prisa. El mundo se había detenido. No había nada mejor que hacer.
El amamantamiento y la placenta merecen nuevos artículos.
La calidad de la experiencia no es comparable. Tanto en el hospital como en casa nos cuidaron profesionalmente, pero el alcance moral del respeto al nacimiento de un hijo, la individualidad del trato y el protagonismo del evento, hace del nacimiento en casa el ganador sin lugar a dudas.
Poco a poco los hospitales toman nota y quizá, en un futuro cercano, dar a luz en hospital no sea como entrar en una factoría y perder toda responsabilidad, y quizá en el futuro todos los participantes sean conscientes del milagro que tienen entre manos y de las consecuencias de sus actuaciones durante el proceso.
Tener un nacimiento “normal” con un hijo sano es importante, pero disfrutarlo y empoderarte con el mismo también lo es. Sólo se nace una vez y la bienvenida es importante.
No subestimes la calidad de ese evento.
Nuevas noticias para los acompañantes de mamás a los nacimientos: diversos estudios demuestran que la gente detecta subconscientemente si alguien está estresado o con miedo a su lado al oler una feromona que se libera en su sudor. El estudio se ha realizado al analizar el sudor de paracaidistas aterrorizados.
Voluntarios inhalaban el olor del miedo de los paracaidistas en laboratorio. Por medio de pruebas cerebrales comprobaron que los voluntarios que olían el miedo sentían miedo a su vez, activando ciertas partes del cerebro relacionadas con el mismo. Este estudio demuestra que, al igual que otras especies, el ser humano reacciona si detecta miedo en otros humanos, se pone en estado de alerta y activa su propio miedo de forma subconsciente.
Lo más triste de este estudio es quién lo financia: el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, que busca quizá aislar esa feromona para rociar a las tropas enemigas con ella y hacerles tener mucho miedo, aunque deniega este punto y dice que está investigando para el bien de la humanidad.
Sea como sea el dato es importante para este blog, para los acompañantes a nacimientos, especialmente para aquell@s que piensan que no tienen más que acompañar, que la futura mamá es la única responsable de relajarse e informarse. Nada de eso. Un acompañante que libere la feromona del miedo hace que su compañera subconscientemente active sus mecanismos de defensa, con las consecuencias nefastas que eso tiene en un nacimiento. El estrés emocional es contagioso.
Como para el resto de las cosas hay quienes discrepan. Simon Wessely, psiquiatra londinense escribió en la revista New Scientist que esto era imposible desde el punto de vista científico ya que los humanos, a diferencia de otros mamíferos, no tenemos la estructura vomeronasal (la que detecta las feromonas) en la nariz conectada al cerebro. Sin embargo las feromonas tienen muchas formas de introducirse en el cuerpo y hay estudios que demuestran que nuestros comportamientos cambian en presencia de determinadas feromonas.
¿Has olido el miedo alguna vez?
Del Libro Dormir Sin Lágrimas:
¿Cómo es el sueño de los niños?, porque nada tiene que ver con el de los adultos…
El sueño infantil es muy diferente del sueño adulto y también de que tendremos cuando seamos mayores. El sueño infantil va evolucionando desde el momento que se nace e incluso, antes también porque cuando están en la barriguita de la mamá también duermen aunque tienen dos fases. En el momento del nacimiento tienen estas dos fases y a medida que pasan los meses van adquiriendo todas las otras. Llega un momento en el que tiene un sueño bastante parecido al de los adultos, pero tendremos que esperar un tiempo.
Circulan mitos y falsas informaciones con expectativas muy irreales de lo que el niño tiene que hacer muy prontamente. Un padre cuando compara esas tablas, esas informaciones que circulan con lo que hace su bebé y ve que no coincide se alarma. Ante esta situación, uno de nuestros objetivos es intentar transmitir una información más veraz a los padres.
¿Cuáles son los principales trastornos del sueño infantil?
Trastornos del sueño hay muchos y básicamente se dividen en parasomnias y disomnias. Las parasomnias son quizás lo que la gente puede ver más, lo que se diagnostica más y serían pesadillas, terrores nocturnos, sonambulismo… Pero normalmente son las consultas más pequeñas en una unidad del sueño como es la nuestra. La mayor parte de los padres consulta porque a su hijo le cuesta dormirse, se despierta por la noche, esas pequeñas cositas. Y lo que hacemos en dormir sin lágrimas es atender a esos padres.
¿Cuando deben preocuparse los padres?
Cuando un niño es pequeño los padres deben observar su evolución. Los niños suelen ir al pediatra muy a menudo y este profesional es da gran ayuda porque es quien controla si la evolución del niño es normal. Si la evolución es normal, un día u otro ese niño va a acabar durmiendo, no se tienen que preocupar. Otra cosa es que los padres quieran tener menos trabajo por la noche, quieran dormir más (que es lícito) y entonces lo que se puede hacer es acelerar ese proceso para los padres. Estamos convencidos de que un niño con un desarrollo normal, sin ninguna patología va a dormir perfectamente.
Pero a veces los padres ya no saben qué hacer…
Los padres intentan no cometer errores, lo que hacen a veces es seguir modas, seguir informaciones que no son las correctas. Últimamente lo que estamos viendo es que muchos padres que utilizan métodos para adiestrar a los niños dejándolos llorar. Los métodos conductistas no son malos: tú puedes premiar a un niño que se vaya a la cama bien, pero el problema viene cuando se dejan llorar porque hemos observado que en algunos casos los niños tienen secuelas.
“Dejar llorar al niño no es la solución”
Nuestra posición es que estos métodos no deberían utilizarse aunque no provocaran efectos secundarios a ningún niño. Actualmente hay formas educativas que si las utilizáramos con gente mayor serían denunciables. Sólo se utilizan en animales y en niños. NO, el fin no justifica los medios y el niño es una persona y hay cosas que no deberían ser utilizadas en ningún niño, aunque no provocara efectos secundarios.
¿En qué consiste el proyecto dormir sin lágrimas?
Nosotros lo que hacemos es el proyecto dormir sin lágrimas en el que primero evaluamos al niño para comprobar que no le pase nada, evaluamos también la dinámica familiar (los padres como viven, horarios, rutinas…) e intentamos adaptarlo todo ya que es un programa muy individualizado.
Decimos que es un proyecto porque es algo que los padres van a empezar a llevar a cabo paulatinamente y va a durar lo que dure. Hay veces que los cambios en los primeros días ya son muy asombrosos y hay veces que necesitamos más tiempo para que se produzcan esos cambios. Pero lo bueno que tenemos como contraprestación es que los niños no sufren, no tenemos efectos secundarios.
Sobre lactancia materna y colecho…
El hombre es un mamífero, y si miramos como funcionan el resto de mamíferos vemos que básicamente duermen juntos y dan el pecho. Por lo tanto, esa es una forma de crianza que debería continuarse en nuestra especie. No es malo que un niño tome pecho y duerma con sus padres, incluso va a favorecer otras etapas de su vida.
Nosotros informamos a los padres que eso se puede hacer, y no sólo que se puede hacer sino que no es malo que se haga; otra cosa es que los padres decidan otras maneras. En estos casos, tenemos técnicas para niños tanto que hacen lactancia como para los que toman biberón, para niños que duermen con sus padres como los que no porque cada familia responde de una manera y tiene una dinámica particular.
Da tiempo a tu hijo para que duerma bien
A los padres que tienen niños mayores de tres o cuatro años y que todavía se despiertan durante la noche, quiero decirles que esa situación tiene que estar a punto de acabar. Nosotros no tenemos ningún niño que tenga problemas para dormir más allá de los cinco años si los padres han sido respetuosos con él y han seguido una evolución normal.
Hay como un tope alrededor de los cinco años en que todo termina. Otra cosa es que esos padres no quieran esperar ese tiempo más y en ese sentido, tenemos nuestra guía al final del libro o nuestro proyecto que puede ayudarlos a acelerar ese momento.
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